Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 23 de octubre de 2012

ANA HIDALGO [1.409]

(Imagen: Eme de Armario)



Ana Hidalgo 

Nació en Almuñécar (Granada) en 1986. 


Es licenciada en filología hispánica y, actualmente, becaria de investigación en el Departamento de Lingüística General y Teoría de la Literatura de la Universidad de Granada. 

Hallar una hendidura, su primer libro de poemas, fue publicado en 2011 por la editorial Point des Lunettes. Actualmente trabaja en la elaboración de una tesis doctoral sobre Simone Weil, Clarice Lispector y Chantal Maillard.






Quise que metieras tus dedos en mi boca 

Quise que metieras tus dedos en mi boca para que demoraras mis encías, para que recompusieras la carne blanda, para sentir el placer de la presión y la invasión, el placer de lo ajeno, pues sólo en lo ajeno hay placer y conocimiento, las traiciones.
Pero también quise que metieras tus dedos en mi boca para poder, desde esa demora de las encías y ese placer de lo ajeno, descubrir el advenimiento de la palabra, el impulso de la palabra, el origen y el trayecto del verbo. Porque hablar no es una separación y quise que metieras tus dedos en mi boca para materializar todas las palabras que yo pronunciaba como si fueran una piedad del pensamiento, para materializar las plegarias y los nombres de los animales amados, para materializar la materia y no esconderme nunca más del olor y el peso, esa forma que yo tenía de dormir encogida intentando aislarme de la superficie sobre la que dormía.
Entonces metiste tus dedos en mi boca y yo metí mis dedos en la tuya, tuvimos la transparencia y la simultaneidad de las plantas, su crecimiento violento, su germinación. La palabra no era un ensimismamiento sino una prolongación de mi cuerpo, una sucesión de mi boca: la posición de la lengua, la tensión del paladar, la apertura de los labios. Todo lo que íbamos a responder lo responderíamos desde la contigüidad y el sabor, hablar no es una separación como no lo es la existencia.





Porque no sabíamos ser préstamo

Porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, comerciábamos, de materia a materia, de alimento a alimento, sin préstamo, sólo aparentes, instrumentos, cedidos, sólo la única forma de ser buenos, solo la única forma de referirse físicamente a la bondad, porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, en la premura de lo tomado y la piedad del vendedor, donde yo sostenía el objeto, donde yo lo consentía, lo alzaba, donde yo era la intrusa, el olvido, y sólo la propiedad y el precio, lo atenuado, la bondad. Comerciábamos con objetos, nos sentíamos próximos a la madera y comerciábamos con madera, también estábamos vinculados a los alimentos y comerciábamos con ellos, cedidos y materiales, aparentes, propicios, porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, en la caducidad del alimento y el envés de la madera, sólo aceptábamos el comercio de objeto a objeto, de premura a premura, donde la bondad y lo hostil, donde lo insustituible, en la resolución de la mitad y el arrepentimiento de la mitad, sólo aceptaba que el comercio fuera un intercambio de materia, un intercambio de impureza, desigualdad, apariencia. Si hallábamos peces comerciábamos con peces, próximos a un pez, vinculados al alimento, sólo aparentes, cedidos, olvidados, sólo la única forma de ser buenos, la única forma de referirse físicamente a la bondad, en la brevedad del arrepentimiento y la compensación de lo inmediato, en el desconocimiento de una desigualdad inesperada, donde los peces iguales y muertos tuvieran la impureza de nuestros dedos en sus cuerpos, ya que no sabíamos ser préstamos ni duraderos, las manos alzadas de alimentos a alimento, de premura a premura, sólo caducos, efectuados, bondadosos, comerciábamos y anulábamos.




Como contagio

Como contagio, como calma, la forma era forma hacia abajo, la forma era el peso de la forma, como alojamiento, como calma, como la capacidad de creer y de repente sentir dolor, la forma era la forma presionando la superficie sobre la que se extendía, la forma era la forma vertical y antepenúltima transmitiéndose en la superficie, la yuxtaposición del organismo, la calma, la enfermedad. A veces la ciencia médica y nuestros dos sexos, a veces lo sagrado, el olor, como observarte quieto y las sangres nivelándose, como participación, como calma, tu quietud y tu peso presionando la superficie sobre la que estabas quieto, tú siendo hacia abajo como alojamiento, como consecuencia, las sangres nivelándose, el inicio de la enfermedad, nuestra quietud, la forma. Porque no era sólo el ruego que cada dolor extendía, como la ciencia, como lo inmediato, como la postura que nuestros cuerpos adoptaban para estar sentados o nacidos, hacia abajo, la tensión vertical y antepenúltima de la quietud, lo que no podíamos comprender de la superficie, nuestros dos sexos, la súplica, los sedimentos, como calma, como contagio, como el rechazo al intento por no comprender.





