Mar López Algaba
María del Mar López Algaba (Málaga), 1988); poeta española. Es licenciada en Administración y Dirección de Empresas y en Económicas por la Universidad de Málaga y estudia Composición en el Conservatorio Superior de Música de Málaga.
En su adolescencia, su obra poética fue galardonada en varios concursos como el certamen de poesía para escolares Poetas del 27 (Málaga, 2003), el certamen literario nacional Roquetas de Mar (Roquetas, 2004 y 2005), el certamen internacional Miguel Fernández (Melilla, 2005), el certamen andaluz Federico García Lorca (Linares, 2005 y 2006) y el certamen andaluz de escritores noveles (Málaga, 2006). Ya en su juventud, consiguió hacerse con el certamen de poesía Universidad de Málaga (Málaga, 2007) y el III premio internacional de poesía Antonio Gala (Alhaurín el Grande, 2009), que supuso la publicación en la Editorial Alhulia de su primer libro, “Gritos de sombra”, con ilustraciones de la propia escritora. En 2012 gana la muestra andaluza de literatura joven MálagaCrea con “El eléctrico vals del microondas” y el XIV Certamen Poético “Mollina, color de vino” (Mollina, 2012) con la obra “Juguetes rotos”.
Obra poética
Gritos de sombra (Alhulia, Málaga, 2011); ISBN 9788492593743
Miedo a volar
Paseaba
por el mediodía
de cualquier ciudad…
Puede, incluso,
que fuese ésta.
Me detuve ante el semáforo
rojo de tus ojos
esperando la luz verde
que me permitiera
cruzar despacio tu mirada.
Bajé la vista unos segundos
hacia la punta de mis pies.
Descubrí, horrorizada,
cómo la sombra de un pájaro
agonizaba bajo la suela
de mis zapatos de domingo.
Asustada,
me precipité sobre tus pupilas.
Reflejaban un edificio
de nueve plantas
(sin contar los geranios)
coronado por una hilera de palomas.
Pude intuir un ámbar parpadeante
en tu sonrisa,
pero te di la espalda.
Cuando las aves de asfalto
levantaron el vuelo,
las sombras resbalaron
por la fachada
estrellándose contra el pavimento
con un grito silencioso
que ahogué tapándome los oídos.
En el portal,
se amontonaban
los restos del suicidio
Tradúceme
Diccionario
Mujer – Gaviota
Gaviota – Mujer
Y traducir mis brazos en alas,
mis labios secos
en duro pico,
mis ojos de otoño
en mirada de agua,
mi piel de arena
en plumas de asfalto y sal,
mis susurros
en ahogados gritos de espuma,
las aceras
en nubes y azul…
Diccionario
Mujer – Cometa
Cometa – Mujer
(Nunca se me dieron bien los idiomas)
Para esta traducción,
necesitaré tus manos
Arma arrojadiza
Incluso a las piedras
el aire les hace daño
cuando abandonan la mano
que supo acariciarlas…
De todas formas,
lo peor será atravesar
el cristal de la ventana.
Después, unos metros
de caída libre
para hundirme
(¡plof!)
en las aguas
de un estanque que verdea.
A mí también me gusta
hacer rebotar las piedras.
A veces soy mano…
¡Lánzame!
Hoy
quiero ser piedra
Sueño
Otra vez esas imágenes
en el envés de mis párpados.
Suaves gasas blancas
flotando y retorciéndose
en el tibio regazo del viento…
Pétalos de margaritas
perfumadas de amarillo
escapando de una corola
recién besada por la lluvia…
Globos inflados
con risas de helio...
Pajaritas mal plegadas
que levantan un vuelo
de papel cuadriculado...
Nubes de algodón azucarado
salpicadas con las torpes huellas
de un ave muda...
Arriba, más arriba.
Cometas y cielo.
Tanto azul me duele…
Abro los ojos.
(Shhhhh…)
Es sólo un sueño
que el haz de mis párpados
no se atreve a contarte
Desayuno
Como todas las mañanas,
desperté en mi salada
cama de arena.
Seleccioné con cuidado
los rayos de sol más dulces
para exprimirlos
y beberme el amanecer
en un zumo de naranja.
Apenas la luz
había mojado mis labios,
algo llamó mi atención.
Divertida, observé
como un hombre adormilado
(presumiblemente en pijama)
era arrastrado por su perro.
En aquella orilla a contraluz,
de no ser por la correa,
me habría sido difícil
distinguir paseador y paseado…
El grito de una gaviota
afónica de azules
rozó mis pestañas
con su beso de aire.
El deseo de volar
recorrió mi espalda desnuda
con sus dedos invisibles.
Sentí frío.
Sólo un abrazo
de alas blancas
habría derretido el invierno
que acababa de posarse en mis hombros.
A falta de plumas,
busqué calor entre las olas.
Sobre una mecedora de agua,
con hilos de sal,
he trenzado un pequeño collar.
He puesto un cebo de sueños
en el anzuelo de mi caña de espuma
para pescar una gaviota…
En el próximo amanecer,
la sacaré a pasear
La ciudad de los espejos
Si nadie les espera en la parada,
hay trenes que al llegar están más lejos,
y el gesto de las caras, los reflejos,
están perdidos como mi mirada.
Reconozco la colilla apagada,
la que asesinan tus zapatos viejos,
la ciudad que llenaste con espejos
por si viajaba a solas con la nada.
Pero el tiempo mutila los abrazos,
hoy el amor se pierde en crucigramas,
los labios no se llaman, sólo mienten.
Se deshicieron todos nuestros lazos,
no quedan notas en los pentagramas
para dos corazones que no sienten.
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