Elena Felíu Arquiola nació en Valencia en 1974, aunque pronto se trasladó con su familia a Bruselas y posteriormente a Madrid, ciudad en la que ha vivido hasta hace unos años. Doctora en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid, desde el curso 2001-2002 es profesora en el Departamento de Filología Española de la Universidad de Jaén.
Algunos de sus poemas se han publicado en la antología Cima de olvido. Cinco poetas jóvenes de Jaén (Diputación Provincial de Huelva, 2006), en las revistas Adarve, Aldaba, Hwebra y La sombra del membrillo, así como en los volúmenes colectivos !A ti, Gran Duquesa! y otros poemas (Madrid, Ediciones de la UAM, 2003) y Vegetales y otros poemas (Madrid, Ediciones de la UAM, 2004). Es coeditora de Adarve, Revista de crítica y creación poética, que se publica en Internet desde enero de 2006, y colaboradora de la revista Paraíso.
Ha publicado Las palabras y los días (Diputación Provincial de Soria, 2004), poemario por el que obtuvo el XIX Premio Gerardo Diego de poesía para autores noveles, y Secreta arquitectura (Diputación Provincial de Soria, 2006), libro de poemas ganador del XXIV Premio Leonor de poesía.
Cada nueva llegada trae consigo,
invariablemente,
una soledad más
que, ignorante del resto,
construye una espiral sobre sí misma
y en sus pliegues se esconde.
Así, cada llegada va poblando
la ciudad de figuras infinitas,
aisladas en sus líneas circulares,
nunca tangentes ni jamás concéntricas.
(De Las palabras y los días, Diputación Provincial de Soria, 2004).
La soledad del lago
No le faltan al lago
visitantes narcisos que se acercan
a contemplar su imagen sobre el agua.
Sin embargo,
nadie se asoma al pozo
en busca de un reflejo:
quien se inclina sobre el pretil de piedra
quiere saber qué oculta en sus entrañas.
Hemisferio austral
Desconocemos las constelaciones.
Perplejos, contemplamos
esta noche de pronto indescifrable,
misteriosa y hermética,
sin astros conocidos,
sin Estrella Polar que indique el norte.
Confusos, nos dejamos
llevar por la marea y las corrientes
con la mirada fija en las alturas,
para aprender las sendas
trazadas en el cielo
de esta mitad del mundo.
Buscando nuevas tierras,
hemos hallado un nuevo firmamento.
(De Secreta arquitectura, Diputación Provincial de Soria, 2006).
Los lugares comunes
La ciudad se conserva en el recuerdo,
doblada y disponible,
como un mapa afectivo
en el que la memoria ha señalado
con una cruz la calle
y el bar y la terraza
y la cafetería
y el trocito de acera
donde se adivinó por un instante
una felicidad esquiva.
(De Las palabras y los días, Diputación Provincial de Soria, 2004).
Gratitud de la hiedra
Tu solidez de tronco me sostiene,
tu solidez de roble, tu robusta
serenidad, tu placidez de encina.
Si mi cuerpo se curva, si vacilo
y tiemblo y casi caigo, tu presencia
me rescata, me orienta, me endereza.
A mi talle ondulante tú le ofreces
los surcos de tu piel, las mil arrugas
de tu corteza: firmes asideros
para el peso tan leve de mis hojas,
que rodean tu cuerpo con ternura,
que te abrazan con fe y agradecidas.
(De Secreta arquitectura, Diputación Provincial de Soria, 2006).
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