Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 8 de julio de 2011

LUIS GARCÍA GIL [473]


Luis García Gil 

Nació en Cádiz el 26 de octubre de 1974. Criado en ambientes literarios, hijo del también poeta José Manuel García Gómez, su iniciación en el mundo cultural fue temprana, siendo polifacético en su obra en la que se funden literatura, cine y canción de autor, territorios a los que se encamina su trayectoria como poeta, narrador y ensayista.

A finales de 2004, con la publicación por parte de la editorial Ronsel de su libro Serrat, canción a canción, le llega el reconocimiento unánime de público y crítica. Este libro alcanza la tercera edición a principios del año 2005 y supone un novedoso y exhaustivo estudio poético de la obra del cantautor catalán. A finales de 2006 Serrat, canción a canción ve la luz en Argentina en edición ampliada, revisada y actualizada. Esta nueva edición incluye un segundo prólogo del escritor argentino Roberto Fontanarrosa que se une al prólogo de José Ramón Pardo de la edición española.

En la primavera de 2007 ve la luz su libro de poemas La pared íntima en el que recoge una antología de su obra poética con preferencia a poemas escritos en los últimos años. La pared íntima resume el itinerario poético de Luis García Gil a lo largo de una década en la que su poesía ha sabido beber de la mejor tradición de la poesía española contemporánea, de Antonio Machado a Juan Ramón Jiménez, de Vicente Aleixandre a Jaime Gil de Biedma. Hay poemas fechados en 1997 y otros que han sido escritos en 2006. Se suceden poemas sobre el paso del tiempo con imágenes de la infancia y sentidos homenajes a François Truffaut y a Jacques Brel. En total más de cincuenta poemas que resumen las constantes emocionales de la poesía de Luis García Gil. La pared íntima es editado por el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Cádiz y se presenta en el mes de mayo de 2007 en el marco de la Feria del Libro de Cádiz.

Tras Serrat, canción a canción Luis García Gil publica en la primavera de 2007 el libro Yupanqui, coplas de un payador perseguido. El libro es editado por Ramalama, la editorial creada por José Ramón Pardo. Se trata de un ensayo sobre el cancionero del trovador argentino que ahonda en canciones tan emblemáticas como "Los ejes de mi carreta" o "Luna tucumana". Luis García Gil prosigue con Yupanqui su personal indagación en la obra de cantautores de referencia en el mundo de la canción.

Luis García Gil es elegido en mayo de 2007 para clausurar la Feria del Libro de Cádiz firmando ejemplares de sus libros en la misma. En el mes de junio del mismo año firma también ejemplares de sus obras en la Feria del Libro de Madrid. Ese mismo año participa en el libro colectivo Tributo a Serrat que edita Ramalama y coordina el poeta Antonio Marín Albalate.

A mediados de 2008 ve la luz el cuaderno Las gafas de Allen, dentro de la colección Siete Mares que dirige la poeta gaditana Mercedes Escolano. Este pliego supone una muestra del poemario Las gafas de Allen, conjunto de poemas que suponen un homenaje muy personal al cineasta neoyorkino sin abandonar las constantes poéticas de García Gil ya reveladas en La pared íntima. Las gafas de Allen terminará siendo un libro completo que ve la luz en 2013 con prólogo de Patxi Andión. 

Ese mismo año Joan Manuel Serrat le elige para colaborar comentando toda su discografía en Algo personal, su Cancionero Oficial que edita Temas de Hoy. Este libro recoge todas las canciones escritas por Serrat y confirma a Luis García Gil como el principal estudioso de la obra del cantautor tras su monumental trabajo Serrat, canción a canción.

En otoño de 2009 Luis García Gil publica François Truffaut, un ensayo muy personal sobre el cineasta parisino que aparece en la renombrada colección Signo e Imagen de Cátedra. A finales de ese mismo año edita con Milenio Jacques Brel, una canción desesperada, culminación de su trilogía sobre la canción.

El Festival de Alcances de Cádiz acoge en 2009 dentro de su sección Cádiz produce el estreno de En medio de las olas, un documental escrito y producido por Luis García Gil y en la que rinde homenaje a su padre, el poeta gaditano José Manuel García Gómez. En medio de las olas contó además con la dirección de Pepe Freire.

