Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 19 de julio de 2011

579.- VICTORIA CUENCA GNECCO


A la izquierda: Mariette Cirerol
A la derecha: Victoria Cuenca Gnecco




Victoria Cuenca Gnecco es una historiadora, poeta y documentalista española nacida en Adra (provincia de Almería, Andalucía).
Es colaboradora del Centro Andaluz de las Letras, miembro del Sindicato de Escritores de España y socia de honor de la Asociación Cultural Amigos de la Alpujarra, de Adra.
Obra publicada

Historia
1989 - Adra. Siglos XVII y XVIII. Documentos Históricos Alpujarreños. 130 pp.
1997 - Adra la vieja. Siglo XVI y los fueros de Adra la nueva. Documentos Históricos Alpujarreños, nº 2. 165 pp.
2005 - Contribuciones de guerra de Adra y Berja. (1811-1814). 97 pp.
El río Adra y La Alquería.
El río Adra, siglo XIX. La lucha de los abderitanos contra sus desbordamientos.

Poesía
1990 - Arribada (il. T. Gnecco Suárez). 95 pp.
1992 - Adiós, Granada. 80 pp.
1994 - Apocalipsis. Cuaderno Azul. 20 pp.
2001 - Hora nona. 80 pp.

Galardones
1996 - 1er Certamen Poesía Alpujarra (Madrid).
1997 - 1er Premio de Poesía A. C. Celia Viñas.
1998 - 1er Certamen Literario El Eco de Alhama (Alhama de Almería).
2007 - Medalla de Oro de San Isidoro concedida por el Sindicato Nacional de Escritores Españoles.




Del Libro Hora Nona:



Lo dicen nuestros viejos refraneros
voces vivas de anónimos troveros.
No por mucho correr, llegas primero.
Cada cual, seguirá sus derroteros;
unos como fugaces agoreros...
y unos pocos verán lo venidero.







A Carmen Perceval

Trazados de esperanza
sobre el lienzo de vida inacabado
por la vieja añoranza
del sueño apasionado
de crear el color imaginado.

(1993)





Recuerdos

Recuerdo con ternura
aquella voz de dulce melodía
Celeste me llamabas...
Celeste vida mía.
Todo tu pelo blanco,
sentada con donaire
junto a la puerta abierta
mirando a tu jardín,
aún sigue con savia
el viejo jazminero
aunque oscuro su tronco
retorcido del tiempo
no quiere florecer.
El olor ya es distinto,
y todo lo que amaste
el viento lo expandió,
sólo queda la esencia
de tu tierno recuerdo
tan vivo y tan lejano
como mi dulce amor.




Abderitana soy ...

Para mi honra, mi sangre es labradora
de tierra libre, fértil y bravía,
donde el cielo y la mar en armonía
se funden con las luces de la aurora.

Desnuda y virgen tierra precursora
de frutos que forjó la fantasía
a golpes de engendrar sabiduría
la estirpe de tus hijos luchadora.

Y aunque, celosa madre , te reservas
en la hondura del núcleo a los vasallos
que bordaron la historia que conservas,

no permitas que pisen los caballos,
que desbocados llegan en catervas,
el verde cañamazo de tus tallos.





Viaje sin retorno

El amargo presente nos destierra
de nuestra patria en trozos fraccionada,
huimos hacia el mundo de la nada,
soñando en la esperanza de otra tierra.

Como a extraños intrusos se nos cierra
la puerta de la luz iluminada
quedando nuestra sombra aprisionada
en la arena callada, que la entierra.

El ruido del caballo abanderado
con las primeras luces de la aurora
galopa por el ruedo desbocado.

Y luego queda el canto que atesora
el libro de la historia habilitado
para enjugar agravios a deshora.




Estrella número siete

Ya he conseguido hacerme con el árbol
de mis dulces recuerdos en el tiempo;
el largo corredor que tanto amaba,
paredes encaladas con esmero...
Pero al balcón que el árbol se asomaba
con flores en racimos de luceros
es el rincón más bello que atesoro
de aquella casa enorme ... del recuerdo.

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