Marcelino Fernández Piñón (Villalba, Lugo, 1948) residente en Écija ya va para treinta años lo cual supone más de media vida. Licenciado en Historia del Arte. Vine a Écija como Catedrático de Historia al I. B. ”San Fulgencio” donde impartí clase hasta la jubilación. Amé la docencia, desde los dieciocho años en que aprobé las oposiciones de Maestro de Primera Enseñanza, como la arquimediana palanca que ha de cambiar el mundo … Perseguí los títulos de los valores humanos más altos y los conseguí … pequeños. El empeño ha sido grande pero la vida, avara, me prestó escaso traje que es el que visto y el que se ve, pues por poeta al terminar la jornada he de llegar “desnudo como los hijos de la mar”. Escultor algunas veces, en ocasiones pintor y otras poeta, amo el arte desde la teoría fundante hasta la práctica naciente, desde la noche a la mañana, de lo bonito a lo sublime, pues si el arte es de lo mejor del ser humano, éste es mejorado por el arte. En este aspecto de mi vida he realizado varias exposiciones individuales y participé en otras colectivas, con algún premio en el camino que fue acicate para seguir viaje. He publicado cuatro libros de poemas:
De su tarea investigadora ha publicado diversos trabajos, La creación estética como problema (1996) El tiempo en Tápies (1999), Manuel Viola (2000), El Arte, la otredad necesaria. Ha publicado artículos de crítica de arte en la desaparecida revista Magisterio Español y en otras.
En 2006 obtuvo el XXII Premio de poesía Juan Bernier con su libro Las horas tardías (col. Arca del Ateneo).
Obra publicada
Paraíso figurado (1995)
Todo es pétalo, y arde (1998)
La intención del fuego (2006)
Las horas tardías (2006)
Volvento (2010)
Obras colectivas
Amigos (Écija, 1994)
Veinte poemas de amor (Cajasur, Córdoba, 1998)
Infinita Marchena (Cuadernos de Roldán, Sevilla, 2000)
Poesía en la Bodega (Córdoba, 2000)
Los perfiles del aire (Antología Córdoba-Écija-Sevilla, 2004)
Antología de la poesía ecijana contemporánea. Libro disco (2008)
QUE VIENE EL GENIL
Por allí viene el Genil.
Pues que viene caballero,
dejadlo venir.
Y trae al cinto la espada,
flores de su adolescencia,
desde la Sierra Nevada
pues allí tiene nacencia.
Por allí viene el Genil.
Pues que viene sonriente,
dejadlo venir.
Mas para entrar en poblado
debe moderar modales
pues a veces causa enfado
y otras, fueron mortales.
Por allí viene el Genil.
Pues que viene presuroso,
dejadlo venir.
Órgano de plata fría
es tu arpegio sostenido
música que nos debía
a este rincón escogido.
Por allí viene el Genil.
Pues que viene engalanado,
dejadlo venir.
Viene en Écija a buscar
blasones de buena rama,
y dedica su cantar
a damas de buena fama,
y a hombres de mejor cama.
Por allí viene el Genil.
Pues que viene enamorado,
dejadlo venir.
Y mi amor astigitano
que me venga como fuente
porque la niña que amo
aún no ha llegado a veinte.
Y la amo como a mi vida,
y cuando llora, es mi herida.
Por allá se va el Genil.
Pues que hoy estuvo amigo,
dejadlo partir.
Que lleve a Lora del Río,
amores como los míos.
Y que ponga hasta en Sevilla
amores tan escogidos,
que ya desde la semilla,
nadie los dé por vencidos.
Por allá se va el Genil.
Pues que ha de llegar al fin,
dejadlo partir.
ÉCIJA DUAL
Écija, astro de luz en la llanura,
descansa en el hondor de tu regazo
la vida bulliciosa en su rodar
y la tranquila espera en su quietud.
Origen es y término cumplido
o nudo en que descansan los senderos
cual promesa de pan para la espera
cual impulso de fe hacia el destino.
Regazo acogedor de tantos pasos
donde lo ajeno y propio se enriquecen,
donde tantos finitos días
rinden su hora en la acogida,
y la cosecha es fruto cierto
si la simiente ha sido puesta al fin
con el calor del alma.
Écija quiere ser quietud y río
parada calma y abiertos los caminos,
paradoja que vive y se desvive
en el fragor de un tiempo
que corre y que perdura.
Es Écija un hogar que duerme y vela,
un anhelo infinito de raíz,
un deseo de vida bajo el cielo
y un afán denodado de volar
para ser más.
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