Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 15 de abril de 2012

1218.- FERMÍN SALVOCHEA



FERMÍN SALVOCHEA
Fermín Salvochea y Álvarez (Cádiz, 1 de marzo de 1842 - 27 de septiembre de 1907) llegó a ser alcalde de Cádiz y presidente de su cantón durante la Primera República. Fue uno de los principales propagadores del pensamiento anarquista en esa zona en el siglo XIX. Siendo un destacado federalista, en 1871 se afilia en la I Internacional Obrera. En 1873, durante la época del cantonalismo, fue elegido presidente del comité administrativo del Cantón de Cádiz.
Su formación ideológica estaba influenciada por gentes como Charles Bradlaugh, Owen o Paine, cuyas obras conoce durante su estancia en el Reino Unido. También se sentiría influenciado por el comunista libertario Piotr Kropotkin, a quien leería más tarde. En España mantuvo contactos con los pensadores anarquistas y miembros de la "Alianza" de Mijaíl Bakunin, como Anselmo Lorenzo o Francisco Mora.

Busto de Fermín Salvochea situado junto al portal número 10 de la Plaza de Argüelles, en Cádiz.

Nació en la Plaza de las Viudas, de una familia de origen navarro. Su abuelo paterno se había establecido en Cádiz, procedente de Navarra, para dedicarse al comercio. Su madre, Pilar Álvarez, era prima de Juan Álvarez Mendizábal.
A los 15 años su padre, siguiendo las tradiciones de la burguesía mercantil gaditana a la que pertenecían, le envía a Inglaterra para que se familiarice con las técnicas comerciales, permaneciendo en Londres y Liverpool cinco años. Pero al parecer se dedicó más a estudiar los problemas sociales de la época que los mercantiles. Leyó las obras de Owen, Paine y Berdlow. Regresa a Cádiz con 21 años, con ansias de reformar la sociedad, influido por las doctrinas del socialismo utópico. Se hace conocer por su tolerancia y generosidad.
Después de La Gloriosa, es nombrado jefe de uno de los Batallones de los Voluntarios de la Libertad de Cádiz. Participa activamente en los sucesos del 68, por lo que es encarcelado. Puesto en libertad el 69, organiza partidas armadas contra el gobierno en la Sierra de Cádiz, siendo derrotadas por las tropas gubernamentales, por lo que se refugia en Gibraltar. En 1871, gracias a la amnistía promulgada por Amadeo de Saboya, regresa a Cádiz. Se cree que es en esta época cuando se afilia a la Internacional, aunque sigue apoyando las ideas federalistas y republicanas.
Líder indiscutible del Cantón de Cádiz, al finalizar el episodio del cantón, es apresado por las tropas del general Pavía, juzgado en Sevilla y condenado a cadena perpetua, permaneciendo varios años detenido en el Peñón de Vélez de la Gomera y en Ceuta, plazas de soberanía españolas en el norte de África. Renuncia al indulto que le ha conseguido el Ayuntamiento de Cádiz en 1883, escapándose a Marruecos. Desencantado de la vía política y del parlamentarismo, será durante sus años en presidio y en el exilio (tras su fuga, que le llevará a Francia), cuando se haga firmemente anarquista, de la tendencia anarcomunista.
Al fallecer Alfonso XII es nuevamente amnistiado, y vuelve a Cádiz, donde funda el periódico El Socialismo, en el que publica, entre otros, artículos del conocido anarcocomunista Piotr Kropotkin, introduciendo de esta manera el pensamiento anarcocomunista en los ambientes ácratas españoles, todavía apegados en su mayoría al anarcocolectivismo y fomentando el debate interno. Organiza los primeros actos por el Primero de Mayo en Cádiz en 1890, motivo por el que es detenido preventivamente al año siguiente. Estando en la cárcel tiene lugar el Motín Agrario de Jerez de la Frontera de 1892 en el que es implicado por falsos testimonios y por el que es condenado a 12 años de prisión. Una nueva amnistía le permite salir de la cárcel en 1899, y marcha de nuevo a Cádiz (donde conoce a Pedro Vallina), de donde pronto partirá hacia Madrid. Allí colaborará con la Revista Blanca de los libertarios Joan Montseny y Soledad Gustavo y, en general participará en las actividades anarquistas de la capital. Estará presente y apoyará la huelga general de 1902.
Renuncia a su herencia y a las posesiones familiares, que entrega a los más necesitados, decidiendo llevar una vida lejos de todo lujo material, cercana a la indigencia.
De vuelta a Cádiz, fallece el 28 de septiembre de 1907, tras caer de la tabla que le hacía las veces de cama. Su entierro fue una gran manifestación de duelo popular. Durante el entierro, empezó a llover a cántaros cuando la comitiva pasaba al lado del ayuntamiento. El alcalde ofreció que entrasen en el ayuntamiento diciendo: Esta es su casa. Que no salga de ella hasta que no acabe la lluvia.

