Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 30 de diciembre de 2011

1095.- ANTONIO GONZÁLEZ

Antonio González (Antonio Jesús González Díaz) nació en Sevilla en 1971. Es Licenciado en Ciencias Económicas y profesor de Marketing y Gestión Comercial en un Instituto de Secundaria de Córdoba, donde reside actualmente. Como cantautor, en el 2008 editó su primer disco “Principio de ilusión”, de estilo intimista y romántico, donde se percibe la influencia de sus poemas, pues como él comenta “se trata de poemas musicalizados en un intento de llegar a un público más amplio”.
Miembro del grupo poético “Poetas andaluces de ahora”, ha publicado en diversas antologías de poesía como “Genios Noveles de la Literatura Española” o “Nuevos autores de la poesía española”, así como en diversas revistas literarias como “El Celador”, “Curso de temas sevillanos” del Ateneo hispalense, o “Cuaderno de profesores poetas”.
En diciembre del 2011 ha publicado su primer poemario llamado “Color de lluvia” con Publicaciones Miami (EEUU) donde recoge más de un centenar de poemas de estilo intimista y románticos en los que el amor y el desamor confluyen unidos, y en los que el mar, la lluvia, la desnudez y la soledad aparecen como elementos indivisibles de su poética.




TU COLOR


Puede que algún día
el azul del cielo
se borre
y su color
-tu color-
sea el gris...


Como el color de la furia
del agua cuando llueve
o cuando
no me besas.


El color del cielo
-tu color-
descolorido
en el poema azul
de mi soledad.










PRETENCIOSO AMOR


Pretencioso amor que en el ocaso
me diste tus mieles y alegrías,
sabedor de que siempre es el fracaso,
el que impone su ley y su poesía.


Mas yo, bebí lujurioso de tu vaso,
con la lúgubre voz y la osadía,
de querer imponer un solo lazo,
que estrechara tu gran sabiduría.


Hoy vivo entregado a un cielo raso,
pues te fuiste, amor, sin despedida,
dejándome el corazón en el ocaso
y el amor más desnudo que la herida.












CIELO CELESTE


Si estás aquí
es porque viniste
aunque no pueda verte.
Estás aquí, invisible,
a mis ojos llorosos como siempre,
a mi tacto que no entiende del aire,
a mi cuerpo que súbitamente te pierde.
Estás aquí, enfrente,
desnudando madreselvas al viento,
vertiendo lágrimas celestes
que brotan desde tu cielo,
cielo lloroso y agreste,
cielo desde donde vienes
a traerme la flor que te di
hace ya algunos meses.
Estás aquí, invisible,
pero puedo percibir tu aliento,
tus ojos que me miran mar adentro,
tu boca que es mi boca cuando beso,
estás aquí
aunque ayer te enterré por culpa
de ese maldito accidente.
Invisible a mis ojos, a mi tacto,
a mi recuerdo ardiente,
pero mirándome desde tu cielo
desde tu cielo
celeste.


Color de lluvia: José T. García (Spanish Edition)





http://www.amazon.com/Color-lluvia-José-García-Spanish/dp/1467976733/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1324567473&sr=1-1







TIEMPO


Llegaste a mí
con los brazos abiertos
y me diste, eso sí,
tiempo.


Tiempo para enamorarnos.
Tiempo para arrepentirnos.
Tiempo que fue pasado.
Desnudez de tiempo.


Llegaste a mí
con los brazos abiertos
pero fue que viví
ajeno a tu tiempo.












COLOR DE LLUVIA


Llueve
y no estás.
Me encierro en mí mismo.
Mis pensamientos te buscan.
Océanos de fragancias
vienen a mi mente, tu olor
era así como la lluvia.
Tras los cristales contemplo
una figura. Es el tiempo que brilla
entre las hojas desnudas
del invierno. No eres.
El tiempo que llama a la puerta
para traerme noticias muertas
de ti, de las rosas, del viento,
de las cosas que quedaron dentro
de nuestros corazones heridos.
Mientras, la lluvia cae
y los segundos pasan,
y el amor florece
en otra ventana,
se humedecen los cristales
con sabor a tierra mojada,
todo es un éxtasis perpetuo
fuera de la casa.
Todo es del color de la lluvia.
Del color de la lluvia
que era el de nuestros besos,
el de nuestras almas gastadas
de tanto amor. Nunca
será como esos días
pasados en la playa.
Hoy es la lluvia
y su color
metáfora del ayer.










