Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 21 de enero de 2016

CARMEN FUENTES [2.149]


CARMEN FUENTES

Nacida en 1997 en Cabra, Córdoba. Recientemente ha finalizado sus estudios de bachillerato. Le entusiasma el mundo del arte, de la música, de la literatura… Además de escribir y leer, le apasiona el teatro y forma parte de un grupo amateur.
Ha publicado en la Revista Saigón, siendo miembro de la Asociación Cultural Naufragio desde 2014. Ese mismo año, recibió el premio Cátedra Juan Valera de Cabra. También ha participado varias veces en las publicaciones de “Poesía y Narrativa desde el Aula” de la Diputación de Córdoba. Escribe en el blog http://ocultotraslaspalabras.blogspot.com.es/.




EL TIC-TAC DE LA VIDA

-   ¿Sientes cada segundo corriendo por tus venas?

-    El tiempo no pasará sobre mí,
 si es eso lo que esperas.

-  Tus retratos no envejecerán por ti…

-  Mas, ¡el perder la juventud
tanto me apena!

-   Más triste sería el no venir.

-   ¿De qué sirve venir,
Si esta vida es una condena
Y el único destino es morir?

 - Tanto llorar tu alma envenena…
 Dime, si sabes que vas a sufrir
¿Para qué aliviar tus penas?
Si sabes que la miel se va a ir
¿Por qué coger la colmena?

- ¡Porque yo quiero vivir!
Mas temo a lo que me espera:
A que la muerte me arrebate el sentir,
Y no regresar jamás pueda.
Temo mi consumir
Y fundirme como una vela…
Le temo tanto al fin,
Que en lugar de la vida vivir,
le mido lo que le queda.




LA VIE

No sólo admitiré que amo La Vie en Rose,
sino también en azul melancolía y en verde,
de la forma más negra y de la más colorida.
La amo gris y lluviosa,
pero también soleada y anaranjada...
La amo con sus contrastes,
con sus cosas malas y sus cosas bellas.
Son tan necesarios los llantos, como lo son las risas.
Por ello, no hay que arrepentirse de nada,
Non... Je ne regrette rien... Rien de rien.
Y por ello también, al Hymne a l'amour
debe unirse el himno a la soledad...
Debe haber un canto al dolor, y otro al placer.
Uno a la alegría, y otro a la tristeza...
A los sueños, pero también a las pesadillas.
A la muerte, pero sobre todo a la vida.
La vida es una canción agridulce.
Sería muy triste lamentarse y sólo verla agria,
sería muy triste no atreverse a bailarla.





SU CALOR

Si el tiempo pasa
Y no ves el sol,
Y blanquecina tu piel
Se muere del deseo,
Búscalo.
Porque es dolor morir
Sin haber sentido su calor.




A la soledad

Déjame.
Me marcharé de aquí,
aquí no volveré.
Volveré a los lugares de ensueño.
Sueño con que un día podré escapar,
escapar de tus garras,
garras que aprietan y desgarran,
desgarran el alma...
Alma herida de tan poco usarla.






lunes, 18 de enero de 2016

ÁLVARO BELLIDO [2.148]


ÁLVARO BELLIDO 

(Córdoba, 1979). Cofundador de la asociación cultural Atrezzo y el colectivo literario 101. 
El poeta cordobés afincado en Murcia Álvaro Bellido ha visto publicado su relato corto 'Confeti' (premio Victoria Kent 2009) y varios de sus poemas en varias revistas literarias, como en el fanzine literario 'Manifiesto Azul', del Colectivo Iletrados, en el cuadernillo poético 'Cuerno de la luna' y en la publicación anual de Cosmoanónimos de la edición de Cosmopoética 2013, en la que también dos de sus poemas fueron seleccionados en la sección Dinamopoética.

Desde 2008 mantiene su bitácora Ciudadano B. 
[ciudadano-b.blogspot.com.es].



ATRACCIÓN LUNAR

Ayer te descubrí un lunar nuevo.
Un satélite en tu costado.
Circular. Pálido. Minúsculo.
Explorable sin sondas espaciales.

Podré dar mi pequeño paso sobre él,
el gran paso para nuestra humanidad, y nadie
dirá que fue un montaje.

A pesar de su condición lunar,
también ese signo de puntuación tuyo
al este de tu torso ejerce sobre mí
la inquietante fuerza de tu gravedad.

Yo, lunático de tu lunar, me dejo
atraer,
            caer,

            vencer. 



