Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 23 de mayo de 2012

1302.- ANTONIO GARFIAS RODRÍGUEZ





ANTONIO GARFIAS
Antonio Garfias Rodríguez (1911-1952), menos conocido pero gran poeta, hermano del insigne escritor de la Generación del 27, Pedro Garfias.
El investigador José M. González Núñez, en su sección: Con Tinta Ecijana, publicada en El Periódico de Écija (abril de 2004), así como el añorado Vicente Durán en su libro " 255 biografías de autores ecijanos" (1992) destacaron estas pinceladas biobibliográficas:

Nace en Osuna (Sevilla) el año 1911 y muy joven se traslada a Écija, donde vivió hasta su muerte ocurrida el 18 de diciembre de 1952.
Cursó sus estudios de Primera Enseñanza en Osuna y Bachillerato en Écija. Su actividad profesional se desarrolló como ayudante de su padre que era Cobrador de Consumo. Más tarde actuó como Agente Censor en el Ayuntamiento de Écija y finalmente trabajó en una pequeña imprenta de su propiedad, que estableció en la calle El Conde, junto al Convento de las Teresas.
Desde muy joven se sintió atraído por la literatura y llegó a ser un gran poeta; según sus compañeros de tertulia, amigos y ecijanos en general, fue mucho mejor poeta que su hermano Pedro Garfias.
Se van sucediendo los acontecimientos, y uno de ellos -como fue la guerra civil- causa honda huella en nuestro personaje; lo que se acrecienta aun más a raíz de la persecución de carácter político de que fuera víctima su hermano Pedro; hasta tal punto de ser víctima de continuas y tenebrosas pesadillas.
Antonio Garfias fue un hombre, que como todo auténtico poeta, no hizo otra cosa que mirar, mirar en torno suyo desde su propio ser. Vió desolación, lagrimas, ternura y tristeza. Y en sus poesías nos habla de la desolación de las lágrimas, de la ternura y de las tristezas, sin refugiarse en el paraíso de lo abstracto, sino de los seres y de las cosas a las que se sentía atado con su romanticismo lleno de juventud. Contemplaba desde el silencio y desde este silencio manaban sus poemas, como este que a continuación transcribe Vicente Durán en su libro:



¡Cuéntame tus cosas tristes!
Cuéntame cosas amargas
que voy buscando tristezas
y no sé donde encontrarlas.
El Sol me parece turbio.
La tarde huele a borracha
¡Ya no tengo ilusiones
que me acaricien el alma!
La Tristeza... ¡Mi tristeza!
con una bata muy larga
negra de color café
me va guiando en mi marcha...
¡Y yo queriendo seguirla
sin lograr el alcanzarla...!
¡Queriendo gozar con ella
sin poder acariciarla!
La Tristeza... ¡Mi tristeza!
Que me asemeja un fantasma,
color de luto vestido...
¡Pinchos de pita su alma!




En el libro "Nuevo Itinerario Poético de Écija" ( 2010) , encontramos en la vigésima parada, el siguiente poema de Antonio Garfias, dedicado a San Pablo, patrón de Écija.

Existe en Écija una leyenda popular que congrega en la plaza a todo el pueblo, para contemplar la entrada de San Pablo en el templo de regreso de “su carrera”, solo por contemplar si todas las velas entran encendidas o se han apagado algunas de ellas. En el primer caso, el año es bueno, y malo en el segundo.



San Pablo sale a la calle
con las velas encendidas.
En un rosario de luces,
se forma la cofradía.
Los labradores le rezan
con Fe en el nuevo año,
mientras se enciende su espada
en soles de visionario…

¡En la plaza hay un murmullo
de nerviosismo en los labios…!
“¡Que no se apaguen las velas
que van alumbrando el paso…!”

Con el frío del invierno
las luces van tiritando,
mientras San Pablo se mueve
por las calles de su barrio.

La barba, rizada y fría,
le va acariciando el pecho
y en su amplia frente sombría
se ven surcos de barbechos…
–¡Que no se apaguen las velas…!
El aire en los soportales
se atemoriza y no llega
mientras el “ama” repite,
repite su cantinela:
– San Pablo Apóstol…¡Dios mío!
¡Que no se apaguen las velas
que si entran “encendías”
se salva la sementera…!

San Pablo sigue en silencio
las calles de su “carrera”,
mas los “diablillos” de Enero
le van soplando las velas.

[Reloj Parado.]








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