HIELO


Llorosos están mis ojos
mojados de tu recuerdo
son como dos despojos
camino de su destierro


cuencas que están vacías
por tanto sufrimiento
que desterró la alegría
a los placeres del viento


así que sólo la poesía
puede traerme consuelo
pues el amor, vida mía,
sólo me trajo su hielo.












QUÉDATE EN EL POEMA


Quédate en el poema,
no salgas de él
ni de su esencia,
quédate en las metáforas
que hablan de tristezas
pero también de luces
y de rosas frescas.
Quédate en la mirada
tierna del poeta,
contempla sus ojos
que, a veces, te ciegan
y otras, desnudos,
te alimentan...
No te vayas nunca,
niña, del poema,
quédate desnuda
sobre su arena,
poesía y sueños
y vida eterna
yo te prometo
si tú te quedas
-sutil, anclada,
desnuda, bella,
verso, mar,
silencio, tierra,
febril, mortal,-
en el poema.










ALADA


Cuando tu belleza suspire
en el pasto de los recuerdos
y las sombras atesoren
tu límpida mirada


entonces


serás alada.












SIEMPRE


Siempre
habrá un momento
en nuestros corazones
para recordar aquel instante
en que florecieron los besos
y se adornaron los labios
con epítetos de amor
que nacieron al albor
de aquel instante
en que los ojos
se miraron,
nuestros
ojos.












SI DEL SUEÑO…


¡Si del sueño me vais a sacar
sacadme junto a mis huesos,
que el sabor de sus besos
se mezcle con mi soñar
pues soñé que salí ileso
de su profundo besar
y sólo, sólo mis huesos,
saben llegar al mar!










A ESE NIÑO DE OJOS AMORATADOS


Esos ojos cerrados por el llanto.
Esos labios agrietados de sufrir.
Esa mirada tuya que es de espanto
y tan sólo comenzaste a vivir.


¿Quién pudo silenciar pronto tu canto
condenándote a un infierno ruin?
¿Quién puede odiarte en la vida tanto
como para desear tanto tu fin?


No lo sé...Sólo sé que eres libre
para gritarle al cielo tu esperanza
y esperar que la llaga cicatrice.


Que la bondad de Dios todo lo alcanza.
Que Dios nos hace libres y felices
aunque el hombre nos hiera con su lanza.










TU CUERPO DESNUDO


Convexidad del verso puro
en las rosas del estío.
Así es tu cuerpo desnudo.
Profundidad del vacío.












AMIGA POESÍA


Amiga poesía,
te doy las gracias
por ser tan bella,
porque me sacias
con tus estrellas
y con tus rosas.


A veces prosas
como centellas
mi pluma lanza.
Eres tan bella
que sin quererlo
mi alma alcanzas.


¡Felicidades!
Son tus verdades
mis esperanzas.




jueves, 22 de diciembre de 2011

1094.- TOMÁS ILLESCAS

TOMÁS ILLESCAS
Tomás Illescas Ferrezuelo nace en Córdoba, en 1965. Comparte aficiones tan dispares y poco comunes como la poesía y la micología. También cultiva la fotografía, siendo miembro de la Asociación de Fotógrafos de la Naturaleza de Córdoba (FONACOR). Actualmente reside en Córdoba.
Pertenece a la Junta Directiva de la Asociación Cultural Soñando Caminos, con sede en La Puebla de los Infantes.
Como miembro de esta asociación, recibe el premio “Giraldillo de Honor Cultural 2008” por parte de la Asociación Curso de Temas Sevillanos, por su labor divulgadora de la poesía.
Ha participado en varios recitales colectivos de poesía en dicha localidad y en Sevilla.
En 2010 recibió el V Premio Literario “Saigón” de poesía, concedido por la Asociación Cultural Naufragio (Lucena), a la que termina asociándose.
Colaborador (poemas, fotografías) en la revista Aldaba de la Asociación Cultural Itimad, de Sevilla, y en el blog VERSO LIBRO, de Nuño Editorial.
Como agitador cultural organiza el recital “Poetas andaluces de Ahora” (2 de agosto de 2011), en colaboración con la Asociación Cultural “Soñando Caminos” y el Ayuntamiento de la Puebla de los Infantes.
También coorganiza, junto a la poeta Ana Santaella, el recital “Cargada de futuro: 100 mil poetas por el cambio en Córdoba”, que se realiza en La Casa Azul (Córdoba), el 24 de septiembre de 2011, enmarcada en la iniciativa mundial “100 Thousand Poets for Change”.


