Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 15 de noviembre de 2011

958.- FRANCISCO PÉREZ GÓMEZ


FRANCISCO PÉREZ GÓMEZ
Su seudónimo literario es “El Capitán de las Dunas”. Nace en Huelva en 1945; nieto de Pedro Gómez “el pintor del Conquero”, desde muy joven se dedica a la poesía y la pintura. Profesor de E.G.B., periodista, pintor y escritor.

Quince años en la enseñanza. Tres años delegado del Correo de Andalucía en Huelva. Delegado de Educación en Hessen. Fue miembro fundador del Grupo Santa Fe y del Club de Escritores Onubenses. Es el fundador de la llamada Generación Atlántica. Colaborador en publicaciones nacionales y extranjeras ha formado parte del Consejo de Publicaciones de la Diputación Provincial.

Ha expuesto individualmente en Huelva, Oslo, Irán, Oviedo, Franfort, Hannover y Munich.

Obra literaria:
Ha publicado:
“Zalassa ” (Premio Juan Sebastián Elcano. Cádiz, 1978)
“Grial (sobre el amor, la belleza y la libertad) : poesía” (Huelva : Club de Escritores Onubenses, 1983. Col. Alazán, 9)
“Cristal de Baviera” (Premio Glökner. Hamburgo, 1986) traducido al alemán
“Diario del Capitán de las Dunas : texticulario andaluz” (Córdoba, 1986)
“Primordiales” (Huelva : Club de Escritores Onubenses, 1990 y El Monte, 1999)
“El juego de la oca : (antología 1978-1996)” (La Voz de Huelva, 28)
“Huelva. Guía para visionarios” (Huelva : Diputación Provincial : El Monte, 1996. Col. de Narrativa Gerión, 3) muestra una prosa “poética distanciadora de lo meramente descriptivo… el autor se escapa y diseña de acuerdo con una planificación ideal y no real”, de acuerdo con el título ; para el autor “la realidad es ilusión y solamente lo ilusorio el real”.








Las casas de los ingleses

Las casas de los ingleses. Sobre zancos inverosímiles allá en las colinas con pinos de la ría. Casas pintadas todas de verde. Puertas verdes. Verdes ventanas. Terrazas de madera añeja. Y pasillos de enigma y humedad. Los viejos británicos de Río Tinto atisbarían con sus ojos de caramelo extrañas ceremonias de mareas y nubes. Supieron colonizar esta playa de infinito. Eran tiempos de isla desierta. De virginidad. Después vino la gente. Y los hijos y las hijas de la gente. Un suceso lamentable y numeroso.

Los ingleses, que tienen fama de caballeros prudentes, se retiraron a tiempo, imperceptiblemente. Finest play!.

De su huella heroica y soñadora quedan sus casas verdes. Ruinosas. Crujientes. Sombrías. Mueren en pie con dignidad de árbol. Sirven para asustar con sus sótanos y rincones a los nuevos niños que juegan sin conocer el misterio y amarlo. Sirven para avergonzar los asépticos apartamentos de los advenedizos.

En las noches de luna grande sirven para ser una tremenda poesía, cuando las olas rugen y alguna ventana, mal cerrada, con el viento golpea una y otra vez.

(De "Zalassa")

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