Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 13 de noviembre de 2011

YÜSUF IBN HÄRÜN AR-RAMÄDI [945]



Yūsuf ibn Hārūn ar-Ramādī 
o Al-Ramadi

(917-1012) fue un poeta hispanoárabe, también llamado ABU YENIS, el Ceniciento, Nació en Córdoba.

Panegirista de Almanzor y uno de los primeros autores de moaxajas, tras Muqadam de Cabra e Ibn Abd Rabbihi.
Vivió durante el califato de Alhakén II y en 972, antes de los disturbios originados por la fitna o guerra civil, Ar-Ramadi se había asentado en el la Marca Superior de Zaragoza gobernada por Yahya ibn Muhammad ibn Hasim al Tuyibí, del linaje árabe de los tuyibíes, donde difundió las modas líricas cordobesas. Fue conocido como panegirista de Almanzor y también de su rival, el chambelán (juğğāb) Al-Muṣḥafī. Se le atribuye una vida bohemia, pues a imitación de Abū Nuwās, se complacía en visitar tabernas e incluso conventos.
De familia humilde, aunque perteneciente a la tribu de Kindah, donde florecieron grandes poetas clásicos como Imrū-l-Qays o Al-Mutanabbī, fue muy célebre en el Al-Ándalus del Califato. Enraizado en la tradición de poesía árabe oriental, sus panegíricos dedicados a los tuyibíes de Saraqusta introducían un marco espacial hispano alejado de los estériles desiertos de la poesía beduina. Fue el primer poeta, según transmite Ibn Bassām, en adoptar algunas novedades en la poesía en dialectos andalusíes, como la rima interna en la jarcha de sus moaxajas. También cultivó la poesía modernista al estilo de Abū Nuwās, en poemas que conjugaban el género erótico (ġazal), el floral (waṣf) y el báquico (jamriyyāt). Ejemplo de su sensibilidad en la poesía descriptiva son estos versos que describen un jardín:




El mirto, la azucena, el jarmín lozano y el alhelí tienen gran mérito y con él se enseñorea el jardín.
Pero el mérito de la rosa es aún mayor.
¿Acaso es el mirto otra cosa que aroma que se extingue arrojado al fuego?
La rosa, aun marchita, deja en el agua perfume que perdura tras de ella.
El mal de la azucena es muy común: tras un instante baja a la tumba.
El jazmín es humilde en sus orígenes, pero su aroma es solemne y orgulloso.
El carácter del alhelí está trastornado, es como un ladrón, se despierta tras la oración de la noche.
La rosa es la señora de los jardines, aunque es sierva de la rosa de las mejillas.






EL ESCLAVO RASURADO

Le rasuraron la cabeza para vestirlo de fealdad,
por celos y por miedo que tenían de su hermosura.
Antes de que le rasuraran era noche y aurora, y
han borrado la noche y le han dejado en aurora.

http://www.jordibucholiver.com/public/islanegra39.htm






Con frecuencia los oscuros objetos de placer son los esclavos, que, dado su variado origen étnico, pueden ser rubios como el descrito por Yūsuf Hārūn al-Ramādī (926-1013), que gustaba de la homosexualidad, incluso la que se ofrecía en los conventos cristianos de Córdoba, a pesar de haber protagonizado una de las más bellas historias de amor cortés hacia una mujer:



Turbado por las miradas, te parecería
que acaba de despertarse del sopor del sueño,
la blancura y rubicundez se asocian en la belleza,
sin que sean contrarias, pues son semejantes;
como cadenas de oro rojizo sobre un rostro de plata,
así la aurora, blanca y rubia,
es la que parece imitarle.
Cuando aparece el rubor en sus mejillas
es como el vino puro en cristal de roca.




Al-Ramādī da pruebas de esta bisexualidad en un interesante poema en el que relata una noche de amor con una esclava y un efebo:


Aquellas noches en las que vendí mi fama a los censores,
en las que confié mis oídos a los calumniadores,
cuando me acompañaban un escanciador y una cantora,
los dos esbeltos, semejantes sus almas.
Extendía mi mano hacia el pavo real unas veces
y otras me retiraba hacia la paloma torcaz.
Hacía circular las copas hasta que los veía
inclinarse de embriaguez, pero manteniendo el equilibrio.
La pasión les había hecho adelgazar tanto
que casi los podía apretar en el mismo abrazo.
Íbamos al lecho y, por si lo ignoras,
mi sitio estaba en el centro del collar.
Si me hubieses visto, lánguido, con dos lunas alrededor
habrías pensado en una estrella rodeada de dos lunas.
No me enorgullezco de esta lujuria,
pues sólo soy lujurioso en los besos y los labios.




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