CARLOS PEÑARANDA Y ESCUDERO
Sevilla. 1.848 – Madrid. 1.908
Después de vivir en la corte viajó a Filipinas, ejerciendo cargos administrativos.
Comenzó a escribir siguiendo la estela intimista y lírica de la poesía becqueriana.
Posteriormente, se inclinó hacia una poesía más de corte social y político.
Algunas de sus obras fueron:
Presentimientos (1871), Notas de una lira (1872), Indecisiones (1873), Brisas de Otoño (1873), Cantos del Pueblo (1875), Odas (1877) y Sonetos (1908).
AL CUMPLIR CUARENTA AÑOS
¡Adiós, aura de gloria y poesía
dulces errores y tiranos dueños!
¡Adiós, por siempre, altísimos empeños,
luchas sin galardón, noches sin día!
Roto el encanto, la conciencia fría
ve alzarse, hoy burladora, ayer risueños,
tiempos que fueron ya –sueño de sueños del
porvenir la negación sombría.
Ver la felicidad y no alcanzarla,
correr tras de la gloria y no obtenerla,
tener un alma libre, esclavizarla…
¡Vida que no es ni nuestra al poseerla,
no vale el torpe afán de conservarla,
ni el miedo miserable de perderla!
A UN PALO DEL TELÉGRAFO
Ayer monarca de los bosques eras,
dispensador de sombra regalada,
lecho hojoso del aura enamorada,
bulliciosa ciudad de aves parleras.
Hoy, triste, escueto, ni volver esperas
a tu pomposa juventud pasada;
de desnudez imagen desolada,
y esqueleto de muertas primaveras.
Mas no llores tu verde lozanía,
ni las ausentes auras voladoras,
ni tu diadema de follaje vano.
Hoy de un gran porvenir marcas la vía;
tus auras son palabras vibradoras
y tu corona el pensamiento humano.
GRANADA MORISCA.
I.
SOBRE la antigua Iliberia
de la conquista romana
la última corte del moro
sus alcázares levanta.
Hoy su fama y su hermosura
no amenguan tiempo y distancia,
que es prestigio de bellezas
aun más que verlas, soñarlas.
Y aunque Granada se mira
de sus esplendores falta
y de sus añejas glorias
y opulencia despojada,
atónito el extranjero
su admiración le consagra;
el agareno la llora
presa de eterna nostalgia;
como su joya más rica
nombra el español la Alhambra,
y el soñador andaluz,
retoño de aquellas razas,
la admira y sus penas llora,
cifra su orgullo en Granada,
ausente de ella, suspira,
y aún hace más, adorarla.
II.
CUÁNTO más bella era entonces
la regía corte africana!
Las cumbres de Sierra Elvira,
de vegetación exhaustas,
con las de Sierra del Sol
en color y luz contrastan.
De ellas al pié^ y en el centro
del vistoso panorama,
de mil torres guarnecida
alza su frente Granada.
Su diadema, en una altura,
son los muros de la Alhambra,
y tiene en Torres Bermejas
gigantescas atalayas,
á que rinden homenaje
Albaicin y la Alcazaba.
Más allá, Generalife,
lugar de fiestas y zambras,
sobre la Silla del Moro
esquivase á las miradas.
Más lejos, los Alijares,
de amor y deleite estancia;
y á la diestra, pintoresco
en tejados y terrazas,
el barrio de Antequeruela
que, adosado á las murallas,
por las vertientes del Darro
populoso se derrama.
Darro y Genil, de la sierra
fríos y veloces bajan,
y el primero, acariciando
los arranques de la Alhambra,
suspenso de lo que mira
sale después de Granada
y con el Genil se junta
casi al pié de las murallas,
aportando cada río
á estas bodas de sus aguas,
aquél sus arenas de oro
y éste sus ondas de plata.
Su nombre llenaba el mundo,
porque era entonces Granada
la ciudad más floreciente
y populosa de España.
A ella ansiosos acudían,
buscando riqueza ó fama,
avarientos mercaderes,
y hombres de ciencia y de armas.
Oilles y plazas henchía
muchedumbre abigarrada,
mezcla de muchas naciones
y de diferentes razas:
el astuto griego, el turco
feroz, el negro de Africa,
«1 egipcio, el tunecino,
se confunden y amalgaman.
Todo el Zacatín ocupan,
la plaza de Vivarrambla
y la vieja Alcaicería,
tiendas, bazares y casas
de mercaderes, y en ellos,
en combinación bizarra,
brocados, cintas y plumas,
sedas, alcatifas raras,
pieles de león y tigre,
frutos de Persia y de Arabia,
marlotas y capellares
y resistentes adargas
y puñales damascenos
y alfanges y cimitarras.
Cual sucede en las ciudades
que pregonan abundancia,
á millares los mendigos
invaden puertas y plazas
ya con voces lastimeras,
ya con narraciones largas
ó romances, á los sones
de árabe guzla ó guitarra;
formando el raro conjunto
y esa conjunción extraña
de la miseria que llora
con la miseria que canta.
Desde Granada, la vega,
de una ojeada se abarca....
¡Con cuánta razón el moro
su bien en ella cifraba!
De Diezma los chaparrales
defienden su angosta entrada,,
y olivares mil la cercan
ricos de aceitunas agrias
que con el copioso fruto
inclinan la espesa rama.
Frondosos álamos crecen
entre berberiscas palmas,
naranjos y limoneros
junto á cimbradoras cañas,
y, al pié de los altos olmos,
los nopales de hojas anchas.
Cubre los ásperos cerros
la vid añosa y tostada,
en cuyo botón jugoso
se hinche la uva y se esmalta.
Y cuando ardoroso estío
las mieses sazona y cuaja,
parece la extensa vega
con las rubias oleadas
de las espigas, que el viento
roza y el sol abrillanta,
un mar movible de oro
que se agolpa y se dilata,
que amenaza y que se aleja,
que se encrespa y que se amansa.
¡Bien su edén cifraba el moro
en la vega de Granada!
Como nidales de amores,
como albergues de esperanzas,
y poemas de alegrías,
los cármenes se destacan
rodeados de jardines
con murmuradoras aguas,
perfumados por las flores
y besados por las auras.
El rico ajimez que cubren
enredaderas y plantas,
los misterios que se esconden
tras la tupida persiana,
frases galantes denuncian;
miradas que son palabras,
palabras que son suspiros,
y suspiros que son ansiáis,
y besos que son poemas
y poemas que son lágrimas.
De este edén, reina y señora,
se alza orgullosa Granada,
y en sus altos miradores
de una ojeada lo abarca.
5u cielo es dosel de gloria;
verde alfombra de su planta
la vega, espejo sus rios
de tanto esplendor y galas.
Allí la luz tiene rayos
de oro, murmullos las aguas
de misteriosas venturas,
dulce susurro las plantas,
promesas de amor el cielo,
la noche luz de esperanzas,
más rico aroma las flores,
más brillo la luna pálida,
y el aire blando, en sus giros,
rumor de besos que estallan.
Es Granada, de Damasco
la rival afortunada,
CARLOS PEÑARANDA.
ODAS, POESÍAS VARIAS, PRECEDIDAS
DE UN PRÓLOGO DEL EXCMO. SR. D. JOSÉ DE CARVAJAL.
DE UN PRÓLOGO DEL EXCMO. SR. D. JOSÉ DE CARVAJAL.
A ESPAÑA,
EN LA CONCLUSIÓN DE LA GUERRA CIVIL (1876).
(AL EXCMO. SR. D. CARLOS GROTTA.)
Los pueblos donde alienta el heroísmo,
fuente inmortal de juventud y gloria;
en cuyas frentes el Eterno escribe
los más grandes designios de la historia,
no perecen jamas. Puede, altanera,
el águila que mide la ancha esfera,
en la cima de altísima montaña,
rendida un punto, detener su vuelo;
pero otra vez, con rapidez ardiente,
se perderá en los ámbitos del cielo.
Tal eres, y tal fuiste, noble España:
por bárbaros rencores combatida,
detendrás un instante tu carrera,
fatigada tal vez, nunca vencida:
la trasparente esfera
por tí en soles de gloria se abrillanta;
ellos lucieron en tus grandes lides
cuando, por darte independencia santa,
nacieron los Pelayos y los Cides.
