Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 16 de noviembre de 2011

1005.- IBN HAZM DE CÓRDOBA


Ibn Hazm
Abu Muhammad `Ali ibn Ahmad ibn Sa`id ibn Hazm (Árabe: أبو محمد علي بن احمد بن سعيد بن حزم), más conocido comoIbn Hazm o Ibn Hazm de Córdoba (Córdoba, 7 de noviembre de 994 - Montíjar (Huelva), 15 de agosto de 10641 ), fue un filósofo, teólogo, historiador, narrador y poeta hispanoárabe.

Realizó una intensa actividad política. Fue visir del califa Abderramán V, y a consecuencia de intrigas palaciegas estuvo en la cárcel en varias ocasiones y sufrió un breve destierro. Abandonó la actividad política para dedicarse a sus estudios de teología y derecho. Debió exiliarse en diferentes taifas de al-Ándalus tras la crisis del califato, exilio que le llevó a recorrer varias taifas: Sevilla, invitado por al-Mutadid o la taifa de Mallorca. La célebre quema pública de sus libros en Sevilla[cita requerida] le inspiró un conocido poema que dice:



دعـوني من إحراقِ رَقٍّ وكـاغدٍ وقولوا بعلمٍ كي يرى الناسُ من يدري
فإن تحرقوا القرطاسَ لا تحرقوا الذي
تضمّنه القرطاسُ، بـل هو في صدري
يـسيرُ معي حيث استقلّت ركائبي
وينـزل إن أنـزل ويُدفنُ فـي قبري




"Dejad de prender fuego a pergaminos y papeles,
y mostrad vuestra ciencia para que se vea quien es el que sabe.
Y es que aunque queméis el papel
nunca quemaréis lo que contiene,
puesto que en mi interior lo llevo,
viaja siempre conmigo cuando cabalgo,
conmigo duerme cuando descanso,
y en mi tumba será enterrado luego"


(Trad. de José Miguel Puerta Vílchez)




Fue un ingente polígrafo, cuyas miles de páginas no pueden reducirse a una breve explicación. Escribió obras históricas, como Risāla fī fadl al-Andalus (Epístola en elogio de Al-Andalus) o Naqt al-arus (Bordado de la novia), Yamharat ansāb al-arab (Linajes árabes), Al-fisal fī-l-milal wa-l-ahwā' wa-l-nihal (Historia crítica de las religiones, sectas y escuelas). Estas obras solo fueron superadas en occidente en el siglo XIX[cita requerida].
De carácter didáctico es Falsāfat al-ajlāq (Los caracteres y la conducta), traducida al castellano por Miguel Asín y Palacios y de tema polémico teológico es Risālat fī radd ala ben Nagrīla (Polémica teológica con Ibn Nagrella).
Su obra más famosa es Tawq al-hamāma o El collar de la paloma en la que trata el tema del amor. Fue escrito en Játiva hacia 1023. Se trata de un libro de reflexiones sobre la verdadera esencia del amor, intentando descubrir lo que tiene de común e inmutable a través de los siglos y las civilizaciones de influencia neoplatónica, que fue llamado "amor udrí", incluyendo detalles autobiográficos y documentales. Constituye también un diwan, o antología poética de tema amoroso, pues está empedrado de composiciones elegantes y refinadas.
También escribió numerosas obras filosóficas. Su pensamiento se basaba en Aristóteles y se esfueza en distinguir lo verdadero de lo falso, lo que lleva a un sexto sentido o sentido común por el cual se demuestran las verdades. Dichas verdades están en estrecha relación con la fe por lo que un conocimiento cabal de la filosofía puede relacionar a estas verdades con la teología. De este modo, elabora una teología natural acercándose a los postulados de Santo Tomás y desarrollando el tema de la esencia y la existencia, concluyendo que son idénticas solo en Dios, pero con un significado diferente que la doctrina tomista.
Pero quizás su aporte más significativo esté dado por su testimonio acerca del motivo de la actividad del hombre, cuando indica que todo lo que hace el hombre lo hace para evitar la preocupación, para distraerse. ¿Distraerse de que? De la muerte[cita requerida].

