FERNANDO ORTIZ
(Sevilla, 8 Marzo de 1947 - Sevilla, 29 Enero 2014)
Me llamo Fernando Ortiz y nací en Sevilla el 8 de marzo de 1947, ciudad en la que resido. Viví dos decenios en Madrid, donde hice estudios universitarios, me casé, empecé a trabajar… Pero no sigo por este camino porque no creo en la biografía del poeta.
-ENSAYO:
Introducción a la poesía andaluza contemporánea (1981).
La estirpe de Bécquer (1985).
El elefante en la cristalería (1984).
El hombre del Renacimiento (1988).
Sevilla y los sevillanos (1992).
La caja china (1993).
Manual del veraneante perpetuo (1994).
Verso y glosa (1996).
Sevilla (Pequeña historia de una gran ciudad) (1997).
Contraluz de la lírica (1998).
La imprenta de San Eloy (1999).
Apuntes autobiográficos y otros papeles (2001).
La ruta bética romana (2005).
Lírica andaluza contemporánea (2007).
-POESÍA:
Primera despedida (1978).
Personæ (1981).
Vieja amiga (1984).
Marzo (1986).
La ciudad y sus sombras (1986).
Recado de escribir (1990).
Un funcionario (1991).
El verano (1992).
Vieja amiga (1975-1993)(1994).
Moneditas (1996).
Posdata (1999).
Poetas en Sevilla. Antología poética de Fernando Ortiz (2002).
Versos y años. Poesía 1975-2003. (2003).
Galería de Espejos (2007).
VIEJA AMIGA (Poesía 1975-2008)
DE: Primera despedida
A mi hermano Manuel
Ahora imagino una mañana clara
en la que soy un niño y los ojos
están despiertos. Ando por el campo
del Aljarafe. Aún la hora es temprana
y aún el fresco del alba va conmigo.
El canto de los pájaros retorna
a mi memoria. Suenan las campanas
de la primera misa, alegres tañen.
Mojada está la hoja de rocío
y mojada la hierba que mi mano
hacia los dientes lleva. Lentamente
voy caminando. Un gallo lejos se oye.
Y aquí, desde lo alto de una higuera,
blancas las casas, los olivos verdes.
DE :Personæ
La rueda de fuego
(Homenaje al mundo de Aquilino Duque)
¿Dónde aquella Sevilla del pregón callejero
en la que el sol quemaba las tardes de verano?
¿Recordáis la penumbra, las velas extendidas
y el sonido del agua en la taza de mármol?
Es abril. En el fango hay lilas y jacintos.
Los nardos y el estiércol, el cuero y el esparto.
Con el olor de azahar y el litúrgico incienso,
sudor, cera quemada, vino, café tostado.
Ah la trompetería: cornetas y tambores,
tricornios y fajines, galones y entorchados;
albas y almidonadas pecheras sólo para
velar mejor los sueños del joven solitario.
Esta rueda de fuego que no cesa nos lleva
al sur, a El Puerto, a Cádiz, donde halan los barcos.
El tiempo se ha abolido. Los viejos almirantes
descansan aún de Cuba, todos condecorados.
Ritmo de fandanguillos. Mas la rueda de fuego
ahora nos enseña bastiones, puentes altos,
cúpulas y avenidas: ¿Viena, Brujas, Colonia?,
¿en qué vieja ciudad de Centroeuropa estamos?
Esta rueda de fuego nunca cesa. Creía
que paraba. Pura ilusión. El campo
está ante nuestros ojos. Un caballo galopa.
En el alba veo el humo de un cortijo lejano.
¿No es el cónsul Stendhal quien nos saluda? Asoma
Swift. Sir Walter Scott y Stevenson charlando.
Joaquín Romero entre surtidores de plata.
Algo serio a Cernuda dice Rodrigo Caro.
¿Y estos caballeros?: Valle-Inclán, don Francisco...
Sale Gustavo Adolfo y es muy leve su paso.
Mas un aire de Roma entra por la ventana
y la rueda me deja cerca del Altozano,
en la antigua Sevilla del pregón callejero
en donde el sol nos quema las tardes de verano.
¿Recordáis la penumbra, las extendidas velas
y el sonido del agua en la taza de mármol?
DE : Vieja amiga
En la perfecta edad
El sabor del café, el cigarrillo,
el pausado paseo de la tarde,
el olor de la tierra cuando llueve,
la grata charla con algún amigo
y alguna rara página gozada
son tu amor a la vida, tus sentidos.
Ahondan las heridas con el tiempo
aunque oculte a su vez las cicatrices.
La juventud pasó, y eso que tienes
es lo que llaman madurez los necios.
DE: Marzo
Marzo
En la tarde de marzo restalla la flor de azahar
y el azul es tan vivo como en libro miniado.
El aire, a veces frío, aún recuerda el invierno
y hay sol de primavera.