La madre de César Vallejo

Mi madre no era la afirmación de la existencia. Ella había percibido la belleza y el principio, ese suelo lleno de arena y esas manos que tocaban la arena del suelo, esa ropa manchada que su hija tenía que ofrecerle, pero mi madre no era la afirmación de la existencia, porque ella nunca había esperado una sincronización, nunca había esperado la liturgia del lugar, aunque durante un tiempo sí creyera en un pan que tocaba las manos y los labios. Pero a pesar de ese pan que quizá podía tocar las manos y los labios, mi madre no era la afirmación de la existencia, no era la creencia ni la liturgia del lugar, sino una mujer que inclinaba su cuerpo y levantaba su cuerpo, el sufrimiento y la visión, un fragmento del amor y el trabajo. Porque mi madre no era la afirmación de la existencia, sino que mi madre sufría, y ese sufrimiento me obligaba a las personas, me obligaba a conocer el nombre de las personas, a ser desnuda y mediada, la especificidad de la muerte, el tacto del desplazamiento, la descomposición de la sintaxis. Descompuse la sintaxis porque mi madre no era la afirmación de la existencia, no era mi destino, pero había un pan que tocaba las manos y los labios, un pan que comimos mi madre y yo, y entonces yo podía descomponer la sintaxis, amar la caída, ser la insignificancia. Mi madre era una vida.





PARA QUE ALGO SUCEDIERA

Para que algo sucediera tenía que suceder dos veces, tenía que suceder doblemente, los sentidos como réplica y obsesión, la vida como simetría del cuerpo, la sexualidad como semejanza, para que algo sucediera tenía que suceder dos veces, tenía que suceder doblemente, la simetría del cuerpo, la representación. Tu concepción sería efectiva únicamente cuando te concibiera dos veces, tu concepción sería efectiva únicamente en la bifurcación de los actos, mirar con un hijo tu imperativo, mirar con el otro hijo mi rostro, la realidad de mi hijo y mi acto quedaría demostrada por la existencia del otro hijo, por la imitación y la demora del acto. La descendencia fue posible a través de la simetría del cuerpo, el nacimiento fue posible a través de la simetría del cuerpo, la fertilidad de la equivalencia, la fertilidad de la obsesión, dos piernas, dos pechos, dos brazos, dos pulmones, el pensamiento fue posible a través del supuesto de un doble, a través de la implicatura de un doble y la descendencia, dos pulmones y la representación. Un brazo justificó la existencia del otro brazo, un pulmón confirmó la realidad del otro pulmón, un hijo vio al otro hijo, un hijo nació del otro hijo, para que algo sucediera tenía que suceder dos veces, tenía que suceder doblemente, el regreso y la memoria, la estructura doble y obsesiva de la memoria, el miedo sagrado a la mutilación.





SUPE QUE PODÍA EXISTIR EL DOLOR


Supe que podía existir el dolor y construí mi contorno. He trabajado para crear testimonio, para separar las generaciones, para la mentira. Supe que podía existir el dolor y construí mi contorno, supe que podías existir y que mi unidad sería necesaria para ello, sería necesaria para tu existencia, todos los nombres de los enemigos serían necesarios, la tasación del deseo, la cifra en las manos. Durante años he trabajado para la suficiencia de mi visión, para la invocación de todo lo que pudiera delatarme, el recorrido mínimo, la mentira. Supe que podías existir y si existías podía existir el dolor, podía existir la herida, el extrañamiento. Mi contorno era necesario, los nombres de los enemigos eran necesarios, era necesario para que tú pudieras existir, para que tú pudieras tocarme y herirme, y yo supe que tú podías existir, supe que podía existir el dolor y construí mi contorno, me construí. En la disolución, en el acto reflejo, tú no podías existir, y yo quería tu existencia, quería tu contacto, el dolor, el extrañamiento. Separé las generaciones y fui la mentira para que tú pudieras tocarme, para sentirte. He trabajado en el testimonio de la visión, el testimonio de la preferencia, para que tú lo desmoronaras, pronuncié los nombres de todos los enemigos para que tú me estremecieras. Supe que podía existir el dolor, supe que podías existir y propicié mi asombro, propicié el extrañamiento, el dolor y el desplazamiento del dolor, construí mi contorno.


