Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 15 de noviembre de 2011

961.- CELESTE TORRES DOMÍNGUEZ



Celeste Torres Domínguez 


Nació en Antequera, Málaga en 1942. En la actualidad reside en Málaga. Publica sus primeros poemas en la Colección Kartio de poesía (1988), iniciando así el camino hacia el mundo de la expresión poética, donde obtiene diversos galardones por su participación en certámenes y concursos. Posee la Medalla de San Isidoro, otorgada por el Sindicato Nacional de Escritores, así como la Medalla del Ayuntamiento de Málaga, por sus colaboraciones culturales. Participa en diversas antologías y revistas, formando parte de la Guía de Artistas y Escritoras Malagueñas. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés y ruso.









Es otoño y las tardes son breves
como las promesas de los enamorados.
La luz se esconde
por los rincones más solitarios del huerto.
¡Ay! Si pudiera huir con ella
sin temor ni ruido,
correría a tu encuentro sin cetro ni corona
como mujer...
como amante
que se impacienta con la tardanza del amado.
¡Qué dichosa sería si pudiera ocultarte
en la orilla más ignorada del río
donde el agua reza las plegarias de la noche
y la luna oculta un harén de mariposas.








Sé que en Burgos él me está buscando
con el oculto deseo de poseerme
y yo le entrego mi castidad dormida
como flor que huye del invernadero.
Sólo él es mi rey y yo su esclava.
Hoy la pena me ahoga
con el pájaro de la duda.
¡No, por Dios, cardenal,
no me habléis de mi madre
que soy presa
sólo de la ausencia de mi esposo!
¡Llamadlo, decidle que no quiero
más aire que su aliento!
¡Oh, dolor, arráncame la razón
y deja espacio en mi mente
justo para el nombre de mi amado!

De su libro: El silencio del claustro











¿Por qué el obispo de Sotomayor
me insta a que deje mi luto?
¿Qué sentido tienen sus palabras?
¡Oh amado, en cada hilo de mi saya
está bordado el gozo de tu recuerdo!
En mí, mora la fuerza del acero
y nadie me llamará desleal
a la espera de mi esposo.
Y sangra y se deshoja el pensamiento
como el rosal herido por el rayo.
Aún todo en ti me pertenece
y siento que tu muerte
no es más que un espejismo.
La tarde cae
como la fruta madura del ciruelo
sobre el patio dormido del claustro.



No habladme de casamiento
con el rey de Portugal
que nunca cometeré adulterio
contra mi único dueño y señor.
Decídle al rey, Cardenal, que estoy loca,
loca de amargura
porque la pasión abre en mi pecho
un torrente de deseos.
No me vistáis de negro
duquesa de Calatrava
o daré orden de desterraros fuera de Castilla.
A él, a mi esposo y señor
no le gustan los colores oscuros.
¿No sabéis que siente miedo
cuando la noche llega?
El tiempo es un enemigo que me acecha
rompiendo cada día la flor de la espera.
Mi corazón es una manzana madura
que devoran los celos
como el halcón a la paloma.

Del libro: El silencio del claustro






POESÍA DE CELESTE TORRES (Valle Abdalajis, año 2008)
PRESENTACION LIBRO DE CELESTE TORRES (Valle de Abdalajis)
                                  26 diciembre 2.009

 
                                                               
         Debo empezar esta breve disertación que se me encomienda, mostrando mi admiración por el Ayuntamiento del valle de Abdalajís, y en especial, a su concejalía de cultura, porque con este acto literario evidencia una inquietud intelectual y cultural no precisamente muy habitual entre los pueblos del entorno, incluso en aquellos de muchos más habitantes que este.
         Por muchas más razones, además de  la antes dicha, yo como cartameño, siento una querencia intelectual e íntima hacia el Valle de Abdalajís: Dejándome llevar un poco por los recuerdos, son infinitas las veces que he tenido que pasar, y hacer una parada en este coqueto pueblo, desde muy joven cuando desde Cártama me  desplazaba a Antequera, unas veces a pie arreando ganado vacuno para su señera  feria, otras en moto como vendedor itinerante y,  tantas y tantas veces en coche. Porque lo cierto es que, como por Cártama, por El Valle Abdalajis, desde la noche de los tiempos fue el paso obligado de las gentes del interior de la península hacia  la portuaria Málaga. Pero hay otras razones para tal afección mía por esta poética tierra. Por sólo nombrar alguna La Patrona de Cártama, Nuestra Señora de Los Remedios, tiene no pocos devotos entre la gente de esta Villa y sus campos. He tenido a lo largo de mi vida muchas ocasiones de comprobarlo.  No hace muchas décadas, de aquí fue a arribar a Cártama para bien de sus gentes, un ilustre sacerdote, Don Jesús Pascual, etc.

