Bartolomé Delgado Cerrillo
Natural de Villa del Río y residente en Córdoba, tiene su destino definitivo en el I.E.S. “La Fuensanta” de Córdoba.
Licenciado en Filología Hispánica. Profesor de Enseñanza Secundaria, por la especialidad de lengua castellana y literatura. Desde octubre del año 2006, adscrito al Servicio del Ordenación Educativa de la Delegación Provincial de Educación en Córdoba, y desarrolla su trabajo en la Sección de Planes y Programas Educativos, como Coordinador del Plan de Lectura y Bibliotecas Escolares en esta provincia. Además, es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba, con la calificación de sobresaliente cum laude, profesor colaborador honorario del Dpto. de Ciencias del Lenguaje de la UCO, profesor del Máster de Formación del Profesorado de Educación Secundaria de la UCO y miembro del grupo de investigación de la UCO “HUM060: Acercamientos Didácticos a la Enseñanza de la Lengua y la Literatura”.
Ha publicado algunos poemas sueltos en diferentes antologías y revistas literarias. En mayo de este año aparece su primer libro de poemas –La mansedumbre del tiempo, editado por Ediciones Depapel-. Ha publicado algunos estudios monográficos sobre la Generación del 27, la didáctica de la lengua y la literatura, así como diversos artículos en revistas especializadas de las universidades de Córdoba (Educo), Castilla-La Mancha (Ocnos), Almería (Álabe, de próxima aparición). Además de conferenciante, ha presentado diferentes ponencias en Congresos Nacionales sobre autores como Luis de Góngora, Mario López, Ginés Liébana, etc.; además, es profesor colaborador, en calidad de ponente, de los centros de profesorado de Priego-Montilla, Sierra de Córdoba, Córdoba, Antequera, Almadén y Puertollano, en donde ha impartido diferentes cursos de formación para profesores de Primaria y Secundaria relacionados con su especialidad, así como con las nuevas tecnologías y la organización y el funcionamiento de los centros educativos de Primaria y Secundaria en Andalucía.
MATERNIDAD
Aquella mañana,
la primavera se clareaba en el aire
como un ovillo de sedalina.
La cálida armonía del sol de mayo
se dejaba sentir como un ungüento solitario
sobre un abismo de muerte suspendida,
dejándome un tributo de amargura
y de dolor entre la orfandad de mis manos.
Todo lo que he vivido junto a ti
ahora son evocaciones,
regueros de vida que se ha ido deslizando
por el zócalo de mi inconsciencia.
Se me va revelando tu aura
con un goteo incesante.
Tu mirada cálida, lejana, estilizada,
contemplaba amaneceres en sintonía
con el verde de los árboles,
acariciando la sutil fugacidad
del horizonte o haciendo tiernos arrumacos
con el dorado crujir de la hojarasca.
Hay algo en ti, madre,
como de primavera contenida,
como si la cuchilla del tiempo
se hubiera detenido en seco
sobre la cutícula de nuestra existencia.
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