66º 33' 45 '', LATITUD NORTE. (CÍRCULO POLAR ÁRTICO)

Ha vuelto a amanecer
sin que se hiciera de noche
y tú contraatacas al frío.
Encendiendo hogueras en mi piel,
te ríes de las hipotermias y mi epidermis,
y nos disponemos a generar
nuestra propia aurora boreal,
—nosotros, arquitectos de luz,
luciérnagas de bajo coste--
con el riesgo de caer en picado
en la más ciega de las sinestesias
o el más absoluto caos.

Como cada vez que te levantas
y me dejas la piel así, como desordenada,
con tus caricias distribuidas en laberinto
—un caos llamado cuerpo en llamas--
y acudes al frigorífico, al rescate
de una boca incandescente,
de un sabor a desierto y a verano,
y en mi soledad, la cama es el ártico,
tu ausencia un iglú con goteras
y el lapón un idioma muy difícil
para lo que tú tardas en llegar
y derretirlo todo.
Todo.
Hasta la escarcha.



福島市 (Fukushima)

Nuestra catástrofe particular
nos pilló haciendo planes de boda.
Tuvimos que aprender a nadar
en mitad de la tormenta química.

Un día tú también fuiste Fukushima.

Te arrasó un tsunami salvaje y violento
que dejó todas tus medidas de seguridad
tambaleándose,
y los reactores del 1 al 6 altamente afectados.

No hubo miedo ni gestos de pánico.
Solo personas luchando
por mantener la central a salvo
a pesar de los destrozos y las grietas.

Desconocían que, desde el núcleo,
Fukushima ya había empezado a salvarse
mucho antes de la gran ola.

Un día tú también fuiste Fukushima
y no quisiste salir corriendo.




Intemperie

Solo sé que quiero ver pasar
los siglos y las horas a tu lado,
que odio esta casa cuando está vacía
y esta cama fría de tu ausencia.
Que se me llenan de escombros
las tardes que trabajas fuera,
las llamadas que comunicas,
que hay sombras y frío       
en los lugares que deshabitas.

Esta intemperie de ti
perjudica seriamente mi salud.

Tengo la intención de gastarme
la vida en entenderme contigo, esperar,
cada tarde, tu vuelta a casa,
compartir el portátil en el sofá
y echarte en cara en la cama
que necesito tus pies fríos
para entrar en calor. Susurrarte,
con nocturnidad y alevosía,
el sueño de una noche de tu lado.

Porque todo lo demás
son eclipses, escarchas e intemperies.




Encefalograma

Autor de la fotografía: Amado.
Se nos llena de malvas y kilómetros este atardecer
de calor, retornos y cansancio laboral,
arañando el asfalto con neumáticos desgastados.
Calor, mp3, se nos hace tarde.
Climatizador, Just like heaven, las ocho menos 10.

Ahora somos un punto en un mapa de carreteras
que se mueve en la dirección correcta
mientras suena la perfecta banda sonora
y salen los títulos de crédito
con nuestros nombres en letras Arial Black.

Nos acercamos al destino a más velocidad
de la que marcan los círculos rojos
y más despacio de lo que me dicta la impaciencia.
Te tengo reservada la noche más bella,
mi rincón favorito también te pertenece.

Nos alcanzan las sombras de los postes eléctricos
cuando el atardecer me concede el deseo:
la ciudad recortada contra él en claroscuro,
ofreciéndome la silueta que hace tiempo
tomó como modelo mi encefalograma.

Podría decirse
que tengo actividad cerebral
de minaretes y atardeceres.




.

lunes, 11 de enero de 2016

JUSTO S. ALARCÓN [2.147]


Justo S. Alarcón 

Nació en la provincia de Málaga, Andalucía, España. Cursó estudios superiores en España, en Canadá y en Estados Unidos. Obtuvo licenciaturas de Filosofía y Religión en Santiago de Compostela. Una maestría en Sociología de L'Université Laval, Québec, Canadá. Consiguió también una segunda maestría en Literatura Española, en la Universidad Estatal de Arizona (ASU), Tempe, y su doctorado en Literatura Hispánica en la Universidad de Arizona (U of A), Tucson.
  
Durante su carrera ha impartido cursos de literatura y cultura hispanas en la Universidad Estatal de Arizona, en los recintos de Tempe y de Phoenix. Además de la enseñanza, la crítica y la teoría literarias, inherentes a su profesión, ha publicado numerosos ensayos y varios libros, como "Técnicas narrativas en Jardín umbrío, de Ramón María del Valle-Inclán" (Editorial Alta Pimería, México, 1990); El espacio literario de Juan Bruce-Novoa (co-autora Lupe Cárdenas) (Marín Publications, San Diego, 1994), y La teoría de la dialéctica de la diferencia en la novela chicana de Ramón Saldívar (Editorial Orbis Press, Hermosillo, 1997).