         Hecha la precedente entradilla, expongamos la razón por la que estamos hoy aquí: Es para hablar de poesía. Y hablar de poesía en un pueblo del interior provincial que no pasará mucho de los 3.000 habitantes. Y  ya es significativo poder hablar de poesía en un pueblo de estas características. Mi enhorabuena.

Hoy presentamos a ustedes, en efecto, un libro de poesía, cuya autora podríamos  decir que es de esta tierra, pues ha nacido y criado en la vecina Antequera. Estoy hablando de doña, Celeste Torres, poeta  de profundos registros líricos, cuyos versos tienen resonancias de una altura que la sitúan entre los mejores vates, no sólo de Málaga, sino de cualquier geografía de habla hispana. No exagero: Cuando se lea el poemario que esta noche presentamos, se verá lo congruentes de estos encomios que le dedico, como poeta y como persona.

Reitero mi admiración por este pueblo, por su cultura ancestral y  moderna por  otros valores que la premura del tiempo que han destinado a esta presentación, no me permiten comentar. Así pues, tiene la palabra Celeste Torres.


                                

         Departiendo sobre  el Castillo de Cártama y sus misterios legendarios
en donde el estro de la amiga poeta su estro captó el eco de Noctiluca diosa ibera de la noche.

                  PRESENTACIÓN DE CELESTE TORRES
                                   Antequera 19/11/04)

        Buenas noches:

        Es un  honor para mi presentar a ustedes en esta velada cultural, a la gran poeta antequerana, Celeste Torres que, seguidamente, nos va a ofrecer una lectura de  su poemario. Honor, que se sobredimensiona por tener lugar dicho acto  en  Antequera, a la que, dadas sus connotaciones  con  otros pueblos de la baja  ribera guadalhorzana, entre ellos el mío, Cártama, resulta casi obligado por mi parte  expresarle esta noche un sentimiento de homenaje, cosa que, además, por ser nuestra poeta  también  antequerana,  resulta extensible a ella.
        Yo, personalmente, encuentro muchos ecos de Cártama, mi pueblo, en  Antequera, pero de forma más sensible el que los dos tienen por Patrona a la Virgen  de los Remedios, de advocación trinitaria. Igualmente, en mis visitas a esta entrañable ciudad  el clamor de sus campanas me trasladan en sentimiento a mi pueblo, por la semejanza que el son de algunas de las antequeranas, tienen con las de Cártama.  No sólo mi alma ha vibrado alguna vez con el tañer de estas campanas   vuestras: Un escritor de esta tierra,  Juan Alcaide de la Vega, en su precioso libro dedicado  a su Antequera natal, titulado, precisamente, “ Mi ciudad”, dice en uno de sus capítulos:     “ La vida de un pueblo es como un sonar perenne de campanas... La vida, la muerte, el gozo, la tristeza, todo es un golpear de badajos en paredes de bronce. Mis mayores gozos, los más puros, y las más íntimas tristezas, han entrado en mi alma precedidos de toques de alguna campana”

        Ciertamente, esta noble ciudad, que así fue declarada por real cédula allá por el año 1.441 a poco de ser tomada a los moros por el Infante don Fernando, la valoriza una enjundiosa y dilatada historia que hinca sus raíces en la remota noche de los tiempos, de lo que es muestra, por poner un solo ejemplo de los muchos que existen, esa incomparable joya del eneolítico europeo que es la cueva de Menga.
        También lo atestiguan, y con profusión, los anales, crónicas y cronicones de los más renombrados memorialistas historiográficos de todas las épocas, y, la multitud de referencias arqueológicas, monumentos arquitectónicos, imaginería religiosa en su ya tópica cifra de treinta y tres Iglesias y Conventos, multitud de bellas esculturas, así como una rica lista de hijos ilustres en todas las ramas del saber que le han imprimido a esta ciudad una   señera identidad en el marco de la historia general y, de forma especial, en la de nuestra tierra andalusí que le granjeó el apelativo de “ La Atenas Andaluza ”.

        Pero como de lo que toca hablar en esta velada es de poesía y de poetas antequeranos, entre los que ocupa un alto sitial Celeste Torres, cuya semblanza lírica y humana sigue a esta entradilla, ciñámonos al tema poético, y ni siquiera de forma amplia, porque el tiempo de que disponemos no da para más.

        Sin hurgar en la lista de grandes poetas del municipio romano de Antikaria y de la Antikira mora, no más apuntar la lengua romance, o castellana, continúa en Antequera la nómina de notables poetas en una rica  cadena de relevos según el orden  natural de las generaciones hasta nuestros días. 

        En el siglo XVI  ya existía “La Escuela antequerana de poesía”, también conocida como antequerano-granadina, muy celebrada por autores del Siglo de Oro, como Lope de Vega, Góngora y Calderón, a la que perteneció el poeta local, Pedro de Espinosa, así como Luís Martín de la Plaza y Rodrigo de Carvajal, entre otros, cuyas obras recoge el Cancionero Antequerano  recopilado entre los años 1.626 y 1.628 por, el también antequerano, Ignacio Toledo y Godoy, y editado nuevamente tras varias ediciones  con distintas suertes, en 1.988 por la Diputación Malagueña bajo la dirección, según tengo entendido, de José Lara Garrido.

