Álvaro Cubillo de Aragón (Granada, ¿1596? - Madrid, 21 de octubre de 1661), autor dramático español del Siglo de Oro, perteneciente a la estética barroca y discípulo de Pedro Calderón de la Barca.
Nació en una familia acomodada, pero no terminó los estudios de leyes y ejerció la profesión de escribano en su ciudad natal, oficio por el que nunca sintió el menor entusiasmo. Fue alcalde perpetuo de la Cárcel Real de Calatrava en Granada, donde vivió entre 1622 y 1640, ejerciendo ocasionalmente de censor de comedias (aprobó una obra de Antonio Mira de Amescua en 1622); después vivió en Córdoba y en Sevilla y en todas estas ciudades frecuentó los círculos literarios. Incluso llegó a ser comediante ocasionalmente. Casó con la granadina Inés del Mar, y de ella tuvo doce hijos, por lo que anduvo siempre luchando con continuas estrecheces económicas. En un romance se presenta así:
Hiciéronme conocido,
cuando muchacho, las clases,
cuando joven las audiencias,
cuando adulto los corrales...
En 1641 se estableció en Madrid, tras la compra de un cargo de escribano del Ayuntamiento; sus apuros económicos le llevaron entonces a escribir numerosas poesías de circunstancias. Cuando el duque de Gramont llegó a Madrid como embajador extraordinario de Francia para firmar la paz de los Pirineos, Cubillo fue encargado de escribir la relación de su entrada y de las fiestas que se le hicieron.
Obra
Álvaro Cubillo compuso alrededor de cien obras dramáticas, de las que se conserva la cuarta parte. En El enano de las Musas (Madrid, 1654) se concentra la mayor parte de su obra lírica y doce de sus piezas dramáticas.
En cuanto a su obra lírica, cabe mencionar el poema Curia leónica (1625), una silva dedicada al Conde-duque de Olivares, donde representa a Felipe IV en figura de león y a los ministros bajo la alegoría de animales. Este poema político fue refundido veinticinco años después, hacia 1649 o 1650, para alabar al sucesor del valido, don Luis Méndez de Haro, con el título de Las cortes del león y del águila, y publicado en 1654 con el resto de sus obras.
Destaca especialmente en la comedia de costumbres, en la que se muestra un sagaz observador del detalle menudo y significativo. Aunque no es original en la elección de los asuntos, su acabado técnico es perfecto. Por eso mejora casi siempre las comedias que refunde. Utiliza los recursos estilísticos del conceptismo y del culteranismo. Sabe, además, divertir al espectador. Dejó constancia de sus ideas dramáticas en una Carta que escribió el autor a un amigo suyo nuevo en la Corte, donde declara su aborrecimiento por las comedias que tocan temas desagradables y horrores. Quiere entretener al espectador y hacerle olvidar sus angustias con piezas intrascendentes, "entretenidas, alegres, caprichosas".
La obra maestra de Cubillo es Las muñecas de Marcela. Pese a su título, es una comedia de capa y espada. La habitación de las muñecas de Marcela sirve para dar albergue a un fugitivo del que acaba enamorándose. La comedia revela la evolución de Marcela hacia el amor desde su infancia. Otro valor de la comedia es la defensa que hace de la tolerancia y el perdón, que se refleja a través del tema del conflicto generacional: el viejo es inflexible, los jóvenes tolerantes.
La perfecta casada, Perderse por no perderse, El señor de Noches Buenas (donde hay una situación similar a la pintada por Edmond Rostand en su Cyrano de Bergerac) y El invisible príncipe del baúl (comedia de figurón) son otras comedias de costumbres famosas de Cubillo.
Pertenecen a una etapa primitiva y más lopesca de Cubillo otra serie de comedias donde su arte se presenta menos acabado; por ejemplo, Añasco el de Talavera, una comedia insulsa que toma algunos elementos de La Fénix de Salamanca de Antonio Mira de Amescua. En efecto, en sus primeras obras se advierte el influjo de éste y de Lope de Vega. En las siguientes se muestra por el contrario seguidor de la comedia calderoniana.
Entre las obras históricas destacan Elisa Dido, reina y fundadora de Cartago, que magnifica al personaje virgiliano de la reina Dido, y Los desagravios de Cristo, que presenta la destrucción de Jerusalén por obra de los emperadores Tito y Vespasiano. De tema nacional son El rayo de Andalucía y Genízaro de España, comedia en dos partes sobre la leyenda del bastardo Mudarra y los Siete infantes de Lara. La Tragedia del Duque de Braganza tiene por tema los trágicos celos del Duque que le da nombre, argumento ya usado por Lope en El Duque de Viseo. La mejor comedia heroica de Cubillo es El Conde de Saldaña, sobre la leyenda de Bernardo del Carpio, en dos partes, la primera inspirada en Las mocedades de Bernardo del Carpio de Lope de Vega y la segunda en El casamiento en la muerte, también de Lope, ambas sobre el héroe leonés. También compuso comedias religiosas como El bandolero de Flandes, El justo Lot, El mejor rey del mundo y templo de Salomón, sobre el rey David, y Los triunfos de San Miguel. Y un auto sacramental que se daba por perdido, ha sido encontrado y editado modernamente: El hereje: Auto en alegoría del sacrílego y detestable cartel que se puso en la ciudad de Granada contra la Ley de Dios y su Madre Santísima) (Vigo: Editorial Academia del Hispanismo, 2008).
Bibliografía del autor
Curia leónica, (Granada: Fernández, 1625).
El Enano de las Musas (1654).
El genízaro de España y rayo de Andalucía.
Perderse por no perderse.
Añasco el de Talavera.
Elisa Dido, reina y fundadora de Cartago.
Los desagravios de Cristo.