También le interesa la labor creativa o de ficción, habiendo publicado ya dos novelas, Crisol (Editorial Fundamentos, Madrid, 1984) y Los siete hijos de La Llorona (Editorial Alta Pimería, México, 1986). Dos colecciones de cuentos Chulifeas fronteras (Pajarito Publications, Albuquerque, 1981) y Cuentos breves del barrio (Editorial Alta Pimería, México, 1993). Y un libro de poesía: Poesías en mí menor (Editorial Alta Pimería, México, 1991)..

Ha colaborado en muchas revistas, como Areíto, Chiricú, Confluencia, Culturadoor, De colores, Explicación de textos literarios, La revista bilingüe, Melquíades, Mester, Minority Voices, Revista Chicano-Riqueña, Semana de Bellas Artes de México, The Americas Review, The Third Woman, entre otras. Ha colaborado también en varios periódicos, como Ave fénix, El Observador, El sol y La voz del Norte. Fue editor de dos antologías de literatura y cultura: Canto al pueblo IV y Flor y Canto IV. También ha participado en muchas actividades culturales de la comunidad hispana en el Valle del Sol, Phoenix, Arizona, en particular en las varias cadenas de radio y de televisión hispanas locales.

Ha sido Editor de La Palabra: Revista de literatura chicana durante finales de los '70 y mediados de los '80. Esta revista, dedicada a la crítica literaria y a la ficción chicanas, tuvo que descontinuarse por razones monetarias. Pero ahora, teniendo al alcance este nuevo medio tecnológico, se pensó en continuar su existencia, pero bajo lo que se podría llamar Segunda Época. Un cambio se efectuará, y es que, sin dejar de aceptar trabajos escritos por chicanos y sobre chicanos, se abrirá a todo escritor del mundo hispano. O sea, que el nuevo título será: La Palabra: Revista de literatura hispana. Esta nueva etapa aparecerá en una Página Web bajo el título general de: Literatura hispánica.

En 1998 se jubiló, teniendo ahora tiempo libre para dedicarse a nuevos proyectos, como la creación de esta Página Web en la que irá apareciendo lo mejor de la literatura hispánica de ambos lados del Atlántico.

Sus lecturas favoritas han sido, y continúan siendo, obras clásicas sobre historia del arte, antropología cultural y psicología colectiva, filosofía, religión y mitologías, además de las consabidas obras clásicas y modernas de la literatura hispánica. Entre sus pasatiempos, o "hobbies", se pueden contar los extensos viajes por Europa, Estados Unidos, Canadá, México, el Caribe y parte de Suramérica. Por muchos años practicó el piano y tiene ya grabadas cuatro cintas cassette de música clásica.

TÍTULOS DE LAS OBRAS DEL AUTOR:

Novelas

Crisol. Trilogía, 1984.
Los siete hijos de La Llorona, 1986.

Cuentos

Chulifeas fronteras, 1981.
Los dos compadres: Cuentos breves del barrio, 1993.

Cuentos inéditos

Entre abuela y nieto: conversaciones
Entre abuelo y nieto: conversaciones

Poesía

Poemas en mí menor, 1991.

Poesía inédita.

Coplas y juegos de tambor y pandero para niños y jóvenes.
Corridos de animales para niños y jóvenes.
El ciego Don Aureliano Quezada.
Meditabundeando.
Sueños goyescos.
Los niños.

Crítica

1. Libros:

Técnicas narrativas en Jardín umbrío, de Ramón María del Valle-Inclán, 1990.
El espacio literario de Juan Bruce-Novoa, 1994 .
Juan Bruce-Novoa's theory of Chicano Literary Space. (1994).
La teoría de la dialéctica de la diferencia en la novela chicana de Ramón Saldívar, 1997.
Crítica y Metacrítica: Antología de ensayos sobre literatura chicana

