FELIPE A. DE LA CÁMARA
España. Granada. Siglo XIX - XX
Poeta. Se casó y vivió en Manila. Filipinas.
LO ETERNO
Nada hay eterno en nuestra pobre vida:
cual la edad, se transforman las pasiones;
mueren en nuestro ser las ilusiones;
lo que el alma anhelo, luego lo olvida.
Mi loca aspiración cayó vencida;
murieron mis insanas ambiciones,
como muere, al soplar los aquilones
la hoja seca, en el árbol suspendida.
Mas porque alma inmortal no desespere,
hay algo entre lo humano que no muere,
algo que el alto espíritu concibe.
El amor que en el pecho nos rebosa
fue de una madre, crece en una esposa,
nuestra alma alumbra y en los hijos vive.
LA SAMPAGUITA
Pendiente sobre un seno que palpita
callada exhalas de tu olor la huella.
No hay otra flor que te aventaje a bella.
¡Por algo te pusieron sampaguita!
Igual que una esperanza de bonita,
eres flor y pareces una estrella;
y no hay mejor adorno de doncella,
ni perfume más fino necesita.
Bella mujer, que la belleza igualas
del “rosario” que lleno de ufanía
luce en sus cuantos tan fragantes galas.
Un rosario de flores bien querría.
Si el que llevas al cuello me regalas
¡te prometo rezarlo cada día!
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