        Un tema recurrente en la poesía de estos poetas del Siglo de Oro antequerano, es el río Guadalhorce, que vertebra geográfica, histórica, cultural y económicamente a los pueblos hermanos de su ribera. Esta correlación tiene un elocuente exponente en los romances, que hacen alusión a la interrelación  de Antequera con los pueblos próximos, muchas veces en el lado opuesto de la frontera cristiano-mora.

        Como muestra de esa literatura primigenia, cito  el “ Romance de Antequera “, y,  el “ Romance del Moro de Antequera”, ambos anónimos, así como la emblemática novela-romance, “ El Abencerraje y la hermosa Jarifa”, cuya temática recogieron en sus creaciones Lope de Vega, Montemayor, Charteaubriand, y otros autores. En esta obra, si bien la acción tiene lugar en los pueblos de Cártama,  Coín y Álora, el protagonista de ésta última, el alcáide Narváez, es descendiente del legendario Pedro de Narváez que tomó parte en la toma de Antequera como capitán a las órdenes del Infante don Fernando, siendo el primer alcáide, creo,  de la  Antequera cristiana.

        También el  Guadalhorce fue fuente de inspiración para los anteriormente citados poetas de la Escuela Antequerana,  entre otros, Rodrigo de Carvajal que recoge el Cancionero de Antequera, con  un soneto elegíaco del que entresaco estas estrofas:

        “ Oye de un hijo tuyo, que en la espalda
        del mundo viejo, desterrado, mora,
         sagrado Guadalhorce...”

        En el siglo XIX, también tuvo Antequera una Escuela de Poetas Románticos, con notables representantes, entre los que cabe citar a   Victoria Sáenz de Tejada, Trinidad de Rojas, José Muñoz, Isabel López y Requena Díaz, y otros.
        Y así fue rotando el arte poético de esta ciudad de generación en generación, hasta nuestros días en los que la poesía antequerana está representada por vates de la categoría de José Antonio Muñoz Rojas, premio Nacional de Poesía, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y, Medalla de Oro de Andalucía. Y..., la ilustre protagonista de esta velada, Celeste Torres
    
         Hablar de Celeste (así, Celeste a secas, como ella quiere ser llamada), es hacer referencia a una de las poetas mas auténtica e interesante del momento en Málaga y también en ámbitos geográficos  más amplios. Soy consciente de que tan rotunda aseveración podría parecer excesiva si, de inmediato, no la fundamento; para ello, nada más elocuente que su obra de la   que,  a continuación, nos  va a ofrecer una muestra.

           En efecto, hoy por hoy, Celeste es  una consagrada de la lira. Su númen ha conseguido tener confidente amistad con el alma de las cosas y de la naturaleza. Su espíritu  detecta, como el zahorí, las escondidas venas de los manantiales líricos. Y, pese a estar dotada de tan singular y aguda sensibilidad, su canto fluye de forma sencilla y asequible sin menoscabo alguno de su altura artística.

        Celeste exprime de forma genial los recuerdos para sacar del misterioso devenir de lo creado, los jugos en los que siempre aletea la vida, y sabe arrebañar al instante, al memento fugaz, motivos para su fantasía, soplos para su estro que convierte en creaciones líricas sugestivas:

                “Se agolpan los recuerdos
                   Como gorriones,
                   Sobre el trigo dorado
                   De los campos...”
                                                        
        Esta  mujer, fleve de cuerpo y recia de espíritu, abreva en lo inmanente y nos lo revela concretado en su obra plagada de bellas metáforas, alegorías y símbolos de la mas alta estirpe poética:

                “Huye la tarde deprisa
                  enrollando en el horizonte
                  el último pergamino de sol...”
       
      A veces se le escapan del alma tenues susurros de amor:

                  “ Un silencio de duendes espesa,
                     con misterio,
                     una pasión oculta
                     en la sacra tumba de mis venas...”

                   “... La tela de mi blusa se hace esponja
                     que empapa la caricia de tus ojos...”

        La metáfora,  en todo momento las bellas y sutiles metáforas de Celeste:

                “ ...El bramido del ciervo
                     hace sonar el tambor del viento.
                               “ Se agrisa la montaña               

                        para esconder la tarde...”
                     “...El tiempo es un girasol
                        que habla con los pájaros...”

                Y..., en su corazón, la evocación amorosa  de su tierra de nacencia:




                     “ ...El día, como yo, declina
                            sobre el alto campanario de la iglesia.
                           Tus campanas, como águilas  azules,
                           Ocultan misterios ...”

        Y ahora, a Celeste que  es un sol, cúmplele salir aquí, por Antequera.
          Muchas gracias
                          

Publicado por Francisco Baquero Luque
                           













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