Alejandro Pedregosa
(Granada, 1974)
(Granada, 1974)
Poeta y novelista. Estudió Filología hispánica y Teoría de la literatura en la Universidad de Granada. Ha publicado hasta la fecha cinco libros de poemas: Postales de Grisaburgo y alrededores (Universidad de Granada, 2000); Retales de un tiempo amarillo (Ayuntamiento de Trujillo, 2002); En la inútil frontera (Point de Lunettes, 2005); Los labios celestes (Pre-textos, 2008) con el que obtuvo el Premio Arcipreste de Hita y El tiempo de los bárbaros (Tragacanto, 2013). Con su primera novela, Paisaje quebrado (Germanía, 2004) obtuvo el Premio de Novela Corta José Saramago. Cuatro años después publicó El dueño de su historia (Point de lunettes, 2008), tras la cual inicia una serie de novelas criminales donde el ambiente y los escenarios adquieren dimensión de personajes. La primera de ellas, Un extraño lugar para morir (Ediciones B, 2010, reeditada en bolsillo en 2012), se desarrolla en Pamplona durante las fiestas de San Fermín, mientras que Un mal paso (Ediciones B, 2011) sitúa la acción en Santiago de Compostela y en el famoso Camino que lleva su nombre. A pleno Sol (Temas de Hoy, 2013) es la tercera novela de la serie y está ambientada en la acampada de Indignados que tuvo lugar en la Puerta del Sol durante la primavera de 2011.
Asimismo ha publicado el libro de relatos La sombra de Caín (2013), donde se recogen algunas de sus colaboraciones con periódicos como Ideal, Hoy, Sur, El correo o El diario vasco.
Asimismo ha publicado el libro de relatos La sombra de Caín (2013), donde se recogen algunas de sus colaboraciones con periódicos como Ideal, Hoy, Sur, El correo o El diario vasco.
CANCIÓN DEL AMANTE LATINO
Puedo sumergirme, dijo el amante,
en las frías estancias del olvido
si eso te hace bien,
o compartir el sino
de las aves
levemente nocturnas
que cargan el verano tras su estela.
Puedo romper las citas, los horarios,
el tiempo todo
si obedezco al rigor de tu llamada.
Y puedo, cómo no,
ser peregrino de tu sombra elástica
por calles y ciudades
hasta que un día llamado porvenir
decidas encontrarme.
Todo esto decía
el amante latino enamorado
y ella, memoria blanca,
lo creía.
(De Retales de un tiempo amarillo,
Revista Comarca, 2003. P, 32)
LAMENTO DE LA MUJER HERIDA
Abriste la cancela del jardín
sin pensar en los lobos de la noche,
segura como estabas
de tener a los dioses de tu parte.
Lanzaron hombres blancos aquel día
licores y bravatas en tu nombre.
El fotógrafo alzó
como un golpe de mar su veredicto,
el cura sonreía
apoyadas las manos sobre el vientre.
¿Por qué nadie avisó de la mentira?
¿Por qué no dijo nadie
que el jardín no era más que un tronco huero
salpicado con flores dolorosas
del color de la sangre y de las lilas?
Sigue inerte la foto en la repisa
proyectando racimos de luz sucia
a todas las esquinas del salón.
Los niños ya se han ido y te preguntas
¿qué cosa es el amor?
Sin fuerzas para huir ni abandonarte.
(De En la inútil frontera, Point de Lunettes, 2006, pp 45)
En la inútil frontera es un libro donde el autor reflexiona sobre el amor, los viajes y los lugares y la historia de la literatura. Desde Homero a Valle-Inclán, a ciudades como Lisboa y otros lugares emblemáticos, el poemario mantiene una importante altura lírica con poemas en verso libre y estructura bien cerrada. Es un poeta que, no obstante su juventud, tiene oficio literario y es hombre de letras que no renuncia, ni mucho menos, a una propuesta ética..
LAMENTO DE FRONTERA FRANCESA
(ANTONIO MACHADO, 1939)
Del dolor de la historia ya vivida
brotaba un manantial de soledades,
de pájaros cantores
y árboles caídos
por la helada mañana del adiós.
El acuerdo tácito que los labios sellaron
en la trampa mortal de un hasta siempre,
y el pañuelo que guardaba
un roce de mejilla en primavera.
Así sus pasos
se unieron a esta hilera de hombres mutilados
que insensatos esperan
tras de aquellas montañas
la paz
en la espesura de una sopa,
sin saber que el vencido,
a pesar de la vida,
no es otra cosa que un viejo armazón
donde escarba constante la derrota.
En la inútil frontera.(2006)
Premio Nacional de Poesía “Paloma Navarro”
en su edición de 2005.
DEL LIBRO EN LA INÚTL FRONTERA
ATARDECER EN LA PLAYA DE RIANXO
La tarde era sombría
y una playa minúscula
como yo nunca habría imaginado
nos ponía de acuerdo en lo más básico:
el ruido de las olas guarda un bosque
y era verde el color del horizonte.
Yo me quedé dormido
porque a veces la vida te concede un deseo.
Tus muslos me aguantaban la cabeza
porque sabes sin la altura de mis sueños.
Entonces el invierno hizo un amago
y el bar se quedó sólo
como aquellos dos cuerpos en la orilla
que ya no eran los nuestros.
