Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 15 de noviembre de 2011

981.- JOSÉ MARÍA BLANCO WHITE


José María Blanco White
José María Blanco Crespo "Blanco White" ( * Sevilla, 11 de julio de 1775 – Liverpool, 20 de mayo de 1841), escritor, pensador, teólogo y periodista español, conocido también como José María Blanco Crespo.

Tenía ascendencia irlandesa: era hijo de los comerciantes Guillermo Blanco, alias White (vicecónsul inglés que se instaló en Sevilla durante el reinado de Fernando VI), y de María Gertrudis Crespo y Neve. Esta era muy religiosa y orientó a sus hijas a la clausura, en la cual murieron, y a su hijo al sacerdocio.
Estudió con los dominicos y luego en la Universidad de Sevilla. Conoció a Manuel María del Mármol, que se convirtió de hecho en su tutor cultural, y a continuación se relacionó con Manuel María de Arjona, José María Tenorio Herrera, Félix José Reinoso y Alberto Lista, con quienes formó la Academia de Letras Humanas de Sevilla. El 21 de diciembre de 1799 se ordenó sacerdote, pese a sus dudas al respecto. Ingresó después en el colegio de Santa María y previa oposición, fue nombrado el 15 de agosto de 1801 capellán magistral de la Real Capilla de San Fernando. Sufrió una crisis religiosa entre 1802 y 1803. Desde este año deja de considerarse católico.
En 1805 fue a Madrid, en donde obtuvo una colocación sin retribuir en la Comisión de Literatos del Real Instituto Militar Pestalozziano y fue nombrado preceptor del infante Don Francisco de Paula por un corto periodo de tiempo gracias al favor de Manuel Godoy. Frecuentó la tertulia de Manuel José Quintana e hizo viajes a Salamanca. Al estallar la Guerra de la Independencia volvió a Sevilla. En 1808 se declara patriota y desde Sevilla colaboró con Isidoro de Antillón y Marzo en la redacción del Semanario Patriótico (1808-1809); sus críticas hicieron considerarle persona non grata por la Junta Suprema de España. En 1809 nació su hijo Fernando, habido ilegítimamente con Magdalena Eguaya, mujer que morirá en 1816. Sin embargo Blanco no se enteró de su existencia hasta 1812, cuando ya se encontraba en Inglaterra, y mandó recogerle para reconocerlo y educarlo allí. El 29 de enero de 1810 se trasladó a Cádiz y el 23 de febrero se marchó a Inglaterra para no volver; llegó el tres de marzo de 1810.
En Londres publicó El Español (1810-1814), prohibido en España y donde se mostró crítico con las autoridades españolas y muy comprensivo con los revolucionarios hispanoamericanos que empezaban a levantarse contra España, si bien su posición era la de la autonomía, no la de la independencia absoluta. Sus opiniones políticas fueron pasando de un inicial jacobinismo a un liberalismo más que moderado. El 4 de octubre de 1812 ingresó en la Iglesia de Inglaterra. En 1814 se hace ministro de su nueva confesión. Revisa las traducciones bíblicas al español para la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, tanto el texto del Nuevo Testamento Reina-Valera (1817), como el de la Biblia traducida por Felipe Scío de San Miguel (1821), contando en este último caso con la colaboración de Andrés Bello. Revisa y traduce también la Evidencia de la Religión Cristiana de G. Paley y la Liturgia Anglicana.
Otra crisis religiosa le acomete en 1819, pero la revolución liberal española de 1820 le hace nuevamente interesarse por su país y, por encargo de Thomas Campbell, director de The New Monthly Magazine, redacta las Letters from Spain o Cartas desde España, que fueron apareciendo en 1821 con el seudónimo Leucadio Doblado y llegaron a recogerse en un volumen en 1822. En ellas, al lado de páginas costumbristas como las descripciones de la Semana Santa, de las corridas de toros y de los espectáculos teatrales, critica acerbamente la intolerancia y atraso de su país. Esta obra, elogiada por el poeta e hispanista Robert Southey, Lord Holland, John Stuart Mill y Hemans, consolidó su reputación de escritor en inglés. Traduce obras españolas a esta lengua y colabora en la Encyclopædia Britannica y en la Quarterly Review. Trabaja también como bibliotecario del hispanista Lord Holland y publica importantes artículos sobre literatura española (muy avanzados para su época eran, por ejemplo, los dedicados a La Celestina o a El Conde Lucanor). En 1823, por encargo del editor Rudolph Ackermann, aparecieron las Variedades o Mensajero de Londres (1823-1825), revista que se difundía por Hispanoamérica y en la que publicaron artículos Juan Antonio Llorente y Leandro Fernández de Moratín. En 1825 publica Practical and internal Evidence against Catholicism, obra teológica. Es nombrado Máster of Arts por la Universidad de Oxford en 1826 y se trasladó allí, llevando una vida de predicador. Por influencia de nuevos amigos sacó en 1829 los dos únicos números de The London Review.
En 1832 se fue a vivir a Dublín, en donde estuvo hasta principios de 1835. Marchó después a Liverpool, abandonó el Anglicanismo y se adscribió al unitarismo, escribiendo sus Observations on Heresy and Orthodoxy (Londres, 1835), donde expone sus dudas religiosas. Escribió su autobiografía en inglés: The Life of... written by himself (Vida del reverendo J. M.ª Blanco White), Londres, 1845, que ha sido traducida y editada por Antonio Garnica, Sevilla, Universidad, en 1975. Escribió además algunas novelas en español con seudónimo, como Intrigas venecianas o Fray Gregorio de Jerusalén: ensayo de una novela española, publicada por entregas en las Variedades o Mensajero de Londres, o Luisa de Bustamante o la huérfana española en Inglaterra (1840), que dejó inconclusa, y fue publicada en Revista de Ciencias, Literatura y Artes por José Blanco-White y Olloqui, su sobrino. Murió en Liverpool en casa de su amigo William Rathbone el 20 de mayo de 1841. La Iglesia Española Reformada Episcopal (anglicana) lo considera uno de sus precursores.1
Repugnaba a Blanco White el fanatismo de los católicos. Nunca perdonó a esta confesión instituciones como las que veían legítima la reclusión monacal de sus dos hermanas, que lamentó en su autobiografía. En Inglaterra llegó a dominar perfectamente la lengua inglesa, que ya conocía desde pequeño a través de sus tratos comerciales, como cuenta en su Vida del reverendo J. M.ª Blanco White (1845). Llegó incluso a destacar como escritor en ese idioma con poemas como el soneto Night and Death (1828), que impresionó a Samuel Taylor Coleridge y que ha pasado a las antologías de la literatura inglesa. Como crítico reprochaba a la poesía en español cierto anquilosamiento clasicista en forma, estilo y temática. Su lírica en castellano puede clasificarse dentro del Prerromanticismo.
Blanco White ha sido estudiado y editado principalmente por Vicente Llorens y Juan Goytisolo. Un archivo con sus principales documentos se conserva en la Universidad de Princeton.

Obras
Letters from Spain, Londres, 2007
Practical and internal Evidence against Catholicism, 2004
Observations on Heresy and Orthodoxy. Londres, J. Mardon, 2009
The Life of the Rev. Joseph Blanco White written by himself with portions of his correspondence. Editado por John Hamilton Thom. Londres: John Chapman, 1845 (existe traducción al español por Antonio Garnica, Sevilla, Universidad, en 1975, accesible en internet, véase más abajo)
Luisa de Bustamante, o la huérfana española en Inglaterra, 1840
José María Blanco White. Antología de Obras en Español Edición de Vicente Llorens. Barcelona, Editorial Labor, 1971
Obra Inglesa de José María Blanco White, con un prólogo de Juan Goytisolo. Barcelona, Editorial Seix Barral, 1974







A doña María Ana Beck

Cual tañedor de armónico instrumento
Que deseando complacer, lo mira,
Hiere al azar sus cuerdas, y suspira
Incierto, temeroso y descontento;

Si escucha un conocido, tierno acento,
Anhelante despierta, en torno gira
los arrasados ojos y respira
Poseído de un nuevo y alto aliento,

Tal, si aún viviese en mí la pura llama
Y el don de la divina poesía,
Pudiera yo cantar a tu mandado;

Mas el poeta humilde que te ama,
Teme tocar ¡oh María Ana mía!
Un laúd que la edad ha destemplado.