Bibliografía
Adang, Camilla. Muslim writers on Judaism and the Hebrew Bible : from Ibn Rabban to Ibn Hazm. Leiden: E.J. Brill, 1996. ISBN 90-04-10034-2
Asín Palacios, Miguel. Abenházam de Córdoba y su Historia crítica de las ideas religiosas. Madrid, 1928-1932
Basallo, Alfonso y otros. El Reportaje de la Historia. La esfera de los libros, Madrid, 2004. ISBN 84-9734-065-5
Ferrater Mora, J. Diccionario de Filosofía. Alianza, Madrid, 1979, 4 vols. ISBN 84-226-8964-2
Garulo, Teresa. La literatura árabe de Al-Andalus durante el siglo XI. Madrid, Hiperión, 1998. ISBN 84-7517-501-5
Ibn Hazm. al-Fasl fi al-milal wa-al-ahwa' wa-al-nihal. Bairut: Dar al-Jil, 1985
Ramón Guerrero, Rafael. "El prólogo del Taqrîb li-hadd al-mantiq de Ibn Hazm de Córdoba", Qurtuba, 1 (1996) 139-155.
Ramón Guerrero, Rafael (con la colaboración de J. M. Puerta Vílchez). “Ibn Hazm, Abû Muhammad”, Enciclopedia de la cultura andalusí. Biblioteca de al-Andalus, Almería, Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, 2004, pp. 392-443.
Riad, Eva (ed.) Kitab al-'axlaq wa-s-siyar ou Risala fi mudawat an-nufus wa-tahdib al-'axlaq wa-z-zuhd fi r-rada'il / Ibn Hazm al-'Andalusi ; introd., éd. critique, remarques par Eva Riad. Uppsala : Univ. ; Stockholm : Almqvist & Wiksell. ISBN 91-554-1048-0
Vernet, Juan, Literatura árabe, Barcelona, El Acantilado, 2002. ISBN 84-95359-81-2






Poemas del collar de La Paloma:
Traductor Emilio García Gómez
[http://amediavoz.com/hazm.htm]








Te amo con un amor inalterable,
mientras tantos amores humanos no son más que espejismos.
Te consagro un amor puro y sin mácula:
en mis entrañas está visiblemente grabado y escrito tu cariño.
Si en mi espíritu hubiese otra cosa que tú,
la arrancaría y desgarraría con mis propias manos.
No quiero de ti otra cosa que amor;
fuera de él no te pido nada.
Si lo consigo, la Tierra entera y la Humanidad
serán para mí como motas de polvo y los habitantes del país, insectos.






1. De "Esencia del amor":

Mi amor por ti, que es eterno por su propia esencia,
ha llegado a su apogeo, y no puede ni menguar ni crecer.
No tiene más causa ni motivo que la voluntad de amar.
¡Dios me libre de que nadie le conozca otro!
Cuando vemos que una cosa tiene su causa en sí misma,
goza de una existencia que no se extingue jamás;
pero si la tiene en algo distinto,
cesará cuando cese la causa de que depende.

* * *

No hay otra causa -¿lo sabes ?- de la victoria sobre los enemigos
ni otro motivo de que huyamos, si nos hacen huir,
que la tendencia de las almas de los hombres todos
hacia ti, ¡oh perla escondida entre las gentes!
Aquellos que te siguen no se perderán jamás,
pues avanzan todos, como viajeros nocturnos, hacia tu excelsa luz,
y aquellos que te preceden sienten que sus almas les hacen torcer el rumbo
hacia ti dócilmente, y todos vuelven sobre sus pasos.

* * *

¿Perteneces al mundo de los ángeles o al de los hombres?
Dímelo, Porque la confusión se burla de mi entendimiento.
Veo una figura humana; pero, si uso de mi razón,
hallo que es tu cuerpo un cuerpo celeste.
¡Bendito sea El que contrapesó el modo de ser de sus criaturas
e hizo que, por naturaleza, fueses maravillosa luz!
No puedo dudar que eres un puro espíritu atraído a nosotros
por una semejanza que enlaza a las almas.
No hay más prueba que atestigüe tu encarnación corporal,
ni otro argumento que el de que eres visible.
Si nuestros ojos no contemplaran tu ser, diríamos
que eras la Sublime Razón Verdadera.

* * *

En él verás subsistentes todos los opuestos.
Y así ¿cómo podrás definir los conceptos contradictorios?
¡Oh cuerpo desprovisto de dimensiones!
¡Oh accidente perdurable y que no cesa!
Derribaste para nosotros los fundamentos de la teología,
que, desde que apareciste, ha dejado de ser clara.

* * *

¡Oh esperanza mía! Me deleito en el tormento que por ti sufro.
Mientras viva, no me apartaré de ti.
Si alguien me dice: "Ya te olvidarás de su amor",
no le contesto más que con la ene y la o.

* * *

2. De "Sobre las señales del amor":

Mis ojos no se paran sino donde estás tú.
Debes de tener las propiedades que dicen del imán.
Los llevo adonde tú vas y conforme te mueves,
como en gramática el atributo sigue al nombre.

* * *

Cuando me voy de tu lado, mis pasos
son como los del prisionero a quien llevan al suplicio.
Al ir a ti, corro como la luna llena
cuando atraviesa los confines del cielo.
Pero, al partir de ti, lo hago con la morosidad
con que se mueven las altas estrellas fijas.

* * *

Cuando mis ojos ven a alguien vestido de rojo,
mi corazón se rompe y desgarra de pena.
¡Es que ella con su mirada hiere y desangra a los hombres
y pienso que el vestido está empapado y empurpurado con esa sangre!