DIME ADIÓS A LA ORILLA DEL RÍO
Desde la otra orilla, justo enfrente
de nosotros,
la ciudad y sus luces
como un manto de niebla derretida.
A lo lejos el ruido de los barcos,
enormes cíclopes de vientre huero,
y una lluvia sutil y persistente
nos moja sin tocarnos.
Tal vez nunca volvamos
a la trinchera abierta de los sueños
ni a este invierno de frío apaciguado:
siempre tienen razón las despedidas.
El coche nos aleja
por carreteras bellas y escarpadas,
una música endulza los silencios,
las luces largas,
los abedules junto al río.
DEL LIBRO LOS LABIOS CELESTES
DONDE LA TIERRA ACABE
Si te dijera que esta habitación
guarda el aroma tibio de tu sueño,
que es de noche en Florencia
y provoca la luz en su artificio
mariposas de cera.
Si te dijera que tienen las calles
el poroso destello de unos pasos
iguales a los tuyos,
y en las puertas hay
corazones pintados y llamadas urgentes
a una revolución.
Si te dijera que el mar, tan lejano,
ha subido a las torres para verte…
Pero nada te digo que no sea
Donde la tierra acabe yo he de amarte y el eco
como un racimo abierto me responde
tierra,
yo,
amarte.
ENGELS SE HACE CARGO DE UN HIJO DE MARX, PRODUCTO DEL ADULTERIO
Querido Federico,
tal vez debamos algún día
estudiar juntamente los motivos,
las razones, las causas, los procesos
de aquello más sincero que en la tierra cabe:
la amistad.
Y firmaremos el libro con tu nombre.
CINE MUDO (Charles Chaplin)
He probado a correr como los patos
y como ellos
logré surcar el cielo.
Pero a nadie dije la palabra sueño.
Las señoras más bellas se rindieron
a mi torpeza de flores
hermosamente marchitas.
Y me supe querido
sin que nadie dijera la palabra amor.
Derroté a los malvados
y un mundo azul y grácil bailó sobre mis manos
cuando ordené la paz.
Pero no se ensuciaron mis labios
con la palabra fusil.
Y advertí a todo aquel que quiso verlo
del limo y la pobreza,
del otoño infinito de la máquina,
sin que me oyeran nunca pronunciar
la palabra fatal: revolución.
Inclinaros, poetas, a mi paso:
Soy el hijo del silencio.
DEL LIBRO ELTIEMPO DE LOS BÁRBAROS
EL NIÑO/1
¿Alguno de vosotros
ha visto pasar al niño?
Lo perdí a media tarde,
llevaba un soplo de alegría en la mejilla,
el pelo rubio y un jersey
azul como la niebla.
No puede andar muy lejos,
era así,
más o menos de tu altura,
debería ir cantando una canción
monótona y sin tiempo,
quizá la hayáis oído porque suena
todavía en el aire y en el agua
del resto de los niños.
Lo traía agarrado de la mano
y ha corrido detrás de una pelota.
Es de carne este niño que yo busco
pero también de sombra,
como fueron sus padres
y el hermano mayor
y la foto marchita de todos los salones.
Vosotros, que sois niños todavía,
y domináis el parque y sus contornos
y el vuelo de la piedra contra el charco,
vosotros, decidme,
¿habéis visto, por piedad,
pasar al niño?
AMOR EN TÁNDEM
Me gustaría que un día
cualquiera de este otoño
o la mañana más fresca
de la próxima primavera
me llevaras contigo
a pasear en tándem.
Porque conozco el sabor del esfuerzo
a tu lado compartido
y es armónico el empuje de los cuerpos
que trascienden la noche para amarse
a la luz también de una excursión o una merienda.
Quiero abrazar el ritmo de tu espalda
en medio de un deporte
y comprobar la gracia de tus piernas
que se tensan igual
que violines hambrientos
a la luz de las velas.
Pero en un tándem, amor,
para que puedan los niños reír a nuestro paso
y levanten el brazo los paisanos
y maldiga el ciclista
la soledad salina de su frente.
Elige la mañana que menos te entorpezca
y lánzame a rodar
por el trazado rojo de la periferia,
por empinadas cuestas y torpes cabañales
(cualquier tierra me vale)
con tal que nos veamos en un tándem,
pero en un tándem, amor,
que tengo el equilibrio abandonado
al vértigo del mundo y sus espuelas
y me caigo, amor mío, siempre me caigo,
sin casco, sin tu amor, sin tus coderas.
LA TIERRA MUERTA/1
Para entender la pena que abriga estos parajes
no basta argumentar una derrota,
ni un fragor de batalla
ni la quema de tantos
y tantos girasoles.
Sería necesario inspeccionar
el vientre de remotas alimañas,
hurgar el amarillo
sedoso de sus tripas
para advertir que aquí, antes que el agua,
regó la sangre el tronco de las vides.
Hoy pudre el sol la piel de los guijarros
y en su seno titilan
corazones de blancas lagartijas.
Los recuerdos –apenas una fiebre–
se secan en la boca de los peces
más profundos.
Para acabar con tanto desamparo
no alcanza la sonrisa de los niños
que divertidos juegan frente al mar.
Quizá con la belleza
desnuda de sus madres
tampoco alcanzaría.
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