Lorenzo Ortega Belchiz
(Sevilla)
Arquitecto -máster en urbanismo-, amante del dibujo, la poesía y la prosa, compaginó sus estudios con la creación literaria en talleres de escritura. Formó parte del colectivo literario “La Madeja”, donde recorrió espacios urbanos (Feria del Libro de Sevilla, Festival de Perfopoesía, El Perro Andaluz, La Carbonería…) y virtuales (revista mensual “Enredos y Madejas”). Un bagaje coral que forja su camino literario, en contraste armónico con lo íntimo y confesional.
Defiende el carácter catártico y escénico de la poesía, teatro vital. Escaparate, cabaret anímico, ruptura del miedo escénico interno: un cara a cara con la pasión humana, hecha espectáculo. Un juego -un cortejo- para seducir, inquietar, amar, incomodar: acariciar al lector que se acerca en un intento de hacerlo partícipe. Mezcla tintes simbolistas y “contemporáneos”, en busca siempre de la reinterpretación y la síntesis formal.
Tras años de constante y reposada experimentación, comienza a participar en revistas virtuales como “Espacio Luke”, o en la revista-objeto “Laurel”, que dirige Paco Aliseda. Aparece en “La caricia del agua", edición de Francisco Vélez Nieto. En “Enredando”, antología poética de La Madeja, participa con una selección de poemas e ilustraciones. En el prólogo, Gracia Iglesias define así su poética: “Lorenzo Ortega se dibuja en contraste con el otro y construye su “yo” en la poesía como una silueta recortada con cuchillas de luz sobre un fondo de sombras. Por eso sus poemas interpelan, al lector o a sí mismo, desdoblando una voz que es a la vez sujeto y objeto de deseo, mientras el renacer depende de otras manos”. Ilustra el poemario “Gramática Malva”, de Lola Crespo, con dibujos de carácter naif y atávico, hechos a mano. Aparece en otras antologías, como “Chilango Andaluz” o “Errateando”.
“Ante el Minotauro” es su primera publicación en solitario, publicado por “Ediciones En Huida”.
Metropolitain
Lo mismo que París
-siglo tras siglo-
muda su piel de tela de comerciante,
yo mudo trajes de brillo
por otros de oscuridad.
Noches de cabaret
habitan mis entrañas,
tinieblas de humo y neón.
Humedezco, sobre la breve extensión
de la comisura de tus suaves labios,
el dedo que, mojado y untuoso,
se anima a deslizarse sobre ti.
Rastro ensalivado que impregna
cuanto es capaz de palpar y saborear:
como herramientas ancestrales,
ascienden, descienden, rozan,
aplastan, abrevian, insisten,
continúan, consienten, disponen
una incandescente senda de fuego,
que nos incendia de arriba abajo.
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