* * *

Cuando se trata de ella, me agrada la plática,
y exhala para mí un exquisito olor de ámbar.
Si habla ella, no atiendo a los que están a mi lado
y escucho sólo sus palabras placientes y graciosas.
Aunque estuviese con el Príncipe de los Creyentes,
no me desviaría de mi amada en atención a él.
Si me veo forzado a irme de su lado,
no paro de mirar atrás y camino como una bestia herida;
pero, aunque mi cuerpo se distancie, mis ojos quedan fijos en ella,
como los del náufrago que, desde las olas, contemplan la orilla.
Si pienso que estoy lejos de ella, siento que me ahogo
como el que bosteza entre la polvareda y la solana.
Si tú me dices que es posible subir al cielo,
digo que sí y que sé dónde está la escalera.

* * *

Las nubes han tomado lecciones de mis ojos
y todo lo anegan en lluvia pertinaz,
que esta noche, por tu culpa, llora conmigo
y viene a distraerme en mi insomnio.
Si las tinieblas no hubiesen de acabar
hasta que se cerraran mis párpados en el sueño,
no habría manera de llegar a ver el día,
y el desvelo aumentaría por instantes.
Los luceros, cuyo fulgor ocultan las nubes
a la mirada de los ojos humanos,
son como ese amor tuyo que encubro, delicia mía,
y que tampoco es visible más que en hipótesis.

* * *

Pastor soy de estrellas, como si tuviera a mi cargo
apacentar todos los astros fijos y planetas.
Las estrellas en la noche son el símbolo
de los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente.
Parece que soy el guarda de este jardín verde oscuro del firmamento,
cuyas altas yerbas están bordadas de narcisos.
Si Tolomeo viviera, reconocería que soy
el más docto de los hombres en espiar el curso de los astros.

* * *

Melancólico, afligido e insomne, el amante
no deja de querellarse, ebrio del vino de las imputaciones.
En un instante te hace ver maravillas,
pues tan pronto es enemigo como amigo, se acerca como se aleja.
Sus transportes, sus reproches, su desvío, su reconciliación
parecen conjunción y divergencia de astros, presagios estelares adversos y favorables.
Mas, de pronto, tuvo compasión de mi amor, tras el largo desabrimiento,
y vine a ser envidiado, tras de haber sido envidioso.
Nos deleitamos entre las blancas flores del jardín,
agradecidas y encantadas por el riego de la escarcha:
rocío , nube y huerto perfumado
parecían nuestras lágrimas, nuestros párpados y su mejilla rosada.

* * *

Me quedé con ella a solas, sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad perdería la vida.
¡Ay de ti! ¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache.

* * *

Hasta que llegó la noche estuve esperando verte,
¡oh deseo mío!, oh colmo de mi anhelo!;
pero las tinieblas me hicieron perder la esperanza,
cuando antes, aunque apareciera la noche, no desesperaba de que siguiera el día.
Tengo para ello una prueba que no puede mentir,
pues por muchas análogas nos guiamos en asuntos difíciles,
y es que, si te hubieras decidido a visitarme, no hubiera habido tinieblas,
y la luz, -tu luz- hubiera permanecido sin cesar entre nosotros.

* * *

La «bella paciencia» está prisionera;
pero las lágrimas corren libremente.

* * *

¡Ah! El ojo que, en el día de Wasit,
no derrama por ti cuantas lágrimas le quedan, es que es de piedra.
Yazïd ibn 'Umar ibn Hubayra

Y el hombre que, cuando tú le abandonas,
no pierde por ti su mejor resignación, es que es de hielo.

* * *

Indicio del pesar son el fuego que abrasa el corazón
y las lágrimas que se derraman y corren por las mejillas.
Aunque el amante cele el secreto de su pecho,
las lágrimas de sus ojos lo publican y lo declaran.
Cuando los párpados dejan fluir sus fuentes,
es que en el corazón hay un doloroso tormento de amor.

* * *

Desconfío de ti hasta en lo más despreciable que hagas,
y a quien hay que despreciar es a quien desprecia estas cosas,
sin ver que pueden ser origen de ruptura o de odio:
el incendio en sus comienzos es una chispa.
Todo lo grande empieza por ser diminuto:
de un huesecillo de nada ves nacer el árbol.

* * * * *

3. De "Sobre quien se enamora en sueños":

Querría saber quién era y cómo vino de noche.
¿Era la faz del Sol o era la Luna?
¿Era una idea que la razón alumbró en sus reflexiones?
¿Era una imagen espiritual que hizo surgir ante mí el pensamiento?
¿Era un espectro forjado con las esperanzas del alma
y que la vista tuvo la ilusión de alcanzar?
Tal vez no era nada de eso, sino una desgracia
que el destino me trajo como causa de mi muerte.

* * * * *

4. De "Sobre quien se enamora por oír hablar del ser amado":

¡Oh, tú que me censuras porque amo
a quien no han visto mis ojos!
Te excediste al pintarme
como muy propenso al enamoramiento,
porque dime: ¿Conoce alguien el paraíso
si no es porque le hablan de él?

* * *

Las tropas del amor han acampado en mis oídos,
como lo muestran las lágrimas de mis ojos.

* * *

Me hicieron tu pintura; pero, al ver lo que pintaban,
comprendí que era puro delirio.
El redoble del tambor asusta y sobresalta al hombre
no siendo más que un peligro vacío.

* * *

Me hablaron de ti y, cuando nos encontramos,
mi idea se hizo realidad ante mis ojos.
Las pinturas del paraíso se quedan siempre cortas
en punto a lo que es, de verdad, el paraíso.

* * *

Trocaste nuestro afecto en repugnancia y odio intenso,
igual que las páginas de los libros se alteran al ser copiadas.

* * *

Refiriéndose a Abū 'Āmir ibn Abī 'Āmir:

Haberlo tratado me lo ganó como hermano
y me ha hecho encontrar un precioso tesoro.
Antes aborrecía tenerlo cerca,
y no apetecía que fuera mi amigo.
Era detestado y ahora lo quiero;
de odioso pasó a ser agradable.
Corrí mucho tiempo huyendo de él,
y ahora acudo constantemente a su lado.

* * * * *

5. De "Sobre quien se enamora por una sola mirada":

Pecaron mis ojos moviendo esta angustia de amor en mi corazón,
y mi corazón envió las lágrimas para vengarse de los ojos.
¿Cómo encontrar justas estas represalias del llanto,
cuando anegan las pupilas con sus fluidos torrentes?
Antes que la viese nunca la encontré para conocerla,
y el momento en que la vi fue nuestro último encuentro.

* * * * *

6. "Sobre quien no se enamora sino con el largo trato":

Desoiré las llamadas del amor,
porque creo que los hombres rectos han de cortar por lo sano,
y he visto que hay un indicio de amor en pasear
mis ojos entre las flores de tus mejillas.
Pues estás alegre y tranquilo
y de pronto te ves entre eslabones de cadenas,
como el que, engañado por el poco fondo de una corriente,
pierde pie y desaparece en la creciente marea.

* * *

El verdadero amor no nace en una hora,
ni da fuego su pedernal siempre que quieres,
sino que nace y se propaga despacio,
tras larga compenetración, que lo afianza;
entonces no pueden acercarse a él abandonos ni menguas,
ni pueden alejarse de él firmezas y aumentos.
Confirma esto el que vemos que todo
lo que se forma presto también perece en breve.
Yo soy una tierra dura y pedregosa,
reacia e insumisa a toda vegetación;
pero si algunas plantas afincan su raíces,
no han de cuidarse de que abunden las lluvias de primavera.

* * *

Miente de juro quien pretende amar a dos,
como mintió Manes en sus principios.
No hay sitio en el corazón para dos amados,
ni lo que sigue a lo primero es siempre segundo.
Igual que la razón es una, y no conoce
otro Creador que el Único, el Clemente,
uno es también el corazón y no ama
más que a uno, esté lejos o cerca.
Quien no es así, es suspecto en ley de amor
y está distante de la verdadera fe.
La religión no es más que una, la recta,
y el que tiene dos religiones es infiel.

* * * * *

7. De "Sobre quien, habiendo amado una cualidad determinada,
no puede amar ya luego ninguna otra contraria:

Había un mancebo cuya amada tenía el cuello corto,
como si las de gallardo cuello fuesen fantasmas a sus ojos,
y estaba muy pagado del mérito de su elección,
aduciendo una prueba cuya verdad es muy clara:
«-Las vacas salvajes andan en refranes al hablar de belleza
y nadie nunca les ha negado la hermosura.
Pues bien: tienen el cuello corto, y ni una sola lo tiene airoso.
Y ¿están bonitos los camellos con sus cuellos largos?»
Otro había cuya amada tenía rasgada la boca,
y decía: «-Mi modelo en punto a bocas son las gacelas.»
Y había un tercero cuya amada era baja,
y decía: «-Las altas son como monstruos.»

* * *

Me la afean porque tiene rubio el cabello,
y yo les digo: «-Esa es su belleza, a mi juicio.
Yerran quienes vituperan el color de la luz y del oro,
por una necia opinión, del todo falsa.
¿Censurará alguien el color del narciso fragante,
o el color de las estrellas que brillan a lo lejos?
Sólo la criaturas de Dios más alejadas de toda ciencia
prefieren los cuerpos negros, de color de carbón:
negro es el color de los moradores del infierno;
negro el vestido de los que lloran por perdido un hijo y están de luto;
y desde que aparecieron las banderas negras están seguras
las almas de los hombres de que no llevan a la ortodoxia.»

* * * * *

8. De "Sobre las alusiones verbales":

Un mancebo hermoso como una gacela, par de la luna llena
o del sol cuando luce abriéndose paso entre las nubes,
cautivó mi corazón con sus miradas lánguidas
y con su talle parecido a una rama en su esbeltez.
Me humillé a él como se humilla el dócil amante;
me sometí a él como se somete el locamente enamorado.
Pero ven a mí, amor mío, de una manera lícita,
porque no me gusta la unión por caminos vedados.

Cuando tuve noticia de este lance, dije:

Reproches y quejas por injusticias
vinieron de quien era a la vez ofensor, juez y litigante.
Se quejaba de lo que sentía, sin que nadie,
más que aquel de quien se quejaba, supiera lo que quería decir.

* * * * *

9. De "Sobre las señas hechas con los ojos":

A las alusiones verbales, una vez llegados la aceptación y el mutuo concierto,
suceden las señas hechas con los ojos, que juegan a este respecto un laudable papel
y rinden efectos maravillosos. Con la mirada se aleja y se atrae, se promete y se amenaza,
se reprende y se da aliento, se ordena y se veda, se fulmina a los criados, se previene
contra los espías, se ríe y se llora, se pregunta y se responde, se concede y se niega.
Cada una de estas situaciones tiene un signo especial en la mirada; pero estos signos
no pueden ser definidos, de no verlos, ni pueden ser pintados ni descritos sino en muy pequeña parte.
Voy tan sólo a declarar aquellas cosas que son más fáciles: Una seña con el rabillo de un solo ojo denota veto de la cosa pedida. Una mirada lánguida es prueba de aceptación. La persistencia de la mirada es indicio de pesar y tristeza. La mirada de refilón es signo de alegría.
El entornar los ojos da a entender amenaza. El volver la pupila a una parte cualquiera y retirarla al punto es para llamar la atención sobre lo que se ha mirado. La seña furtiva con el rabillo de los dos ojos denota súplica. El mover la pupila con rapidez desde el centro del ojo
hacia la comisura interna indica imposibilidad. Mover ambas pupilas desde el centro de los ojos es prohibición absoluta.
Las demás no pueden comprenderse sino viéndolas.

* * * * *

10. De "Sobre la correspondencia":

Duro es hoy para mí romper tu carta.
Pero, en cambio, el amor no hay quien lo rompa,
y mejor es que dure el amor y que se borre la tinta,
pues lo accesorio debe sacrificarse a lo principal.
¡En cuántas cartas está la muerte de quien las escribe,
sin que éste lo supiera cuando las trazaban sus dedos!

* * *

Me ha llegado la respuesta a la carta que le envié,
que ha sosegado mi excitación y, a la vez, ha excitado mi sosiego.
La regué con las lágrimas de mis ojos cuando la escribí,
como hace el amante que no es traidor a su amor.
El llanto no paraba de borrar sus renglones.
¡Oh llanto, cuánta belleza borraste!
Mis lágrimas mezcladas con la tinta hicieron visible la primera línea,
y la última línea quedó desvaída por las lágrimas.

* * * * *

11. De "Sobre el mensajero":

Tu mensajero es como una espada que tienes en la diestra:
mira bien su filo y no hieras con ella antes de aguzarlo.
Pues el mal que produce una espada mohosa
se vuelve contra el que, sin saberlo, lo blande.

* * *

Yo conozco dos amantes que usaban como mensajero una paloma amaestrada,
en cuyas alas ataban las cartas.
Sobre este asunto he dicho en un poema:

Noé la eligió, y no burló las esperanzas
que puso en ella, porque le trajo buenas nuevas.
Yo también le confiaré las cartas que te escriba.
Mira, pues: ¡Las cartas van en las plumas de un ave!

* * * * *

12. De "Sobre la guarda del secreto":

Los que no saben qué es amor me censuran porque te amo,
pero, a mi juicio, tanto me da el que te injuria como el que se calla.
Me dicen: «-Has dejado a un lado todo disimulo,
aunque te mostrabas a las gentes celoso observante de la ley religiosa».

Yo les digo: «-Ocultar mi amor sería hipocresía pura,
y uno como yo detesta los hipócritas.
¿Cuándo vedó Mahoma el amor?
¿Consta acaso su ilicitud en el claro texto revelado?
Mientras no cometa cosas prohibidas, por las cuales tema
llegar el día de la resurrección con la cara perpleja,
no hago caso, en materia de amor, de lo que digan los censores,
y, por vida mía, me es igual que hablen a gritos o en voz baja.
¿Es acaso responsable el hombre de algo que no haya elegido libremente?
¿Por ventura el que se calla será reprendido por las palabras que no profirió?