2. Artículos:

¿Estética literaria o crítica científica?
Bless Me, Última: niveles interpretativos
El autor como narrador en ...y no se lo tragó la tierra
Dawn o el anacronismo mitológico de un drama
La violencia en "L.A: The Sacred Spot" de Javier Alva
La violencia implícita en el aparente pacifismo de "Las Salamandras" de Tomás Rivera
Estructuras narrativas en "Tata Casehua", de Miguel Méndez
La aventura del héroe como estructura mítica en "Tata Casehua", de Miguel Méndez
Leitmotivos en la literatura hispana infantil
La meta-crítica chicana
Consideraciones sobre la literatura y la crítica chicanas
El escapismo en la literatura chicana
La frontera como "cruce" y "crucero" en tres textos litarios chicanos
Niveles interpretativos del poema "Encuentro" de Lupe Cárdenas
Lo esperpéntico en "Peregrinos de Aztlán" y "Criaderos humanos", de Miguel Méndez
La búsqueda de la identidad en la literatura chicana: tres textos
La metamorfosis del diablo en El Diablo en Texas, de Aristeo Brito
Hacia la nada: o la religión en "Pocho"
Peculiaridad de los personajes en Tunomás Honey de Jim Sagel
La nueva poesía en "Bajo cubierta" de Miriam Bornstein-Somoza
"Under a never changing Sun" o el determinismo chicano
Ensayo 
Enfoque: Pensamientos sobre la historia y cultura del Hispano-Chicano.
La presencia histórica del hispanismo en Estados Unidos.
Crónicas helicoptéricas.




POEMAS EN MI MENOR.
por Justo S. Alarcón


                  AUTORRETRATO

                  A mitad del camino
                  y haciendo un breve recuento
                  de mi medio siglo vivido
                  en una encrucijada me encuentro.

                  Quisiera poder decirme
                  soy esto y soy aquello,
                  pero las dudas me asaltan
                  en el espejo del tiempo.

                  Fui estudioso y obediente,
                  tranquilo y cuerdo.
                  Soy del horóscopo pisces
                  y, por lo tanto, bueno.

                  Confieso que no siempre
                  he sido fiel a mí mismo
                  ni a mis seres queridos,
                  pero, como hombre, me arrepiento.

                  Me gustan Beethoven
                  la salsa y la cumbia,
                  Granados y Albéniz
                  y también la rumba.

                  Quisiera de la pintura
                  ser gran aficionado,
                  pero buen consuelo tengo
                  con la ficción y el piano.

                  En medio de las tribulaciones
                  gozo de los dones de la vida,
                  del amor generoso,
                  del vino y de la comida.

                  Me encantan los niños
                  por su inocencia no perdida.
                  Disfruto de mi hijo
                  y de la que no fue y es mi hija.

                  Me fascina la mujer
                  dulce y comprensiva.
                  Es el solaz apoyo
                  de mi ya larga vida.

                  En medio de los placeres
                  de las injusticias me duelo.
                  Y, a pesar de ser tranquilo,
                  peleo con gran denuedo.

                  A mitad del camino
                  el Más Allá me preocupa.
                  Como la Sinfonía de Schubert,
                  la vida, me digo, es inconclusa.




    LA AGUJA

                                    En medio de la pobreza 
                                    con las manos callosas
                                    nuestra madre nos zurcía
                                    la escasa y humilde ropa.

                                    Un día,
                                    prendida de una blusa,
                                    a mi madre se le quedó
                                    olvidada la aguja.

                                    Mi hermanita
                                    azarosa e incauta
                                    se puso la blusa,
                                    que se hallaba
                                    colgada de la hamaca.

                                    La estaban esperando
                                    para comenzar 
                                    el juego.

                                    En medio del alboroto
                                    se le clavó la aguja 
                                    en el lado izquierdo
                                    de su tierno pecho.

                                    Un grito denodado
                                    atrajo la atención
                                    de mi madre, padre
                                    y demás hermanos.

                                    Un hilo blanco
                                    teñido de hiel
                                    se dejaba ver
                                    por entre la tela
                                    y su delicada piel.
                                    Mi padre,
                                    hecho cirujano,
                                    jaló de la hebra 
                                    muy despacio.

                                    Un surtidor colorado
                                    taponó el orificio
                                    y empañó 
                                    su diestra mano.

                                    Mi madre,
                                    llena de sudor 
                                    frío y pálido,
                                    con el delantal remendado
                                    se limpió la frente
                                    y exhaló
                                    un agónico hálito.

                                    El intrépido cirujano 
                                    susurró:
                                    "la vida es un juego.
                                    Mi hijita se salvó
                                    por un milímetro, 
                                    más o menos".



LA BICICLETA

Mi padre era un santo varón.
Ayudó a muchos campesinos
a obtener su justa pensión.

No todos le pagaron con galardón.
Entre ellos hubo un alma mala.
¡Que Dios le haya concedido perdón!

Le habían puesto Joaquín,
como al santo abuelo
de Jesús, el Chiquitín.

Para dar clase en la escuela
el sexagenario de mi padre
se iba en su vieja bicicleta.

