LUCAS MARTÍN
Nacido en Úbeda (JAÉN), en 1981, Lucas Martín representa una de las voces más intrigantes de la poesía española contemporánea.
Sus méritos oficiales no son pocos: ha ganado varios certámenes como MalagaCrea, En 2003 publicó su primer poemario Cronopeas al que prosiguió la inclusión en la antología de autores jóvenes Frontera Sur, de Francisco Ruiz Noguera. La editorial Alfama publicó en noviembre de 2008 su libro Anotaciones a la gran ópera del pequeño Alprazolam 0.5.
Hace unos años se embarcó en una serie de espectáculos poéticos junto a Cristof Polo, Daniel Espinar y una banda de rock argentino. Una vez quiso viajar a las repúblicas bálticas.
Licenciado en periodismo, trabaja en el diario La Opinión de Málaga, donde también ejerce de crítico literario y columnista semanal. Se le atribuye un rictus formidable y una poética cercana al vandalismo. Habla francés con acento de morsa y tiene hecha la primera comunión. Actualmente ultima su próximo título: Cuaderno intervenido.
Naturaleza muerta con diagrama de mujer y nube
como la lucidez/
como un amanecer a la baja/
como el idioma/
la sangre/el calendario /o la espera/
el horror está lerdo de expresión
y repleto de complementos/
te miro desnuda / y está bien o mal /o cuándo/
y claro / tú no eres uno de ellos/
tus pies son hermosos para amordazar certezas pequeñitas/
para la tristeza capicúa que nace en persia/ o en la desaparición
y termina en la caja del lucero/
al lado de los párpados/
las balas /los sistemas/
razón de mar /dardo/vagina/
mi pequeña siberia:
tu cuerpo te tiene prendida por los ojos/
no/ definitivamente/ tú no tienes alma de complemento/
ahora estoy lejos/
a solas con una jirafa que simula el galope/
de lo que queda más arriba /
de los días supermercados/
de las pocas ganas/ y del tiempo/
me masturban los ecos de los aeroplanos/
el ámbar / la tortura/
la venta personal de cadáveres/
la tarde que encontré a tus muñecas
en litigio súbito con los hábitos de las arañas/
ahora estoy solo/ y creo /y no creo/
me preocupa el acento de tus pantalones/
su programa de urbanismo para unas piernas
a punto siempre de gemir su primer sintagma/
Estamos desnudos/ terribles/
libres de cadencias y de adornos/
solícitos al tacto del dolor/
esperando tantísimo
el simulacro del amor y del fragmento/
De Anotaciones a la gran ópera del pequeño Alprazolam 0.5 (Ed. Alfama, 2008)
Poema afundacional
Mi pequeño futuro se calza en ropa vieja/ a dos palmos
del horizonte más cercano/ en la plaza donde los peces sueñan
con multiplicar a dios ante los ojos de pez de los comerciantes
y un muñón habla de locutorios con la luna/
Hablando de hablar aún los cuadernos se espatulan
en las manos/ y no palpo la posibilidad de ser posible/
mi nombre me mastica muy a fondo y me escupe por el desfiladero
en el que una vez intuí el culo de una enredadera/ y en el que ahora
sólo quedan dígitos/ nervaduras de sombras/ ángulos redichos
para que no converse la cometa/
Del otro lado del nombre está el joven que fui buscando entre
los papeles su propia combinación de suicidio/
“No te lo tomes a mal, pero prefiero ser leal al repique de la luz”/
me susurra/ y los dos comprobamos cómo se despeña
la curva del poema y aparece la palabra rígida e inabordable/
palabras que presagian chuzos que presagian nubes que presagian
chuzos en los que sólo cabe exhumar lo que vendrá
De Anotaciones a la gran ópera del pequeño Alprazolam 0.5 (Ed. Alfama, 2008)
Del dolor antropocéntrico
Hoy tal vez todo está dicho/
pendulamos grises en el plano que no perdona/
en la muerte que embiste vulgar y sociológica
al yoyó de las plazas públicas/
pendulamos bajo/ entre cuerpos y ecuaciones/
por donde anida la alegría en cuarentena/y hay cristos en serie/
y razones en ático prisioneras de su propia asfixia/
y farolas tendidas/ y helicópteros/
y yo me derramo/
Querida rueda/
giramos/nos tocamos la casa con los codos de mirar más adentro/
con las ganas de sumergirnos en las canaletas
que vibran en el envés de la respiración/
Querida rueda/- me dices-/
olvidé mi diadema en la luna
y ahora quizás haya un dragón o un infarto en la avenida/
o en todas partes se sepultan los gestores/
hoy tal vez todo está dicho/
la preñez/ el águila,/la vida,/el número/ la luna/
hay qué ver cómo lloran las cúpulas/ leonardo/
fíjate homo/ leonardo/
que las bóvedas invierten su protesta en las ubres y los valles marginales/
fíjate en la policía montada sobre la chimenea que hierve y se desploma
sobre los que pendulan/ las bielas desdentadas/
querida rueda/ cómo explicar/ oh leonardo /
que pendulamos tristes/ casi en paralelo/
por no decirte que pendulo solo/ y está mal/ y peor visto/
y es feo Leonardo/ es feo/
quizás incluso demasiado feo/
De Anotaciones a la gran ópera del pequeño Alprazolam 0.5 (Ed. Alfama, 2008)