* * *

A juzgar por los tormentos de enfermedad que en él se ven,
si vive es porque la muerte le tiene compasión.

* * *

Las lágrimas del enamorado se derraman;
la reputación del enamorado se lastima.
Cuando el amado aparece, palpita su corazón
como una qata cogida en la red.
«-Decid, amigos míos,
pues vuestra opinión es de seguro común:
¿Hasta cuándo ocultaré esto
de que no puedo desprenderme?»

* * *

Las gentes saben que soy un mancebo enamorado;
que estoy triste y afligido; pero ¿por quién?
Cuando ven cómo me hallo, se cercioran;
pero si indagan se pierden en conjeturas.
Mi amor es como un escrito cuyo trazo es firme,
pero que se resiste a la interpretación;
o como la voz de la paloma en el boscaje,
que repite su canción de rama en rama
y cuyo murmullo deleita nuestros oídos,
pero cuyo sentido es enigmático y oscuro.
Me dicen: «-¡Por Dios! Dinos el nombre de aquel
cuyo amor alejó de ti el sueño tranquilo.»
Pero nunca. Antes de que logren lo que desean
habría de perder la razón y afrontaría cualquier desventura.
Siempre estarán en la desazón de la duda,
tomando la sospecha como certidumbre y la certidumbre como sospecha.

* * *

Tengo para el secreto un lugar tan recóndito, que, si entra en él vivo,
no puede caberle ninguna duda sobre su muerte.
Lo mato allí; pero esa muerte es la vida del secreto,
lo mismo que la tristeza es la alegría del enamorado.

* * * * *

13. De "Sobre la divulgación del secreto":

Los asuntos graves no los trates en chanza;
pero, si quieres algo fácil, no malgastes energías.
Cuando te asalten las vicisitudes del Destino
-y las acometidas de la fortuna son frecuentes-,
opón con prudencia el esfuerzo adecuado:
poco te bastará frente a poco; mucho frente a mucho.
¿No ves la candela? Recién encendida,
cuando empieza a lucir, la apaga un soplo.
Pero, cuando prenden en ella llama y fuego,
tu mismo soplo la aviva y la propaga.

* * * * *

14. De "Sobre la sumisión":

¿Volverán para nosotros los tiempos de la unión?
¿Tendrán un límite las vueltas de esta Suerte?
La espada se ha hecho sierva del palo.
La cautiva gacela se ha tornado león.

* * *

Cuando haces reproches, soy el más vil de los condenados a muerte.
La falsa monedilla que rechaza la mano del cambista.
Pero, además, hallo placer en morir por tu amor.
¡Qué maravilla la de un condenado a muerte que se alegra!

* * *

Si los Persas hubieran visto el fuego de tus mejillas,
se habrían pasado sin emperadores ni magos.

* * *

Has venido a mí con una cara a la que agrada acercarse
y de cuyo lado enoja irse.
Mi condición no repugna que me hagas unos pocos reproches,
aunque se censuren las canas en el pelo.
El hombre, en sus adentros, a veces se reprocha a sí mismo,
y los puntos negros y los lunares agracian el rostro.
Pero es si son pocos, porque cuando son demasiados
lo estropean. ¿Quién alabará la demasía?

* * *

Ayúdale, porque de apenado que está,
llora, siendo a la vez papel, tinta y escrito.

* * *

No es reprobable rebajarse ante quien amamos,
pues en amor el más orgulloso se humilla.
No os maravilléis de que me someta en mi situación,
pues antes que yo se sometió al-Mustansir.
El amado no es nuestro parigual
para que, cuando le aguantes, tu aguante sea vil.
Si una manzana te cae en la cabeza y te hace daño,
el que después la despedaces, ¿será una venganza digna de fama?

* * *

Aprovecha la ocasión, porque has de saber
que las ocasiones pasan más deprisa que el relámpago.
¡Cuántas cosas que eran hacederas dejé para más tarde,
y luego, una vez idas, se hicieron nudos en mi garganta!
Date prisa a coger el tesoro que hallaste;
Arrebata la presa como el halcón en acecho.

* * * * *

15. De "Sobre la contradicción":

Cuando logre que mi alma alcance sus deseos
de esa gacela que no cesa de atormentarme,
tanto me dará su aversión como su sumisión,
e igual será para mí su cólera que su contento.
Cuando encuentro agua, he de apagar con ella
el ardor de la brasa de tamarindo.

* * * * *

16. De "Sobre el que saca faltas":

Lo más agradable para mí son los reproches y las críticas,
para oír de este modo el nombre de aquel cuya sola mención es mi esperanza.
Es como si con la censura bebiera vino puro
y el nombre de mi dueño fuera la fruslería que lo acompaña.

