MARIBEL TEJERO TOLEDO, nació en Madrid (1946). En Segovia, cursa estudios de Magisterio y se diploma en Geografía e Historia por la UNED, dedicándose profesionalmente a la enseñanza, que ejerce en Jerez de la Frontera, CÁDIZ, donde desarrolla además una importante labor social, en defensa de las libertades, los derechos humanos y, en definitiva, de los más desfavorecidos. Paralelamente, escribe su obra en silencio, alejada de grupos y banderías.
En 2006 ve la luz su primer libro: "La música de la libertad" (Padilla Libros Editores & Libreros, Sevilla, marzo de 2006) y en 2011, "Deshacer la memoria" editado por Área de Igualdad de la Diputación de Cádiz.
I
Aquella mañana, el cielo gris
nos precedía.
Entramos en la casa,
íbamos recogiéndote
de todas y cada una de las cosas.
Íbamos arrancándote
de todas y cada una, cuidadosamente,
para no romperte más del todo.
Allí estabas, seguías…
Un silencio pesado, plomizo
se volcaba sobre nosotros,
como losa que impidiera
cada uno de nuestros movimientos.
Y llovía…
Idas y venidas,
e íbamos dejando algo de todo
lo que tú sellaste indeleblemente
marcado. Era el momento.
Y llovía…
Allí dónde viviste tus últimos sueños,
allí ,donde cada mañana
el sol venía a visitarte
acariciando los cristales,
todo era muerte.
Una enorme borra de muerte
lo cubría todo, anunciaba
que allí, en el sur,
cerca del mar, hace tiempo
que tú ya sabías que habías muerto.
II
Me senté en el umbral.
Miraba por ultima vez
aquellos muros
que sostenían la casa.
Siempre era mi casa.
Tu casa se cerraba
por la llave más dura y más profunda,
la del olvido,
la del silencio cómplice,
la de los fantasmas.
Las calles vacías.
Nosotros los que la amábamos,
salíamos como a escondidas,
encogidos, silentes como el aire.
Al entrar donde los hombres
hablan, en las tabernas viejas,
ya no quedaba nadie de nosotros.
III
Hice por última vez
el camino de la ermita.
Yo decidí quedarme
en los últimos juncos
del centro de la laguna;
donde se prolongaba
la sombra del chopo
resquebrajado y abierto por el rayo.
Yo, resistiría como él.
Y volverían las cigüeñas
en febrero a crotorar
y a despertarme, de entre las ovas
de la laguna, dónde jugábamos.
IV
Salimos al jardín,
yo quise quedarme en aquel lirio,
junto a los alhelíes;
ser mariposa,
rizoma, o malva real
de las que tu cuidabas,
o hiedra.
Algo de todo aquello
en lo que tus manos
procuraron la vida
V
A Pedro Yuste y a mi madre
Ahora vuelvo aquí,
a dejar prendida el alma en las retamas
para henchirla de tomillo
y cimbrearla en las noches de Mayo.
Ahora haré mi nido aquí
y vendrás a mi lado en las tardes
cuando el sol se esconde por la ermita.
Os veré pasar con el paso cansado por los años
Y miraré el agua que dejaste
para vaciar la sed de tu soledad.
Ahora oiremos el rumor de los vencejos
cada tarde, sin tiempo recortado,
en la infinita caricia de la brisa
de ese mar de pinares
que nos cubre y nos besa,
***********************hiriéndonos.
Ahora , te contemplo,
sobre el marco de la fotografía.
Miro tu rostro gastado
marcado por el surco del sufrimiento,
tu boca entreabierta
marcando una sonrisa,
los ojos al cielo,
esperando…Serena y dulce la mirada.
Te sostengo yo ahora,
como tú lo hiciste, en otro tiempo,
y te muestro como la meta alcanzada,
que transforma y cambia
el dolor, por la esencia de las cosas,
y la lucha con la que tú me has enriquecido.
Tu vacío es inmenso, más duro
que el dolor de tu muerte.
Otra vez te traería, madre,
a meterte en mis brazos,
a templar tus manos entre las mías,
a abrazar tu cintura.
Inclinado tu cuerpo, inexorablemente,
te tomaría, madre,
y ayudaría tus pasos de nuevo, madre.
Al solecito, madre,
despacito ,madre…
¡madre!...
y te llamo y grito tu nombre,
y el pecho se me rompe,
y el llanto estrangula mi garganta.
Me queda sólo pasar el dintel
el hondo suspiro de la muerte,
para volver a verte.
¡Que largo es el tiempo!
sin tu quehacer diario
eternos los días, vacío mi tiempo.
Esta tarde las ventanas
de mi casa se tapian.
Voy colocando los muros
del olvido, todos.
Escondo mi cara bajo
la mullida manta,
cierro los ojos…
Se tapian las mimosas
y las encinas de la sierra,
la lluvia y los castaños, se tapian.
Los recuerdos de la judería
las calles estrechas
y la inmensa plaza porticada,
entonces horizonte infinito.
Se tapian los nombres
las luchas y movimientos por la libertad,
se tapian, por cheques y letras de cambio.
Se tapian el dolor de la transición
******************************y las ausencias.
Se tapia el amor, tantas veces tocado.
Se tapian las heridas de mi vientre
como se tapian vuestras voces
que ya no me llaman
Una inmensa oscuridad y silencio
está ya instalada.
****************Se tapia la muerte.
Repartid y expandir mis cenizas
entre el mar y la tierra,
donde se quedó mi infancia,
con mis sueños y miedos,
junto a mi madre, para oir
el croar de las ranas en la laguna
y el rumor del viento, en los chopos cada noche,
traerá al amanecer olor a trigo y amapolas.
Sumergidme y fundirme en este mar inmenso,
imbricada en su luz, me fundiré
y seré lluvia salada con sabor a magnolios.
Me desgarré en el grito del verso y la palabra
y no me habéis conocido.
He mendigado el beso y el abrazo,
como el perro solo por la calle,
que olisquea y camina cabizbajo,
intentando sorprender en el aire,
alguna brizna ,del olor de su dueño.
Perdonadme tanto dolor y tanta ausencia.
http://sindromepoesia.blogspot.com.es/2007/11/maribel-tejero-toledo-naci-en-cullar.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario