Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 24 de abril de 2013

1650.- JUAN JOSÉ PÉREZ ZARCO



Juan José Pérez Zarco
Nació en Córdoba en 1956. Licenciado en Filología Hispánica, es profesor de Lengua y Literatura del I.E.S. Los Pedroches de Pozoblanco, donde reside desde 1991. Ha escrito poesía y novela.

Ganador del premio "Juan Bernier" de poesía en su primera convocatoria, 1985, con el poemario "Itaca", cuyo Jurado estuvo presidido por el propio Juan Bernier. Fue homenajeado con la "Fiambrera de Plata" en 1987.

Socio de Honor del Ateneo Casablanca en 1988.

Obras

Ha publicado tres libros de poemas: Ítaca (1985), con el que ganó el premio de poesía Juan Bernier, Estado de cuentas (1994) y Estirpe humana (2007). Además, en la colección Cuadernos del Gallo ha publicado dos volúmenes de sus diarios, con los títulos de Diario de un poeta en paro (1998) y Suma y sigue. También ha colaborado con sus versos en los libros colectivos Los Pedroches. Instantáneas (2007) y Palabra compartida (2007). Sus últimas obras son A destiempo (páginas de un lector) (2009, finalista del Premio Solienses 2010), una colección de artículos sobre obras y autores de la literatura universal, y Mester de hortelanía (2012), que recoge los artículos publicados en su blog.




(Del libro Estirpe humana, 2007)



ÍCARO

El vuelo es la vida.
Olvida a los dioses 
y abre tus brazos
al extenso dominio
de lo humano.

Olvida a los dioses.
Nada compartirán contigo.
No te detengas en sus templos,
ni adornes sus altares.
Rompe ese hilo
con que traman tu destino
pues conduce a un rostro vacío.

El vuelo es la vida.
Olvida a los dioses,
esos viejos egoístas;
ellos levantaron paraísos
en invisibles arquitecturas
para que olvidaras que tú mismo
eres un dios sobre la tierra.







ESTIRPE HUMANA

Arriba,
las estrellas.
Aquí abajo,
nosotros.

Quizá Dios
no se equivocara
y puso a cada uno
en su sitio.

Ahí arriba
las estrellas.
Abajo,
los hombres.

En medio,
todos los sueños.








ORFEO

La luna se desluce
tras un velo de nubes. Sobre el patio
flamean los luceros.
Unos ladridos sueñan
lejanos. Mecen su copa los árboles
en la noche de julio.
Qué hermosura, cuánta serenidad
bajo el manto de estrellas,
en esa luna insomne
desvaída, en esta danza serena
de madrugada en calma,
mientras oigo a Bach en las manos diestras
de Rostropóvich: música
para los solitarios
en dulce trance de melancolías
Y es mi alma –no sé
decirlo de otra forma- la que ahora
se pierde entre la brisa






LICÁNTROPOS

La noche está oscura y sigue lloviendo.
Tú duermes tranquila,
abrigados los pies entre los míos.
Debe ser terrible
la noche para los solitarios,
sin un amor que alimente los sueños,
sin unos ojos que los reconcilien
con la luz y con la vida,
borrachos en el rincón de una barra
o encerrados entre los cuatro muros
de un televisor, como un adolescente
atenazado por la timidez,
como una fragante rosa que nadie
descubre entre las otras

Todas las noches
los solitarios aúllan en silencio
mientras sueñan con dos enamorados
que celebran a besos la existencia.
Menos mal que te encontré, mi amor,
porque fuera arrecia la madrugada
y la lluvia se ha teñido de negro.








TRANSUBSTANCIACIÓN

Y entonces ocurrió que la tinta de las palabras
se hizo verdad en su corazón y en su boca.

Unos cuantos versos salvaron meses de silencio








EL VUELO

La dicha es el vuelo,
la libertad
de los cantos sin dueño
y sin mordaza.







GOLONDRINAS

Se alzan los cantos.
Todo es un vuelo
en el aire de marzo.

Vuelven sus alas.
Rubrican la luz.
 Sus rojas gargantas.





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