Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 4 de octubre de 2012

1396.- JESÚS AMAYA



Francisco Jesús Amaya Vigil-Jesús Amaya- nació en el pueblo alpujarreño de Pórtugos , en la provincia de Granada, a las doce de la noche del veinticuatro de diciembre de 1.954.
Con un año de edad se trasladó junto a su familia a la ciudad de Granada, donde realizó sus estudios de bachiller en el Instituto Padre Suárez, Academia Isidoriana y colegio San Isidoro.
Estudia Magisterio, su gran pasión, en la Escuela de Formación del Profesorado “ La Inmaculada” del Ave María de Granada y desde su graduación trabaja como maestro de escuela en el colegio Ave María San Isidro, Granada.

OBRA LITERARIA

POESÍA

El Aire trajo Tiempos sin Espacio .Ed. Ficciones Revista de Letras. Granada, 2006
Todos mis nombres son Aire .Ed. Alhulia, Granada, 2011

PREMIOS

1997
Premio a la colaboración por su participación en el
XVII Certamen Teatral del Marquesado (Aldeire, Granada)
2003
1er Premio de Poesía Senior en el XXVII Certamen Literario de Poesía y Relato Corto
“Castillejo-Benigno Vaquero” (Pinos Puente, Granada)
2003
1er Premio de Poesía en el 9º Certamen Literario “Enriqueta Castilla” (Zujaira, Granada)




La memoria de un hombre está en sus besos.
Vicente Aleixandre

Como una derrota de luz vencida,
como una voz agotada, como un velo
hurtando la esperanza, como un cielo
que ajeno a ser empieza, así mi vida,

como una red de arista embravecida
que te empuja a no ser nada, sin vuelo;
como un ojo sin luz, como una perdida
ternura de no sé qué anhelo.

A veces tengo un llanto enajenado
que me desgarra el cuerpo hasta el vacío
buscando la luz y a la luz cerrado.

Qué canto del alma éste tan buscado
con este latido de aire tan mío
y con los ojos claros no encontrado.








Silencio del verde que todo lo cubre,
claro de luz de las palabras no pronunciadas,
belleza negra con alas,
yunque de agua,
clavel del aire
de todas las cosmogonías,

escudo silente,
nunca afronta,
nunca eco,
así fluyes,
amor,
dios vivo,
inmenso azul.

Ciudad de Caguas,
Puerto Rico.






No hay vida más allá de ti.

Lejos de tus ojos
la nada dibuja la extensión que me limita;
mis palabras enmudecen
lejos de tu boca;
se detiene el tiempo sin tus manos,
en tu piel mi corazón descansa.

No hay vida más allá de ti.

Lejos de tus manos
mi vida es un juego de miedos,
la muerte fija su tela de araña.

Mi vacío se agiganta
lejos de tu cuerpo;
sin tu ternura se seca mi rostro,
sólo tu canto dibuja mi nombre.

No hay vida más allá de ti.
No hay vida.

La soledad es estar sin ti,
admitir que tal vez no seas,
que no haya quien me nombre.

No hay vida más allá de ti.






HOMBRE TIERRA, HOMBRE AIRE

a mi padre,
de cuerpo presente,
madrugada, 12 de enero de 2003

Hombre tierra, hombre aire,
hombre pan, hombre árbol,
hombre viento, hombre Adán,
hombre hombre,
desde mi corazón nacido al llanto,
temblor de luna sostenida y campo de amado silencio,
en el instante de tu muerte
cuando te contemplo olvidado de la mano del mundo
comienzo mi canto:

Tu grandeza nunca llegó antes de tu muerte.
Te lo secuestraron todo.

Elevaste hasta tus ojos
la fatiga de un mundo de toros sin cabeza
y en aquella angustiosa noche
te preparó el aire
para la definitiva senda de acequias y bancales
de tu tierra de vinagre.

En tu hermosa frente
no pudo el signo de la luz asesinada borrar al hombre,
se dibujó una paz antes nunca conseguida,
un clamor de voces pereció contigo
y un arado de dolor quebró la tierra para siempre.

En tu antártico rostro
quedó-como un sol de agujas-el dolor silente
de tu nobleza ya extinguida
y anidó en tu sangre una luz negra
hasta partirte el alma.

Hombre hombre,
¡qué sendero de nieve sobre tu labio!,
hermoso Adán del trabajo y del silencio,
dios de la dulce mirada perdida,
flor en un mundo tan áspero.

Hermoso Adán, hombre hombre,
cuando iniciaste la marcha definitiva,
vagabundo del asfalto, Adán bueno,
eras un muerto que viajaba infinitamente solo
al más desesperante y chirriante de los sueños.

Adán Adán,
la muerte cumplió su cometido:
te llevó para siempre.

A lo largo de tu vida imposible:
corrió el caballo desbocado,
el vacío derribó tus ignorados deseos
y las arpías te ahogaron con sus lenguas de oro,

ganaste una corona de crepúsculo indecente,
el implacable abandono irrumpió sobre tu vida

y vestido de inmaculado

te llevaron tras un aire de cristal

a la linde de la tierra más ausente, la muerte.

Hospital Clínico de Granada







NIÑO DE LOS OJOS PERDIDOS

a Pablo Cecilio

Velan las hierbas
la Vega bañada en plata.
La tarde, ya tan breve, anda revuelta.
Mi corazón suspendido en un íntimo cara a cara.

Miro el cielo que amo
como absorto
como desolado
como intemporal
como volando
en medio de un campo
que es sólo existencia.

Y cuando por el inefable
mar de la memoria
inicia el vuelo mi alma:
aparece el niño de los ojos perdidos,
aparece el niño de los ojos perdidos.







UNA FORMA DE AMARTE

Una forma de amarte,
ya resuelta la terrible espesura,
es no contemplar tu semblante
y decir que tu nombre
es el tiempo de una tarde cualquiera,
una historia convulsa de ausencias,
un vértigo de amor traspasado.

Cuando todo ha sucedido
ojalá que sólo sea cierto
el silencio de la tierra.
Como si el tiempo no esperara
vengo a pedirte urgentemente que vuelvas,
que sin ti nada es igual,
que todo es ayer,

porque alguien como tú,
libre como la verdad en sí misma,
con sólo tu presencia justificas la esperanza
que sostiene mi único poema.







Entre la luz y la penumbra,
entre la nada
y la quietud perenne,
mi búsqueda presurosa
de unos ojos para verte,
en tu refugio,
en tu luz envolvente
de otro mundo.







FUENTE DE LA TEJA

...con un río discreto
y una fuentecilla.
Federico


A Wilma


Esboza el río
un abrazo de vértigo sonoro,
de enigmática quietud.
Abandonada
en un silencio espeluznante,
la hondonada abre campos de absoluta soledad.
Como un rosario
se repite el nombre,
Fe-de-ri-co,
por las copas removidas de los chopos.
Las orillas,
preñadas de rubor adolescente,
abiertas al viajero.
La tarde,
vigilante,
trae temblor de miradas.



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