Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 19 de abril de 2013

1613.- LUIS BABIA




Luis Babia
ANTEQUERA (MÁLAGA)  
Capellán de la Capilla Real de Granada a fines del siglo XVI y principios del XVII.  Fue poeta, historiador y teólogo.  Es autor de una Canción a Nuestro Señor, contenida en un libro manuscrito titulado Poética silva, mas es principalmente conocido por haber continuado la Historia universal pontificia y católica (Madrid, 1652) empezada por Gonzalo de Illescas.




Canción.      A Nuestro Señor



Cuando alegre ponías
tus soberanos ojos
en mi vida mortal ya sin aliento, 
prolongabas mis días,
borrabas mis enojos,
trocando en dulce gloria mi tormento.
Quedó mi pensamiento
elevado y absorto,
y en gloria tan subida
10 renovada mi vida
del viejo ser caduco, breve y corto,
y, cual fénix, vestido
de eternidad en oloroso nido.
Del otro injusto fuero
do me puso la culpa
por un desorden de mortal maraña,
cuando por prisionero
sin eficaz disculpa
quedó mi padre en su primera hazaña,
tuviste, Dios, tal maña,
que el golpe redoblaste,
y a la crüel malicia
con más que igual justicia
con poderosa mano derribaste,
y allá en tu tierno pecho
al fin, cual Dios, quedaste satisfecho.
La noche, temerosa
de la desgracia inmensa,
huyó al salir la luz hermosa y bella;
y fue culpa dichosa,
pues mi terrible ofensa
es tu divino ser quien la atropella;
y para enriquecella
de más que humanos dones,
a mi naturaleza
tu soberana alteza
y ser divino en ella sobrepones;
y quedó tan hermosa
cual la que había de ser de Dios Esposa.
40 Quedó la jerarquía
del cristalino cielo
confusa en ver del hombre la pujanza;
la baja monarquía, 
del temeroso duelo
viendo tan no pensada y nueva usanza,
ligera se abalanza
a robarte la presa
que con tu omnipotencia
libraste en la pendencia,
trofeo ilustre de gloriosa empresa.
Mas ¿quién podrá ofendella
viniendo Tú, Señor, a defendella?
Y como en la semilla
(por pequeña que sea)
por interior virtud está su aumento,
con rara maravilla
tu soberana idea
basta para zanjar tan buen cimiento
que dio por uno ciento,
pues sobre poca tierra
tales raíces echa,
que fue tal su cosecha,
que bastó para hacer al mundo guerra 
con doce pobres hombres
de no estimados ni sabidos nombres.
El Lacio no vencido,
el moro, persa y [s]cita,
el garamanta bárbaro y el china,
la voz de tu sonido
los rinde y supedita,
y la cerviz el más feroz inclina.
Y Tú, bondad divina,
que a nadie necesitas,
con süave gobierno
abres tu pecho tierno
para que sus disculpas les admitas,
y, sin merecimientos,
de tu gracia fabrica los cimientos.
Tú con ella previenes
a mi libre albedrío
para el concurso de este ser glorioso,
de estos graciosos bienes;
y en el concurso mío 
obras son de tu brazo poderoso;
que si el querer forzoso
pides para salvarme,
Tú haces que yo guste
que al tuyo el mío ajuste,
dándome Tú el querer yo mejorarme;
y tan trocado quedo
que a más supremo bien subir no puedo.
Canción, si por do fueres mal te fuere,
calla, sufre y haz pecho,
que honrados viven muchos y lo han hecho.





Edición de Jesús M. Morata 
Grupo de Estudios Literarios del Siglo de Oro (G.E.L.S.O.)




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