En 2010 prosigue su andadura poética con el libro Al cerrar los ojos que edita con la editorial granadina Compañía de Versos Anónimos. Ese mismo año culmina la recuperación literaria de la memoria y obra de su padre con el volumen José Manuel García Gómez, un poeta medio de las olas que edita la editorial gaditana Absalon.

A finales de 2011 publica con Ediciones Mayi Javier Ruibal, más al sur de la quimera, otro poético y singular acercamiento a la vida y obra de un trovador.

En 2012 ve la luz el libro Serrat y Sabina a vista de pájaro que edita con T&B. Un año después edita con Milenio Joan Isaac, bandera negra al cor con prólogo de Serrat. También en 2013 edita Las gafas de Allen, su mejor libro de poemas, donde funde dos de sus pasiones: la poesía y el cine. El libro se presenta en el Festival de Alcances de Cádiz, mismo certamen que acoge el estreno del documental Vivir en Gonzalo en el que Luis García Gil vuelve a coincidir con Pepe Freire. La cinta es un viaje apasionante a la personalidad musical y cinematográfica de Gonzalo García Pelayo. 

Luis García Gil ha colaborado en distintos medios de comunicación, tanto en prensa escrita como en radio y televisión. Entre esas colaboraciones podemos destacar la sección literaria que coordina en el programa Cádiz en la Onda que presenta Carmen Paúl en Onda Cero Radio.

Hay que mencionar también que Luis García Gil ha colaborado en varias revistas literarias, entre ellas Ágora que dirige Fulgencio Martínez o The Children's Book of American Birds que coordina Rafael Saravia.

Forma parte de la red de poetas del Centro Andaluz de las Letras. Su nombre también está incluido en el programa Escritores en la red del Centro Andaluz de las Letras.

Obras publicadas

Poesía:

La pared íntima (2007)
Al cerrar los ojos (2010)
Las gafas de Allen (2013)

Ensayo:

Serrat, canción a canción (2004)
Yupanqui, coplas de un payador perseguido (2007)
François Truffaut (2009)
Jacques Brel, una canción desesperada (2009)
José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas (2010). Biografía y documental.
Serrat. Cantares y huellas (2011)
Javier Ruibal, más al sur de la quimera (2011)
Serrat y Sabina a vista de pájaro (2012)
Joan Isaac, bandera negra al cor (2013)

Cine:

En medio de las olas (2009). Guionista y productor.
Vivir en Gonzalo (productor) (2011)





I

De noche y agua está mi boca llena 
Pablo Neruda 

¿Dónde están mis conocidos, 
mi traje viciado, mi sombra vana, 
dónde la luz que se desangra 
en los albores del tiempo? 

¿Dónde están los pájaros, 
los mecenas tristes de la noche, 
dónde está mi boca quejosa y umbría, 
pétalo roto que el viento destrona?

¿Dónde está mi casa, dónde mi cetro, 
dónde mi cuna de madera, dónde mi estrella, 
dónde el racimo de tu mirada, 
dónde la vida que tú me dabas? 




II

¿Por qué viajo de tal modo, 
sin yelmo y adormecido, 
qué busco en estas regiones, 
en esta querencia de lunas, 
sintiendo cómo hiere la vida, 
cómo quema el recuerdo, 
cómo tus pasos quiebran, 
cómo tu errante sombra 
vaga por el cementerio, 
cómo busco tu nombre, 
cómo duele tu olvido…? 




III

Resido donde claman los pinos 
presintiendo la fatiga de los pájaros, 
retornados del corazón roto, sufrido, 
de las muchachas que deambulan 
por la agonía intensa de los puertos.

Y sé que la noche, terrenal, sedienta, 
azuza en los vestidos de las ninfas, 
las convoca al silencio de la vida, 
las condena a danzar por los eriales, 
donde nada se anuncia ni se tiene. 




IV

Hay lágrimas que acechan insidiosas, 
y dormitorios donde habitaron 
todos los muertos de este mundo, 
tanto sollozo de humo recorriendo 
los pasillos de tu boca desasida, 
donde los besos invisibles luchan 
por encontrarse, por revivirse, 
no quedando más que el silencio, 
el vasto ejercicio del tiempo, 
en los desarmados almanaques, 
en el viento terrible del otoño. 




V

Ya nos lleva la vida por la senda entenebrada, 
solos ante la destrucción de cuanto amamos. 