Detrás de un portalón está el zaguán, un patio, la húmeda penumbra,
y en su interior un pájaro anuncia ya el estío.
Qué sorpresa ante el pájaro,
la flor, el cielo azul, el aire tornadizo.
Y este aleteo de cenizas,
su ciego afán inútil para no dispersarse en la tarde de marzo.
DE: Recado de escribir
A altas horas
En estas horas de noviembre y frío,
inacabable, porque el sueño tarda,
muy avanzada ya la madrugada,
a los cuarenta años de mi vida,
quiero dejarme de literaturas
para contar al fin lo que me importa.
Quedarme sin tabaco, qué fastidio.
DE: El verano
Homenajes
Mi patria
Quise ir con el Cid en su destierro,
catar el vino de Berceo en su vaso.
El firme aldabonazo de Manrique
oír, y el lamentar de Garcilaso.
Y un no sé qué que queda del de Yepes
—y cómo canta el solitario pájaro—.
Roe al tiempo el verso de Quevedo
y el Romancero lo detiene, estático.
Don Luis lo vuelve de amaranto y oro
y en Lope es fina flor abierta al campo.
Temblé con Bécquer y con Rosalía,
y respiré de Juan Ramón su Espacio.
Mairena me enseñó el amor fraterno
y, don Manuel, humor, prisa, desgarro.
Alto en sus versos y en su soledad
leí a Cernuda en mis mejores años.
¡Oh pasión de mi vida, poesía,
cómo sostienes de mi vida el paso!
DE: Moneditas
1
Aviso
El tipo aquél
Ahora al personaje literario
—el mismo que os habló desde mi verso—
yo lo deshago, digo, y lo disperso
como al humo dispersa el incensario.
Fue siempre un paseante solitario
que, haciendo de su ombligo el universo,
dio en ver del mundo sólo el lado adverso.
Un sujeto tristón. Un perdulario.
Quien lo inventó no quiere ni hablar de él,
pues cada día se le acerca más
con su paso apagado y quejumbroso.
Oírle me resulta ya enfadoso.
Para penas las mías; y además
me da un poco de grima el tipo aquél.
DE: Posdata
Ad se ipsum
Ha llegado la hora del recuento.
Atraviesan tus sueños los demonios
que alimentó tu corazón con fuerza.
Desgarradoras alimañas turbias
que son parte de ti. Compón el gesto
nada más despertar. Y a tu vecino
no le amargues la vida, desgraciado.
DE: Versos y años
I
Los limones
(Homenaje a Eugenio Montale)
Óyeme, los poetas laureados,
sólo se mueven entre el boj severo,
el acanto y ligustro. Yo prefiero
plantas de nombres algo más usados.
Amo los hierbazales apartados
que dan al huerto con su limonero.
Pues en su fruta cabe el sol entero
y de su aroma somos invitados.
Mejor si calla la pajarería;
hay en el aire una dulzura vieja
y va el silencio del perfume en pos...
Es cuando desfallece más el día
y en cada sombra humana que se aleja
se me aparece un perturbado dios.
DE: VIEJA AMIGA
Pasos que se alejan
Mientras se pierde el eco de unos pasos,
alfombrados de sombras y silencios,
ríe un niño en la alberca del verano,
hay en invierno un familiar brasero,
los Reyes Magos dejan sus juguetes
en el balcón, la alcoba, padres, sueños,
niño sordo, lector ensimismado,
el despertar del sexo y el alcohol,
aturdimiento, versos, soledad.
Más soledad, tres hijas, unos nietos;
la soledad de dos en compañía.
Con mano de vejez manchada escribe
antes que el tiempo aviente sus cenizas.
(Homenaje a Eugenio Montale)
Óyeme, los poetas laureados,
sólo se mueven entre el boj severo,
el acanto y ligustro. Yo prefiero
plantas de nombres algo más usados.
Amo los hierbazales apartados
que dan al huerto con su limonero.
Pues en su fruta cabe el sol entero
y de su aroma somos invitados.
Mejor si calla la pajarería;
hay en el aire una dulzura vieja
y va el silencio del perfume en pos...
Es cuando desfallece más el día
y en cada sombra humana que se aleja
se me aparece un perturbado dios.
DE: VIEJA AMIGA
Pasos que se alejan
Mientras se pierde el eco de unos pasos,
alfombrados de sombras y silencios,
ríe un niño en la alberca del verano,
hay en invierno un familiar brasero,
los Reyes Magos dejan sus juguetes
en el balcón, la alcoba, padres, sueños,
niño sordo, lector ensimismado,
el despertar del sexo y el alcohol,
aturdimiento, versos, soledad.
Más soledad, tres hijas, unos nietos;
la soledad de dos en compañía.
Con mano de vejez manchada escribe
antes que el tiempo aviente sus cenizas.
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