Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 18 de julio de 2011

571.- ANTONIO ROLDÁN MANJÓN-CABEZA


ANTONIO ROLDÁN MANJÓN-CABEZA nació el 15 de Agosto de 1905 en Lucena (Córdoba) y falleció el día 22 de Abril de 1988. Lucena es una ciudad andaluza de gran tradición poética y cultural. Hijo y nieto de labradores, se dedicó al cuidado de las tierras desde los catorce años. Después, para incrementar algo sus ingresos, se hizo agente comercial y realizó también diversos trabajos esporádicos. Vivió siempre sencillamente, sin pretensiones, gozando de la vida de su pueblo, su familia y del campo que tanto amaba.


Cruzo por los olivares
en las horas calurosas.
El sol me va dando luz,
el olivo me da sombra.


Desde su juventud participó en diversas actividades artísticas, como guitarra clásica y teatro (coincidió en ellas con el maestro Gordillo, tan conocido después en las siguientes décadas), pero tardó en iniciar su actividad poética. Sus primeros trabajos se publicaron alrededor de 1948, cuando ya había cumplido más de cuarenta años. Se dedicó especialmente al romance de espíritu andaluz y religioso.

Fue el poeta de lo sencillo y del amor a su gente y su tierra.

Una reja y una flor,
un sol derramando luz,
un poema de color
y un pueblecito andaluz.

Además de publicar en diversos periódicos y revistas (“Producción”, “Luceria”, “Araceli”, “Torralbo”, etc, y conseguir premios literarios en Puente Genil y Priego, su obra quedó recogida en los libros “A la luz de mis velones” y “Antonio Roldán – Obra poética”. Fue también muy apreciado en colonias de emigrantes de Cataluña y Argentina, que le editaron varios poemas.

En los últimos años de su vida escribió cientos de cantares y coplas, que están entre lo mejor de su producción poética. Nunca quiso vivir fuera de Lucena ni de su casa, aunque sus hijos residían en Madrid. Falleció el día 22 de Abril de 1988, sin haber dejado de escribir ni un solo día. Su última mirada la dirigió hacia los pajarillos que cantaban en su naranjo.

“Algunas personas, muy pocas, nacen con un regalo especial, y es el de descubrir la belleza directamente. Son personas que logran con una mirada, con un golpe de intuición, lo que a los demás nos cuesta mucho tiempo de trabajo. Así fue mi padre, rápido en la palabra, directo en la observación y con una sabiduría especial para distinguir lo bello de lo vulgar.”


SU OBRA EN LA PÁGINA WEB:
(Antonio Roldán Martínez, http://www.antonioroldan.es)


Obra publicada

A la luz de mis velones (Libro editado por el Excmo.
Ayuntamiento de Lucena)
Antonio Roldán - Obra poética (Libro editado por el Excmo. Ayuntamiento de Lucena)
Antología poética 1950 (colaboración)
Ocho rosas (folleto editado en Argentina)
Cantares y coplas (Edición familiar en el año 2010)






A MI GUITARRA

Guitarra que en mis brazos cobijada
oyendo tus acordes me extasías.
Tú compartes mi pena y mi alegría
cual si fueses la esposa idolatrada.

Si acaricio tu caja abrillantada
siento el eco sin par de tu armonía
lo mismo en el concierto que en la orgía
fuiste siempre de todos admirada.

En horas que la mente va insegura
buscando la ilusión desvanecida,
calmaste mi dolor con tu dulzura.

Siempre fuiste conmigo tan unida
que evitaste momentos de locura
en las horas amargas de mi vida.





A MI QUERIDA MADRE

Si Dios, quisiera que por darte vida
la mía por la tuya se cambiara,
para que libremente se escapara
¡con qué placer me causaría una herida!

Me dejaste por Dios, madre querida,
haciendo que en tu ausencia más te amara.
Jamás me olvidaré de aquella cara
en que tanta bondad quedó prendida.

Tú te fuiste del mundo sin dolores
quedando al fin tu corazón inerte
después de repartir tantos amores.

Yo un consuelo sentí, cuando al perderte,
supe que Dios también quiere las flores,
y que manda por ellas con la muerte.






CANTARES y COPLAS (Amor)

En el amor no hay fronteras,
se mete en el corazón
cuando tú menos lo esperas.

* * * * *

Tengo en mi patio violetas,
tengo rosas y alhelíes,
claveles en las macetas
y perlas cuando te ríes.

* * * * *

Un amor traigo en el pecho
y una copla a flor de labio,
la copla para que vuele
y el amor para guardarlo.

* * * * *

¡Qué dulce tiene que ser
dormir teniendo en las manos
las manos de una mujer!

