Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 30 de julio de 2011

651.- ARTURO REYES AGUILAR



Arturo Reyes Aguilar (Málaga, 29 de septiembre de 1864 - íd., 17 de junio de 1913), poeta lírico, periodista y narrador español.
Su madre lo abandonó cuando apenas tenía un año, a causa de problemas conyugales con su esposo. Estudia en el Colegio del Arcángel San Gabriel idiomas y contabilidad. A los doce años queda huérfano de padre y debe interrumpir sus estudios por problemas económicos; trabaja como recadero, zapatero y dependiente y se forma de manera autodidacta, descubriendo la poesía de José de Espronceda. Se casa con Carmen Conejo Guillot el 14 de junio de 1884. Colabora en El Correo de Andalucía y en El Cronista; de esta última publicación será redactor casi toda su vida. Con sus amigos Narciso Díaz de Escovar y José Ruiz Borrego crea un centro docente de teatro para jóvenes en 1886: la "Academia Provincial de Declamación". En 1888 logra publicar en Madrid, con el apoyo de su maestro Martínez Barrionuevo, una colección de narraciones breves: El Sargento Pelayo. En 1889 colabora en el semanario El Renacimiento e imprime su primer poemario en Málaga, Ráfagas, y en 1900 la novelita ¡Estaba escrito!. En 1891 publica una colección de versos con el título de Íntimas y consigue dos premios municipales; eso le anima a colaborar en numerosos periódicos (La Unión Mercantil, El Álbum, el Correo de Andalucía, la Ilustración Española...).
En 1892 viaja a Tánger como corresponsal, de lo que surge su libro Desde el surco. En 1893 empieza su rivalidad con Salvador Rueda; recopila los cuentos que suele publicar en revistas y periódicos en Cosas de mi tierra. En 1895 logra cierta estabilidad al ser nombrado funcionario municipal para mantener a sus numerosos hijos. Empieza a escribir novelas de asunto andaluz algo idealizadas, como Cartucherita (1897) y La Golatera (1900) y la narración de un drama rural, El lagar de la Viñuela. En 1901 publica Cuentos andaluces y en 1902 los de Del Bulto a la Coracha. En 1903, si ya colaboraba en bastantes periódicos madrileños, debuta en Blanco y Negro, La España Moderna, Nuevo Mundo y El Cosmopolita, entre otros. En 1904 su salud empieza declinar seriamente y publica el libro de poemas Otoñales. De esta época es su preocupación por los temas arqueológicos, que le lleva a colaborar con la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Málaga. Publica en 1910 Béticas (poemas) la novela Cielo Azul y Romances Andaluces. La Real Academia Española le concede, ex aequo con Ricardo León, el premio Fastenrath, hecho que desencadenó su nombramiento como hijo Predilecto de Málaga.
Fallece en 1913 y en 1968 se erige un monumento en su honor en el Parque de Malaga.

Narrativa
El sargento Pelayo (1888).
Cartucherita (1897)
El lugar de la viñuela (1898).
La Goletera (1900)
¡Estaba escrito! (1900)
Cuentos andaluces (1901)
Del bulto a la Coracha (1902, cuentos)
La Maruchita (1907)
Las del Pinto (1908)
La Miraflores (1909)
Cielo azul (1910)
El del Rocío (1911)
Sangre gitana (1911)
Sangre torera (1912)
Entre breñas (1913).


Lírica
Ráfagas, 1889.
Íntimas, 1891.
Otoñales
Del crepúsculo
Béticas.
Romances Andaluces


WEB: http://archivoreyes.blogspot.com/






A MÁLAGA

Único bien que me otorgó la suerte
fue en tu regazo ver la luz primera,
sentirme de tu mar en la ribera
casi cegado por tu luz al verte.

Rinde la lucha el corazón más fuerte
al huir la riente primavera,
y del dolor la dentellada fiera
quedó, al sentir, mi corazón inerte.

Me hirió el dolor con indomable encono,
y hastiado de sufrir solo ambiciono
dar ya fin para siempre a mi camino

del zafir de tu cielo a los fulgores,
bajo el chal irisado de tus flores,
cabe las ondas de tu mar latino.