* * * * *

17. De "Sobre el amigo favorable":

Un amigo así consolará al enamorado en sus congojas,
le hará compañía en el retiro de su desgracia y se asociará
a él en sus intimidades. En él ha de topar el amante
el mayor de los descansos. Pero ¿dónde hallarlo ? Si
consigues echarle las manos encima, apriétalas sobre él
como se enrosca una sierpe, retenlo con ellas como
el avaro su dinero, y consérvalo aun a costa de toda tu hacienda,
pues con él se hace perfecta la alegría, se ahuyentan las tristezas,
se acorta el tiempo, mejoran las circunstancias y nadie
dejará de obtener de quien reúna estas condiciones
una excelente ayuda y una avisada opinión.

* * * * *

18. De "Sobre el espía":

Me hace largas visitas y es el tertuliano más cargante.
Saca conversaciones cuyos temas no me interesan.
los montes de Šamām, Radwà, Lukām, Yadbul,
el Líbano, Šamām y Hazn son menos pesados.

* * *

Tengo un acompañante fijo, que, adrede, no se va nunca.
¡Qué tristeza produce esta compañía!
Como no nos deja, él y nosotros hemos venido a ser
como el nombre y la cosa nombrada.

* * *

Pusieron una guarda que no dejaba
en paz a mi dueño, con el intento de separarme.
Pero mis continuas amabilidades acabaron con él,
y un día el miedo que le tuve se trocó en confianza.
Era como una espada desenvainada para atravesarme,
y se convirtió en un amigo cuyo favor no tiene límite.

* * *

Era flecha mortal y se hizo vida.
Era veneno y se tornó triaca.

* * *

Mi dueño tiene un espía que le guarda de mí
y que es fiel a quien le dio el encargo y no le traiciona.

* * *

A todos los que me rodean les han sido puestos dos espías,
pero a mí el Señor del Trono me ha distinguido, además, con un tercero.

* * *

Soporto un espía que ha conocido largo tiempo el amor;
que sufrió la pasión; que no podía dormir;
que encontraba en el querer un dolor espantoso
que casi le ha producido la muerte;
que conoce bien las industrias del amante apasionado,
incluso señas y palabras.
Después de todo esto le vino el olvido:
comenzó a mirar el amor como una vergüenza y un vicio,
y ahora ha llegado a ser guarda de quien yo adoro,
para alejar de él al ardiente enamorado.
¡Oh qué tormento ha caído sobre nosotros!
¡Qué desgracia ha venido a visitarnos!

* * *

Dos jóvenes estaban ardientemente enamorados de la misma,
y cada uno o procuraba apartar a su rival.
Se parecían al perro del establo, que no come heno
y no lo deja comer a ningún otro.

* * * * *

19. De "Sobre el calumniador":

¿Quién se fiará de las mujeres, si no es un imbécil,
ignorante, atado por las cuerdas de la perdición?
¡Cuántos vinieron a un negro charco de muerte
y bebieron de él atraídos por un deleitoso cebo blanco!

* * *

Me maravillo de un calumniador que anda siempre tras nuestro secreto,
y que no respira sino por saber nuestras noticias.
¿Qué le importan a él mi congoja ni mi angustia?
Yo me como la granada y a los hijos les da dentera.

* * *

No des crédito a unas palabras que oíste,
mientras no estés cierto de que es verdad lo que sabes,
como el que, al nacer un espejismo, derrama el agua que lleva
y halla luego la muerte en el inmenso y estéril desierto.

* * *

No mezcles lo serio con la chanza, porque sería como introducir
entre lo que ha de salvar al alma la corrupción de una medicina.
El que tiene por su arma más eficaz llevar cuentos falsos
es como la avutarda, que se defiende con su excremento.

* * *

Doy en el blanco que me propongo con tal tino, que, de saberse,
no aspiraría Wahriz a la primacía entre los arqueros.

* * *

Cuanto ocultabas ha salido a luz, tanto porque me lo han contado
como por una situación que me ha hecho ver claro tu feo carácter.
¡Cuántas veces unas cosas se aclaran por otras,
como la preñez, en derecho, confirma la fornicación!

* * *

Es más parlero que el espejo en divulgar cuanto sabe,
y separa a las gentes mejor que las espadas de la India.
Pienso que la Muerte y el Tiempo aprendieron sus tretas
para desunir con ellas a los enamorados.

* * *

Su conversación es más falsa que el pensar bien de las gentes,
y más desagradable que las deudas y la pobreza constante.
Las órdenes del Señor del Trono son para él más baldías
y despreciables que una súplica para el que carece de piedad.
En él se reúne toda villanía y oprobio:
al que quiera insultarle le faltarán insultos.
Es más cargante que una censura para el que no quiere oírla;
más frío que la tierra de Medinaceli,
y más odioso que la separación, la ruptura y el espionaje,
cuando se juntan sobre un amante ardiente, perplejo y apasionado.