(De Hallar una hendidura,  Point de Lunettes, 2011)






lunes, 22 de octubre de 2012

1408.- BEN SUHAYD DE CÓRDOBA




Ben Suhayd, Córdoba, Andalucía, 992-1034




 LA TORMENTA
                                

Cada flor abría en la oscuridad de su boca,
buscando las ubres de la lluvia fecunda.
Y los ejércitos de las negras nubes,
cargadas de agua, desfilaban majestuosamente
armados con los sables de los relámpagos.






DESPUÉS DE LA ORGÍA

Cuando, llena de su embriaguez, se durmió, y se
durmieron los ojos de la ronda,
me acerqué a ella
tímidamente, como el amigo que busca el contacto furtivo
con disimulo.

Me arrastré hacia ella insensiblemente como el sueño;
me elevé hacia ella dulcemente como el aliento.

Besé el blanco brillante de su cuello; apuré
el rojo vivo de su boca.

Y pasé deliciosamente mi noche con ella, hasta que
sonrieron las tinieblas, mostrando los blancos dientes
de la aurora.









domingo, 21 de octubre de 2012

1407.- MANUEL SALINAS




MANUEL SALINAS
Nació en Granada. Desde 1978 reside en Málaga. Es Doctor por la Universidad de Málaga, catedrático y poeta, sobre todo; pero también narrador, crítico y autor dramático. De entre su obra poética publicada destacan los libros “Edelvira” (1975), “Los espejos fingidos” (1985), “Esplendor de la tristeza“ (1984), Zulo de noviembre” (1988), "El mar en los hangares" (2004). Y las plaquettes “ Escribir la muerte”, “La soledad de que sabe una historia”, “Para que tú seas la noche”, etc. Coherente y fiel con la propia escritura, con la propia voz, con un lenguaje rico, vivo, complejo y contradictorio. Su poesía , como él mismo dice, es POESÍA DE LAS AFUERAS.
WEB DEL AUTOR: http://ningunanubeesinutil.blogspot.com.es/



LA PALABRA: EL FUEGO Y LA MÚSICA
        
         “Los poetas ignoran que es un dios quien habla por ellos”                                                                                                                            

          Platón
            
                                                                                                                                                               
Soy quien pervierte a las hijas del rey.  Soy
una dulce picadura, una nube, cualquier cosa.
Las embriago en la sombra con silencio de aljibe
o con un rumor de pozo, para que enjoyen
con blancas flores diminutas su frente
celeste. Me gusta verlas bailar a  mi alrededor,
girar bajo exultantes trinos como estrellas
de oro, y sentir que para su sed
toda la lluvia no basta. Así
late la luz. Así
acude la noche.
Tienen empapados de amatista los ojos
y oscuras alas de sirena y para que no me pierda,
me ofrecen entre derramada fruta otra vez el Paraíso.
Las amo, no ha de volver la mañana, las amo
tanto; son  los verdes caminos que tienden
alfombras del alma y en primavera,
a pesar de la nieve, saben alegres canciones
de cerezas y campos de cebada.
Tendremos mil hijos. No vivo en vano.





DOLOR

“ ... dolor, yo te conozco”.       

A. Machado.


Es tu dolor lo mejor de mi vida:
me duelen tus manos, como una fresca llamarada;
me duelen tus ojos, de su herida vengo.
Me dueles tú, yo te conozco:
escasa eternidad
               que ni llega ni se queda.
Y cuando deje de amarte,
qué raro fruto de frío será el mundo.
Es bueno que al dolor le duela algo,
que nada se repare,
       que llore y que se muera.
Es tu dolor esa llama que llamo;
es tu dolor el color de mi alma.
Me dueles tú, dolor, yo  te conozco,
yo sé de tu alta nieve, de la fiereza
donde se turba el agua.






