Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 16 de abril de 2012

1220.- VÍCTOR ALIJA CASTRO

Víctor Alija Castro.
Cádiz, 1978. Poeta, escritor y fotógrafo.
La vida profesional de la poesía de Víctor Alija nace en el año 1998, cuando -cursando estudios de Filología Árabe en Cádiz- la editorial Ediciones A bordo publica lo que sería el primer poemario del poeta. Detrás del impacto de La luna de miel en Taormina (ilustración que cubre la separata) se esconde En las noches pasadas, una pequeña compilación de los versos más destacables de aqueña primera época en la que el poeta abandona el mundo adolescente para sumergirse en la vorágine adulta.

Seis años habrían de pasar para que el primer libro de poesía viera la luz, esta vez de la mano de Padilla Libros, poemario intenso donde queda reflejado el tempestuoso amor que unió al poeta con una joven gaditana durante cuatro años. Divagaciones supuso el primer escalón de la vida literaria de Vïctor Alija. Uniéndose al éxito de esta primera edición limitada, la compañía teatral En Azul Producciones condujo varios de los poemas de este libro a la obra teatral Soy un vals, donde los textos del poeta conviven con otros de Federico García Lorca, Oscar Wilde, Machado, Frida Kahlo, etc, instituyéndose como el único autor vivo de dicha obra.

2005 supone un reencuentro con el alma existencialista del poeta, en una búsqueda irremediable del amor, la mar de su añorada Cádiz se establece como escenario esencial de Rumor de bajamar, segundo libro del autor que nace de la mano de Nuevos Escritores, donde se establecen las primeras pinceladas agitadas que marcarán una catarsis dentro de la trayectoria literaria del poeta.

Dos años de silencio cubrieron el camino de sus tres anteriores poemarios. En 2007 nace un nuevo libro de Víctor dentro del mercado independiente literario. Amazon (la tienda online norteamericana más importante del mercado), ofrece a sus lectores La luz encendida, amargo poemario que relata la ausencia del amor, la palabra no correspondida, el tacto traicionado; una cruel autobiografía amatoria condensada en cinco capítulos.

2008 nos ofrece el triunfo del artista. Triunfo en el amor, donde la plegaria del poeta es una alabanza al amante rendido, a la virtud de la entrega, a la carnalidad unida a la espiritualidad. Triunfo en lo profesional, pues es ahora cuando nace CVA Ediciones, editorial del poeta que se viste de largo para su primer alumbramiento, La vida tercera del gato.

En 2009, se presenta en el Ayuntamiento de Granada el libro Loto, un poemario cargado de aires budistas y orientales a través de la sabiduría de Nichiren Daishonin que traza un nuevo camino en la poética del artista.

En 2011 el poeta resurge de entre el trabajo editorial alzándose, con la unanimidad de todo el jurado, con el primer premio de la XXVII edición del Concurso de Poesía Ciudad de Zaragoza con la obra Oxidaciones, una inteligente síntesis de la tradición mística y de los lenguajes más rabiosamente contemporáneos.






Las formas


Hubiera preferido cien formas
distintas de separarme
de ti esta mañana.
Se me ocurren cien más
-al menos-
en las que podemos reencontrarnos.


La vida tercera del gato (CVA Ediciones, 2007)








El arca de los idumeos


Bienvenido a la tierra de Uz,
este es el lugar donde las balandras
engañan al Mar Muerto,
donde las quillas destrozan el polvoriento y mermado suelo,
donde los profetas queman las estrías agudas
del hambre
para mancillar las costillas del ganado.


Bienvenido al reino de Edom,
tú que partes desde más allá de los agrios reinos bíblicos,
aquí la piedra es el testamento óseo de los hijos,
aquí el pasto es la repudia de la mujer
que copuló engañada a la noche.


Bendito tú que besas los pies del monte Seir
y arrastras en tu boca la profecía
contra los hombres
hijos de Job.
A ti diré


orgulloso,


que bajo esta esfera diáfana
encontrarás la séptima casa de Dios.


(Del libro inédito Jardín yo soy que la belleza adorna.)










Dijiste que lo llamaban
el Paseo de los Tristes.


Agitado, turbado, pleno.


Yo sólo lo hubiera rezado
si hubieras estado -TÚ- ausente
de cada uno de los pasos
que atravesamos camino de los cármenes.


Cipreses,
obsoletos,
perennes cipreses,


giraban a un lado u otro
como una noria silbante y reposada,
mientras tú, a mi costado,
te tornabas en la recompensa
sobre un mirador anochecido.
Llamaste sosegado
a la oración de los tristes o los vencidos,
convirtiéndote en el eje oblicuo
donde nació la noche primigenia,
por primera vez
lejos del mar.

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