Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 18 de abril de 2012

1225.- JESÚS GRAVÁN


JESÚS GRAVÁN SÁNCHEZ

De El Puerto de Santa María, Cádiz, España, 1983. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz, es educador social y director de la revista Horizonte. Es autor del poemario Anochece y de vários videopoemas. Há obtenido el Premio de Poesía Padra Villoslada (2001), el Premio de Poesía en el XVII Concurso Antonio Gala y el premio Andalucía Joven em Medios de Comunicación.



INVENTARIO PSICOPATOLÓGICO PARAFRASEADO

Doctora: Grandes lagos son mis memorias. Hay veces que no reacciono. Nunca he recebido un cumplido. Mis brazos y mis piernas empiezan a moverse inadecuadamente. Siempre estoy distraído. Mi vida es un cúmulo de cosas por recoger, pequeños ruidos que se quiebran, pequeños besos que se olvidan. Al andar mantengo la sensación de que mis pasos borran los que anduve junto a ella. Con frecuencia, al pensar todo está turbio y me es molesto. Las cosas me empiezan a ser desconocidas. Soy como Kevin Bacon en el Hombre sin sombra. A veces floto em el vacío. Ese vacío inmenso por el que siempre me extravío, y por el que a veces sin remédio ni esperanza, me busco.



LUNES Las seis de la mañana. Lo he intentado, sin embargo, has vuelto a impedir que arroje el despertador por la ventana. He querido agarrarme a la oscuridad de las sábanas, pero un olor a quemado dentro de mi estómago há sentenciado, sin ningún gênero de dudas, que vuelve a ser lunes. El tiempo, ya se sabe, nunca dispone de hoja de reclamaciones.



DÉJAME BESAR TU SILENCIO

Déjame besar tu silencio,
tus sílabas rotas de pavor.

Déjame que acaricie el miedo
que separa tus palabras del aire,
la distancia entre tu piel
y mis dedos de oxígeno.

Déjame que pronuncie con mi saliva
la muerte que arraiga en tus cabellos.
Déjame sentir tu tristeza;
saborear con mis ojos
tu voz dormida.

Déjame absorber el humo
de tus pupilas desnudas.
Déjame oler esa sombra roja
que deslumbra tu transparencia.

Déjame besar tu silencio,
aspirar el sordo oído de la distancia,
lamer la duda de tus manos,
morir siempre en tus palabras.






Llegará un día en el que será inevitable
nuestra transformación en un frasco
de medicación en el bolsillo.

Llegará un día, quizás lejano, ojalá,
en el que debamos apuntar
las horas estrictas en que tomamos
la última ilusión empujada por un vaso de alegría,
un día en el que la libreta del tiempo
nos espere en la mesa, metiéndonos prisa.

Llegará un día en el que ella
estará sentada junto a la chimenea,
y tenga frío y los ojos grises y tormentosos,
y esté contando los minutos que le quedan
para ver toda esa materia que nos rodea,
haciendo del tiempo una triste mirada tras la ventana,
intentando hacerse amiga de la muerte,
intentando acoger los últimos sueños
que la noche facilite,
recordando que algún día cuando iba
a visitarla aún podía preparar
algo de comer mientras la acompañaba.
Sí, echaras de menos verla alegre, suelta,
segura de si misma,
porque llegará el día en el que tengas
que calentarle una sopa de ánimos
que guarde en la nevera.

Llegará el día, espero equivocarme,
en el que el aburrimiento juegue
al esconder con los alientos de la vida,
un día áspero, impaciente.

Y sin motivo y cuando menos lo esperes
llegará aquel atisbo del mezquino tiempo
en el que la eches de menos,
y no nos quede nada más
que la esperanza de que todo no acabe aquí.

Es lunes. Las 18:29. Acabo de llenar
los bolsillos con algún poema diminuto
y sentimental, y llegará el día, no lo discuto,
pero mientras tanto, mientras todavía
pueda abrazarte sin abrazar al olor del polvo,
mientras al abrazarte no palpe huesos o cenizas,
mientras tanto, este poema es tuyo,
porque no quiero esperar a no verte
para hacerte un hueco
en el pequeño
corazón de mis letras, ahora es tuyo,
porque las elegía suelen ponerme triste.





No hay comentarios:

Publicar un comentario