Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 21 de abril de 2013

1637.- DIEGO DE SEVILLA [DIEGO MARTÍNEZ DE MEDINA]



Diego de Sevilla
Diego Martínez, también Diego Martínez de Medina, y más conocido como Diego de Sevilla (Sevilla, c. 1376 – ídem. 1446) fue un noble y religioso castellano de la Orden de San Jerónimo reconocido por haber fundado en la ciudad de Sevilla el monasterio de San Jerónimo de Buenavista.

Nacido en la ciudad de Sevilla hacia el año 1376, fue hijo de Nicolás Martínez de Medina, contador mayor y tesorero de Juan II de Castilla, y Veinticuatro de Sevilla, y de Beatriz López de los Roeles.
Profesó en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, y en el año 1413 regresó a su ciudad natal para resolver ciertos asuntos jurídicos. Quedando establecido en ella, fundó un año después el monasterio de San Jerónimo de Buenavista, que fue incorporado a la Orden de San Jerónimo en 1426, y él se tituló prior. Durante la construcción del complejo fue ayudado por otro jerónimo de Guadalupe, Juan de Medina, y por su propia su madre, y a la muerte de ésta solicitó a los jerónimos de Guadalupe que sus legítimas, que pertenecían al monasterio desde el momento de su profesión, fuesen traspasadas a su nueva fundación. La negativa de los guadalupanos fue tajante, y a raíz de ello surgieron tales desavenencias entre ellos que Diego tuvo que recurrir al pontífice Martín V para conseguir su objetivo; lo mismo habría de ocurrir a la muerte de su padre en 1434, siendo expedida la correspondiente bula por Eugenio IV.
Finalmente, falleció en su monasterio en el año 1446, con más de 70 años.


El sentimiento religioso y popular aflora en las Composiciones del cancionero de Baena. 

Veamos, por ejemplo, al poeta Diego Martínez de Medina,  “omme muy onrado e muy discrepto e bien entendido”. Este poeta de  Sevilla plantea a un clérigo franciscano (fray Lope del Monte) qué  cosas debe creer en relación a la Virgen María: lo hace a instancias de los dominicos de San Pablo de Sevilla y parte de la sospecha de: 


que su conçebçion fue santa 
por ser madre de quien tanta 
graçia le pudo dar…



pero no quiere seguir la enseñanza de San Agustín ni la de San  Bernardo que más arriba expusimos. 
Este poeta sevillano debía conocer las discusiones que de temas  marianos había entre dos conventos sevillanos. El interrogado, fray  Lope, representa a los franciscanos que mantienen una disputa con los  dominicos de San Pablo. Para situar su argumentación recurre al  argumento ambrosiano del siglo IV en el que se declara que la Virgen  no tuvo ningún pecado y que estuvo exenta del pecado original: 



Sant Ambrosio dixo d’ella 
que fue vara sin cortesa, 
nombrándola él doncella 
sin original vilesa 
que fue santa sin mansilla, 
en su conçebçion arquilla… 



Este fraile menor se manifiesta conocedor de la opinión del  aquinate, e incluso partidario, adelantándose con ello a la opinión de  tratadistas posteriores. Estudia las opiniones de san Agustín e invita al  análisis de la Biblia procurando saborear las enseñanzas que contiene  y argumenta finalmente siempre a favor de la Inmaculada.

Lógicamente la respuesta de los dominicos no se hizo esperar y  Martínez de Medina se convierte en portavoz de los predicadores y  replica a su contrincante por el grave error de igualar a la Madre con  el Hijo.

Fray Lope del Monte interviene de nuevo con una respuesta  poética a la acusación anterior. Utiliza las coplas de arte menor pues; los trovadores debían mantener la misma versificación en sus respuestas. Como Martínez Medina estableció como estructura métrica la copla de arte menor, ocho octosílabos, agrupados en 4-4, enlazados por dos rimas: abba acca. Lope del Monte se ajusta a este esquema en su segunda respuesta, pero en la primera ensaya otra variante de la copla de arte menor: ababbaab. 
En esta respuesta acusa a los dominicos de San Pablo de Sevilla de “falsos fabladores”, se defiende de que no hizo “igualança” entre el “muy alto Mexia e la bendicta María”, y finaliza con esta conclusión, en las dos últimas estrofas: 



Por la desir conçebida 
sin original pecado, 
non la ove egualado 
con Jesu que le dio vida, 
ca en él seríe entendida 
exepçión iure probata 
expresa, previllegiata 
e esenta sin medida. 
E sin obra siminal 
fue el Señor conçebido, 
de derecho es, si vido 
que non aya original 
la Virgen por seminal; 
pero nunca fue culpada 
por ser previllegiada, 
pues esto non es igual. 


Ante esta respuesta de Lope del Monte, Diego Martínez de Medina decide replicar también él. En esta ocasión establece como estructura estrófica la copla caudata que combina octosílabos y tetrasílabos. Esta estrofa lleva en el título del Cancionero lo siguiente: “arte posada de media maestría que lleva los cuatro pies iguales”. A las afirmaciones de Martínez de Medina, a sus dudas e incredulidad Lope del Monte vuelve de nuevo a contestarle con su misma métrica y con argumentos retóricos acusándole de hacer una interpretación errónea de San Agustín:


Del pecado personal 
actual 
desides que ovo fablado 
Agostín, el principal 
doctor, tal 
que de todos es onrado: 
escodriñaste-lo mal, 
no es tal 
si no es desir lo contado, 
ca él fabló general, 
pues non val 
lo dicho espeçificado.



Y finalmente concluye en la última estrofa del dezir:




Pecadora la llamades, 
mal errades 
por cual quier color viado; 
a daño vos obligades 
si pensades 
quanto mal es tal bocado: 
contra los santos trovades, 
enfamade 
a la Madre del untado: 
yo digo-vos que creades 
e tengades 
que sin culpa fue su estrado. 




De esta forma se finaliza la disputa entre el portavoz de los frailes menores, Lope del Monte y Diego Martínez de Medina que encarna las tesis de los frailes predicadores del convento de San Pablo en Sevilla y que fueron recogidas en el Cancionero de Baena. En él existen otras alusiones más breves y esporádicas de temática mariana y a su inmunidad de culpa original.





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