Ramona Yanes. Nació en Guadalcanal (Sevilla) y reside desde hace años en Figueras (Gerona).
Autora que no gusta de guardar papeles en el arcón, Ramona Yanes transmite sus sentimientos de la forma más variada: poesía, relato, teatro..., siempre otorgando a su letra una pincelada particular que no es sino el reflejo de su óptica del día a día, unas veces en clave de humor, como en el libro "Los tres pies del gato", y otras desgranándolo a golpe de optimismo, pero siempre con un tesón digno de encomio.
Asidua colaboradora de diversas publicaciones literarias de ámbito nacional e internacional, cuenta en su haber con varios premios que avalan su labor. Amén de una serie de obras en las que ha colaborado conjuntamente con otros autores, ha publicado a titulo individual el poemario "Poemas del alba" (Ediciones Corona del Sur, Málaga), "Yo y la ironía" (Ediciones Carro del Sol, Barcelona), racimo de relatos de humor donde en ocasiones se hace patente su amor por el aforismo, esa sentencia que no es sino reflejo de su particular manera de enfrentarse a la vida, trasladándonos, en palabras de Araceli Conde "a un mundo algo diferente".
El último título publicado es "El Barón de Tiros Largos", un libro de humor e ironía en una cuidada edición de Editorial Calíope (Madrid, 2001).
Añoranzas
Del mar, como del ayer,
recogí las añoranzas.
Las guardé con tus aromas,
y en mi corazón descansan.
Más sé que en mi corazón,
anidaran esperanzas,
con rosas que me dejaste,
Junto al amor que me dabas.
Dibujé con tu sonrisa,
una paloma muy blanca,
con alas de ensueños hice,
una ilusión para el alma.
Ahora, en el mar me miro,
mis ojos siempre te llaman,
en sus aguas te dibujo.
con pinceles de nostalgias.
Del mar como del ayer,
recogí las añoranzas,
tú te bañas en mis sueños,
y en tus sueños tú me abrazas.
Distancia
Detrás de la sonrisa
de la lágrima,
siempre está la vida
cubierta de sueños.
Miramos amaneceres
perdidos en la distancia.
Buscamos en la deriva
algo que nos aporte,
una caricia, un aroma,
que nos recuerde que fuimos.
Tornamos quizás,
Pues el presente es vacío,
y allí tal como éramos
nos recostamos en el amor.
Fugaces destellos
se mecen en nuestros recuerdos,
con rosas y espinas
que el tiempo no borró.
ESTACIONES.
Se fueron los anhelos,
lejos, muy lejos,
quedaron los suspiros,
también los sueños.
Tornó la primavera
con su mañana,
cubierta de las flores
que yo cuidaba.
El cálido verano
llegó tan presto,
y se secó la fuente
con tu recuerdo.
Otoño que las hojas,
barre este viento,
desnudando aquel árbol
que fue cubierto.
Invierno que la niebla,
cubrió de dudas,
y se paró la lluvia
en la calle oscura.
ÁLAMO
No sabía que la vida era,
manantial de risa, pena
e ilusión.
Los ojos inocentes
al arrullo;
la cabeza reclinada
al aroma;
ese aroma que sólo
se percibe sí estás
cerca de la piel amada
y comprensiva.
No sabía que la vida
era corta,
ni que las noches
terminaban.
La quietud poblaba
mi conciencia,
y elevaba mi inquitud.
Luego, vi que había
álamos blancos, endrinos,
temblorosos y alargados,
que los sueños se terminan
alimentando tal vez
la desdicha que solapada
irrumpe.
No sabía que las hojas
se van con el viento;
ni que la ternura
no es eterna,
y acaso tú envejecerías.
Hay más que quisiera decir,
eso es cierto,
pero todo acaba,
eso también lo es,
aunque sólo quede
la sombra del álamo.
HERMANO
Tú, hermano, con manos púrpuras,
con dientes salidos,
con voz sedienta,
venganza ahí demuestras.
Pletórico, desalmado,
ignominia, bajeza.
Tú, hermano, con saña,
sin lágrimas, sólo
mancillando con
tu fuerza, ufano,
majestuoso,
sin darte cuenta.
Ignorando el mar,
el sol, la tierra,
sólo oscuridad, vaga
por tu hacienda.
UN POEMA
Había sólo un poema,
un poema solo,
en mi cuartilla blanca,
que escribí aquella noche.
Era un poema de ausencia,
de desamor, de lágrimas,
no, no lo supiste nunca,
fue sólo para mí.
Lo tuve tanto tiempo
guardado en mi memoria,
y cada atardecer
solía recitar.
Pero los años pasan,
ya no soy el mismo,
los versos se han dormido
en el atardecer.
Quizás, cuando me vaya,
el viento te los lleve
y puedas comprender
lo que te pude amar.
Y pienses que fui iluso,
que eran desvaríos,
mis versos doloridos,
lo que me hizo soñar.
A RAFAEL ALBERTI
Y sólo la mar lo tiene
guardado en su corazón,
esa mar que tanto quiso
y que le dio inspiración.
Rafael era tu nombre,
por Alberti te llamamos,
y cuando vienen las olas,
mucho de ti recordamos.
Pintaste la vieja orilla,
le cantaste al marinero,
y guardaste en tu mente
lo mejor de mar adentro.
¡Qué triste está la bahía!
¡Qué triste el viejo paseo!,
ellos no te verán más,
pero sigues en su aliento.
Y escribirás un poema,
en una hoja del viento,
y éste lo dará a leer
al que te sigue queriendo.
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