* * * * *

Te dije que te vinieras
y no quisiste venir,
ahora quieres que yo vaya
pero yo no quiero ir.

* * * * *

Si la niña no quiere,
no le hagas caso,
que el cariño se gana
pasito a pasito.

* * * * *

Puentecillo que pasas
sobre el riachuelo,
si la niña pasara
dímelo luego.

* * * * *

Yo que trato de olvidarte
no lo puedo conseguir,
y tú, sin grandes esfuerzos,
ya no te acuerdas de mí.

* * * * *

Las semillas de mis besos
en tu boca se sembraron,
para recoger el fruto,
he de buscarlo en tus labios.

* * * * *

Te voy abriendo camino
por en medio de las zarzas,
las espinas que me clavo
mantienen mis esperanzas.

* * * * *

Puñalitos son tus ojos
que me taladran por dentro,
cuando me miran me matan,
si no me miran me muero.

La tarde se adormecía
cuando el sol se iba perdiendo
¡qué bonita parecías
con el sol sobre tu pelo!

* * * * *

Ya no tiene agua tu pozo
con la sed que yo traía
me la bebí poco a poco.

* * * * *

Iba rimando mis versos
por la calle silenciosa,
yo creí que estaba solo
y tropecé con tu sombra.

* * * * *

Caracolillos del mar
son los rizos de tu pelo,
con ellos juegan mis labios
cuando quiero darte un beso.

* * * * *

Cuando la noche se puso
alegre de vino y luna,
yo puse un collar de besos
sobre tu piel de aceituna.






CANTARES y COPLAS (Andalucía)

De un jardín de Andalucía
he recogido una flor,
para dársela al Señor
cuando pase, en su agonía,
por la calle del dolor.

* * *

Andaluza y cordobesa,
algo que Dios nos mandó
para perder la cabeza.

* * *

Va caminando el Rocío
por los caminos de Huelva.
El cantar de los romeros
le da sabor a la fiesta.

* * *

Andalucía es dolor,
angustia, lágrima y pena,
mas si la guitarra suena,
es la voz de un cantaor
la que su alma serena.

* * *

Los andaluces no lloran,
que los andaluces cantan
cuando las penas le ahogan.

* * *

Vete, niña, hacia el Rocío,
que vi pasar las carretas
y cruzarán pronto el río.

* * *

Los pececitos del río,
¡ay, madre, qué maravilla!,
van cantando sevillanas
cuando pasan por Sevilla.






CANTO A ANDALUCÍA


(Ocho rosas)


Fino pañolón tejido
por Dios para su recreo.
Relieve de camafeo
desde el cielo desprendido.
Clavel moreno encendido
con que España se engalana:
Eres tú la flor temprana
que el sol besa en su delirio,
y eres jazmín y eres lirio
por ser mora y ser cristiana.

Ocho rosas van prendidas
sobre tus lindos crespones.
Ocho son los corazones
que laten por darte vida.
Ocho son las que reunidas
se nutren del mismo amor,
y ocho son las que al calor
del tronco donde florecen
son las mismas que te ofrecen
el ramillete mejor.

Don Gonzalo vela austero
tu sueño, Córdoba mora,
mientras la guitarra llora
por un pintor y un torero.
Con un sabor de romero
baja de la sierra el viento
recogiendo el sentimiento
de una copla, que al nacer.
tomó forma de mujer
y se perdió en un lamento.

Cubierta con la mantilla,
negra cual la misma pena,
cuando ve a la Macarena
la Giralda se arrodilla.
y cuando mezcla Sevilla
la plegaria con la flor,
la saeta y el dolor,
con temblor de escalofrío
se queda suspenso el río
amansando su furor.

Cádiz luce su figura
en medio de un mar de plata
y el mismo mar la retrata
cuando la luna fulgura.
Envuelta con la blancura
que la salina provoca,
Cádiz, con un ansia loca,
va cantando en un tanguillo.
"Llevo clavado un cuchillo
sobre mi más firme roca".

Málaga la pregonera.
La que lanza sus pregones
fundiéndo1os con canciones
de la salsa callejera.
Má1aga azul, marinera
Garbo de barco velero.
Perfume de limonero.
Perla que besan las olas
y arrullan las caracolas
cuando asoman los luceros.
Un fandango junto al río.
Cordones de peregrinos.
Huelva traza en sus caminos
un solo nombre: ¡Rocio!
Espuma de un mar bravío
dibujando tres estelas.
La blancura de tres velas
rizando el amanecer
y un corazón de mujer
fundido en tres carabelas.

El aire teje en el monte
encajes para la Alhambra,
mientras que ritmos de zambra
se escapan del Sacramonte.
Pintada en el horizonte
con manto de desposada,
se empina Sierra Nevada
y cual amoroso envío,
engarza un beso en el río
y se lo manda a Granada.

También la sierra te envía
un beso en la brisa leve
y su blancura de nieve
te va envolviendo, Almería.
Aunque la tenaz sequía
te produce sinsabores,
a costa de tus sudores,
que la tierra va empapando,
vas tus frutos madurando
y vas recogiendo flores.
La copla en el olivar
se va perdiendo a lo lejos.
¡Ay, Virgen de Linarejos,
y qué bien suena al pasar!
"Nadie la sabe cantar"
así la copla decía,
y Jaén que la sabia
la refundió en su garganta
y el aire de una taranta
cruzó por la serranía.

Saeta, peina, mantilla.
Copla, guitarra, dolor.
Sierra, monte, río, flor
y un cielo de maravilla.
Granada, Cádíz, Sevilla,
Huelva, Jaén, Almería
Córdoba en su serranía
y Málaga misteriosa
pintaron las ocho rosas
del ramo de Andalucía.






SOLEDAD

Va la noche caminando despacito,
arrastrando silenciosa su pereza.
Llorando se fue la luna
y sin brillo se quedaron las estrellas.
Como jirones del velo de la muerte
van Pasando nubes negras
y tras de aquella ventana,
que en el cielo se ha quedado medio abierta
con espanto reflejado en sus caritas
los querubes contemplando están la tierra.
La tierra que de horror se ha estremecido
y que ahora permanece muda y quieta.

Con siete puñales finos
que el corazón le atraviesan.
Con siete dolores fijos.
con siete llagas abiertas,
va la Madre del Cordero caminando
agobiada por la carga de las penas.
Sola va con sus dolores,
sola va con su tristeza
y sola buscando aquel Hijo querido
que en negro sepulcro cobija la tierra.
Pero la Virgen bonita,
en cuya cara Van corriéndose las perlas,
no va tan sola, tan sola,
que va con Ella Lucena.
Lucena, que de amores encendida
también sabe llorar si llora Ella.
Lucena que de luto se cubría
pensando en el dolor y en la tragedia.
Bien que lo pregonan sus lindas mujeres
que van paso a paso siguiendo sus huellas.

Luto llevan sus miradas.
Luto sus almas encierran
y de riguroso luto
llevan sus mantillas negras.
También lo van pregonando
esos penitentes de caras cubiertas
que, enorgullecidos, le van alumbrando
con los largos cirios de la blanca cera.
y también que lo pregona
una voz vibrante, que cuaja en la reja.
y que dolorida se escapa en el aire
igual que del arco se va la saeta.


Saeta que cual plegaria
hacia aquella Madre te elevas ligera
por amor te pido... ¡no la dejes sola!
mira que es muy grande su dolor y pena.
Negras mantillas de encaje
que vais cobijando las altas peinetas:
enjugadle con amor esas mejillas
donde corren esas lágrimas que queman.
Y tú, fornido santero,
que vas orgulloso sufriendo por Ella,
¡Mécela por Dios te pido!
No dejes tú de mecerla
y que el áspero camino
igual que de flores más bien le parezca.
y todos, todos unidos,
santeros, flores, mantillas, saetas,
no dejemos que la Mártir Dolorosa,
esa Mártir que llamamos Madre nuestra,
siga sola su camino de amargura
ni que aumente su dolor ni su tristeza.





LAS MANOS DE MI ESPOSA

Dos ramilletes de flores
cuando su más tierna infancia.
Dos capullos de fragancia
de nacarinos fulgores.
Cuando en su pecho entró Dios,
dos magnolias que temblaron.
Dos palomas que volaron
cuando su primer adiós.
Después, de novia vestida,
inclinada ante el altar,
una rama de azahar
de su cintura prendida,
se confunde fácilmente
con su manita hechicera,
pálida como la cera,
tibia como sol de Oriente.
Manos de esposa querida
concedidas por el cielo,
que allanaron con desvelo
el camino de mi vida.
Manos que, cual mariposas,
volaron sobre mi frente
ahuyentando de mi mente
pesadumbres dolorosas.
Manantial de frescura
cuando de fiebre abrasado,
en mi cerebro han posado
con infinita ternura.
Manos que al cielo elevaron
al hijo pensando en Dios.
Manos que lo acariciaron
con el más ferviente amor.
Ellas sirven de consuelo
al rosal de sus amores,
siendo sus mejores flores
los hijos que le dio el cielo.
Manos que ya temblorosas
y por las venas surcadas,
serán flores deshojadas,
pero serán más piadosas.
Perdonarán mis agravios
con la bendición más pura
y derramando dulzura
serán manjar de mis labios.
y olvidando los enojos
que yo en el mundo le hiciera,
ellas cerrarán mis ojos
al llegar mi hora postrera.




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