Proyección de Salvochea
El escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez creó un trasunto de Salvochea en su novela "La Bodega", llamado Fernando Salvatierra. Durante la Segunda República, mientras en Cádiz se discutía la erección de un monumento en su honor, el pueblo de El Campillo, en la provincia de Huelva, cambió su nombre por el del anarquista gaditano. Ya en la Guerra Civil Española, una de las columnas de la CNT que luchó en Aragón contra las tropas sublevadas, tomó el nombre del alcalde gaditano. El ayuntamiento democrático de los años 80, en Cádiz, le dedicó calle y busto. Su figura sale de manera recurrente y, desde una perspectiva localista, en los Carnavales de la ciudad. Una fracción de la hinchada del Cádiz CF se denomina a sí misma "Columna Salvochea". En la actualidad, el Ateneo Libertario de la ciudad, un instituto de Enseñaza Secundaria y una asociación de vecinos llevan su nombre. Todavía hay en Cádiz quien deposita flores en su tumba.
Tras su muerte, fue conocido popularmente, en antítesis con el catolicismo dominante, como: "El Santo de la Anarquía".




AL PRIMERO DE MAYO

Como el paro general
se declare para mayo,
de fijo le da un desmayo
en el acto, al capital.
Proponen los socialistas,
y a la verdad con razón,
que del obrero la unión
se enseñe al capitalista;
quien, algo falto de vista,
no ve en el nuevo ideal
lo que es justo y natural;
y no hay nada que a tal hombre
le preocupe, y aun le asombre,
como el paro general.
Debe el anarquista, pues,
cooperar a tal empresa
con constancia y con firmeza,
gran valor e intrepidez;
que siempre la timidez
se encontró en el ruin lacayo;
y si ha de venir el rayo
que purifique la tierra,
hace falta que la guerra
se declare para mayo.
Muéstrese al rico altanero
de una manera elocuente,
enérgica y contundente,
que hay algo más que el dinero;
que sin él, puede el obrerohacer
de su capa un sayo;
y aunque mire de soslayo
al que le infiere el ultraje,
como lo haga con coraje,
de fijo le da un desmayo.
Ya el término se divisa
de la infame explotación,
y se oye la maldición
del que se ve sin camisa;
contenga el burgués la risa,
que la cosa es muy formal;
nuestra fuerza es colosal
y matar puede a querer,
y envuelto en el lodo ver
en el acto, al capital.

(El Trabajo, Cádiz, abril de 1900)





EL POBRE Y EL RICO

Un pasajero que de orgullo henchido
navegaba en primera,
con desprecio miraba al desvalido
viajero de tercera.
"Al que hable de igualdad -decía el primero-
considero insensato.
¿Cómo ha de ser cual yo, quien sin dinero
se encuentra y sin zapatos?"
Y entre tanto en el pecho del segundo
el odio se despierta,
al ver que en contra suya todo el mundo
parece se concierta.
Mas pronto la comedia cruel y fría
tornárase en tragedia
al no surgir brillante un nuevo día
del mismo mal que asedia.
Un choque atroz, terrible y formidable
la catástrofe anuncia
y de la muerte el fallo inapelable
en alta voz denuncia.
Entonces de las clases los extremos
sin mirar diferencia,
con ardor se dirigen a los remos
y se unen sin violencia.
El peligro común de los mortales
la vanidad ahuyenta
y hace se reconozcan como iguales
entrando en la ancha senda.
La vida del error no es más que un día,
aunque parezca larga;
la verdad solamente da alegría
y nunca es una carga.




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