Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 1 de abril de 2012

1170.- MANUEL LAURIÑO COBOS



Manuel Lauriño Cobos, (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz), escritor sevillano residente desde su niñez en la vieja puebla de Triana, especializado en temas andaluces, fue uno de los fundadores del grupo poético «Guadalquivir», el primer grupo poético sevillano aparecido desde Mediodía, debido al largo paréntesis de la guerra. Es autor de innumerables títulos de poesía, novela y ha visto reconocida su callada labor literaria con distintos galardones: Andalucía de poesía», Platero y Nuestro modo de ver. Es autor en Almuzara de Andalucía de leyenda, Málaga de leyenda -2ª edición-, Cádiz de leyenda, Granada de leyenda, Sevilla de leyenda y Extremadura de leyenda.




CAPILLA DEL CARMEN


Torre asomada al balcón
de Triana sobre el río,
presa en el escalofrío
de una apretada emoción
columpiada en el bordón
de sus campanas al vuelo,
que en el rubor de la tarde
frente a la tierra y el cielo
rompen en un sol cobarde
sus sones de terciopelo.


A sus pies entre el glorioso
desperezo del Poniente,
hecha copla y alborozo
bajo los arcos del puente,
el agua tiembla de gozo,
sonrojada y conmovida,
mientras la trenza desata
de su corriente aturdida
y la tiende adormecida
al filo de la zapata.


Al vidriado contraluz
dudoso del caserío,
pregonando el señorío
de un pueblo, que cara o cruz
juega su vida en el río
sin descomponer la risa
con los hielos de un recelo,
la torre se diviniza
y asciende radiante al cielo
engalanada de brisa.


Torre fiel, canción de barro
sobre el fervor de Triana,
cuya fe carmelitana
en un consciente desgarro
abre un camino al mañana.
Celestial humilladero
donde el barrio se arrodilla
con el alma en candelero
contra la luz de Sevilla
entre un guiño azulejero.








23


Almonas de Triana,
sólo recuerdo,
caminos en el agua
de aceite y sueño.
Por mis canciones
aún resbala la espuma
de sus jabones.








233


Rota de pena, vencida,
la soleá del Zurraque
se muere por las esquinas.






260


Acodado en mi ventana
no quisiera despertar
de este sueño que es Triana.








384


Bajo los arcos del puente
por los senderos del agua
canciones de plata el río
entre dos orillas canta,
mientras Triana
sueña con el palio verde
de su Esperanza.








CORPUS CHICO


Vierte Triana a golpes desde el puente
un rumor encendido de cantares.
Se enciende el cielo en verdes alamares
de luces y de sombras lentamente.


Corpus chico en Triana. Se presiente
al despertar de Dios. Rubios altares
y balcones con colchas de lunares
sacralizan las calles y el ambiente.


Altamar de fervores, la mañana
se recrea en el gozo de Triana,
siguiendo a Cristo el Pan encadenado.


Dios redondo en el sol del ostensorio,
Dios real y también Dios ilusorio,
infinito a la vez que limitado.







ROMANCE DEL CORPUS CHICO



Mañana del Corpus Chico,
y tan grande al mismo tiempo,
estalla en tracas de luces
por el aire volandero.
Hay un rumor de claveles
y gladiolos en acecho,
al filo de los balcones
disputando y compitiendo,
porque Dios está al salir,
redondo de sol y cielo,
amarrado a un pan de trigo
con cordeles harineros.
Por la calle en lontananza,
casi saltando y corriendo,
un Niño Jesús de azúcar
por lo dulce y por lo tierno,
todo mieles en los ojos,
en las manos y en el gesto,
sostiene un cáliz de gracia
con la punta de sus dedos.
Tras Él compone San Juan,
el manto y el pecho abiertos,
Apocalipsis marcados
con la sangre del Cordero,
y se le quiebra la voz,


-Dios al fin sólo es el Verbo-
cuando inicia lentamente,
eternizando el momento,
con aguas de claridades
la Gloria de su Evangelio.
Y ya cerca de su Hijo,
sendero al andar haciendo,
una Pura Concepción
pisa lunas y luceros
entre ráfagas de plata
al son de tamborileros.
Se columpia la mañana
cuando Dios está saliendo,
y las campanas achican
sus badajos en el viento
para amortiguar sus sones
bajo el bronce vocinglero.
San Juan, la Virgen y el Niño,
sin humos ni olor de incienso,
abren despaciosamente
paso a paso, sueño a sueño,
el camino del Señor,
verde de juncia y romero:
una senda molinera,
escoltada de sarmientos,
por donde sube Triana
desde la tierra hasta el cielo.











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