http://www.bigbridge.org/100thousandpoetsforchange/?p=5375


Como visitante de la revista digital Groenlandia, colabora habitualmente en sus números tanto con poemas como con fotografías. En 2011 ha publicado en su web, también en formato digital, su poemario “Emisión Analógica”:


http://www.revistagroenlandia.com/PDF/emision-analogica.pdf


“Emisión analógica” consigue que visualicemos algo más que una imagen pasada: también la emoción. Aquí la soledad es tan importante como la tecnología, podríamos decir. Quizá el paso del tiempo nos vuelva a todos un poco más solos. Lo
analógico demuestra esa soledad porque ayuda a visualizarla Irremediablemente.
(…)
Poemas que van directamente a la memoria, a través de historias exactas, vividas por todos y sentidas para siempre. Poemas de Tomás Illescas que nos mueven hacia un pasado que deberemos considerar, a partir de ahora, en digital.”
Del prólogo “Las altas horas de la madrugada”, de Julián Cañizares Mata








POÉTICA


La poesía de Tomás Illescas es una poesía impura, tan ecléctica como sus gustos musicales, que pretende llegar directamente y sin anestesia a la sensibilidad del lector.


Es una visión del mundo a veces reflexiva, a veces sarcástica, a veces tierna, a veces dura.


El poeta simplemente vive, o procura vivir, y de vez en cuando, en los momentos en que sus ocupaciones se lo permiten, refleja las imágenes que recogen sus sentidos. Con ello no busca dinero (lo cual sería imposible para un poeta), ni fama (lo que está reservado para unos pocos elegidos). Busca algo que quizá es lo más difícil de conseguir en nuestra sociedad tecnológica: la COMUNICACIÓN.












PERSONA


He sido sublime. Vil y sublime
como todo humano).
Aparte de eso, ¡cuántas personas
he sido en una sóla!


He sido un traductor de cartas comerciales
que, en sus muchos días libres,
era el auxiliar de contable
que plasmaba en los libros
el desasosiego de una vida anodina.


He sido el ingeniero que deseaba ser
masoquistamente el pirata y sus víctimas,
que se queda en el muelle viendo partir el barco
que oblicuamente lo llevará a África,
sintiendo que un volante
(dentro de él) se detiene.


He sido el pastor que nunca
guardó ningún rebaño,
que en la naturaleza busca su metafísica
natural sin metafísica.


He sido un solitario anónimo en el Chiado,
pasando del estanco al café en el que sigo,
tomando inmóvilmente
mi copa de aguardiente.


He sido Hamlet para tí, Ofelia:
el único amor que he fingido.


Todos estos años he vivido exiliado
bajo el nombre de Ricardo Reis, pero ya intuyo
-los Dioses me sean leves-
que se acerca el instante:
dadme mis gafas. Llamad a mis personas.


Lo único que siento ahora es no saber
lo que traerá el mañana.