Joaquín, el robusto cacique,
de su grande y vetusta casa,
lo estaba acechando a la puerta.

Se lanzó como una fiera.
De un fuerte empujón
lo derribó en tierra.

Mi padre lentamente se levantó
con sus muchos años a cuestas.
Se sacudió el pantalón.

Su blanca cabeza inclinó.
Hizo la señal de la cruz
y dirigió a Dios una oración.

En la sala de clase
los niños lo rodearon
y el viejo clase dictó.

Joaquín, 
años después, 
se moría de cáncer...

Mi anciano padre me aconsejó:
"Hijo, la vida muy poco vale,
si no la sustenta el corazón".





LA FE

"¡Quién fuera otra vez niño!"
mi abuelito decía como una tonada.
Yo le escuchaba todo
aunque no entendía nada.

Mi abuelita decía que había visto
de su difunto padre el alma.
Yo le creía todo
aunque no entendía nada.

Mi mamá mezclaba hierbas
para curarme de fiebres malas.
Yo lo tomaba todo
porque no sabía nada.

Mi papá me platicaba
de la guerra fraternal.
Yo siempre le escuchaba
aunque no le creía nada.

El padrecito nos enseñaba
en el catecismo los domingos
"Fe es creer siempre
lo que nunca vimos".

Siempre nos hablaba
de Dios todopoderoso.
Yo le escuchaba
y lo creía todo.

Mi hermano llegó de la guerra
en una caja cerrada.
Yo no lo pude ver
y luego, luego...

Todos se callaron.
Nadie me escuchaba.

Y...

Todo se me hizo nada.



LA CAUSA

Era una noche estrellada.
La luna rielaba clara
sobre la serena esplanada.

Era cuando la Revolución.

Mi padre
se encaminó al vecino rancho
a buscar alguna provisión.

"Compadre,
llévese el puerco
que es buena alimentación".

Con una varilla en la mano
por el camino vacuno
mi regocijado padre
guiaba al hermoso cuadrúpedo.

"¡Detente, viejo!
Este mugroso cochino
es para la Suprema Causa".

"Señores,
yo admiro su justa Causa,
pero permítanme decirles
que la mía 
son mis cinco hijos
que hambrientos 
me esperan en casa".

Mi padre
alzó los ojos a la nublada luna.
Diez arrollitos de lágrimas
por cinco inocentes rostros
vio que se deslizaban agrias.

Por el camino vacuno
sin la varilla en la mano
mi desconsolado padre
caminaba cabizbajo.


LA PIANISTA

Fue a fines de primavera.

Los hijos de los campesinos
iban a la escuela.
Tenían que subsanar 
los meses perdidos
durante el tiempo
de las cosechas.

— Yo la vi —
Tenía la mirada intensa.

Todos los niños
durante el recreo
se entretenían 
hacendosos en el entretenimiento.

— La vi yo —
Estaba acurrucada 
en uno de los huecos.

Dos monjitas,
hijas de Santa Clara,
dirigían el juego.

— Yo la vi —
Estaba extasiada.

Los niños se reían
corrían, se tropezaban
caían y se levantaban.
En una algarabía
su voces de jilguero
se estrellaban como cascadas.

— Yo la vi —
Tenía transfija la mirada.

Alrededor de las hijas
de la Madre Santa Clara
los niños se sentaban
formando una rueda.
Se parecían a la pianista.
Tenían la cara prieta.

— Yo la vi —
Tenía la mirada yerta.

Las monjitas de caras pálidas
a los hijos de los campesinos
le contaban fábulas extrañas.

— Yo la vi —
Exhalaba su alma
una nota quebrantada.

Los niños
oían historietas
en una lengua foránea.

— La vi yo —
Se levantó de un hueco
que había 
en la sala de juego.

Los niños
que no entendían nada
bostezaban.

A hurtadillas
se fue acercando
hacia otro hueco
que albergaba
un mudo piano.

Los niños
cabeceaban.

Se sentó en el taburete.
Abrió las manos heladas
lentamente.

— Yo la vi —

Manos fuertes y delicadas.
Eran hijas de campesinos
de espaldas enarcadas.

Las monjas de toca blanca
dejaron de narrar
sus fábulas
en lengua extraña.

— La vi yo —

El índice de la mano derecha
delgado y terso
se posó
delicadamente
sobre la tecla do.

Un sonido
brotó
del intestino metálico
del empolvado piano.

Las tocas pálidas
giraron.

La niña
de los ojos extraviados
posó la mano izquierda
sobre el blanquinegro teclado.

— La oí yo —

Un acorde destemplado
saltó
como un gato espeluznado.

