Paco Velázquez Barroso
Pertenece al grupo literario Indocencias. Gaditano (1960), maestro de profesión y de vocación, ha publicado poemas en revistas y en tres antologías de varios autores: “Antología poética Madinat Al-Zhara”, "Autores docentes de la provincia de Cádiz" (Junta de Andalucía) y “Escritos con tiza” (Editorial AE). Ganó el I Premio de Poesía de Paterna de Rivera (2003) y un áccesit, junto con varios componentes del grupo, en el V Concurso de Poesía de Herencia 2008, con "La arroba en el Parnaso". Ha publicado su poemario infantil “Rebelión en la escuela” (Ed. AE, 2010). Actualmente tiene preparado para publicar “Divagación nocturna”.
Tiene el blog http://ojosdeluna-pacovelazquez.blogspot.com
ABOFETÉATE
Abofetéate esta mañana
ante el espejo.
No des un paso más,
ráscate hasta ensangrentarte
las sienes.
Lucha, lucha,
y grita, grita en un coro:
en guardia, toreador.
Y si no es objetivo,
destroza en mil pedazos
el espejo de la discordia…
¡ni malos augurios!
Pisotea los trozos pequeños
hasta deshacerlos en polvo,
deposítalos luego
en el alféizar de los sueños
y el viento lo pierda
en el pasado infiel.
En la otra orilla
En la otra orilla
encontraré mi futuro errante
con la ecuanimidad
de los días gastados en amar la vida.
Esperaré humildemente recostado
a que mis amigos
me vengan a buscar
en la fatalidad del tiempo.
Y que mi mujer
atempere mi espera selena.
En la otra orilla
sabré la certeza de los años,
añoraré el dolor ermitaño
y amargaré la vida de mis hijos.
Temblaré el frío de la llegada
sorbiendo cada plácido instante.
Y al abrigo de la verdad,
en mi más apasionado optimismo,
mantendré nuestras miradas
hacia la ausencia del mar abierto,
del oleaje sereno, triste y monótono…
melancolía, sí, melancolía
en la otra orilla…
de mi vida.
ENTRE LOS MARES DE MI LEJANÍA
El reloj se atraganta,
se ampara dilatado
en el tiempo indeleble y sombrío,
flota en el aire turbio…
sin memoria,
sin recuerdos,
empeñado en vivir,
se regocija en la esperanza,
cuando por mirar al cielo nocturno,
oscuro y confuso,
en ausencia de luna,
te observo y cruzo la frontera…
se disuelve en sal
cuando estoy contigo,
irreversible libertad bajo la piel,
ilusión que subyace amarga
mirada de hiel,
cárcel de sentimientos,
morada fiel,
enturbiado en vilo,
mi lanza y mi adarga
la opacidad enfilo,
con tal presentimiento,
aterido
y aterrado,
de contornos difusos,
complacida
y vanagloriada,
confiado a la esperanza…
l’espoir.
13 de marzo de 2011
Esta lívida y angosta noche,
una infusión de tila sin reproche,
toda la noche de repente,
en un sorbo sin salud ingente,
vertiginosa e imperecedera sensación,
con su temible armazón,
impenetrable escudo en la izquierda mano
y un mazo de su hermano,
fría en mente,
fríamente.
Esta noche de todo mal,
trémula y no cabal,
retumba en mis oídos…
no hay otra sin sentido,
no existe una par,
mas aparece real,
en un instante en su caverna calma,
húmeda y cálida,
desaforada noche de fulgor,
escondida en el fragor
de su lúgubre tesoro,
errante sin decoro.
Esta noche en su despiste
ya no existe,
es sueño,
y los sueños,
sueños son,
son…
Inanimada noche,
oscura, sin retoque.
Junio 2011
Adiós, gaviota dorada.
Adiós, selena gaviota.
Adiós.
Mientras el sol se recreaba
simuladamente entre sus alas
y sus ojos rosados
me entristecían,
donde la luz,
había creado un mundo nuevo.
He oteado el horizonte
cubierto de gris…
La he llamado,
la he clamado
espíritu de libertad…
mas el viento del norte
ha resistido, firme,
atrayéndola en un suspiro…
susurrando…
Adiós, gaviota dorada
de magia azul,
devuelve la vida al día,
devuelve el azul al cielo…
ya no nos pertenecen…
tan solo podré oír su aleteo,
lejanamente…
KAIROS
La acariciaba,
plácidamente,
sensualmente,
sin frenesí,
con sus níveos labios
mojados de deleite.
Gozosa,
besaba su rostro de sol,
su brillo de mar en mar.
Amantes adolescentes,
cada mañana,
atraídos,
se confunden en el día,
fundidos en uno
en sal y arena cálida.
