FRANCIS VAZ. Nació en Huelva, en 1962. Es coeditor de la revista de narrativa “Tranvía”, director del programa radiofónico “El jardín de la memoria”, y de la tertulia literaria Cafe del Arte.
Es autor de:
“Palabra y piedra” (Huelva : Diputación Provincial : Fundación El Monte, 2001. Col. “Cuando llega octubre; 14”).
“Artistas por supuesto” (Huelva : Bar 1900, 2002), es su siguiente obra.
Ha publicado en las antologías poéticas:
“Carne picada : antología clandestina de la poesía onubense contemporánea”
“Voces del extremo, I” y “Voces del extremo, II”.
"Anfitriones : Antología poética de Ángel Poli, Francisco Ruano y Francis Vaz : Diez años de Madera Húmeda [1994-2004]" (Huelva : Cacúa, 2008)
Poemas
Cada mañana veo en vosotros el orgullo
de sentiros importantes e imprescindibles
y no alcanzo a comprender tanto esfuerzo
si la vida no es más que hostia tras hostia
una sucesión de pérdidas incontrolable
ante el que el microscópico Ser humano
nada puede hacer salvo resignarse
os apartáis de mi camino porque apesto
a alcohol y no domino la línea recta
pero soy parte de vosotros
y no os queda más que aguantar
mi presencia y mis palabras
aunque os joda
Drink River tiene dos orillas
aparentemente distintas
y sin embargo iguales
en ambas la luz lo muestra todo sin censura
y en ambas la verdad se oculta con mentiras
mentiras en la que creemos ciegamente
ciegos de convicciones y símbolos irreales
y hablamos de revolución y de progreso
confiados en imponer nuestras consignas
y lograr el liderazgo
aunque sea del asqueroso basurero
que edificamos como hogar
no puedo entender tanta estupidez
¿por qué hemos de ser tan importantes?
despréndete por fin del perverso disfraz
que con orgullosa humildad me muestras
y observa la luz de la palabra en esos ojos
porque mirar solo mirar ya es suficiente
De “Antología de Drik River” inédito
El futuro es incierto y quién sabe
si el misterio se impondrá a los prejuicios
queda claro que en Drink River
se emborracha cada noche un escéptico
que morirá asesinado o no
y es más eso no importa
lo que importa es que aquí se detenga la corriente
que riega campos de golf y deseca ciénagas
que el agua es vida y la vida
es de todos patrimonio
la niña es un afluente que nos llama
y nos dice que la risa y la ternura también sacian
la niña carece de la máscara
y la luz inunda su rostro de un amor indescriptible
ese es el crimen más obsceno de occidente
cegar el manantial en los ojos de los niños
condenarlos en nombre del amor a ser adultos
y exigirles que no abandonen la esperanza
en que es posible mejorar el mundo
predicar que la belleza de la flor es eterna
si resguardas su semilla de la lluvia
y la elevas por encima de la tierra
ese es el crimen más obsceno de occidente
y no importa porque es crimen productivo
De “Antología de Drik River” inédito
LA SEMILLA
Prisa, mucha prisa, aceleramos sin freno nuestros pasos sin saber, en realidad, adonde nos dirigimos, porque la aceleración continua nos impele al precipicio de la ceguera más bruna.
Sobre las dunas arenosas del desierto del Sudán camina un hombre que ha perdido sus pasos, el pájaro que vuela sobre su cabeza se apiada de él y abre el pico, soltando la semilla que encontró allá en tierra fértil. El hombre mira hacia el cielo y no ve nada, ni siquiera una nube. Con sus manos siembra la semilla en la árida superficie del desierto, y espera, espera pacientemente. Riega cada día con la única humedad posible (sus lágrimas) la mínima extensión de arena que la cubre. Y sigue esperando con tenacidad absurda hasta que el cuerpo cede y se abandona a ser comido por el sol y los buitres. Entonces los líquidos de la putrefacción fertilizan la semilla y ésta comienza a germinar pausadamente, arraigada con fuerza a la arena más voluble e hinchándose de frutos poco a poco. Ese arbusto verde, hermoso y preñado que es ahora, quiere regalarnos esos frutos y espera pacientemente una mano humana que la alivie, espera con resignación que alguien perciba su milagro. Pero es imposible, la aceleración sin freno de nuestros pasos ha sellado la ceguera permanente en unos ojos inmensos y acechantes que ya nada reconocen. La planta acaba muriendo a nuestro lado, implorándole a los pájaros en su último estertor que recojan sus semillas con el pico y divulguen su mensaje desde el cielo.
De “Microrelatos”
El escritor cree comprender a sus personajes
por eso viene aquí como un espectro
patético espectro sin papel en obra alguna
siempre le acompaña algún libro
becker o kafka por ejemplo
y uno propio titulado "Loor de vanidades"
pide una cerveza sin alcohol
coloca su libro bien a la vista
y simula leer el otro
fingiendo con ahínco rostro de erudito
la verdad es que lame y liba visualmente
el culo de las putas
las tetas artificiales de Paca la travesti
el profundo escote de la niña monganga
nunca habrá sin embargo acercamiento alguno
su estatus intelectual es una alambrada
que impide el paso a las flores de la ciénaga
se va temprano mañana ha de madrugar
tiene previsto visitar al diputado
o al editor o al concejal de cultura o…
ya en su dormitorio no le cuesta desvestirse
tiene muy ensayado eso de bajarse el pantalón
y antes de dormirse sueña con carnes apretadas
mientras agita con la mano
su pene triste y solitario
luego dormirá sereno y a lo ancho
como un gran conquistador
Del poemario
Antología de Drink River
A Eladio Orta, naturalmente
QUILLO, VIDA SANA
La voz de Eladio
breve, nubosa
desde el fondo del W.C.
"Francis tú lo llevas chungo,
sigue así, que no veas cómo vas a acabar.
Quillo, vida sana"
Y sin saber
hasta qué punto amo yo el deporte,
ser como Carl Lewis,
el más rápido y
llegar antes que nadie
hasta la meta.
FRANCIS VAZ, Artistas, por supuesto, editorial Bar 1900
“Ya no sé qué coño es esto de la vida
si me seduce la nuca suave del conejo
el golpe la rabia o mordedura
o seguir tenso esperando que el alcohol
me encharque los pulmones
estoy harto cansado y duele tanto
este rictus despiadado esta sonrisa
esta mirada obscena y egocéntrica
analizar desde lejos las grietas del derrumbe
como seres superiores de la nada
qué patético el deseo la esperanza
la lucha la hucha el beneplácito
que prenda en estos huesos ya la llama
y os alcance el ardor de mi desprecio
que muera ya la noche y no amanezca”.
PARRICIDIO
Ahora que el volcán se apagó ya para siempre
y su humo fue tragado por la tierra del descanso eterno.
Ahora, ¿me pides palabras?, padre.
Furia es la primera que podría darte, aquella que sentí
al oír los golpes que soltabas en el rostro de mi madre.
Sigo oyendo los golpes aunque no estoy en la madriguera
en la que yo y mis hermanos nos refugiábamos.
Ya sé que el mundo espera una elegía cuando el poeta
habla de su padre, pero suplico al lector que me comprenda.
Mi padre no estuvo en la cárcel por ser un héroe clandestino
en tiempos de injusta dictadura. No sufrió explotación
ni fue víctima de la política. Fue un preso común, un desalmado.
El ser más despiadado que jamás he conocido. Sobre una silla de ruedas
quizás viva aún la prostituta de la que un día creyó enamorarse.
¿La cultura para qué te sirve?, niño, me decía. ¿Para qué te pago el colegio?
Si aún no sabes que hay que respetar a un padre. Que te di la vida
y por tus venas fluye mi sangre. Que los dos somos el mismo fuego.
La misma raíz del árbol milenario tras el que se ocultan los depredadores.
No, padre, no. Tú escogiste el camino del machete y de la piedra. Apresar el río,
obligarle a desviarse. Yo me zambullí en el agua surcando nuevos horizontes.
Amaneceres donde las manos sólo recuerden cómo acariciar la piel desamparada.
No te echo de menos, padre, en absoluto, y nada te perdono.
Aprendí a odiarte cada día. Y ahora, después de tanto tiempo
ni sé qué siento. Te recuerdo como un dolor de muelas, como la extracción
de un diente sin anestesia, pero olvidé ya, posiblemente, odiarte.
A veces, en la penumbra de la rabia, deseé asesinarte. Confieso
que mil veces troceé tu cuerpo y alimenté con tu carne a los cerdos.
Y los vi tan felices que, antes de huir, les prometí no volver jamás.
Hoy en día, padre, ni sé dónde yaces enterrado.
Espero que en las tierras más profundas del olvido.