Los niños

en el duro suelo
ya se habían desplomado.

Estirados
los diez dedos estriados
cayeron al unísono y con fuerza
sobre el blanco y negro teclado.

— Yo lo oí.
La vi yo —

Las cuerdas del piano
como duras tripas de gato
vibraron y arrojaron
maullidos encorajinados
hiriendo tímpanos insensatos.

Los ojos de los niños
despavoridos
se alzaron.

Las pálidas tocas
se estremecieron.

Su alma pura
se estremecía de alegría.
Su cuerpo
como una caja de resonancia
se agitaba todo entero.

— Yo la vi —

Los niños se levantaron
y formaron una tierna rueda
alrededor de la muchacha
que les había extraído
un lenguaje divino del alma.

— Yo lo vi todo —

Por mis mejillas
rodaron 
dos lágrimas saladas.

A la niña
de los ojos negros
le brotaron, 
como un habla,
dos profundos suspiros
de su trasparente alma.

— Yo lo vi todo
con mi enturbiada mirada —

Aquella primavera
dos tocas pálidas
vibraron mudas
en la juvenil sala.

Y dos ojos negros
reflejaron
diez dedos prietos
henchidos de una inquieta alma.


LA NIÑEZ

Dicen por ahí que...
el adulto vive de hechos 
el niño de ilusiones
y el viejo de recuerdos.

Yo...
a ciencia cierta
no sabría decir
qué edad tengo.

Pero...
una cosa sí sé,
que en los sinsabores de la vida
de mi niñez me acuerdo.

No ha mucho...
que en un accidente
destrozado quedó mi auto.
El seguro me dio jaquecas
y el policía me puso un cargo.

Yo me acordé...
que en un día muy lejano
y sin ninguna razón suficiente
un niño travieso como yo
me aplastó mi mejor juguete.
Un amiguito me consoló
y otro me dio aliciente.

Con unas herramientas viejas
y encima de un taburete
los tres duendes ingeniosos
hicimos otro juguete.

No ha mucho...
que mi Director
en uno de tantos conatos
me llamó la atención.
Yo muy encorajinado
no se lo perdoné.
Todavía ando contrariado.

Yo me acordé...
que en un lugar lejano
a un compañero mío
lo tiré de un empujón
y se rompió un brazo.

En otra ocasión
el mismo niño
me hizo la zancadilla
y un diente 
como una canica luciente
me lo dejó quebrado.

En ambas ocasiones
después de estos maltratos
nos dimos dignos la mano
y de nuevo
buenos amigos quedamos.

No ha mucho...
que en esas cosas del amor
por una seria equivocación
seguida 
de mordaz altercación
para siempre 
ella de mí se separó.

Yo me acordé...
que siendo muy niños los dos
una mujercita trigueña
por un engorroso desplante
por otro niño me dejó.

A otra niña morena
por una grosera desfachatez

en un arranque de insolencia
la abandoné a ella a mi vez.

Al cabo de unos días
con una tierna mirada
y un inocente beso
nos reconciliamos los tres.

A la dama de los ojos negros
de trigueña y lisa tez
aún después de muchos años
todavía no la he vuelto a ver.





DIVAGACIÓN I

En los baluartes de La Villa
deslizándose por el hielo
iba la extraviada mirada
en busca del ansiado fuego.

(Unos ojos ardorosos
invitaban al reposo)

Y la mirada perdida
bajo la cobija de nieve
buscaba un sorbo de calor
del amor ausente.

(Dos ojos amorosos
de lágrimas llorosos)

Bajo el barandal
las aguas se movían cansadas
con el peso de los icebergs
encima de sus frías espaldas.

(Dos grandes ojos
esperaban ansiosos)

De las oquedades del fondo
como córneas blancas
se erguían promontorios de hielo
encuadrados en dos lágrimas.

(Eran dos extáticos ojos
que se mostraban piadosos)

Como glándula lacrimógena
el río zigzagueante diseñaba
unos surcos carcomiendo
en las mejillas de la entraña.

(Y los dos negros ojos
imploraban lacrimosos)

Entre La Villa y el Castillo
se deslizaba caprichoso
el gigantesco río
hacia lugares ignotos.

De la baranda colgados
dos ojos perdidos
en el panorama congelado
errando el blanco
vertieron dos hálitos fríos
sobre el tortuoso río.

(Otros dos inexistentes ojos
¡ay!
llenos de ansia
se percataron del panorama.
Sus dos córneas
¡ay!
flotaban
en una acuosa mirada)

Prendidos de la fría baranda
dos ojos colgaban.

