Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013
lunes, 14 de noviembre de 2011
950.- JAIME GARCÍA-MÁIQUEZ
Jaime GARCÍA-MÁIQUEZ. (Murcia, 1973). Aunque nacido en tierras murcianas, como su hermano Enrique, se trasladó pronto a El Puerto de Santa María (Cádiz). Licenciado en Historia del Arte, se doctoró con la tesis "La pintura de tema vitivinícola en las colecciones del Museo del Prado". Ganó el premio Luis Cernuda con su obra Vivir al día (Ayuntamiento de Sevilla, 2000). Poco después, fue incluido en la antología Once inicial. Última poesía en Cádiz (Fundación Municipal de Cultura, 2002). El mismo año que publica el cuaderno de haikus La isla del tesoro (Los papeles del sitio, 2004), debuta con éxito con su heterónimo Fernando López de Artieta obteniendo el Premio Arte Joven de la Comunidad de Madrid por Jugar en serio (Visor, 2004). En el año 2006 se hizo con el Premio Arcipreste de Hita gracias a su poemario Otro cantar (Pre-Textos, 2007).
Compagina su labor poética con su trabajo como restaudador en el Museo del Prado. En este ámbito profesional ha participado en el volumen Luis Meléndez: la serie de bodegones para el Príncipe de Asturias: estudio técnico (Museo del Prado, 2004). También ha escrito los textos para el catálogo Ángel Luis Iglesias. La mirada apacible (Diputación de Salamanca, 2009). Además de la citada, su poesía ha sido seleccionada en numerosas antologías de poesía contemporánea como Los 40 principales: antología general de la poesía andaluza contemporánea: 1975-2002 (Renacimiento, 2002), Poetas del siglo XXI: crítica de urgencia (Llibros del Pexe, 2002) o Sombra hecha de luz: antología de poesía andaluza actual (1950-1978) (Unam, 2006). Escribió un prólogo para George Frederick Watts, de G.K. Chesterton (Espuela de Plata, 2011). Ha colaborado en revistas como"La Ronda del Libro" o "Nadie Parecía".
MI HORA
Entre el crepúsculo y la noche
hay algún tiempo en que la luz no cede
a deslumbrar o a derramarse en sombra,
que no golpea sino que rodea
la materia, la abraza con un amor platónico.
Y al quitarle a las cosas su contraste
de tosco claroscuro,
las perdona de no sé qué pecado
mezquino, las absuelve
volviéndolas más ellas,
y embelleciendo a todo el que las mira.
Es esta luz con la que Dios ve el mundo.
de Otro Cantar (2007)
La belleza es sagrario
Bajo una encina enorme en lo alto de Abantos,
rogué por ver el rostro de Dios, sólo
un instante de luz,
misterio, miedo y fuego, como un rayo.
Más allá del paisaje no vi nada
como podéis imaginaros todos,
pero de pronto un pájaro
se posó entre las ramas y cantó sobre el árbol.
La canción de las lluvias
A. Necati Cumali
La lluvia de enero
sirvió como abono,
y la de febrero
cimentó los lodos.
La lluvia de marzo
se enraizó más hondo.
La de abril produjo
frutos luminosos.
La de mayo vino
como agua de agosto…
La lluvia de junio
se lo llevó todo.
Pan duro
La madre de mi madre se tomaba
el pan del día anterior o el de hacía dos días
para desayunar, con su café manchado.
Era como un gorrión. Emocionaba ver
a aquella señorita de Alicante
con más de ochenta años de ternura
nutrirse despacito igual que un pobre
cartujo, allí sentada en su butaca.
Mi madre sonreía al verme sorprendido
contemplando a su madre, en una casa
cuya despensa inmensa
se parecía a un bodegón de Snyders.
Y alguna vez, para explicarme aquello,
me dijo llanamente: es por la guerra;
no te preocupes, Jaime, es por la guerra.
Dos décadas después, y a casi un siglo
de la Guerra Civil, ahora soy yo
el que coge el pan duro
y lo besa despacio
y se lo come haciéndolo migajas
con un café con leche.
Mi mujer no da crédito, y se queda
alucinada cuando le contesto
completamente en serio que no le dé importancia,
que lo hago por la Guerra.
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