Formulario local
Disgregar el cuerpo presencia de otras cosas
angustia del total y de cada uno
de la luna y sus enaguas del misterio más cercano
de la castidad de mis tobillos
inútiles ya para despenar los hombros
y vuelta al todo
al olvido cualquiera a la posibilidad engreída
a la conciencia que se abisma
sobre su propia herida de caballo de mar
a los errores vivos y a los otros
que persiguen mundos donde atornillase
y gritan desde allí su consigna de regreso
que no es otra que uno dos yo te vi primero
y vuelta del todo a uno a la posición de manivela
tensar los signos que separan de la muerte
subir despacio a mí mismo
abrir las escotillas para que se vaya el libro
y la canción francesa
quedarme a solas y volver
en tanto que la nada crece en los objetos
y todo el mundo acude presuroso a su pijama
De Anotaciones a la gran ópera del pequeño Alprazolam 0.5 (Ed. Alfama, 2008)
Capítulo II
A esta cuadra le falta purpurina. Busco espectros en la cuadra. A la foto de Tarzán se le han caído los dientes y nadie dice nada. Es como si las bocas fueran de goma de neumático y todos tuvieran pies para no regatear, para no ajustarse el precio ni las tallas de su sombra, para no contar gigantes, quizá. La espera. De crema y chocolate. El viejo abre el baúl y se olvida de los ogros, se despide el barco pirata de Playmobil, Proserpina y Tulio dicen adiós entre coros de fotografías en excelentísimo bigote, la princesa se olvida de sí misma y de su delicada manera de descalzarse.
La memoria se ha hecho pis en un descuido, la memoria se ha hecho trizas en otra parte. La princesa se olvidó de sí misma porque el viejo olvidó a la princesa. Así de sencillo. Alguien necesita una fregona. Para dejar de llorar tanto. Pobre viejo, el viejo chino ajironado.
Le cuesta decir que fue él
me cuesta decir que soy yo
me cuesta decir que soy yo el que ahora barre superficies de leche mientras aguarda el primer volantazo
la curva imposible, una cordillera andina, tus párpados. Se pierden los papeles y el esfínter, estas cosas ocurren, no suena Schubert en la primera llaga. En la segunda se tienen hijos rubios con ganas de religión y de pescado.
Los golpes no fortalecen. Después de tres accidentes, hay una pista en el embrague. Se piensa en escapar por la ventanilla y en la piel muerta, nada florece como antes. Del baúl, viejo seboso, ya no germina el hambre.
Pero me gusta. La memoria está rota y sin decibelios, la herida sangra. Me compraron una traviesa y un póster de madonna. Justo para que no llorara. Ahora basta con rasgarse. Me tocan donde duelen, como si no fuera posible pasear por otro lado, como si mi vientre fuera la única zona de acampada en la que no hubiera que pedir permiso ni rezar el rosario.
Los forenses no se equivocan. Empiezan por jugar a las canicas con los ojos del ahorcado. Me cuesta creer que son los míos. Otro volantazo y juro que sangro, otra curva y gimo en el baúl, otras rendijas, otros párpados. En esta cuadra llueve y nadie dice nada.
Gravitan lentamente los ratones. Se cae uno encima y te abre una brecha, una canción olvidada, un conjunto con pantalones a juego, una mueca insoportable. Los investigadores cercan el canalón. Asedian sus preguntas como bolas de nieve y nadie dice nada. En lugar de sangre, batido de fresa. Me toco la frente y se desparrama.
Cremosa de nuevo, la memoria está hecha un asco. El azúcar colapsa las cloacas. El viejo limpia grumos y se defiende. Sufre el caballito de madera, las semillas son para Hansel y Gretel, nadie encuentra el camino a casa.
A mí que me pregunten. Sólo hablo en presencia de las medias de mi madre. No hay que confundir el mundo con una cuadra.
Bien mirado se parecen bastante, nos parecemos demasiado. Hago pis en la butaca y ecuaciones en el punto de encaje.
Las medias son otra cloaca
me tocan donde duelen
se me caen encima y me abren otra brecha
las acaricio y me voy al país de la abuela
a los pañitos de mamá
al excelentísimo tacón de la princesa, probablemente escandinava.
Lujuria. Sabe a fresa y a ti esa manera de descalzarse. Tocan campanas en la iglesia y es una falsa alarma
la reina madre pierde el equilibrio y es una falsa alarma
alguien se abre una brecha y es una falsa alarma
hay ratones en mi calcetín y es una farsa
Dios es de plomo ahuecado
que no te engañen
subdivisiones en la nuca
fiestas de herradura y cartapacios
Los forenses son pura alegría. Me dijiste que era fácil si buscaba en tu espalda, conozco el camino, cierra los ojos, carretera de Pittsburg 357, pasadizo secreto en el carmín, cura detrás de los labios.
Conduce tú que a mí me da la risa.
Esta cuadra apesta.
Nadie encuentra nada en este baúl, en esta franja.
Hoy es domingo:
Dios me castiga por haber sido ateo todo el rato.
De Cuaderno intervenido