Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 28 de noviembre de 2011

1048.- ABD A-KASSIM MOHAMMED IBN HANÍ



Abd a-Kassim Mohammed ibn Haní
También era conocido como Aben Haní. Nació en Ishbiliya (Sevilla) en 936. Poeta e historiador, fue autor de Diwan, considerada una de las mejores obras poéticas en lengua árabe. Ibn Jalikan comentó lo siguiente de esta obra: "Si no fuera por ciertas exageraciones que rayan en la impiedad, su obra Diwan sería lo más hermoso que ha producido la lengua árabe, pues no hay poeta occidental entre los antiguos ni los modernos que se halle a la altura de Ibn Haní, siendo éste el mayor poeta de todos en absoluto". Abén Haní murió en 972 en Egipto, con tan solo 36 años de edad.




Comienzo de la "Qasida de las Estrellas"

¡Qué bella aquella noche! Desde que nos envió de prisa a su mensajero,
la pasamos contemplando a los Gemelos del Zodíaco en sus orejas, como
pendientes.
Y la pasó también con nosotros un copero que se rebelaba contra
la oscuridad con su rostro, candela de aurora, a la que no hay que despabi
lar y que no se apaga.
Había en su voz un dejo nasal como el runrún de la gacela; era fra-
gante; la molicie hacía ligero su talle, mientras el licor hacía pesados sus
párpados, de abundantes pestañas.
El temblor del vino no le dejó mano, ni la vejación del curvar-
se para llenar los vasos, cintura.
Diríase que sus caderas eran un montón de arena sobre el
que se cimbreaba la caña del talle:¿Es que no conocéis la caña y el mon-
tón de arena?
Nuestros lechos sirvieron de vestido para nuestro vino, y para cubrirnos,
la tiniebla rasgó sábanas de su piel.
De corazón a corazón se acercaba el amor; de labio a labio volaba el beso.
Mas, por tu vida, despierta de nuevo al vaso y a los párpados del copero;
que de nuevo está despierto el porrón después de lo que dormitó.
La tiniebla ha comenzado a desanudar sus trabas, y el ejército de la noche
se apresta y se alinea para dar la batalla a la aurora.
Los luceros huyen para dejar paso a las Pléyades, que son como sortijas
que brillan en los dedos de una mano escondida.


Fuente: Gregorio Morales






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