Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 1 de abril de 2012

1167.- EMILIO GARCÍA ESPINAR



EMILIO GARCÍA ESPINAR. Poeta de Málaga. Fallecido a finales de Enero de 2010 a la edad de 92 años.




Anhelo


¡Cuánto espacio, Oh Dios!
pleno de estrellas sin luna;
que aún mirándolas una a una
no podré alcanzarlas yo;
más prenderlas sin amor
es quimera harto dura,
que no hay profunda amargura,
sin tremenda confusión.








Sueños


Cuando te dije te quiero
mi voz sonó a triste incienso;
y es que mi triste amor
ya andaba por vericuetos
de crujidos y lamentos,
de camposantos oscuros,
y de huesos cenicientos.
Quiero renacer en ti,
volver de nuevo a tus huesos,
y poder sobrevivir
con el calor de tu cuerpo,
y poder asirme a ti
como el náufrago al madero,
y de esa forma vivir
la nueva vida que espero:
Gracias a la fuerza de tu amor
y a las ansias de mis sueños.










Dolor


No puedo besar el espino
por muchas rosas que tenga,
porque más duele la herida,
que el perfume que ella encierra,
porque el amor verdadero,
no es espinas, que es fragancia;
que es aroma, que no cesa;
que es dulzura y esperanza;
que es un néctar, que embelesa.










El Bar


Qué torbellino de gente,
qué mar de contradicciones,
qué distintas posiciones
en tantas y distintas mentes;
Bares de bullicio ingente
y locura infernal
donde siempre cada cual,
quiere saber lo que siente;
mas el vino y los efluvios
del aroma que se escapa,
en nuestra mente desata
otro pequeño diluvio;
incontrolado bullicio
donde la mente más clara
pone sonrisa en su cara,
para evitar perjuicio.
Mas el vino es cual río
que en su afán se desata,
buscando en mente insensata,
insultos broncas y líos.
Y es que hay que saber beber
y digerir lo bebido,
de lo contrario es sabido
que se puede enloquecer;
Esto es lo que yo he vivido
y algunas veces dar fe
de alguno y otro acontecer,
delo mucho que he sufrido.
A mí me gusta una copita
y saborear con placer
el néctar que esconde ella,
y el licor que lo acredita,
pues el vino es la sangre
que en las bodas de Caná,
del agua hizo un maná
Jesucristo aquella tarde.










Malagueña


Si no me entiendo ni yo
cómo te voy a entender,
sólo te pido, mujer,
un poco de compasión,
porque voy a enloquecer.










Cantares


Loco estuve de remate
al poner mis ojos en ti,
la ilusión que yo viví
tú misma me la quitaste
por tu forma de sentir.


Dejaste el agua correr
despreciando mi caudal;
cuando la quieras beber
mi agua no manará
y te morirás de sed.


Soy como las estrellas
que refulgen por la noche,
y al alba pierden la fuerza










El día y la edad


Yo amo a la madrugada,
la de la niñez perdida;
también adoro a la mañana,
bella juventud divina;
al llegar el mediodía,
la madurez reflexiva;
la tarde siempre es vejez,
la noche muerte temida.










El Perchel


¡Qué tendría nuestro Perchel!
para que mente preclara
en el Quijote citara,
la excelencia de su ser.


¿Serían sus calles y plazas,
sus mujeres y el querer,
o el olor de una biznaga
acariciando su sien?


Fueron sus balcones
de otra gentil Babilonia
llena de encantos y gloria,
entre claveles y rosas.


El pescado entre sus rocas,
cogido al amanecer;
con su vino moscatel
en ricas tapas servidas,
degustada y consumidas
con fruición y placer,
en tabernas preferidas.


Boquerones, sardinitas,
el pulpo seco, el jurel,
los chanquetes, plata fina,
que semejan en la sartén
una lluvia cristalina.










El gusano de seda


Explicando biología,
un día el maestro estaba,
sobre el gusano de seda
con cuyas patas hilaba
de mil colores la seda,
comiendo la hoja morera
y dejándose acariciar
por los niños en la escuela,
para ver de qué color
trae en su entraña la seda.
Metamorfosis divina
que teje la seda fina
en un estado latente,
para luego en un ambiente
de quietud y armonía
del vuelo la mariposa,
cause asombro y alegría
en las pupilas inocentes,
el misterio de la vida,
que es amar y fecundar
en la fuente cristalina,
que todos llevamos dentro
por exigencia divina.








La niña que quiso ser...


La niña quiso ser mariposa
y se cansó de volar;
y entonces quiso ser rosa,
mas se cansó de ser bella
y ya pensó en otra cosa.


Entonces quiso ser cielo,
un cielo azul y esmeralda,
mas cuando se vió tan alta
se asustó de tanta altura,
resbaló y se cayó al agua
y, como estaba tan fría,
tampoco quiso ser agua.


Entonces quiso ser sol,
mas sus rayos la quemaban;
después quiso ser planta,
pero de tanta quietud
la niña se lamentaba.


La niña también soño
convertirse en esmeralda,
fue tan intenso el verdor
que el color la molestaba.


Soñó que era princesa
y que un príncipe azul,
su boca roja besaba,
y ya no quiso ser más
que una princesa adorada.


Y es que cuando el amor
es sincero y duradero,
no hay en el mundo entero
que se compare con nada.








El Árbol


Cuando veo caer las ramas
del viejo y caduco árbol,
pienso que la desnudez
lo va cargando de años.
Aquella sombra que daba
a los mozos en el estío
junto al botijo del agua,
y el gazpacho en el lebrillo.
La misma sombra que daba
en la siesta al campesino,
y a los mozos y las mozas
en sus juegos divertidos.
Eran bucólicas tardes
de cigarras y de grillos,
de los pajarillos el cante,
y del moscardón el zumbido,
mientras allá en la lejanía
entre nubes de algodones
y un horizonte encendido,
desaparecía el sol
tras los picachos sombríos.
Hoy el sol va carcomiendo
al pobre y caduco árbol
su morena piel de antaño,
viéndose lleno de grietas
y encorvado por los años.






Amante


Tienes celos hasta del aire;
y aunque yo a ti te quería,
te volviste insoportable
hasta amargarme la vida.
No encuentro otra salida
que buscar la compañía
de una amante inseparable,
cuyo nombre es POESÍA.
Ella me cuida y me mima,
es solicita y amable,
es toda luz y armonía,
es mi inspiración constante,
forma parte de mi vida:
somos dos buenos amantes.
No me abandones mi amor,
que sin ti no sé qué haría,
pues no sé hacer otra cosa
que amarte a ti ... POESÍA.



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