Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 7 de abril de 2012

1179.- JUAN MANUEL ALCEDO ALCEDO







JUAN MANUEL ALCEDO ALCEDO. Puerto Real (Cádiz)








UNA VEZ PENSÓ PALABRAS


Una vez pensó palabras,
niña, rosa, pecho,
alba, luz, quimera.
En palabras, pensando llega.


La niña va con su rosa
atravesando la puerta
que el alba abrió para ella.
Entra en el jardín aún dormido,
se acerca a la fuente, una quimera.
Deja la rosa en el mármol,
cierra sus ojos y espera.
El Sol va apareciendo,
un rayo a su pecho llega,
explota la luz, destella.
Deslumbra. Siempre ha deslumbrado
las letras que salen de ella.
Aún no está el foco apagado
cuando como una diosa se eleva,
de letras, una mariposa
que en su vuelo ya observa
a la niña, a la rosa,
a la fuente, la quimera.


Vuela con su sonrisa fresca;
sonrisa de primavera,
acompañada de un guiño
como si una firma fuera.


Vuela, que viene volando,
vuela que volando llega.


Una vez pensó palabras.










TURBULENCIAS


El aura mística del arribo
es flecha pretérita, e infértil,
en un presente de ojos abiertos
y palabras gastadas,
mutiladas,
presas en jardines inundados
por escombros y estatuas muertas.


Los vientos empujan y desorientan.
La escalera, en espiral,
nunca tuvo balaustradas.
Así, el vacío flanqueante,
de tan común,
se hizo cotidiano.


Diógenes facilitó el camino.
Es dura la gimnasia del recuerdo
cuando las manos andan vacías,
los labios murmuran a solas
y el olor de la piel,
último vestigio de una presencia,
ya va en retirada.


Imágenes brotan de cualquier rincón,
de cualquier cajón;
inesperado.
Colores que ya no existen.
Si alguna vez existieron
murieron en el revelado.


Colores que ya no existen.


Como esa sonrisa.








HOY NO QUIERO ESCRIBIR


Hoy no quiero escribir.
No me apetece, simplemente.
Empecé a buscar colores por las nubes
sin darme cuenta que ya había anochecido.


Hoy no quiero escribir.
No quiero parir versos,
ajustar sílabas,
cotejar rimas,
escuchar los ritmos.


Hoy no quiero escribir.
Ni crear metáforas de amor.
No.
No.
Hoy mi poesía no derrumbará muros
pues lancé tan lejos el cristal de los sueños
que apenas puedo ver donde cayeron los trozos.


Hoy no quiero escribir.
El lápiz, prolongación de mis huesos,
receptor de mi mente, tiene fría la piel.
No lo reconozco
y me da miedo.


Hoy no quiero escribir.
Tengo derecho.
Debo guardar callado luto por la musa
que mis palabras forjaba.
He de esperarla aquí,
en el escalón de mi puerta,
por si le da por regresar.


Hoy no quiero escribir.
No me apetece.
Simplemente:
no estás aquí.












SENTIR


La mano quiso que fuera.
Y fui.
La risa quiso que volara.
Me hizo pájaro.


La mano me dio su risa.
La risa me dio su mano.


Y aprendí, pues me enseñaron.
Aprendí a ser humilde
pero con el rostro alzado.
Aprendí que las luces de neón
esconden más de lo mostrado.
Aprendí que reírme de mí mismo
era primordial para quererme,
para comprenderme,
para respetarme.
Aprendí que el amor no es sólo fuego,
que el amor es un abrazo.


Todo eso aprendí.


Pero, a veces,
(hoy es a veces)
me gustaría creer en algo…
en un no sé qué…
en un qué sé yo…
para volver a sentir.


Sentir.


Sentir, padre, tu risa bendita.
Sentir, madre, tu bendita mano.


Volver a sentir.







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