LA MÚSICA INVENTA

“ Y yo por los aleros
qué serafín de llama busco y soy”
García Lorca 

Los violinistas conocen esta música
que el poeta escribe en el cielo con un puñado de agua.

Sólo ellos saben dónde una vez estuvo el aire
y cantan a la puerta desprendida del alma.

Te quise, entre espumas y nubes; te he perdido:
una alegre llama en los tejados se baña.

Me llamaste, canción del agua que un gorrión trae en el pico.
Te he visto: la vida de manzanas se empapa.

Los violinistas inventan el escote de las rubias muchachas
y van por la lluvia que llega,

pintada de abril, incendiando el agua.






CARRO DE FUEGO

“El poeta mira al mundo como un hombre mira a una mujer”.
W. Stevens

Llévame a los cielos
envuelto en el fuego de las cosas que amas;
hospédame a solas en su corriente;
pídeme socorro con un perfume de flauta de espinas;
avívame, soy lumbre,
violeta sonora de un ático donde las niñas
se peinan con alondras y cantan.
Vuélame la noche, la tarde, el claro día.
Madúrame la casa de verde fruta.
Lléname de saltos de caballo el alma.
Llámame con sueños por mi nombre de poeta.
Coróname de migas de buen pan. Ampárame
y baila hermosa, mientras el mundo se hunde,
con un dulce violín en la solapa.
Regálame esa nube para gastarla juntos;
dime que sí. Dame la tinta, luz, agua: todo
lo que sea tuyo y tiemble de alegría
en los falsos oros de esta pavana
que la noche toca en los atardeceres con niebla.






MAÑANA DE RESURRECCIÓN

“Desayunados todos”
César Vallejo.

Desayunados todos,
en el hombro ningún sueño duele
y la muerte a la muerte ahoga en la azul rosa de una taza.

Prodigio esta mermelada 
donde dulce aguardaba lo lluvioso
y perdido en los verdes manteles

y donde, para ver el milagro, 
los niños cruzan el jardín con una nube en el pecho,
hartos de pan mojado y rubias alas de cristal de Sèvres.

Ésta es La Casa; 
ésta es mi casa y sobra el café
y es pecado la tristeza
junto a esa naranja
que de la primavera bajó al frutero.






TODO ES INFANCIA

“Todas las tardes en Granada
 todas las tardes se muere un niño”
García Lorca

No, no ha de volver la mañana,
pero yo creo en el dorado vino de su luz tierna
y en la lluvia que con todo tropieza cuando el amor se desborda.

No, no hay jardines en el cielo,
pero yo amo su azul Sahara y sus rosas ardientes
y canto a la oscura noche sin cauce, el pan nuestro de las despedidas.

No, nadie comprende la alondra 
que a la muerte calla, la nube de septiembre, la luz que queda encendida, 
reclamando un dormido rincón del Paraíso.

No, sólo los sueños nos llevan de la mano.  Sólo 
los niños. 





ENAMORADA PALABRA

“Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan”
Quevedo
                                  
Sé luz: pon la vida en llamas.
Sé ala: abre lenta las piernas.
Sé aire: haz del cielo el mejor lugar de la tierra.
Sé alma: entra dulce en vena.
Sé sal: haz más felices los días felices.
Sé noche, y sueña que hay Dios.
Sé espejo, sé loba, sé sola,
porque te tengo eterna.





OH, DULCE PÁJARO DE JUVENTUD. 

Oh, Sweet bird of youth.

                                   “No hablo  de las cosas que he visto; sino de las que
                                    he soñado”.
                                                           Lord Dunsany

Me perdí en el amor
que es un país manchado de leyendas y de historia, porque tú
olías a fruta tendida y cantabas turbadoras canciones
de un festín sin fronteras.
Qué mástil, qué jarcia, qué vela desplegada podrá apacentar
ese corazón mío que ruge, amamantado con vino.
Quién recordará que es un don ebrio el curso callado del arte,
y que era abril, y que en cada ondulante trazo, en cada estival sílaba
de tu nombre, anclado sobre la hierba, late el lento perfume
de un verso absurdo, el murmullo desafiante de un baile lejano
donde alguien canta,
                         se vive solamente una vez,

con un erizo o una estrella de mar entre las manos,
mientras balancea las ceñidas caderas la cantante
y en la sombra de la luz suena la orquesta:
oh yeah,
                 oh, yeah,
                                      oh yeah.





lunes, 8 de octubre de 2012

1406.- ZARA PATRICIA MORA VÁZQUEZ




ZARA PATRICIA MORA VÁZQUEZ
- 1981, San Fernando, Cádiz, España
- Jerez de la Frontera, Cádiz, España

Premios
. Me dieron el tercer premio de poesía en Aljaraque 
. [Huelva] en los premios juveniles, con el poema: el imposible nombre. 
. He ganado el premio semanal del país literario 
. De Madrid [ESPAÑA ] 
. He recibido una mención de honor en el concurso internacional mensajeros literarios del CEN [ARGENTINA , CÓRDOBA ] 
. Me han otorgado una mención especial en un certamen internacional de poesía en este año 2006, CRISOL LITERARIO, de la editorial CEN, celebrado en Argentina CÓRDOBA. 
. He quedado semifinalista en el concurso poético en el 2006 año en el centro de estudios poéticos de Madrid 
. Finalista de un concurso internacional de la editorial novelarte de CÓRDOBA Argentina, del 3º certamen Literario, fotográfico y Artístico: COLORES EN TIEMPOS 2005. 
. Quedé finalista en el VIII CONCURSO LITERARIO de la asociación cultural andaluza DE ALFAFAR [VALENCIA] 
. Fui semifinalista en el concurso de poesía del centro de estudios poéticos de Madrid 2006 .
. Finalista en el concurso nacional de podcast de la revista ECCUS.



La última palabra

Que la última palabra sea un te quiero,
No un adiós.

Que me queden un millón de razones para no pensar en ello,
Que los versos que hoy escribo duren en tu boca eternamente,
Que la última palabra, no sea el fin de una pagina de sucesos desafortunados,
Que la última palabra, de un mentiroso sea una con la que pueda redimirse,
Que en la puerta del infierno no formulemos nuestra última palabra,
Que todos vayamos al cielo.
Que el fin de la nada, fuese un todo
Que el final de una canción de amor, sea el principio de un idilio,
Que todos seamos nosotros mismos, y que si tenemos que pronunciar la última palabra 
Que sea sincera.





La llamada indiscreta

Quiero ser la llamada indiscreta
Que te levanta cuando duermes,
Quiero ser la mente inquieta que te ayude cuando sufras,
El ave traicionera que te roba la mirada,
Una tempestad para rodear tu cuerpo,
La mirada sibilina de un felino.
Contaminar el silencio con el timbre de un teléfono,
Que sujeta mi figura y tiembla.
Cuando pretendes responder,
Quisiera ser más responsable y llamarte de nueve a dos
En horario de comercio.
Para no despertar la lengua inquieta, alma de vecindario,
Quiero ser los versos, que rompen una armonía perfecta
Aquellos que malinterpretan una llamada a deshora,
Para luchar con las armas: de la inquietud y el amor,
Para que de una vez tengas valor, de no colgar al amor,
De olvidar quien fui yo.






La máscara de carnaval

Oculte mi rostro,
Oculte mi vida,
Oculte bajo estos versos mis muchas heridas,
No quiero que creas que lo que hice fue una mentira,
Pero convertí en falacia y lleve a la desgracia,
Mi sueño veneciano
¿Soy un viejo, un anciano, o un jovencito acelerado?
Soy la carta, que barajo cuando callas,
Soy el idilio entre la luna y neptuno.
Tan lejanos a veces, tan cercanos pero sobre todo tan absurdo
Los hidalgos de los cuentos, a esos me quise parecer,
Lo que sé, es que partí una noche y nunca me parecí, a aquel,
que para amarte, jamás tendrá que llevar máscara de carnaval.






“la luz que enciende la palabra”

A mis versos dio presencia.
La voz que ilumina los pasos.
Causa el señor el fracaso,
De los dichos deslenguados

Y es la luz que enciende la letra.
La que ilumina al poeta.
La que receta profetas.
Y enseña la letra a los niños,
De los Lares
Que más que tiernos seglares,
Parecen Ángeles celestiales.

