SANDRA RUBIO CASTILLO
(Jerez de la Frontera, CÁDIZ, 1983) Estudió Técnico Superior de Diseño Gráfico Publicitario en Escuela de Artes de Jerez (Cádiz), además de su formación complementaria con pintores como Luís Grajales. Como artista plástica, ha realizado más de una veintena de exposiciones, tanto individuales como colectivas. Dos de sus obras se exponen permanentemente en la Delegación de Juventud de Jerez. Ha publicado poemas en la Revista Literaria Amalgama, y en su blog literario El cuartito de pensar. Ha realizado diversas lecturas poéticas. Actualmente imparte clases de pintura en su estudio de Jerez.
(Jerez de la Frontera, CÁDIZ, 1983) Estudió Técnico Superior de Diseño Gráfico Publicitario en Escuela de Artes de Jerez (Cádiz), además de su formación complementaria con pintores como Luís Grajales. Como artista plástica, ha realizado más de una veintena de exposiciones, tanto individuales como colectivas. Dos de sus obras se exponen permanentemente en la Delegación de Juventud de Jerez. Ha publicado poemas en la Revista Literaria Amalgama, y en su blog literario El cuartito de pensar. Ha realizado diversas lecturas poéticas. Actualmente imparte clases de pintura en su estudio de Jerez.
POÉTICA: Pintamos porque la vida no basta, sentenciaba Barceló, y yo pinto y escribo porque la vida no basta, porque cuando lo hago, respiro mejor, me invade, una extraña sensación que me emociona, y es entonces cuando intuyo el latido profundo de la vida.
La bañera
Mientras me baño en el invierno de tus años
se me enredan las algas, australes, de este recuerdo;
ya me vienen a llevar, como llovizna ingrata,
las morenas oscuras del arrepentimiento
a donde el verdín es dulce y dulcemente se fusila
el dolor desnudado en su nebulosa nacencia;
me acompañan peces muertos, y el balar de esta oleada
que narcotizan mis pasos, harapientos,
y una ahogada que me intuye, con el agua de los ojos
y muñecas de suicida en afluente ensangrentado;
el volumen del verdugo, como sombra que atraviesa
a castrarme la palabra, a tullirme el pensamiento.
Mientras me baño en el invierno de tus años
temblando en el letargo de tu cauce asilvestrado,
se me enredan las ganas, malsanas, de esta miseria
y me dejan mojada sin toalla ni argumento.
Poesía
Está echada, entregada a mi cama, y de sus cabellos
un efluvio ensalitrado que en mi edredón se derrama
como un ejarbe, excitativo, en el ecuador de mi ventana
como evohé emputecido, enramada a mi almohada
y yo, me pierdo… en la esfericidad enfundada de su pecho de estío
una burbuja de estro, evanecida, efervescente, pende errátil
en eternal sueño. Yo grito: me muero, si te alejas
como decirte que eres la balsa que me faltan espacios
y sábanas extendidas y años y bocas para taparte,
cuando el búho cante, y el miedo me busque…
y yo de rodillas, contemplándote.
Mendiga inminencia del invierno
Con tu boca de levante consentida
me besas y me sabes a cenicienta retama;
son tus ramas maldiciones de gitana
marabunta farisaica en letanía,
y tus pómulos la excusa al lirismo en demasía,
y tu cuerpo es un exceso, que me cubre, me amalgama,
busco en ti el sentido de la lluvia de mañana,
a través de la marea de tu entraña amanecida.
Desfundación de la inocencia
Quoth the Raven: Nevermore.
Edgar Allan Poe
La intuí de repente, bajo el viburno esclarecido
por letárgicos rayos de pretérita luna,
a lo lejos, y más allá del espejo
y más aún de la verja que celaba la infancia,
blanquecina y descalza,
se columpiaba.
Y entre las matas, el viento, terral, se revolvía,
se enredaba en su pelo ensortijado longevo
de terracota primitiva; y era mentira,
la risa encenizada en el vendaval de un momento,
rodante y serena,
se deshacía.
Aunque algo ventral nos unía; tenue vestigio vertical
en balanceo etéreo, era el columpio
en soledumbre, mucho más tierno,
y veteaba el olvido por la vereda su ausencia que llaga,
telúrica y perenne,
te esperaba.
(Me llamaban niña desguarecida, y tú,
no regresabas.)
Conciencia
Pasar frío, y temblar.
Saber que se acerca el dolor.
Y mascarlo.
¿A dónde te llevó la evolución
y la revolución,
mi pequeña rumiante?
Mirar al cielo.
Tal vez.
Y la vaga conciencia
de que te cercan las sombras.
Y esperar.
Y esperarte.
[ESA ENCANTADORA FORMA DE DECIR NO]
ESA encantadora forma de decir NO,
ese verte así, negación en fuga,
extensiva, extrauterina, extremaunciada
con la sonrisa falsa de licántropo fullero
escondiendo algo más que dientes por la boca;
ese resonar, que saboreas y desmayas
fundente en tus labios legamosos fatales
donde levita el olvido, y otras cosas
innombrables…]
esa encantadora forma de decir no,
(hoy no, ya no, sólo no, no, no)
he de confesarlo, me emociona.
TRES DE MAYO
-QUIERO ser este sol de mañana
en la boca del de ayer.
Entonces, el poeta, cayó muerto.
(Y cuentan que nadie supo encontrar
el sentido de sus palabras.)
EL VIOLINISTA VERDE
A Chagall, que me enseñó a soñar.
EL violinista verde loco de placer emborrachado
tiene los ojos oscuros y un secreto en la mirada;
su melodía bala acordes tristes de yegua hebrea
-saltan notas como chinches acróbatas por azoteas-.
Lleva liviana levita violeta abierta en violenta tijera,
y tiernas intenciones-tentaciones de ternero destetado,
su violín velado por las sombras vehementes
hace sangre su gangrena dejándose por los tejados.
Lleva liviana levita violeta abierta en violenta tijera,
el violinista verde loco de placer emborrachado
mira el blanco de las nubes el gris pardo, la montaña,
y el sonido de su pena encementa las pestañas.
Tiene los ojos oscuros y un secreto en la mirada
y tiernas intenciones-tentaciones de ternero destetado
y algo muy raído en la cabaña, de sus entrañas,
que marea]
-saltan notas como chinches acróbatas por azoteas-.
HARAQUIRI
HOY déjame que te llore
lágrimas gruesas
como guijarros,
como gorriones ahorcados
en el herbaje, junto al hierro,
en este cementerio
de halógenas naderías.
Hoy déjame, que voy a echar
diez hectogramos de líquido
hemático, por el envés
para regar, tu espalda baldía;
y colocar el pico
al aire,
como cadáver art-decó.
Hoy, déjame que mate
a los halcones de las palmas
de mis manos,
que deslizan y hacinan haikús,
como desahuciados jaramagos
en las costillas flotantes:
joroba después de la hecatombe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario