Juan José Espinosa Vargas (Sevilla, 1956) es un poeta español.
Su estilo se caracteriza por aunar la experimentación de corte vanguardista con una visión muy personal de la tradición secular y universalista de la poesía andaluza.
Libros
Síntoma de alas (1981).
Trabailar (1982).
Marzo o la traducción del aire (Premio Ánthropos de Poesía, 1984).
El libro de Almudena (2001).
Una noche malva (2004).
Exposiciones de poesía visual
El universo del poeta (1991).
Para Berta (1992).
El paraíso (1996).
Libros objeto
La ardilla.
Contando estrellas.
El jardín.
NO CREAS
NO creas, no es que estuviese solo y en silencio, amé mu
cho cuanto me fue dado donde el tiempo es más
antiguo que la muerte y no se oye.
PERCIBES, SIN DUDA, EL TEDIO QUE PRODUCE NO SABER QUIÉN ERES
cho cuanto me fue dado donde el tiempo es más
antiguo que la muerte y no se oye.
PERCIBES, SIN DUDA, EL TEDIO QUE PRODUCE NO SABER QUIÉN ERES
el silencio, entonces, es un objeto más que te mira, también, como tú, seriamente, interrogante, mordiendo, y, prendido en el aire, el tiempo sangra y permanece más que nunca, como si tal cosa, y el espacio, todo de humo, pequeñísimo, palpable casi, te envuelve, o las palabras deambulan entre las paredes más viejas que nunca, como tú: cansadas, muy cansadas, ajenas.
y te abandonas entonces como quien ya está acostumbrado a la gravedad de la vida.
YO NUNCA SUPE EL NOMBRE
yo nunca supe el nombre de aquellos árboles, pe-
ro sí el color de sus hojas cuando en ellas se
detenía el sol como en nosotros el tiempo.
yo no recuerdo bien vuestras caras, ni siquiera
la mía, pero sí que en ellas se detuvo la angus-
tia, la misma tristeza que poseen los cómicos.
Las aguas verdes y azules, al chocar con la roca redonda como racimo de uvas pasas, se vuelven blancas y espumosas de repente. Luego, cuando bajan de la piedra, otra vez se mezclan y se vuelven del color de tus ojos.
mis ojos se están limpiando mirándote
Si alguna vez dejé reposar en tus ojos, mis ojos, te amaba, de repente, como quien encuentra casa o refugio en la noche, en la montaña, en mitad de la tormenta sagrada que la vida nos regala, en ocasiones, como hojilla que ahora vive el gusano, como gusano que ahora vuela coloreando el aire. Si alguna vez tus ojos tuvieron a mis ojos lastimados, a su luz como tendida en colchón de brezo y miraguano, te amaba, créeme, de repente, como quien al fin encuentra casa y deja en la casa al fin que la vida suceda.
y te abandonas entonces como quien ya está acostumbrado a la gravedad de la vida.
YO NUNCA SUPE EL NOMBRE
yo nunca supe el nombre de aquellos árboles, pe-
ro sí el color de sus hojas cuando en ellas se
detenía el sol como en nosotros el tiempo.
yo no recuerdo bien vuestras caras, ni siquiera
la mía, pero sí que en ellas se detuvo la angus-
tia, la misma tristeza que poseen los cómicos.
Las aguas verdes y azules, al chocar con la roca redonda como racimo de uvas pasas, se vuelven blancas y espumosas de repente. Luego, cuando bajan de la piedra, otra vez se mezclan y se vuelven del color de tus ojos.
mis ojos se están limpiando mirándote
Si alguna vez dejé reposar en tus ojos, mis ojos, te amaba, de repente, como quien encuentra casa o refugio en la noche, en la montaña, en mitad de la tormenta sagrada que la vida nos regala, en ocasiones, como hojilla que ahora vive el gusano, como gusano que ahora vuela coloreando el aire. Si alguna vez tus ojos tuvieron a mis ojos lastimados, a su luz como tendida en colchón de brezo y miraguano, te amaba, créeme, de repente, como quien al fin encuentra casa y deja en la casa al fin que la vida suceda.
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