UN POEMA MÁS DE LOS DONES


Por cada uno de los días en que todo comienza y termina,
por los textos de Borges –que son el verdadero Aleph-,
por el otoño, que nos brinda la melancolía y la fértil lluvia,
por los libros una y otra vez releídos, y por todos aquellos
sobre los que nunca podré posar mis ojos,
por la mar de Cádiz, donde para siempre quedó mi niñez,
por el olvido, que nos hace seguir adelante
a pesar de la muerte amenazante,
por el latín cambiante que hablamos,
por el rojizo tronco del alcornoque
y su oculto tesoro de hongos diversos e irisados,
por Iberia, por Bética y al-Ándalus,
por algunos amigos,
por los seres vivos que incesantemente extinguimos
aún antes de haberlos conocido,
por la felicidad, fugaz e inalcanzable como el horizonte,
por el animal que, agazapado, aún se oculta en nosotros,
por la mujer que será la primera en leer este poema,
por la inmortalidad, esa ilusión que mueve
a hombres y mujeres a crear y avanzar,
por los cotidianos milagros del agua transparente
y del pan horneado –de los que muchos carecen-,
por la filigrana de plata y el oro del Carambolo,
por el sueño y los sueños que nos renuevan,
por el amor y el sexo, caras de la misma moneda,
por Mertens y su música elástica, intensa y metódica,
por mi padre y mi madre, encerrados ya en sí mismos,
por ese cadáver exquisito que, con desigual fortuna,
componemos entre todos, llamado Poesía,
por el primer café de la mañana y el último vino de la noche,
por mi apellido de árabe o judío converso,
por mis hijas, que me odiarán, y a las que quizá
termine inspirando ternura,
por los hijos de sus hijos, a los que no conoceré,
por el paraíso que fue Sierra Morena
y que, a pesar de la obra humana, volverá a ser,
por el Guadalquivir, por el que discurren todos los ríos,
por el papel blanco y la tinta negra,
por Vallejo y Neruda y Pessoa y Cernuda,
por la Judería, en cuyo laberinto de intrincadas
callejas y tabernas he llegado a perderme,
por el calor mitigado del Sol,
por la Luna, que nos acompaña fielmente,
por la dehesa en primavera y sus moteadas orquídeas,
por no haber nacido en uno de los infiernos de este mundo.
Gracias por todo ello -y todo lo que callo-
doy al sutil azar, supremo creador
de todo lo existente, lo pasado, posible o improbable
en cada uno de estos días
en que todo comienza y termina.












EXPAÑA


Un país
-o muchos
países en uno-
que limita
al norte
con la riqueza,
al sur
con el desierto,
al este
con la Historia,
al oeste
con su pasado.


Un país
donde nunca llueve
lo suficiente, o llueve
demasiado.


Un país
donde nunca
llueve a gusto de todos.


Un país
con eternos y cíclicos
reyes, pícaros, nobles.


Un país
que, alternativamente,
busca la libertad
y las cadenas.


Un país
cuya historia
parece de risa
pero es de llanto.


Un país
que en alguna ocasión
ha logrado ser grande.


Un país
capaz de la Inquisición,
de la Mezquita,
del Quijote.


Un país
lleno de unos seres
extrañamente alegres
llamados españoles.


El país
más al norte de África,
más al sur de Europa,
más al este de América,
y más cerca
del fin de la Tierra.














Llegamos tras arduas jornadas de marcha…


Llegamos tras arduas jornadas de marcha
a la provincia hispánica que riegan
Betis, Salsum y Singilis,
levantada de nuevo contra César.


Cruentas fueron las guerras civiles
entre él y Pompeyo,
y tan digna de elogio
o de repulsa una u otra causa
-dictador u oligarcas,
quien pierde en todo caso
el pueblo llano es-.


Una a una cayeron las hermosas ciudades
bien situadas y prósperas: Ategua,
Ucubi, Munda y finalmente Corduba.


Si en sus campañas César siempre usó de valor
y de benevolencia ante el vencido,
de quien supo ganarse su respeto,
en ésta dejó sólo destrucción
y exterminio movidos por el odio.


Nunca me había sentido
como hoy, asesino en lugar de soldado
-hubo un momento, en el saqueo,
que dudé entre atacar a un defensor
aterrado o al legionario ebrio
de riquezas que apoyaba mi flanco-.


Ahora vivo asentado en la feraz campiña
de Ulia la fiel, viendo crecer el trigo,
el olivo y la vid, y ocupando los días
en la caza de sus espesos montes,
sin señor ni caudillo al que deberme.


Amo a una ibera de ojos profundos,
fiel como la muerte que en tantas ocasiones
me acompañó en el campo de batalla.


Otros pueblos vendrán que darán a esta tierra
merecido esplendor en lugar de rapiña,
y nuestras orgullosas construcciones
servirán de cantera para sus edificios.


Yo, Cayo Quinto, que fui
decurión de la X Legión
al servicio de César.












YO YA NO CREO EN LOS REYES MAGOS




Uno empieza a hablarles
de Reyes Magos que, misteriosamente,
llegan a (casi) todas las casas
en una sola noche.


Que –con la ayuda de la oportuna
cohorte de pajes- leen todas sus cartas,
prolijas relaciones
de ilusiones.


Y ven las cabalgatas
de purpurina y de papel de plata
de irisados colores, la incesante
lluvia de caramelos y juguetes baratos.


Cómo no van a creerlo,
si al día siguiente,
por regla general, se cumplen sus deseos
al abrir los paquetes.


Después, con los años, pasa
lo que pasa:


lo mejor que puede sucederles
es que sean convencidos
monárquicos.









lunes, 19 de diciembre de 2011

1093.- ALBERTO GONZÁLEZ CÁCERES








Alberto González Cáceres (Alcalá de Guadaíra, SEVILLA 1953-Monsaraz, 2009)




Rebusco y rebusco y vuelvo a rebuscar, tal que la coplilla infantil, entre el berenjenal de los papeles –propios y apropiados- de Alberto. La líneas que siguen a modo de versos (a mí todo me parece completamente estrafalario), son la transcripción de una de las letanías que pronunciaba un vecino suyo, Aníbal Costa, ya fallecido también, a quien en Monsaraz conocían como el «incurável» (metaplasmo: «el loco incurable»). Eso es lo que dice Alberto en una anotación grapada al texto. Pero aunque hay constancia de la existencia de dicho «incurável», estoy convencido de que todo es del propio González Cáceres. Y a él lo adjudico: él sí que era un verdadero incurable. (Mario Cortés)




LA PRÉDICA DEL INCURABLE


No estoy para bromas
de mal gusto.
Nunca lo estuve,
por más que las haya aguantado
por cientos; no, por miles.
Mejor dicho, no estoy para bromas
sean de la clase que sean.
Las bromas no traen nada bueno, siempre
tienen malas consecuencias.
Una vez, de broma,
ofendieron a mi madre,
y a mi padre.
La boca del bromista
no la rompí de broma,
aunque algunos hicieron bromas,
pasado el momento,
sobre dos dientes en el suelo
bañados en sangre.
Otro día alguien quiso
divertir a un pisaverde,
pero a costa de un amigo,
y de mí, de nosotros.
Yo le dije al bellaco:
«Te voy a arrancar la cabeza de un puñetazo».
Vio el vil clara la posibilidad,
por mis ojos, por mi tono,
y arrió velas en un soplo.
Yo nunca he sido violento, no,
y espero morirme sin llegar a serlo.
Pero no me vengan con bromas
injustas, hirientes, ridículas.
No me digan, por ejemplo,
«¿Qué vas a hacer con el dinero?»,
o «¡No tienes hijos que mantener!»,
ni «¡Qué bien vives!».
No tengo hijos, ni dinero, pero,
por favor, no quiero que me den bromas.
No aspiro a nada, sino a pasar
por el tiempo lo mejor posible,
lo menos mal que se pueda.
Si quieren, ni me hablen. Ni hablen
de mí cuando doblo la esquina.
No soporto las bromas, no quiero
nada con chistosos.
Bastante tengo con esa broma
pesada y larga que es la vida.












POR SI FUERA POCO (*)


Pero llegó el hampa
con carta blanca, alentada,
protegida por sus cómplices,
colocando a mansalva
drizas fuertes, enganchadoras
como perchas de caza
que dejan colgados
pájaros ilusos, torpes,
fáciles como trofeos infantiles.
Los de abajo, más que nunca,
hubieron de cubrirse
de las tinieblas, huir
de los espectros de carnes huidas
y seso habitado por estalactitas de pus.
Arriba, algunos, no, muchos
amasaban el fruto
del espanto, de la sangre podrida,
del dolor de cada madre,
de la ignominia desatada
sin límites visibles.


Fue la explosión que ahogó
juventud y rebeldía,
el boom que sirvió
de freno a tantas cosas.
De nariz vesánica y vena alanceada,
Madrid no fue ya capital
de la gloria sino el infierno.
Hombres y mujeres, barrios enteros
acabaron ocupándose
de aquello que no tenía remedio,
de aquello que arruinó
vidas, las vidas, todas las vidas.
Pero no las de los de arriba.


