Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 28 de diciembre de 2010

174.- CARLOS PRANGER


Carlos Pranger, licenciado en psicología por la U. de Granada, es poeta, traductor y periodista.
Carlos Pranger es un experto en Gerald Brenan.

Cubierta del libro Las penumbras del loco (Ed. Alfama, 2008)


Carlos Pranger: Las penumbras del loco. Alfama, 2.008



Todos hablamos silencio
Todos hablamos el idioma del silencio.
Es en el ángulo oscuro del cuarto
donde tienen presencia los recuerdos.
Aquellos que fueron nuestros,
aquellos que se perdieron,
ángulo oscuro que desentierra los
muertos.





Vértigo

En los reinos del vértigo
predomina el miedo escénico:
espacio y tiempo de una
derrota.
Adentrarse en sus dominios es
una ilusión de verdad,
una consigna secreta que
desemboca en un flujo de
neuronas,
un continuo argumental,
un dilema sin coherencia.







Los ojos de la bestia

El reclamo de los ojos cerrados
es mostrar la bestia en mí,
encerrada.
Los suicidios ejemplares,
siempre habitando los
límites del cálculo,
me atacan, pero
consigo esquivarlos
porque sé que son
prestados.







Homenaje a Brenan

Brenan murió junto a un epígrafe,
la soledad.
Se hizo viento, brisa del sur en una ventana
tejiendo recuerdos sobre montañas.
Gerald, zumo de ceniza entre memorias
borrosas, miles de lecturas olvidadas;
relatos de una aldea lejana, escritor de tiempos
y genocidios en España.
Aquella mecedora en un rincón de mi niñez
balanceaba el paso del tiempo; se acerca
el final.
Aquel regazo de abuelo, sabiduría popular,
cercana, lejos de oscuras cátedras.
Fiebre alta, delirios, noches en vela,
mente borrosa, búsqueda de identidad
no encontrada.
El declive de un escritor,
su locura purgada junto a las llamas,
palabras consumidas por el fuego
de las que no sabremos nada.








21 gramos

Son las consecuencias directas
de la desaparición del amor
¿En qué quedamos?

Ausente el fanatismo animal
que escritura los cimientos,
percibo que un autómata viste
mis ropas;
se ha marchado la alegría,
el núcleo, la metáfora.

Pesa menos el esqueleto.
¿Cuánto pesa el alma?
Sin amor, 21 gramos.

Antaño me jacté de mi naturaleza
de conquistador de superficies,
en ocasiones melancólico.
Vestía la ternura y el erotismo,
pero ahora es solo cicatriz,
pérdida de peso, rememoración
de un ciclo que repudio,
pues sus argumentos son ilusiones
virtuosas que tanto daño han
hecho.

No consigo olvidar el dulzor acerbo
de su memoria, el privilegio escénico
de esos momentos.
Me niego a creer que soy solo materia
más información.

Es más, no consigo superar las despedidas,
la del amor lo fue;
cosa extraña en un títere condenado a los
hilos.

Soñé y luego vino su réplica silenciosa,
el origen de la conducta humana.
Se marchó el amor y comienza un nuevo
ciclo…







De la memoria

De calles estrechas surge la memoria;
del hígado, ejército de la pureza,
intentan nacer poemas y
del parásito nacen bucales
de dos lenguas:
esquinas y sangres.
No parecen encajar las piezas.







Algún día nos llamaremos pasado

Aquel día las nubes marcharon,
Yo, que dudé, sólo estoy de paso,
mi cuerpo es prestado, futura
memoria.
No es esta la respuesta
que busco en tus labios
siendo tú la luz, hermana oscura,
no es el agua de invierno
al borde de morir en nieve,
son los recuerdos del niño
que partió y se hizo terrible
adolescente.
Convertido en aire,
encadenado al hijo de Adán
escapar no puede.

Sé que moriré y no saber cuándo
es la esperanza de unos ojos agrietados.
Esa música de burbujas son almas presas,
mujeres, esquinas de la niñez sin niños.
Desconocía que la vida es venturosa,
que aquel camino oscurecido por los
recuerdos era solo una charca
de aguas estancadas devoradas por el sol.
Apenas predecible fue la visión en el espejo
de Prometeo,
lugar donde la memoria hizo
suya la muerte, no quiere entenderla
y en palabras oscuras a ella refiere:
todos algún día nos llamaremos
Pasado.








Religiones

Aquel personaje de la raza
me cita junto al Cristo,
el vigía aferrado a los clavos.
Entrar en su templo requiere de
sacrificios externos, silogismos
y sangre, mucha sangre.
Sobre ellos se
configura el futuro:
profecías interpretadas en entrañas
y en el vuelo de las aves.
El futuro no deja de ser un
acontecimiento de masas.




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Carne de beat
(lecturas acolchadas)

Comer carne de beat,
al punto,
un poco de sangre.
será acompañada de destilerías,
al ritmo del jazz y hipódromos
Ilegales.
De postre: jamón y centeno.

Tras el biombo,
el aullido
de un loco tras viajes
interminables.
Es el bajo fondo
fascinante de
las literaturas
marginales.

De Vendajes 1989










Ella perdió el control

Cristal de esparto pálido
encadenado a la noche me tiene.

Ella perdió el control.

Estalló.

Salpicando mi traje de carne,
laminado,
ignorando la soledad
del tejido que tirita
buscando dioses
asexuados.

Ella perdió el control.

Estalló.

En el suelo
la conspiración
del cadáver crece con hueso
entre minerales y flores.

Ella perdió el control.
Yo no.


De Vendajes 1989





Wagner en el Ocaso de los dioses

Como si residieras en ti maduro desde hace tiempo,
como un loco, saluda desde la ventana de las emociones,
saluda a todo lo que conociste que se aleja, invisible cortejo.
Y sobre todo no te mientas, no eres nada en la distancia,
lames el romance de la camisa de fuerza, segura amenaza,
y nunca digas que es un sueño, noticias falsas,
que tus ensueños te confunden en la niebla,
a tan vacía espera, pretexto, no te sometas,
pues ya te sometieron.


De Vendajes 1989


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