MANUEL Sánchez Tello nació en Cumbres Mayores, Huelva, el 25 de septiembre de 1932, la razón es que su tía era la matrona del pueblo y su tío el médico, así que su madre, Carmen Tello Segovia, buscó aquí el mejor lugar para dar a luz; a los pocos días de nacer ya estaba en Huelva donde su padre, Manuel Sánchez Carrasco, era carpintero de ribera, así que aquí a la luz de la Ría de Huelva continuó toda su andadura hasta el día de hoy.
Estudió en la Escuela Arias Montano cerca de El Punto, después sería Humanidades en Sanlúcar de Barrameda y Filosofía Escolástica en San Telmo de Sevilla. Hasta que vuelta de la 'Mili' realiza los tres cursos de Magisterio en un solo año, o sea que se examinó en diez días de treinta y seis asignatura; pero vuelve a Madrid para estudia Filosofía Clásica.
Manuel Sánchez Tello comenzó a escribir sus primeros versos cuando apenas contaba con quince años. No se cuestionó entonces el por qué ni el para qué de tan sorprendente aventura. Hoy, cuando ya su cabeza porta una escarcha de años como exorno, sí lo sabe. "El niño que fui quedó atrás, perdido en el tiempo, pero le guardo el agradecimiento de aquellas primeras vivencias poéticas, que no fueron el resultado de un acto consciente sino reflejo de un impulso vital. Algo había fuera de mí que irresistiblemente me atraía y terminó atrapándome en las mallas de su calidoscopio. Hay tanta belleza en las cosas, hasta en las más pequeñas, que descubrirla y recrearla es un goce espiritual, la mayor aventura de un poeta". Es de los que se podría definir como un celtíbero de a pié que ama profundamente la vida y teme la muerte, aunque la acepta; que siente el orgullo de ser andaluz; que ama la poesía y, en consecuencia, odia la guerra y la violencia. Aunque es de los que ama apasionadamente las ciencias, toda su vida está impregnada y orientada por el Humanismo, no se siente atraído por ninguna razón política, "porque hace tiempo perdí la fe en las ideologías, aunque las respeto a todas, que no me avergüenzo en confesar que creo que Dios es una realidad trascendente". Ha conocido a distintas generaciones de poetas de Huelva, aunque dice que aquí los grupos literarias no han durado mucho. "No hubo mucha conciencia de ellos", aunque sí fue más una vinculación a revistas literarias, muchas y muy efímeras. Hace referencia a 'Letras', un apéndice del diario La Provincia, con Jesús Arsencio, Rafael Manzano y Pérez Palacio, donde escriben incluso Juan Ramón Jiménez y Rogelio Buendía Manzano. Luego será 'Papel de Aleluya' quien cubre este espacio con Rogelio Buendía, Fernando Villalón y Adriano del Valle. También estarán las revistas 'Grecia', 'Meridiano', 'Chabola'... Sánchez Tello dice que es difícil hablar de generaciones de poesía en Huelva, aunque en la República situaría a Juan Ramón Jiménez y a Rogelio Buendía, luego aunque no hay conciencia de grupo se podía hablar de la guerra y la posguerra, que se unen muy estrechamente, conociéndolo a todos. Poetas de la guerra como Rafael Manzano, Jesús Arcensio, Garfias, Mariano Orta, Figueroa y Díaz Hierro. En los cincuenta Sánchez Tello está con José Manuel de Lara, Antonio de Salas y en la provincia son los hermanos Juan y Manuel Delgado López, quienes se unen a los poetas de la guerra como Jesús Arsencio y Diego Figueroa, "aunque sin conciencia de grupo íbamos a todos los actos juntos". Era la época de los recitales en el Instituto Provincial de Higiene, en la Cátedra Martín Alonso Pinzón... Pero también en la tertulia popular 'Onuba' que tenía su sede en el bar 'Elcano', en la calle San Sebastián y a donde acudían gente interesada por el arte como el relojero Ángel López Campos y hasta el maestro barbero del barrio, Juan Blanco, que también lo era de Sánchez Tello a quien invitó a estas tertulias que se prodigaron con la presencia de otros escritores, lo mismo que luego ocurriera en otros bares como en el 'Puerta del sol', en a Placeta o en la 'Sin nombre' de la Merced.
Luego será el tiempo de agrupar a los poetas en torno a los programas radiofónicos, con guiones que tenían que pasar por la censura, cuando tenían problemas por recitar a García Lorca o Miguel Hernández. Pero lo que más problema le va a dar a Manuel Sánchez Tello serán los Juegos Florales Colombinos de 1959. Debieron de ser de Primavera, pero para facilitar que se presentaran quienes no lo hicieron en fecha se amplió el plazo. El poeta ganador fue Diego Figueroa, que antes del certamen iba leyendo su poema por la calle, todos sabían que se presentaba como 'Portus maris', tanto que Sánchez Tello decidió presentar el suyo bajo el lema 'Et terrea', que completaba la leyenda del escudo de la ciudad, lema con el que fue galardonado Figueroa. Pero se dejaron desierto los otros premios, "decían que lo demás no valía, la excusa es que había que pagar al mantenedor". Toda esta serie de irregulares y otras más llevaron a Sánchez Tello a recrearse en una extensa crítica en su programa en RNE 'Viaje al país de la poesía'. Los aludidos fueron hasta el gobernador civil quien conminó al director de la emisora a dejar a Sánchez Tello sin programa. Todo esto llevará a que se tenga que marchar, "me vi tan sólo, se me cerraron tantas puertas, que me tuve que 'exiliar a Madrid, donde comencé mis estudios de Filosofía Clásica". Esto supondrá un parón en la vinculación del poeta con Huelva hasta que de nuevo vuelve como profesor del instituto La Rábida, donde se jubila como profesor, aunque aun conserva la llave de su departamento y dice orgulloso que ha podido ordenar la biblioteca del instituto, una de las más importantes de Huelva.
Ésta, sí, ésta es siempre la mirada
la que hunde tan dentro de mí mismo,
que me duele ser piedra de mi abismo,
no sabiendo a qué fondo va escapada.
Detrás de mi silencio, está varada
mi palabra en amargo pesimismo,
y, aunque calla, es tan sólo el egoísmo
-no el mío- quién así la tiene atada.
Mas no penséis que soy como un extraño,
entre vosotros que hondamente calla.
Mi grito va por dentro, y, si os engaño,
abrid mi corazón cuando me vaya,
y veréis palpitar gritos de antaño
en las ondas sonoras de mi playa.
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