Felipe Benítez Reyes

Si alguien recorriera la yerma desazón 
de estos oscuros patios en donde vivo, 
y supiera el precio de la vida que arremete 
implacable contra el fortín de los estantes, 
robando mis libros, compañeros furtivos, 
haciéndome subir a la más alta torre, 
para que con mi soledad libere a los astros, 
para destruir cuanto amo, cuanto pueblo, 
para que mis ojos miren la fatigosa senda 
de los caballos muertos en los combates, 
los blancos pelajes cubiertos de sangre, 
la trémula estampa del animal vencido, 
para que asuma los barcos que zozobran, 
la implacable ley que gobierna los mares, 
la ley del temporal, el aullido de la espuma, 
el marinero ahogado en medio de la nada. 





VI

Mi padre duerme. Su semblante augusto 
figura un apacible corazón…

César Vallejo 

Busco a mi padre en los abismos 
de este tiempo feroz que me hiere, 
y hay lechos y espejos derrumbados, 
en el aliento varado de la noche, 
sin cuerpos que los dicten, 
sin luna que los llame, 
sin amantes que los cubran…

Porque la vida pasó y se ha ido, 
y nada queda en esta suma de llagas, 
en esta muerte de sueños y latidos, 
acaso sólo un corazón que recuerda 
la sábana inmensa regando las horas, 
acaso sólo el desvaído eco de una caricia, 
una mano leve demorando el llanto. 




VII 

Perder tu nombre que me da nombre, 
perder el clamor del pájaro en la rama, 
perder mi casa, perder mis señas, 
perder el vientre de tu sonrisa, 
perder el tiempo en arruinarse, 
perder tu boca que vibra en cimas, 
perder la noche de los deseos.

Perder la estrella que ensaya en tu pelo 
el modo de perdurar, de abrazarse 
a los dictados enormes del corazón, 
perder mis trajes, mis herramientas, 
perder el suelo, perder el árbol, 
perder la vida y hallar la muerte, 
perderlo todo, morirse sólo…





VIII

Fugaz tentativa la del amor, 
la del deseo, la del pájaro 
que alza sus alas al cielo, 
y luego se derrumba sin remedio.

Fugaces son mis asoladas manos, 
tumba abierta sobre las sábanas, 
fugaz es este susurro desnudo, 
este irse sin haberse ido que voy siendo.

Fugaz será mi vida que grita, que lucha, 
mi vida que será territorio de las sombras…





TERRITORIO DEL AMOR

Tal vez es cierto y sin embargo es triste
que nuestro amor sólo puede durar mientras que dure el beso

Luis Rosales



COMO el juguete herido en un rincón del pasado,
todo regresa a mí de tiempo en tiempo,
las noches en las que besé tu rostro,
en las que perduró el amor mientras te besaba,
en las que anduve por las huellas de los poetas
y supe las medidas del invierno.

Todo regresa a mí de tiempo en tiempo,
el salitre y su resto de amargura,
los bajeles acariciando el agua
dormida del verso compuesto a medias,
la cadencia del vals de nuestro encuentro,
la muerte de la tarde en la memoria.

Como el juguete herido en un rincón del pasado,
todo regresa a mí de tiempo en tiempo,
la conciencia del niño que constata
el dolor del prójimo y se rebela,
y ese amor que en el beso permanece,
que en los labios proclama su esperanza.





PADRE E HIJO

LA vida no disimula la herida
que suele infringir el paso del tiempo,
orgullosos y afables recitamos
poemas al relente de la noche,
pero desuelan dudas implacables,
y tememos morir,  perderlo todo.

Muchas veces pensé en tu partida,
en que nada dura eternamente,
que al irte sabría algo del dolor,
de la muerte encallada en el puerto,
de los ojos del invierno midiendo
las cuatro esquinas de la cama.

Era tan joven que no supe hablarte,
que no supe decirte que te amaba.
No te olvido. No podría olvidarte.
La noche tiene las alas cansadas,
le pregunto por ti y ni responde,
y sólo oigo a un perro vagabundo.