Eres la misma que, del orbe guía,
llevó sus estandartes por la tierra,
á los que daba el sol eterno dia:
astro de luz y rayó de la guerra,
doquier tu nombre y genio soberano r
poco era Europa; desbordada y fuerte '
arrancaste otro mundo al Océano,
y tuyo un siglo fué: tuya la historia
de aquel grande momento;
el orbe te rindió toda su gloria
y pensó con tu mismo pensamiento:.
al fulgor de los rayos deslumbrantes
que aun tu recuerdo gigantesco labra,
fué de todos los pueblos la palabra
la vigorosa lengua de Cervantes.
Otros siglos después ¡siglos fatales!
fueron baldón de envilecidas eras,
y el astro de las glorias, inmortales
eclipsó el resplandor de las hogueras:
el déspota ominoso
humilló la razón, ahogó la vida,
que enalteció el martirio generoso:
suspiró la nación, de muerte herida,
inclinó en su dolor la augusta frente,
y creyéndola yá desfallecida, -
el nuevo Átila de Áusterlitz y Jena:
lanzó sus buitres, en codicia ardiendo,:
de las brumosas márgenes del Sena.
¿Qué esfuerzos de valor, de fe y constancia
el mundo no admiró? Con voz doliente
los héroes lo dirán del Dos de Mayo,
las sombras de Bailen..... ¡La misma Francia!
Irguiéndose veloz, al llamamiento,
desde Calpe al Pirene, España entera
se inflamó con un solo pensamiento/
¡Oh santa independencia! Al noble gritó,
siguió la libertad, sol de los buenos,
¡que así á los grandes pueblos Dios lo ha escrito
con luz de rayos y fragor de truenos !
¡Cádiz, reina del mar, yo te saludo!
¡ Honra á la vez del suelo castellano,
y de la libertad sosten y escudo!
El eco de la ronca artillería
que opusiste valiente al extranjero,
fué el himno inmenso al sol que en tí nacia
para esplendor del universo entero :
alzóse en tí de la razón el nombre
«El hombre es libre...» Sí... ¡librees el hombre!
El César lo escuchó con honda saña,
y los pueblos esclavos, conmovidos,
porque eres siempre el corazón de España,
que hace sentir al mundo sus latidos.
Mas... ¿qué sordo rumor el vago viento
hizo en torno girar? «¡Llegó el momento
de dar al mundo la postrer batalla:
la fúlgida razón, que nos repele,
el orbe entero absorbe y avasalla:
yo forjaré cadenas seculares!»,
rugió con ira el torpe despotismo.
«¡Yo inflamaré á millares
hogueras, que el altivo pensamiento
á su paso hallará!» — dijo agitando
su brazo destructor el fanatismo...
¡Afán inútil! ¡Resistencia vana!
Férvido mar la inteligencia humana,
con olas desiguales
túrbase al soplo de tormenta insana;
pero al son de sus himnos inmortales,
nuevo nivel encontrará mañana.
Ardiente sol el astro de la vida,
en nube densa velará su fuego;
pero su marcha, nunca interrumpida,
dejará ver en el espacio luego:
inútil fué el ultraje
que á Dios alzó vuestra fatal quimera...
¡No se contiene al mar en su oleaje
ni se detiene al sol en su carrera!
Mas ¿de qué te ha servido, patria mia,
domar, vencer su obstinación impía,
y de tu sangre avara
ofrecer en los campos de Vergara
generoso perdón...? Ebrio, agitado,
de nuevo has visto levantarse en guerra
el espantoso espectro del pasado.
El monstruo informe, el hórrido esqueleto,
sombría luz lanzando
del labio audaz, en sanguinario reto,
tendió su brazo descarnado y frió,
y, de terror los ámbitos llenando,
dijo tal vez... «¡El porvenir es mió!))
¡ Insensata ilusión! Torna á la tumba
que el delirio te abrió: torna á los antros
do el eco muerto de tu voz retumba.
Pasar... desparecer... ¡hé aquí tu suerte
en pos de tan violenta sacudida;
que no cabe en las venas de la muerte
la sangre generosa de la vida!
Allá en los montes que irritado azota
el cantábrico mar, clavó su enseña,
buscó afanoso su áspera guarida,
sin ver quizás en su turbado seno
la yá mortal y cancerosa herida.
Desed.de sangre y de venganza lleno,
cercado el corazón por sus enojos
y pálidas, sombrías ilusiones,
]ay ! no ha visto pasar ante sus ojos
cien y luego otras cien generaciones;
no ha visto las creencias
á un tiempo vacilar, moverse el mundo,
caer imperios, perecer edades
con ronco hervir y estrépito profundo:
no ha visto en tan soberbias tempestades
regenerarse pueblos y naciones,
cual si nunca tal vez se trasformáran
al ímpetu de mil revoluciones:
no ha visto, en fin, el alma de los tiempos
cambiar el orbe, en lucha gigantea,
cual si aquellas montañas se elevaran
cerrando el paso al genio y á la idea.
Ellas dieron sin tregua á sus guerreros
el hierro fratricida:
la insensata región dio sus veneros
por ver su propia madre,
por verla en sangre y en baldón sumida.
¡ Y qué ! ¿Españoles son? Entren ahora
en la patria unidad: caigan las leyes
que en otros tiempos, de fatal memoria,
no borró España, débil ó apiadada,
cuando era ley la espada
y la desigualdad era la historia.
Ellos ¡ ay! desplegaron los pendones
de injusta rebelión, horror del cielo,
escándalo y furor de las naciones:
¡oh patria escarnecida!
¡Ellos, que para tí no fueron hijos
ni tuvieron calor para tu vida!
Ellos, á abrigo de discordia odiosa,
formaron pacto con bandera ajena:
las tinieblas se unieron,
y fué el cañón de Estella y de Tolosa
el eco del cañón de Cartagena:
por ellos Cuba en turbulencias arde,
en la zona abrasada
postrer jirón de glorias españolas:
y es la estrella inmortal del Océano
un infierno flotando entre las olas.
Por ellos nuestra indómita fiereza
insulta allí el coloso americano,
olvidando que obtuvo su grandeza
por el heroico esfuerzo castellano
¡Caiga por siempre el privilegio estrecho
que guardar no supieron, ante el siglo
nivelador del hombre y del derecho!
¿Quién abatió su efímera pujanza?
Miradlos ellos son: ¡Grandes naciones,
saludad su valor! ¡ Palmas, laureles!
¡ Esos son nuestros bravos escuadrones!
Los que, con alma de constancia llena,
clavaron las enseñas nacionales
de África ardiente en la tostada arena
¡Losmismos de Luchana y de Ramales!
Ellos, lidiando con ardor profundo
por patria y libertad, hoy son á un tiempo
orgullo de la patria, honra del mundo.
El fuego de su ronca artillería
robó al rayo la cárdena carrera,
la voz al trueno espléndida y sombría,
doquier clamando con sublime acento
«¡ Atrás la sombra ante la luz del dia!»
Y vencisteis al ñn en la contienda,
mas no sólo de España el gran destino
fijasteis al vencer: la abierta senda
es del progreso universal camino.
Volved, volad. El inocente niño,
cuyos labios pintó la fresca aurora:
la esposa, altar de vuestro fiel cariño,
que vuestra ausencia y su infortunio llora:
la anciana madre, que os meció algún dia,
de duda y de placer el pecho lleno;
que, si sintió nevar en su cabeza,
tiene un volcan de amor dentro su seno,
os aguardan aquí: tras la victoria
sus brazos os esperan,
que es el amor el premio de la gloria.
Otros ¡no volverán! Por varia suerte,
en los campos de honor donde cayeron
segados fueron por aciaga muerte
Otros ¡ morir lidiando no pudieron!
(Mártires de la paz, dormid en calma:
vive el alma del mundo en vuestra alma!
Ved: yá se animan las gigantes sombras
de los héroes que ejemplo al orbe fueron
de esfuerzo y de valor Bravo, Padilla,.
que, al morir, escribieron
la página más noble de Castilla,
os esperan allí «¡ Venid — os dicen;
dignos fuisteis de España y de la Historia,
que ardientes os bendicen:
si mármoles no hallasteis en la tierra
que vuestros nombres den al a memoria,
es el laurel del héroe vuestra palma
¡Es la gloria de un pueblo vuestra gloria !»
.