*****

Y a ese efebo sin camino,
Dios le enseña el destino,
De una vida encadenada.
Al trabajo y la morada,
Pues la mejor respuesta,
No es la dada.
Es la que aprende el efebo,
Tras correr contra el destino.
Ya que siempre va detrás,
Cuando sigue ese camino.

Y es el espejo del alma,
Todo lo que el corazón aguarda,
La pareja enamorada,
Y esa luz que enciende las palabras.
Juramentos sagrados,
De amor y fe a la vida

*****

Si consigues ver la vida,
Como un juramento sagrado.
Serán tus palabras,
Tus manos sin duda,
El mejor legado.
Para seguir a bien el camino,
Y no perseguir la vida.

La luz ilumina mis pasos,
Es la que ilumina mis días.
Y convierte al ser humano,
En el mejor soldado,
Luchador de la palabra,
De la luz Entre marañas
De escondites y deseos

Mi arma es la palabra,
Y mi arco señor tus deseos,
Ilumíname el camino.
Y enciende mi palabra,
Para que en mi lucha,
Las únicas bajas.
Sean las falsas apariencias.
La mentira y la falacia.

Y con esta humilde semblanza.
Te pido Dios que sea mi fe,
La luz que enciende la palabra,
Las palabras de un poeta.
Y que hagan fugaz la rabia.
Para encontrar la receta.
De esta vida encorsetada,
De la que perdí indicaciones,
Una vez me hice mayor.

Enciende mis palabras por siempre,
Enciende mis palabras.
Porque eres tú el autor,
Y yo el actor de esta obra de amor.





La niña de ojos grandes

La niña de ojos grandes
la playa siempre observó
con esos tiernos ojos verdes
grandes como el sol.

Entre gracias y alegrías,
se iba haciendo mayor;
los grandes ojos verdes,
comprendieron el dolor.

De semblante inquieto
las muecas y burlas
como modo de expresión,
la niña de ojos verdes
se iba haciendo mayor.

Un disgusto tras otro
convirtieron sus zapatos de charol
en escaleras de tacón
para subir al cielo, pensó.

Entre glorias, derrotas….
se iba haciendo mayor.

Ahora quedan los recuerdos
Y los grandes ojos verdes
que no olvidaron el calor.
En esos primeros años,
que fueron la mejor opción
Para olvidar el dolor,
La niña-mujer se arropo con su destino,
Y encontró al fin su camino.
Y sorprende que esa niña sea yo.








1405.- TOMÁS MARTÍN SERNA



Tomás Martín Serna
Nacido en Linares [Jaén]; tres hijos; profesor de Enseñanza Secundaria desde 1989; ha estudiado teatro en la RESAD; actor y director teatral,fundador del GRUPO DE TEATRO AQUELARRE [1982-1991]; actor en cortometrajes y series de ficción. Autor de 8 comedias dramáticas representadas por AQUELARRE [no publicadas]; articulista desde 1984 en distintos medios: periódicos, revistas,boletines,Internet..
Miembro y/o colaborador de distintas asociaciones culturales y artísticas de Madrid.







SI YO FUERA POETA...

Jamás escribiría versos de amor evanescentes,
como expresión de un estado sutil enajenado.
Ni cantaría loas a la vida,
exaltando el gozo de su belleza, en un mundo cruel y amenazado.
Ni versaría sobre ese cínico espejismo, que los ingenuos 
e inocentes llaman amistad, intentando exorcizar la inevitable soledad.
Si yo fuera poeta [uno más entre los llamados o los pocos elegidos],
que engalanan y abrillantan las palabras, por caminos frondosos, 
idílicos y almibarados, mostrando la nobleza del alma arrebatada.
A lo mejor, quién sabe, escribiría bellos poemarios,
y, hasta es posible, serían publicados.
Y,¿porqué no? obtendría algún premio prescindible.
Pero, lo siento, no soy poeta:
sólo sé escribir -y no muy bien- de forma prosáica.
Y demasiado mayor,a mi pesar, para poder evitar reirme sin crueldad
de los Romeos que adoran a sus Julietas;
y de las Julietas que idolatran a sus Romeos,
en el efímero tiempo de una estrella fugaz; para volver a empezar 
cuando el sueño se acaba.
¿Y cómo cantar a la vida cuando no es más que un corto tránsito 
a la muerte?, un camino tortuoso empedrado de dolor,fatigas,
infelicidad, mala suerte,injusticias...para los más;
mientras los menos -elegidos de los dioses y demonios- se ceban 
y gozan en sus jaulas doradas.
¿Y qué decir de la amistad?:
me carcajeo de los que presumen de tener `muchos amigos´,
confundiendo y ensuciando esa palabra sagrada con artificios 
y sucedáneos banales.
Los AMIGOS [de verdad: sobran dedos de una mano para contar 
los que llenan una vida...
En fin, no soy poeta; sólo sé escribir en prosa, y no muy bien.
Y, perdonadme, no lo puedo evitar, cuando escribo prefiero 
hacerlo para escupir en la cara a la mentira, a la hipocresía, 
al engaño, a la manipulación, al abuso, a la corrupción, 
a la falta de ética, a la injusticia...
Sí, ya lo sé, mi `batalla´ es inútil y estéril....pero, lo siento, 
qué le voy a hacer...
no soy poeta.