* * * * *

20. De "Sobre la unión amorosa":

Alguien me preguntó mi edad,
al ver canas en mis sienes y en mis mejillas.
Le respondí: «-Sólo cuento que he vivido un momento
pensando justa y razonablemente.»
«- ¿Cómo es eso ? -me dijo-. Acláramelo.
Me has contado la más extraña de las nuevas.»
Yo le dije: «-A la que posee mi corazón
le di, un día, un beso, por sorpresa.
Por muchos años que viva, no pensaré
que he vivido, en realidad, más que aquel momentito.»

* * *

Hablé de noche con la luna llena cuando mi amada se retrasaba
y vi en su luz como un vislumbre del esplendor de mi amada.
Pasé la noche feliz, mientras el amor mentía,
la unión sonreía y el desvío fruncía el ceño.

* * *

La imploré con súplicas que, si las hubiera dirigido a mi Señor,
absuelto hubiera sido mi pecado,
y si las hubiera dirigido a los leones del desierto,
estos hubieran dejado de dañar a nadie.
Por fin, tras su apartamiento, me consintió darle un beso
y excitó mi angustia que estaba acallada.
Soy como el que bebe agua para aplacar su sed,
y ahogándose al beber, se despeña en la tumba.

* * *

Exhalo amor de mí como el aliento,
y doy las riendas del alma a mis ojos enamorados.
Tengo un dueño que no cesa de huirme;
pero que, a veces y de improviso, se siente generoso.
Lo besé queriendo aliviarme;
pero la sequedad de mi corazón no hizo sino crecer.
Son mis entrañas como un seco herbazal
donde alguien arrojó un tizón ardiendo.

* * *

¡Vete en mal hora, perla de la China!
Me basta a mí con mi rubí de España.

* * *

Cuando se cimbrea al andar, parece
un ramo de narciso que se balancea en el jardín.
Diríase que sus zarcillos están en el corazón de su enamorado,
porque, cuando anda, en él repercuten el pinchazo y el tintineo.
Tiene el andar de la paloma, en el que no es censurable
la torpeza ni vituperable la lentitud!

* * *

Desearía rajar mi corazón con un cuchillo,
meterte dentro de él y luego volver a cerrar mi pecho,
para que estuvieras en él y no habitaras en otro,
hasta el día de la resurrección y del juicio;
para que moraras en él durante mi vida y, a mi muerte,
ocuparas las entretelas de mi corazón en la tiniebla del sepulcro.

* * *

¿Cómo he de censurar el alejamiento y tratarlo injustamente,
si el carácter de quien amo es todo alejamiento?
El amor hubiera bastado para ponerme en un aprieto.
¿Cómo estaré, pues, habiéndome reunido en mi alejamiento y amor?

* * *

Mezclando lo verdadero con lo falso,
o cuanto quiero a los ojos del descuidado,
aunque entre una y otra cosa hay diferencias,
cuyo signo se muestra a los inteligentes.
Es como el oro: aleado con plata
corre entre los mancebos ignorantes;
pero si topa con un orfebre diestro,
te distingue lo que es puro de lo que está alterado.

* * *

Una de las maravillas del tiempo,
que abruman a quien las oye y a quien las dice,
es que la montura desee al jinete,
que el interrogado se someta a quien pregunta,
que el cautivo domine al aprehensor,
que el muerto ataque al asesino.
Antes de ahora jamás oímos entre las gentes
que lo esperado se humillara ante el que espera.
¿Puedes explicarlo de otro modo
por la sumisión del participio pasivo al activo?

* * *

La unión clandestina ocupa un lugar
a que no llega la unión posible y manifiesta.
Es un placer mezclado de precaución
como el andar por medio de las dunas.

* * *

Ríe el jardín mientras las nubes lloran,
como el amado cuando lo ve el afligido amante.

* * *

¡Cuántas vueltas di en torno del amor,
hasta caer en él, como la mariposa en la luz!

* * *

Las incitaciones del amor llevan a la unión
como el viajero nocturno se guía por el resplandor del fuego.

* * *

Diome a beber segunda vez de la unión de mi dueño,
como se da a beber segunda vez al ansioso sediento.

* * *

Al contemplarla, no podrás detener tus ojos en un límite,
porque su belleza es siempre creciente e inagotable.

* * *

¿Hay quien pague el precio de sangre del asesinado por el amor?
¿Hay quien rescate al cautivo del amor?
¿O podrá acaso el destino hacerme retroceder hacia mi amada
como en aquel día que pasamos junto al río?
Lo pasé nadando y estaba sediento:
¡Qué maravilla uno que nada y tiene sed!
El amor, dueño mío, me dejó tan extenuado,
que no pueden verme los ojos de los que me visitan.
¿Cómo se las arregló el amor para llegar
a quien es invisible para todos?
El médico se ha aburrido de intentar curarme
y hasta mis émulos sienten piedad de mi dolencia.


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