Por si fuera poco,
de un lugar nebuloso, satánico, evasivo,
lleno de frascos y probetas,
de dólares ponzoñosos,
de microscopios que sólo ven
lo que conviene ver,
de cobayas aún no humanas,
vino, no, nos trajeron,
a nosotros, a todos,
potente, laberíntico, esvástico,
un virus nuevo, novísimo,
el último grito en virus.
Lo hicieron y lo soltaron, eso pasó.
Es lo que nos ha pasado, lo que nos pasa.
¿Qué merecen sus autores, de profesión asesinos?
El Nobel, y colgarlos.


(*) Este texto de Alberto fue escrito poco después del suicidio de Urbano Uribe de Urvando, aquel su amigo que optó por tal salida al creer que había contraído, por vía sexual, el SIDA, lo que creo ya haber referido. (Mario Cortés)
















FIN DE LA MADEJA ( * )


Cuando el sexo ya ceja
de latir entre ceja y ceja,
cuando ya cada paso
se convierte en queja,
cuando alumbra el ocaso
el fin de la madeja;
entonces, oh vida aún presente,
todo me sabe a fracaso:
lo conseguido y lo acaso,
lo posible y lo urgente,
lo que palpo y lo ausente.


La enfermedad, la torpeza,
el fastidio del hastío,
el cansancio, la pereza,
en fin, todo este desvarío,
me trata con suma crudeza.
Y pienso, sin nada de tristeza:
mejor irse en un suspiro,
darse a la fuga con presteza.
Y puesto que abasto firmeza
para cumplir lo que aspiro,
ya, oh vida, en tu seno expiro.




( * ) Se trata, muy probablemente, de la última composición (no fechada) del alcalareño Alberto González Cáceres, cuando ya tenía decidido —firmemente— el suicidio. Que éste no llegara a producirse se debió al repentino agravamiento de la enfermedad y la inmediata muerte. (Mario Cortés)








TERCER AVANCE: LA DESTILACIÓN DE LA VIDA. Alberto González Cáceres (2009).
Publicación «post mortem». Texto cedido por Mario Cortés (2010)




Decir Olgo Laurel Verdín es decir palabra. Recuerdo ahora que una tarde, siendo Olgo muy joven, se hallaba con dos amigos tomando café y ligados. Largo plural el de los ligados. A sus amigos, el aguardiente parecía producirles el efecto contrario al acostumbrado, es decir, que habían quedado sin habla y en profunda quietud, limitándose al fumeteo, al libamen y a escuchar a Olgo, a cuya disertación asentían delicada e ininterrumpidamente. Pero Olgo necesitaba ampliar el auditorio, compartir con más humanos sus… lo que fuera. Así que, respetuosamente, como siempre, se dirigió a un arriero (aún los había) que, sentado y cabizbajo, asistía un tanto perplejo al parlamento: «¡Amigo! ¿Qué es para usted la palabra?». El arriero tardó un poco en levantar, y no del todo, la cabeza, y miró al grupo sólo cuando terminó su respuesta: «La palabra es una cosa que si se da hay que cumplirla». Olgo comprendió muy bien aquel día lo de Agamenón y su porquero.


Eso sucedió en aquellos años en que a Olgo le venían como dedil a un dedo estos versos de Rubén Darío:






¡Oh, terremoto mental!
Yo sentí un día en mi cráneo
como el caer subitáneo
de una Babel de cristal.






Unos años después, pocos, estos otros le resultaban pintiparados (mas no se quiera encontrar en el cuarto verso relación alguna con el tabaco ni con el anís tipo Cazalla):






Que lo que diga la inspirada boca
suene en el pueblo con palabra extraña;
ruido de oleaje al azotar la roca,
voz de caverna y soplo de montaña.