M U T A N T E S

Llegarán, poco a poco y en silencio,
casi de forma imperceptible
se esparcirán por la faz de la Tierra,
sin que nada ni nadie pueda impedirlo.

Destronarán, por fin y para siempre,
al letal y Gran Depredador,
a la cruel y destructiva criatura
de paradójico y cínico nombre:
homo sapiens; así denominada.

Y arrojarán al abismo de la memoria
sus odiosas costumbres de engaños y mentiras,
de vilezas y perfidias, de abusos e injusticias…
convirtiendo las guerras en pesadillas del pasado
borrando las fronteras, quemando las banderas.

Respetarán a sus semejantes, vecinos o lejanos,
y la palabra solidaridad no será una entelequia,
limosna de `onegés´ ni artificio filantrópico.

Impedirán la existencia de iluminados y redentores,
de sátrapas y demagogos, de corruptos y tiranos,
de farsantes de vocación y políticos de ficción.

Erradicarán del corazón y la mente
los fanatismos culpables de fratricidas luchas,
exigiendo el armisticio infinito y sin tregua
entre Dios, Alá, Jehová… y demiurgos adjuntos,
y los Sumos Sacerdotes serán desposeídos
del poder de sus miedos, del yugo de sus profecías.

Transformarán al planeta en el hábitat ansiado,
abriendo los desagües en la tierra y el cielo
para limpiar la insoportable inmundicia
por el Gran Depredador acumulada y creada,
por su insensatez y codicia, por su ambición y avaricia.

Cierto es que nada de esto ocurrirá mañana,
ni tampoco en un futuro cercano….
pero tened presente que en un tiempo impreciso,
en un mañana soñado: sin duda llegará.

Sólo hay que esperar a nuestros sucesores,
a los hombres distintos,
a los hombres distantes,
a los necesarios y deseados MUTANTES.

Yo así lo espero, yo así lo creo,
y sé que tú ni yo los veremos…
pero, por los hijos de tus hijos,
más te vale, muchacho, confiar tú también
en que así debe ser,
en que así puede ser
y en que así será.





SIEMPRE NOS QUEDARÁ EL MAR 

El crepúsculo extiende su rojizo manto
envolviendo con delicado fulgor
la visible y cercana naturaleza
y el inaprensible y remoto horizonte. 
Una ligera brisa primaveral
continúa su gratificante labor
y con lúdica delicadeza
hace danzar la cometa
de unos alegres niños
en la casi desierta playa.
Sentado en una pequeña roca,
a pocos metros del mar
leo en solitario el periódico,
alternando mi atenta visión
de sus desastrosas noticias
con la fascinante contemplación
de mi querido Mediterráneo.
La crisis persiste inclemente
en su destructiva misión
de arrasar como un cruel tsunami
el presente y futuro de la gente.
Allá lejos, un frágil velero
navega con ajena indolencia
a un mundo triste y desolado
por su angustiosa situación.
Las escasas gaviotas
acarician con sus alas
en su grácil y veloz vuelo
la blanca espuma de las olas...
`Sigue imparable el desempleo,
las Bolsas se hunden sin remedio,
los mercados financieros agreden,
las empresas no levantan cabeza,
las `primas de riesgo´ se inflaman…´
y sin pudor ni piedad
los ajustes y recortes sociales
decretados  por gobiernos ineptos 
sodomizan a media Humanidad.
Me contengo a vomitar
ante tanta injusticia y codicia…,
cerca de mi una papelera
es la digna receptora
de tan infame inmundicia.
Deposito allí el periódico
y paseo descalzo por la arena;
mientras allá lejos, el disco solar
se hunde en el horizonte
como un viejo dios abatido,
con una belleza infinita
en su cósmica solemnidad.
Suena el móvil....,
es mi compañera de alma (y cuerpo)
que reclama mi compañía
rescatándome de mi soledad.
Dirijo mis pasos hacia ella
caminando por la playa
con el agua mojando mis pies,
y con la firme convicción
de que pase lo que pase...
siempre nos quedará el mar.