(Dos negros ojos
cubiertos de lágrimas
hubieran querido deseosos
descansar su pesada carga
sobre la helada espalda
de la cansada baranda)

En los baluartes de La Villa
por los años de la guilla
dos negros ojos extraviados
entre el Castillo y La Villa
hubieran querido encontrar
¡ay!
el amor deseado.




LA AMISTAD

Cuando los tropiezos de la vida
nos vapulean 
contra el aciago y ancho mar
la única firme ancla
como la roca de Gibraltar
la hallaremos solamente
en una fiel amistad.

Fue aquel día...
en que mi madre
después de un largo penar
Dios se la llevó consigo
quedándome yo 
sin estrella polar.
No tenía yo a nadie,
pero una tierna amistad
me sacó de la vorágine
devolviéndome la paz.

Fue aquel día...
en que la brújula
comenzó a trepidar.
Cambié de estado de vida.
Me vi solo
en el oleaje salado
de una voraz
altamar.

No había nadie
con quien compartir
mi espíritu aciago
en el vaivén
de un mar encorajinado.
Un sobreviviente
por salvarme

de aquel amargo oleaje
entre las filosas rocas
se quedó atrapado.

Fue aquel día...
en que perdí el trabajo.
Sufrí humillaciones 
y hambre.
Unos ojos negros
intensos como el azabache
me miraron tiernos
y como dos anclas
en el mar bravío
me salvaron del oleaje.

Fue aquel día...
en que perdí a mi hija.
El mar inmenso
de la soledad
abrió sus fauces
y me quiso tragar.
Precipicio sin fondo.
Ojo de enorme ventosa
y desdentada boca
me volvían a la nihilidad.
Soledad de soledades
y todo soledad.

Entre la penumbra
de aquel aciago mar
una mano dulce 
y tierna
me mostró de nuevo 
la brillante 
estrella polar.



LA AMNISTÍA

Juan Sánchez había trabajado
desde que llegó a los Estados.
De botones y jardinero primero.
Después de recolector de basura,
de cocinero 
y también de lavaplatos.

Tenía talento el Juan.
Pero el frecuente cambio 
de jalecitos no era debido
a no estar especializado,
sino a que "estaba de ilegal".
Y La Migra se había empeñado
en traerlo de jacal en jacal.

Le había acompañado su esposa
desde que cruzó el río.
Fue buen proveedor
tanto de su mujer
como de sus cinco hijos.

Pasó el examen
de ciudadanía.
Pero dos preguntas
le conmovieron
en demasía.

Si los Estados Unidos
declararan la guerra a México,
aunque él no lo quisiera,
tendría que tomar armas
contra su amado pueblo.

Si se hubiera dormido 
a una americana

en los últimos cinco años
renunciar él tendría, 
aunque pagara daños,
al privilegio de la Amnistía.

Juan se justificó primero pensando
que ningún hombre bien nacido
podría levantar la mano
contra la que lo había parido.

... y que si al nacido en este país
no se le prohíbe dormir con una mexicana
¿por qué a él no se le puede permitir
hacer the same thing con una americana?

En México, él se imaginaba,
no hacen estas preguntas 
a ningún americano.
Y, si se las hicieran,
que ellos mintieran
sería lo más esperado.

Juan Sánchez
ya había echado raíces 
en este caluroso llano.
¿Por qué, se preguntaba,
tengo yo que contestar
a pensamientos tan insanos?

Pues nuestra historia nos narra
que a Steve Austin y a su majada
México les concedió Amnistía.
Cuéntase que allá, 
por el Estado de Texas,
hace ya siglo y medio,
ellos nos hicieron una fea jugada.

De Steve cambió a Esteban,
de puritano se convirtió
a católico romano
de English Only a Spanish Only pasó
y de negrero se volvió puro patrón.
Pero todo esto no lo cumplió.

Porque, luego luego
se robó todo el estado,
se hizo de nuevo americano,
se convirtió otra vez a puritano,
e hizo del mexicano esclavo,
habiéndolo todo cambiado.



CONTRA-POSICIONES

Managua
Nicaragua
Mana agua
Cara agua

Por todas partes
rodeada de agua

Llovía torrencialmente.

El limpiaparabrisas del avión
traducía
del piloto
la exacerbada agitación.

Su uniforme azulmarino
norteño
hacía 
contra-juego
con el nítido azul 
del nicaragüense
cielo.

El águila que portaba de galón
en el izquierdo brazo
volaba
con sus compañeros de escuadrón
norte
americano.

¡Pobre de ti
Managua,
Nicaragua!

Diez águilas metálicas
cargadas
de huevos
de acero
marchaban 
por el aire 
uniformadas.

¡Ay de tus límpidos
cielos
Managua
Nicaragua
violados
por esas polutas
norteñas
águilas
metálicas.

El piloto John García
descargó media docena
de bombas
de su preñada huevera.

El Padre Anthony García
en su misión campesina
protegiendo a su inocente
y ya muerta feligresía
su eterno sueño dormía.

Tiempo después...
el piloto John García
lavó su demente crimen
desertando
y con valentía
ante la tumba
de su tío
quemando
el uniforme que antes vestía.

El Padre John García
con el hábito franciscano
a todo el mundo infundía
su espíritu sandinocristiano.

La nueva misión hervía.

Pero...

¡Ay de ti
Managua
Nicaragua!

Porque 
muy pronto
otra 
águila 
te visitaría.




LA VIOLADA

¡Qué linda
estaba
la niña
Anita Ayala!

¡Malhaya
el que me la robó!

Vivía ella en la misma calle
de nuestro barrio.

Yo la quería
como a mi misma hija.

¡Malhaya
el que me la secuestró!

Su mejor amigo
era un gatito calico.
Yo se lo había regalado
para su décimo
cumpleaños.

Acostados sobre la hierba
de la delantera yarda
jugaban 
inocentemente los dos.

¡Malhaya
el que me la ultrajó!

Su lonchera
bajo el brazo
saliendo para la escuela

con sus dos largas trenzas
se despedía del gato.

Luego,
con su manita trigueña
pestañeando sus brillantes ojos
desde lejos
le enviaba un tierno adiós.

¡Malhaya
el que me la raptó!

Un día
a la escuela
el gatito la siguió.
La incauta maestra
le indicó
que a casa se volvieran.

Por la calle solitaria
iban solitos los dos
cuando un robusto brazo
salido por la ventana de un Ford
me la arrebató.

¡Malhaya
el que me la forzó!

Gritaba desconsolada
la niña
Anita Ayala.
No quería separarse
de su gatito calicó.

Por el escape del carro
un humo gris y espeso
se desgarró.

¡Malhaya
el que me la desfloró!

Mientras tanto
sobre el pasto 

del jardín
acostado
el gatito envejecía
esperando
a que pronto llegara 
su única amiga 
Anita Ayala.

Por todas partes
se pusieron bandos 
y proclamas.

El día de su duodécimo cumpleaños
aparecieron sus enrojecidas enaguas
desenterradas por un herrumbroso tractor.

¡Que un rayo parta
la podrida alma 
del desgraciado
en dos!





El Cacto.

Cacto
radiante
de espinas y de estrías.

Lengua ardiente
de fuego
lamía.

Flecha
de gigantesco arquero
que buscas el centro
del círculo del blanco.

Meta blanca
blanca meta.
Mete dentro el centro
en el centro de la meta.
Meta redonda
de círculos concéntricos.

Circo
de círculos machihembreros.

Gigante Cacto
en la tierra clavado.


Boca de volcán ansiosa de detonar
         Capullo cerrado   pidiendo reventar
                 Retina original  sedienta de preñar
                          Hiedra de primavera cansada de orear
                                      Dama ensangrentada aburrida de esperar
                                       Flecha de arquero que va buscando el cero
                          Culebrina de cañón    disparando su munición
                 Cornucopia de huracán    dejando va su afán
         Boa venenosa    metiéndose en la ventosa
Cacto estriado perforando va lo aciago.


              Abeja zumbadora que buscando va la miel sedosa
              con el picolengua en la corola abierta
              chupa y fertiliza el azahar de flor en flor.

              Zigzagueante gusano que en espirales va gestando
              la matriz en el capullo de su cuerpo difunto
              para abrirse en corola de juguetona mariposa.

              Mariposa primorosa que voladora
              saltimbanquiando va de hoja en hoja
              engulle el néctar de la flor abierta.

Chuparrosa de cuello rojinegro en su infinito aleteo
              clava su aguda y epidérmica aguja
                            en el panal redondo del seminal girasol.


Cacto gigantesco
rey de la vegetación escuálida
de la selva desértica
rodeado de biznagas
de chollas y pitahayas
clavadas tus raíces 
en la sedienta tierra
apuntas tu erecta cabeza
a la bóveda 
de la catedral cósmica.

Arco iris de razas multicoloras
               de este a oeste extiendes tu bóveda.
                               Flecha de guirnaldas engarzada en gotas
                                             como un rayo te disparas y acrisolas.




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