A Dorila

Te engañas, mi Dorila,
si juzgas que rendido
de amar sin esperanza
se verá el pecho mío;
que no, no es tan tirano,
cual dicen, el Dios niño,
y sabe aun con las ansias
dar premios exquisitos.
Son necios los amantes
que llaman su dominio
cruel, y que maldicen
sus cadenas y grillos.
Dorila, yo te adoro;
y el ardor en que vivo,
es el premio y la gloria
que el adorarte pido.
Peno ¡ay triste! mas tengo
en tu rostro divino
de mis crueles ansias
un dulce y cierto alivio:
pues aun cuando mi pecho
más agitado miro,
volviendo a ti los ojos
ledo que da y tranquilo.
Y si del rostro amable
el influjo benigno
me es negado, y ausente
mi fuego es más activo,
tu dulce nombre entonces
tiernamente repito,
y un nuevo fuego enciendo,
con que aplaco el antiguo.
¡Ay! de esta suave llama
los amantes deliquios
sólo es dado gozarlos
a quien sabe sentirlos.
Zagala, no te engañes,
que aun el más afligido
pagado está, si logra
dar a tiempo un suspiro.











La persecución religiosa

¡Gran Dios, cómo atormenta
Con crueldad sin igual, el hombre al hombre!
Ya con furia violenta
Se arrastran al cadalso y a la hoguera;
Ya con malicia refinada y lenta,
Impiden la víctima que muera,
Y, pues no quiere a discreción rendirse,
Buscan cómo obligarla a maldecirse.

¿Y quién es el verdugo,
Quién el juez sin piedad? ¿Un sacerdote
Del antiguo Moloc infanticida?
No; de un Dios (según dice) a quien le plugo,
Por amor de los hombres dar la vida.

Su ministro se llama y toma el Mote
De mansedumbre; Paz es su divisa,
Mas ¡ah! qué mal se avisa
El que en tal mansedumbre confiado.
Duda modestamente
Su saber infalible: De repente
Verá al Cordero en un León mudado.

«No es humano saber, ni saber mío
(Responde el Santo Preste, en ira ardiendo)
Audaz, mortal, en el que yo confío:
Del cielo descendido,
Reposó en mí un influjo soberano,
Que ha de humillar todo saber humano».

¿Reposó en ti? ¿Mas cómo es que contiende
Consigo mismo el inspirado bando?
Cuál cadena volcánica se entiende
Llama sacerdotal, que rebosando
El universo enciende.
El cielo contra el cielo peleando
Es odioso espéctaculo, que ofende
Al hombre racional. Qué! ¿Envolvió en guerra
El cielo a los que dio a regir la tierra?

Haced la paz primero
Entre vosotros si queréis que escuche
Vuestra doctrina del Universo entero
No procuréis que luche
El ignorante pueblo en las querellas
Con que esparcís centellas
De odios inextinguibles
Más que el error a la virtud temibles.

Mas en vano os exhorto:
Del Fanatismo y la ambición aborto,
Los que tenéis raíces e el cielo
Nunca podéis dejar en paz el suelo.











La revelación interna

¿Adónde te hallaré, Ser Infinito?
¿En la más alta esfera? ¿En el profundo
abismo de la mar? ¿Llenas el mundo
o en especial un cielo favorito?

«¿Quieres saber, mortal, en dónde habito?»,
dice una voz interna. «Aunque difundo
mi ser y en vida el universo inundo,
mi sagrario es un pecho sin delito.

»Cesa, mortal, de fatigarte en vano
tras rumores de error y de impostura,
ni pongas tu virtud en rito externo;

»no abuses de los dones de mi mano,
no esperes cielo para un alma impura
ni para el pensar libre fuego eterno».










Una tormenta nocturna en alta mar (fragmento)

¡Oh traidores recuerdos que deshecho,
de paz, de amor, de maternal ternura,
no interrumpáis la cura
que el infortunio comenzó en mi pecho!.
Imagen de la amada madre mía,
retírate de aquí, no me derritas
el corazón que he menester de acero,
en el amargo día
de angustia y pena, que azorado espero.
¡Tú, imagen de mi padre, que me irritas
a contener con el furor del hado,
consérvate a mi lado!.
Que aunque monstruo voraz el mar profundo
me sepultare en su interior inmundo,
contigo el alma volará hacia el cielo,
libre y exenta de este mortal velo.











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