La vida es un viaje sin regreso
al principio de todo lo soñado.
El poeta no tiene descanso alguno,
canta su canción desesperada
y piensa en el hijo que está llegando,
el hijo que su padre no verá…




BREL

De las canciones que nacen de lo más profundo,
de la doliente voz que se desata en los inviernos
parisinos, en la neblina poderosa de los puertos.
País del norte hacia donde vuelves la vista,
burgueses melancólicos, mujeres carcomidas,
beatas arrastrando su soledad por los templos,
desesperados que preparan su salto al vacío,
infancias luminosas, nostalgias de otra edad,
soledades vividas, compartidas,  bombones
y flores, garras invisibles, espejos demoledores,
borrachos, taciturnos,  prostitutas ajadas,
antiguas soledades vistiendo los ojos
de los amantes, besando los huecos de la sombra.
Hijos del tedio, del miedo, apátridas sin nombre,
que van de un sitio a otro, indefinidos y solos,
sin Dios que los acoja, sin oraciones ni estelas,
hijos de las tardes plomizas, de los vientos
que crucifican, de la maleza creciente y oscura,
de la niñez sin rastro, de los ojos sumidos en pozos.
Ausencias galopando, caballos de cartón
en caminos errados, carruseles de humo,
pájaros enlutados cruzando la alameda,
árboles deshojados y caricias muertas
sobre los mapas solitarios de la vida.
Todo lo que cabe en una canción, tres minutos
para descifrar el mundo, para dibujar la sorda
travesía del hombre, el corazón que rompe,
la luna que baja hasta el sendero, el paisaje
que evoca un tiempo desmedido, el turbio
desaliento, la mirada del prófugo, del desertor
que esconde su verdad en su equipaje íntimo.
Y el amor que cae o el amor que perdura,
la lluvia cayendo delicada sobre un París otoñal,
el azote del tiempo, la vejez que aniquila,
el cáncer que termina deshaciendo los huesos.
Y esas lágrimas que dejas para Fernand o para Jojó,
dulces amistades que se fueron antes de tiempo,
porque todos vamos detrás de cada muerto
que nos llama y que nos toca,  para un día cualquiera
ir delante, en el viaje postrero donde todo se pierde.
Y el aeropuerto de Orly donde las despedidas
del amor siguen doliendo, siguen dejando esa espina
que deja su huella profunda en las pupilas.
Y la Fanette imposible paseando su cuerpo
sobre las playas heridas, sobre las noches oscuras,
y las calles varadas y las sombras del aire,
y el mar que en su retirada lleva antiguas
esperanzas y los labios del recuerdo
floreciendo sobre las aguas crepusculares del Sena.
Y finalmente el amor que acompaña, tu hija Isabel
que acuna en su prisa los reflejos de la tarde,
los tiovivos que endulzan las palabras,
y también esa parte del porvenir que nos amenaza:
la escarcha del otoño o el nudo de la muerte,
o el grito del funámbulo al que se le acabó el crédito
y perdió su equilibrio en el último instante.
Las canciones que queman, que se quedan,
que descorren cortinas, que atraviesan senderos,
que son como la vida, que nos atañen porque
su verdad es nuestra y también su mentira.
Y la voz que se parte y la voz que nos llena,
el antiguo clamor de los últimos aplausos,
el aliento definitivo de la última nota cayendo
sobre la tardes resquebrajadas mientras queda
el eco de una onda Marsenet y un violín
marca el paso de las cansadas estaciones.





DEFENSA DE UNO MISMO

Sobre todas las cosas defiéndete de ti.
De esas mañanas donde llenas
de rabia el vaso de ese dolor de estar a solas,
de darle vuelta a lo que ya no tiene más vuelta.
Sobre todas las cosas defiéndete de ti.
De las noches en las que terminas
desangrándote en cualquier tugurio,
de la piel de las mujeres a las que terminas
confiando los últimos clamores de la noche,
de la soledad que te cruza los ojos,
de las monedas caídas contra la losa,
del regreso a la memoria de los muertos.
Sobre todas las cosas defiéndete de ti.
Tú eres tu peor enemigo, el sable oscuro
que penetra en tu casa y te traspasa,
el pájaro agonizante que rastrea la muerte,
revolviéndolo todo con sus alas rasantes.
Sobre todas las cosas defiéndete de ti,
De los amigos que te dejan a la intemperie,
de la fe inconsistente, a punto de naufragar,
de ese amargo lado del espejo, de todo
lo que irremisiblemente se hunde.
Sobre todas las cosas defiéndete de ti.
Que el camino te sea favorable,
que  te acompañen los vientos,
alborozados vientos de poniente guiándote
hacia el predio de los días más claros.
Y que la luz de la tarde se te prenda en
los labios. No la luz mortecina sino la luz
perfecta, la que redime, la que salva.
Y no olvides, por último, defenderte de ti.



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