VENDRÁN DÍAS MEJORES.....

El silencio, pesado y cálido, 
envuelve la habitación.
Son las dos y pico de la madrugada
y una suave brisa se cuela por la ventana
intentando, tímidamente, abrazar la cortina.
Ya estamos en Junio: otro verano más,
que pronto ocupará su lugar
en el archivo de la saturada memoria,
¿será mejor o peor que los anteriores?
Sonrío ante la pueril cuestión;
enciendo, sin ganas, otro cigarrillo
y salgo a fumarlo a la terraza
con la ingenua y absurda ilusión
de que la luna –o las estrellas, da igual-
inspiren mi pobre y estéril imaginación.
Comencé a escribir hace dos horas
y apenas he avanzado unas líneas
de mi nueva y maldita comedia.
Fumo despacio, acariciado por la brisa;
llega un coche y aparca bajo mi terraza.
Apaga el motor y las luces….
y, lo siento, vivo en un primer piso
que aliado con el silencio atenuante
me hace oír un sollozo entrecortado
acompañando a un diálogo susurrante.
Al rato sale una joven del coche,
permanece junto a él un instante,
una voz viril emerge  de su interior,
su tono es crispado, duro, amenazante...;
arranca el auto y desaparece en la noche,
la mujer, inmóvil, lo mira alejarse.
Luego camina lentamente hacia su portal
limpiándose las lagrimas y se funde en él;
y yo continúo fumando indiferente,
esperando la caprichosa
y voluble inspiración 
que no da la mínima señal de aparición.
Una estrella fugaz se deja ver levemente
mientras la luna llena, radiante y rotunda,
continúa colgada con enigmática arrogancia,
sin puñetera intención de querer ayudarme.
Por un instante, y sin poder evitarlo,
intento adivinar la causa o razón
de las lágrimas de la triste joven…
La brisa arrecia y un ligero escalofrío 
me hace volver de la fútil evasión….
Decido irme a la cama pensando
que una noche perdida,
(una más entre tantas)
tampoco es un cataclismo,
y, seguro, vendrán días mejores,
para mí…. y para la triste joven.







H E R N Á N

Tiene mis genes y no es mi hijo, 
 es pequeño, blando, delicado y frágil, 
 sus ojos: oscuros como el azabache, 
 derriten mi corazón cuando me miran 
 y no es posible provocarme más ternura, 
 ni más nostalgia (en ciertos aspectos) 
 por un pasado lejano, distante y difuso.

Su semejanza conmigo no ha lugar, 
 quizá, cuando crezca, quién sabe…. 
 (nada me impide ese pensamiento iluso)

Mentiría si dijera que al nacer 
 era el bebé más lindo del mundo; 
 más que nada porque ninguno lo es… 
 (opinión innecesariamente compartible)

Su nombre, de aventurero conquistador 
 y rapiñador áurico de aztecas masacrados 
 -del que me declaro irresponsable-, 
 tampoco, en principio, fue de mi agrado.

Solo tiene unos meses, pocos, 
 y cada vez que lo miro, 
 me conmueve con su mirada y sonrisa 
y creo, que en todas las galaxias posibles: 
descubiertas, ocultas, imaginadas o soñadas
 pueda existir un bebé más guapo 
 y con un nombre más bonito que el suyo…

Y claro, su madre (mi hija) 
 está convencida de que nunca, 
 jamás, en la vida… 
 he dicho ni diré 
 una verdad más grande.