(Béticas, 1910). Arturo Reyes.








A MI MUSA

Málaga hermosa,
Málaga mía,
gala y orgullo
de Andalucía;
tú eres mi musa bella y riente,
tú, en cuyo seno Dios ha vertido
pródigamente, todo un torrente
de luz ardiente; Dios que ha tejido
para tu espléndido seno turgente
un chal, que envidian los del oriente,
con la más bella luz meridiana;
tú, la de tardes tan en fulgores
ricas, que en ellas abren las flores
al confundirlas con la mañana.

Málaga mía,
mágico emporio
de la hermosura;
donde es notorio
son tus hermosas, maravillosas
flores, ornato de tus jardines,
todas preciosas, todas airosas,
todas graciosas, todas afines;
cual los jazmines, como las rosas;
las que tus calles tornan vergeles,
las que Afrodita sólo remeda,
tus crisantemos de la Alameda,
cual tus bengalas de los Percheles.

Por tu riente
cielo, que brilla
cual de zafiros,
que es maravilla
cuyos encantos todos pregonan;
tristes suspiran los de ti ausentes,
los que, dolientes, solo ambicionan
verte de nuevo, cuando sus frentes
aren los años; los que pregonan
su amor y un himno de amor te entonan
en las lejanas verdes sabanas,
antes hispanas, antes íberas;
los que suspiran por tus praderas
en las praderas americanas…

Yo te amo toda,
Málaga mía,
perla irisada
del mediodía;
yo amo tus restos y tradiciones
- de tu pasado ricos trofeos-
la índole brava de tus pasiones
y el loco ímpetu de tus deseos;
y tus decires y tus canciones,
casi agarenas, en cuyos sones
amor sus dulces notas desata,
cuando a la nítida luz de la luna
da sus acordes, en la moruna
reja florida, la serenata.

Yo amo tus barrios,
tan populares,
en donde lucen
de mis cantares
las andaluzas musas morenas;
yo amo sus bellas típicas dotes;
yo amo tus playas, donde sus penas
dan al olvido tus jabegotes
cuando sus redes en las arenas
fulgen de plata viviente llenas;
yo amo y acato cual soberanas
tus bellas, galas de tus salones,
y las que ocultan, cual cortinones,
las campanillas en tus ventanas.

Yo amo a tus hijos,
y a los prendados
de tu hermosura,
que en inspirados
cantos, derroches son de armonía;
a los que siervos de tu belleza,
de tu majeza, de tu hidalguía,
cantan, cual canto yo, tu nobleza,
tu gentileza, tu bizarría;
a tus cantores, Málaga mía,
más inspirados, no más sinceros,
a los que orgullo son de tu historia,
los que tu frente nimban de gloria,
a tus poetas, mis compañeros.

Por tanto amarte,
no quise nunca
dejar tu seno,
donde se trunca
mi vida toda, donde he vivido,
donde he sufrido, donde he luchado
más olvidado que bien querido;
más aunque siempre más me han amado
lejos del nido donde he nacido,
¡cómo dejarte si siempre has sido
y eres musa de mis canciones!
¡cómo dejarte si tú los sones
de mis canciones das a mi lira!

Como dejarte,
cuando tus brazos
ciñen mi cuello
cual dulces lazos
que me encadenan; cuando propicias
son tus miradas, cuando me ofreces
tantos halagos, tantas delicias,
y me arrebatas y me enloqueces
y me embriagas con tus caricias;
cuando de madre, por fin, oficias;
cuando mirándome ya encanecido
por fin me llamas tu bien amado;
cuando dichoso y enamorado,
ser por ti amado ya he conseguido.

¡Ay, no te dejo,
no te abandono,
que es en tu seno
donde ambiciono
ver acercarse mi hora postrera,
cuando, ya a salvo mi caravana
dejar consiga tras la frontera,
siempre indecisa, siempre lejana,
de los abrojos que hallé doquiera
pose mi planta! ¡Ay, quien pudiera
tras tantas luchas y sinsabores,
dormir tranquila y eternamente,
bajo tu cielo resplandeciente,
bajo tus campos llenos de flores!

(Del Crepúsculo) Arturo Reyes.








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