POEMARes, CARMINAntes, poemas sueltos, versos libres, senderos abiertos libremente, amores de libro, libros que son amores hasta que la muerte o haberlos prestado los separe, penalismo, acusados, juzgados, reos y absueltos, recuerdos de un polvero de Alcalá, dicha de la poesía dicha, cuerpos y mentes en viajes con destino humano… Dispensen, pero esto es una necrológica, no una biografía, así que no podrán encontrar aquí una relación, ni sucinta ni somera, de los hechos que Olgo llevó a cabo en su relativamente corta vida. Pero sí, ahora reparo en que he dejado sin señalar una de las actividades preferidas por Olgo: la fotografía. Podría haber escrito, por ejemplo: imágenes retenidas en tres retinas... Uno, que lo único que sabe del tema es que en las fotos sale lo que está delante de la cámara, puede sin embargo opinar que sin su compañera Laura Delarte Pimpante, sin la inspiración contagiosa que emana de esta Artemisa verdadera (no como la de Éfeso ni la del Halicarnaso), ama poética y dueña real del realismo mágico fotográfico, difícilmente Olgo hubiera podido alcanzar el nivel que logró. Hay que decir, por si acaso, que jamás Olgo se ufanó de sus realizaciones fotográficas. La modestia siempre casa muy bien con lo comprobable, como ya dijo Pepito Hoys sacudiendo el inexistente polvo del asiento de la Guzzi y sonriendo.






Olgo ha caído, descendido o ascendido, da igual, cuando más estaba aportando a la industria de la comunicación eléctrica en su versión más apropiada para la culturización, si no de las masas populares, sí al menos de algunas masas encefálicas (no confundir esto con la pseudocultura fálica visual que es la única que alguna gente adquiere en internet). Puede que de haber vivido algunos años más, Olgo hubiera conseguido que su Carminante se convirtiera en el Sitio por excelencia. No el sitio para quedarse o para que lo dejen a uno, ya saben a lo que me refiero. Si otros blogs son hechos por y para anacoretas mentales, Carminante, aun contando con elementos anacoréticos, siempre inevitables y a veces saludables, ha sido una verdadera bibliofototeca en la que realmente había libertad, libertad concreta, no abstracta y volátil.






Digámoslo solemnemente: Alcalá ha tenido, hasta ayer como quien dice, un amante que la ha querido con pasión, aun sabiendo que no obtendría correspondencia, que así es como son los amores poetizados, nunca los reales, lo que revela el culmen hasta el que llevó Olgo la poetización de su vida: a la materialización de lo inaudito. Puede comprobarse, si se es capaz de observarlas evitando los médanos del prejuicio, que muchas de las actitudes de Olgo hacen tambalearse no pocas certidumbres con marchamo científico.






Tampoco Olgo aspiró jamás a ser admitido en comilonas de tartas repartidas, ni en banquetes egocéntricos, centrípetos y centrifugados al mismo tiempo, tampoco en desfiles de apariencias. No le iban, no, los círculos que tuvieran más de viciosos que de circunferenciales.






No es que no tenga yo más libros de poesía a que recurrir, pero es que Darío, el Supremo, parece que conoció a Olgo:






Por eso ser sincero es ser potente:
de desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye en ella.






Ahora que ya Olgo Laurel Verdín es conducido hacia la otra orilla por medio de aguas que de tan oscuras y aceitosas han de resultarle familiares, la Poesía no está de luto, ni Olgo será llevado en parihuela de cañas de bambú del este de Kerala envueltas en sedas de Antioquía, ni será cubierto de pétalos de trinitarias de la parte media de los Países Bajos, ni una dama lusitana de larga cabellera le espera, junto a la torre de Belem, con un laúd en las manos para cantarle versos, tristes de tan dulces, este mediodía en que no tiritan los astros ni de cerca ni de lejos ni Laura será de otro como antes fue suya. Ni siquiera podrá producirse la metempsicosis de Olgo en alguien llamado Lautaro o Lauro o Laureano o Laureal o en algún animal intrínsecamente poético como el burro o la gacela o la golondrina. Poesía y Muerte, hermanas y cómplices («¡Ea, hasta la próxima!»), se darán el beso con el que sellan la culminación de otra de sus tantas faenas: se ha cumplido la destilación de otra vida.






De lo que podemos estar seguros es de que mientras ya se desvanecían sus sentidos, cuando el calor último hacía caer por la piquera las postreras gotas de flema, Darío diría, y Olgo oiría, dentro ya de los más recónditos dominios de Falopio:






cuando ningunos duelos
ya sufra
y mis nervios se calmen,
y esté mi lengua muda.




Por mentira que parezca.












CARMINA Blog Literario


http://carmina.ekiry.com/?cat=189