La acariciaba,
la besaba en el albor
y al atardecer morían,
día tras día,
torso a torso…
desnudos…
seducidos en todo su amor.
Y no hallaban mayor dicha
que abrazarse en un vals,
danzando en sintonía,
meciendo el vaivén del amanecer,
murmullo de complicidad,
ronroneo, calor, serenidad.
El sol oscureció el día
y sus rostros quedaron ya sin color,
mas continuaban susurrándose
plateadas palabras de amor…
a la luna, luna… luna…
Oh luna llena,
despliega tus cabellos dorados
entre las sombras nocturnas de su amor.
LA ARROBA
Hay quien la arroba
me la roba.
Hay quien la encuentra errante
y radiante,
y hasta amante
en la alcoba.
Hay quien ante este batiburrillo
pretende rehacer en un altillo
vocablos en masculino
y su grácil femenino.
Mas quisiera romper una lanza
en esta sibilina chanza,
por las palabras hembras
y machas,
pues mi cabeza no se agacha
ante tanta esperanza
y, ¡pardiez!, cuánta alabanza.
Que más vale maña que caña,
que sobran muchas eñes en España,
pues a mí la arroba no me apaña,
que no la sé leer ni a mí me ataña.
La noche tiene sentido ya, ahora que la luz se hace sol de verano hasta muy tarde. Estoy tumbado en el sofá de mis horas, reteniendo el tiempo, relamiéndolo, controlando la plácida voz de la oscuridad… su velocidad, su lenta y enigmática velocidad.
Ya he acostado a mi hija, le he contado un cuento, una historia en la que ella es la protagonista de un partido de baloncesto, encesta y encesta, vuela y encesta, juega de magia, no tiene nada que temer, pues yo estoy en su sueño. Es feliz, duerme feliz en su historia… en nuestro sueño…
Sueña, princesa, sueña, en un país de Nunca Jamás, un país de príncipes y palacios…
Que yo soy feliz cuando me asomo a tus ojos y los recreo en mí. Cierra los ojos con una sonrisa… ¡Cuánta vida atesoran!
Te quiero un universo de estrellas, princesa. Te quiero mil estrellas y dos lunas…
Me asomo a tu sueño. Duermes feliz, tu carita tiene vida, tiene sueño. Deposito un beso en ella, parece que me sonríes, mas le dedicas una alegría a la vida… mis ojitos de luna.
Me alejo, vuelvo a mi recodo de la noche, previo a la madrugada queda. En el balcón del cielo vislumbro la luna, blanca, hermosa, espléndida, llena de ti… es tu carita de niña buena.
Duerme, mi niña bonita, descansa en el blanco de las olas… Y cuando el día asome a tus ojos, se reclinará ante ti, y embellecerás el azul del mar.
LA PENUMBRA DE LOS DIOSES
Quisiera terminar lo inacabado
a la penumbra de los dioses.
Al finalizar el día en su anemia
decirle te amo,
te he amado en toda su eternidad.
Y al percibir tu abrazo dolente,
sentir la persistente lluvia
golpear mi turbio rostro inanimado…
pálido, sin color, ausente,
en la lividez del tiempo y la albura,
tras pisar los charcos de mi debilidad,
que entorpecieran mi inconcluso caminar,
la noche queda y serena.
¡Que no quiero verla!
Mas sentirme amado,
amado por la luz en su horizonte,
de amaneceres alados,
de atardeceres silentes,
engendrados tras aliviar las grietas
del rígido tiempo perturbado,
inacabado.
¡Inacabado!
¡Cuánto inacabado en tus ojos del azul!
¡En mis ojos hinchados!
¡Cuánto de tristeza en tus pupilas!
¡Mis pupilas!
Y al azul timorato de las tinieblas
hablarle de tus perfiles,
en tu angosto nombre,
en un tintineo febril y ausente…
dormirme sin fin
en la agnosia insensible
de la sombra perpetua de los dioses.
Octubre 2011
La pereza del tiempo
“La edad, como las nubes,
es imprecisa y cambiante”
ISABEL ALLENDE
“El cuaderno maya”
Tiembla en la pereza del tiempo,
regurgitando minutos y segundos.
Vive en la destreza del tiempo,
acarreando minutos y segundos.
Padece en la angustia del tiempo,
restregando minutos y segundos.
Duele en el ansia del tiempo,
agonizando minutos y segundos.
Participa en la armonía del tiempo,
azucarando minutos y segundos.
A contratiempo…
en el transcurso del tiempo…
la edad saborea minutos y segundos…
y huye despavorida
entre el siempre y el jamás.
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