Los triunfos de San Miguel.
El conde de Saldaña.
Hechos de Bernardo del Carpio.
La perfecta casada.
Las muñecas de Marcela.
El Señor de las Noches Buenas.
El amor cómo ha de ser.
El invisible príncipe del baúl.
El bandolero de Flandes.
El justo Lot.
El mejor rey del mundo y templo de Salomón.
El hereje: Auto en alegoría del sacrílego y detestable cartel que se puso en la ciudad de Granada contra la Ley de Dios y su Madre Santísima) (Vigo: Editorial Academia del Hispanismo, 2008).
Bibliografía
Hector Urzaiz, Javier Huerta, Emilio Peral, Teatro español de la A a la Z. Madrid: Espasa Calpe, 2005.
Diccionario Biográfico Bompiani.
Sobre la Curia Leónica d e Álvaro Cubillo de Aragón
*Transcripción, edición de Jesús M. Morata
(Fragmento)
No los naufragios, no, del griego Ulises
sobre montañas de encrespadas olas,
ni el vengativo, riguroso incendio
de la abrasada Troya infeliz cantol
sino el gobierno, urbanidad, política,
nueva reformación y justas leyes
de la corona venerable, antigua,
del Príncipe León, cuya memoria
por largos siglos le promete gloria.
Infunde, oh Citarista, oh dulce, oh grave
Calíope, a mi voz tiernos acentos,
veloz curso a mi lengua y a mi pluma,
por que sonoro, por que acepto acabe
éste de pompa y majestad cesárea
discurso breve, singular ejemplo,
ardua resolución de imperio augusto
justos deseos de un monarca justo.
Era de su difusa monarquía
sucesor, primogénito, heredero,
por muerte de su anciano y viejo padre,
un bien audaz León, un crespo joven
cuyas guedejas forro le ofrecían
de leonada pelusa a su bohemio
casaca en guerra, en paz gala sucinta,
bohemio que no pasa de la cinta.
No las propias delicias, no el descanso
previno a su persona aqueste príncipe,
mas el común descanso a sus vasallos,
y la conservación de su corona,
para lo cual sus consejeros llama,
las personas elige más capaces
que, con maduro y prevenido acuerdo,
le comuniquen un remedio fácil
que, sin su daño ni el de sus vasallos,
desempeñarse pueda y aliviallos.
Los sabios Elefantes concurrieron
gente bien entendida, gente grave,
que, para ser ministros, previniendo
Naturaleza, moldes y hechuras,
sabia, los fabricó sin coyunturas.
Juntos, pues, estos sabios animales,
máquinas de marfil, tumbas de hueso,
con garnachas de felpa ormucíana
bramó el León, y con rapantes uñas,
erizado el cabello, el rostro grave,
hizo demostración de su grandeza
y este razonamiento les propuso:
“Ya sabéis el estado en que me ha puesto
Naturaleza, y las obligaciones
que, como vuestro rey, tengo de amaros.
Deseo vuestro aumento y el de todos
los animales y vasallos míos,
a quien miro perdidos y acabados,
y con débiles fuerzas mis estados.
Miro las disensiones, las pendencias,
guerras civiles y civiles muertes
en que os vais consumiendo y considero
de los grandes feroces poderosos
oprimidos los flacos y pequeños,
haciéndose del pobre injustos dueños.
Unos andan sobrados y orgullosos,
otros mueren de hambre en su miseria;
vestidos unos, otros mal vestidos,
libres aquéllos, éstos oprimidos.
No digo yo que al que Naturaleza
mayores fuerzas dio negarse pueda
la preeminencia y el respeto justo
del inferior, mas, por lo menos, digo
que aquestos no perezcan, pues debemos,
al que no tiene, dar los que tenemos.
Para este efecto os llamo y os provoco
a tan piadosa causa con mi ejemplo
que, pues soy el primero, serlo quiero
en acudir a vuestro bien, primero.
Y,porque no ha faltado quien se atreva
a decir que mi imperio y monarquía
no ha de predominar entre las aves,
al Águila, su reina, he consultado
8 0 los intentos que os tengo referidos,
y ella, el bien general considerando,
los solemniza, aprueba y califica,
prudente, sabia, generosa y rica.”
Al decir estas últimas razones,
el Águila real, con pompa regia,
llegó cortando en círculos el aire,
de pardo obscuro y sobrepuestos negros,
de una ropa vestid a manga en punta,
con prolongada cola, que arrastrara
9 0 si un paje Gavilán no la llevara.
Salieron a la puerta a recibilla
con alegre semblante y cortés modo
y ella, haciendo al León acatamiento
mirando a todas partes tomó asiento.
Ya habréis sabido -dijo-, oh circunspectos
consejeros, el medio conveniente
para el alivio de estas monarquías.
Yo he remitido el disponer de todo
a la prudencia y majestad cesárea
del León, y, aunque siendo de esta suerte
pudiera yo excusar esta venida,
quise hallarme presente solamente
por aprobar cuanto el León intente.”
Oídas de los sabios Elefantes
las razones del uno y otro príncipe,
alabaron su intento y comenzaron,
a tratar del remedio conveniente.
Reiteraron en ello y confirieron
en el León sus votos muchos días,
sin resolver, que tienen raras veces
breve resolución graves jüeces.
En efecto, después de muchas juntas
de común parecer y acuerdo unánime,
acordaron, por causas bien urgentes,
las leyes y premáticas siguientes:
“Lo primero ordenamos y mandamos
que ningún animal, osado fuese
a ofender y tener parcialidades,
bandos y disensiones civilmen
con otros de su género, pues de esto
un gravísimo daño resultaba
que era disminuir sus pocas fuerzas
No hay comentarios:
Publicar un comentario