José García Avila, apodado por los lugareños José el Curato, poeta y zagreño ejemplar. Nacido en Zagra (Granada), allá por el año 1924, quedó huérfano a una edad muy temprana, ejerciendo como madre su hermana mayor, tanto con él como con sus otros tres hermanos. Fue para todos ellos una verdadera madre. José se marchó voluntario al Ejercito del Aire cumpliendo su servicio militar en la base aérea de Málaga. una vez licenciado ingresó en el Cuerpo de la Policía Nacional. Dada su precaria situación económica no pudo realizar ningunos estudios. Sin embargo con su ansia de saber y su gran fuerza de voluntad fue formándose así mismo. Ha sido un autentico autodidacta, habiendo adquirido un gran bajaje cultural. Habla correctamente francés e inglés. En su carrera profesional fue escalando puestos llegando desde cabo a ser subteniente. Es autor de varios libros de poesía y prosa poética. Ha enaltecido como nadie a su pueblo y a sus gentes.
Poesías
Entre muchos de sus poemas queremos destacar :
Entre mis sierras y cerros
Cerros de Zagra
Frente a ti Sierra Tiñosa
y frente al Cerro de la Cruz,
abierta a primera luz
quiero yo mi humilde fosa.
Quiero a mi gente a mi vera,
que un hoyo a cada lado
esté quien llevó el arado,
esté quien trillo la era.
Y que de los Centenillos
con el frescor de la huerta,
llegue a mi tumba desierta
el olor de los tomillos.
Quiero entre las mil hazañas
que endulzaron mi niñez,
hacerme un hueco otra vez
de mi tierra en las entrañas.
Quiero, en fin, aquel lugar
del que chico tuve miedo
porque dijo algún chaval
señalando con el dedo:
¡Allí vamos a parar!
A mi hermana
Siempre callada, humilde, bondadosa
descoloridas las mejillas grana,
tú que pareces tan poquita cosa
tienes la condición más soberana
y el alma más sencilla y generosa
que hallarse puedan en criatura humana.
Con forzada sonrisa y noble aspecto
esclava del cariño a tus hermanos,
te aferras a los años ya lejanos
que nos vieron crecer bajo tu afecto.
años que en la distancia se perdieron
ofrendados al bullicio, al juego,
y uno tras otro sin parar cayeron
siguiendo su marcada trayectoria
en este abismo del pasado, y luego
quedaron tras mi velo en la memoria.
Recuerdo, sin embargo todavía
de nuestros pocos años la torpeza;
el uno se marchaba y no volvía,
al otro le rompían la cabeza,
y hasta el pequeño con su idea traviesa
hacia de las suyas cada día.
Pero evitando siempre la pelea
tú que la culpa de que estés marchita
la tiene nuestra bárbara odisea,
fuiste con tus hermanos tan bendita
como la madre más mimosa sea.
digna labor, sin duda, fue la tuya
a lo largo de un áspero camino
su triste realidad con tu aleluya.
Nos fuimos poco a poco de tu vera,
como se van los pájaros de un nido,
y el remontar el vuelo, ni siquiera
pensamos en que allí quedó partido.
Más algo te quedó tras nuestro beso,
algo que bien podríamos llamar
satisfacción de hacer el bien y eso
nada ni nadie te lo podrá quitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario