Manuel del Barrio Donaire
(Úbeda, Jaén, 1977) escribe poemas, ve la tele, vive en Málaga, trabaja en una librería, bebe cerveza Alhambra, estudió y creció en Madrid.
Es autor de los poemarios “Confesiones de un soltero autopoético” (Point de Lunettes, 2009, Premio Nacional Princesa de Éboli), “Alguien que sea yo” (Huacanamo, 2011), “¿Por qué hay un plato que gira dentro del microondas?” (Ediciones Liliputienses, 2011), “Un ojo izquierdo llamado Danilo T. Brown” (Lupercalia, 2012) y CIRUGÍA PARA QUISTE DEL EPIDÍDIMO (Baile del Sol, Tenerife, 2013). Por ahora sigue trabajando y sigue estudiando, aunque no descarta dejarlo todo para irse a morir a Alaska. Sus poemas también han aparecido en diversas antologías y revistas.
Os veo por todas partes
Vuestra vida consiste en estar juntos,
familia, amigos y conciertos,
con billetes de avión
y los ojos en blanco.
Os miro y os comprendo
y al contrario de lo que pueda parecer
por vuestros cuerpos bien alimentados,
sé que sufrís, lo sé,
lo digo en serio,
yo también sufro por nosotros.
Pero esto se acabó.
Alguien tendrá que dar
el primer paso.
POEMATIZAR
Sentarse en una silla dice tu horóscopo
pedir un ice late mediano con azúcar, vaso de plástico, pajita,
abrir el MacBook Air para escribir el mundo, el café, el vaso de plástico,
la / pajita.
La certeza de escribir y marcharse dentro de una hora
de este local con aire acondicionado, levantarse de la silla
y no estar solo,
salir a la calle Alcalá con 237 palabras por delante,
como una procesión, como un cortejo fúnebre,
como la línea discontinua de una carretera o un tren de cercanías.
Escribir que en la mesa de al lado un tipo abre su portátil,
que no es un Mac,
y bebe un líquido amarillento con hielo, vaso de plástico, pajita,
un líquido luminoso que parece té o pis de gato,
el tipo es joven, pelirrojo, alternativo, zapatillas de tela
con cuadraditos blancos
/y negros, camiseta oscura de algodón, los dientes limpios.
Te pregunta si hay internet, perdona, que si hay wifi
y contestas que no, que ya no hay wifi.
Entonces el joven alternativo guarda su portátil,
que no es un Mac,
y saluda a una chica rubia que acaba de llegar,
dos besos, hola, hola, y le dice que no hay wifi, no jodas,
terrible, y no saben qué hacer. Se miran.
La rubia también trae un portátil, trae una funda de neopreno
tamaño portátil,
por lo que es fácil deducir que dentro hay un portátil que necesita
una red wifi para cumplir la función básica de todo ser humano.
Después de nacer y crecer el ser humano
necesita conectarse, beber café, refrescos con burbujas,
ir a la universidad, follar, hacer trabajos…
si no hay wifi la vida se detiene,
la rubia y el joven alternativo con zapatillas de tela con cuadraditos
blancos y/negros se van,
adiós, buscan un espacio con wifi y aire acondicionado
para prosperar, reproducirse, sacar el curso adelante, vivir la vida.
CUENTOS POR PALABRAS
Y te pide una palabra. Así es Pauline.
Aparece de pronto en la puerta de una zapatería y te dice hola,
con la boca llena de flores o de peces, te dice, no sé, te habla de ciudades,
de cosas que son como cuerpos de mujeres enfermas,
se tapa los ojos con las manos y te pide una palabra. Así es Pauline.
Dame una palabra, dice, y tú no sabes para qué, pero coges y se la das.
Dices “contrito” o “libélula”, dices, “consustancial”
entonces ella te da las gracias y se va corriendo.
Tú sigues con las cosas de la vida, ya sabes, los hechos, las acciones, el movimiento característico de los seres vivos que te obliga a desayunar
por las mañanas.
Eliges la ropa estudias comes trabajas mueves la cucharilla dentro
de la taza de/café.
A los pocos días vuelve a aparecer. Así es Pauline.
Aparece de pronto en una calle llena de charcos y te dice hola,
entonces te abraza y tú respiras profundamente porque los abrazos
de Pauline huelen a pastel de chocolate y manzanas verdes.
Luego te dice aquí lo tienes, y te da un papel doblado muchas veces.
Lo abres con miedo, como si algo pudiera quebrarse,
y descubres un cuento o un poema
que se titula “contrito” o “libélula”, que se titula “consustancial”.
Cuando lo lees no entiendes nada. Lo lees y las palabras se confunden,
significan eso y lo otro, yo hablo, hablo, pero el que me escucha sólo
retiene las palabras que espera. Así es Pauline.
LO DE SIEMPRE
Hay una manera de escribir que busca, no encuentra
más que por accidente o por gracia, y sigue buscando.
Christian Bobin
Y sin embargo uno prefiere no arreglar lo que se rompe.
Llevo 30 años atándome los cordones y follando más de lo estrictamente
/necesario
mientras busco algo que no sé dónde coño anda.
Busco las llaves del coche, un cd que no sé dónde está, el libro este,
el otro calcetín a rayas, busco en el caos y en el desorden de mi armario,
en los cajones, en los bolsillos del abrigo.
Pierdo monedas, lápices, papelitos con cosas apuntadas.
Me pierdo a mí mismo en los pasillos de algunos hospitales, en los hoteles.
Tal vez por eso escribo,
para encontrar lo que busco o para enumerar todo eso que voy perdiendo
y que no se me olvide, para poder mirar atrás de vez en cuando
y distinguir lo que ahora soy de lo de antes.
Me gustaría pensar que escribo para llegar más allá de la gramática
y de los
/cuerpos
de aquellos que se montan conmigo en un vagón
de metro.
Que escribo
para atravesar paredes, para darme la vuelta y ver
lo que tengo detrás
que tanto me molesta, que se me clava en la espalda
por las noches como
se me
/clava
el iPod cuando me quedo
dormido escuchando música.
Pero llega un momento en que toda tu vida pasa por ese
“qué voy a hacer yo ahora”
tan distinto de follar o de atarse los cordones.
La necesidad de alcohol es como la necesidad de sexo, de carne,
de filetes de pollo o de empanadas de atún. Un alimento, las vitaminas
que te receta el médico y que te dan en la farmacia en botes de color naranja.
El tiempo.
Ese patio interior que nos separa de un niño salido y con granos que se hace
/pajas
mientras espía a la vecina de enfrente tender la ropa.
Uno ya no puede bajarse los pantalones con tanta rapidez.
Desabrocharse el cinturón y entrar en un dormitorio a toda prisa
con las luces
/apagadas.
Entrar, penetrar, introducirse en.
Hay que pensar un poco, decirse para qué, por qué, qué es lo que quiero,
lo que
/busco.
Los niños no se preguntan estas cosas, se sacan los mocos y los pegan
debajo del pupitre, se tiran de los pelos, le suben la falda a la tía buena
de la
/clase
y mean en la calle, en cualquier lugar.
Pero de pronto llega un día en que eres capaz de apagar el despertador
a la
/primera.
Te afeitas, compras el periódico, vas al trabajo,
haces un montón de cosas por las que tu empresa te paga mil y pico euros
al
/mes.
Contestas al móvil, asistes a reuniones, rellenas tablas, sumas, restas,
/multiplicas.
Tienes que llegar al presupuesto.
Has ido a la universidad, tienes títulos, diplomas, palmaditas
en la espalda,
te has esforzado tanto para llegar aquí.
Lo de leer libros y escribir gilipolleces sólo son cosas de críos,
mocosos que no van a llegar a nada en la puta vida.
Y qué difícil es reconocer que uno sigue siendo un crío, un manojo
de nervios
y de cosas tiradas por el suelo, calcetines, libros, fotografías,
tickets de Zara.
Qué difícil es ir a las reuniones de vecinos y decir
“presente” o “tengo goteras en el cuarto de baño, joder”,
qué difícil es ir al banco y abrir una cuenta a plazo fijo
o levantarse pronto los fines de semana para hacer las tareas domésticas,
la lejía, el suavizante, lavar esto, fregar aquí, sacarle brillo a la encimera.
Programar una lavadora es algo que te obliga a crecer 15 años de repente,
pero tienes que hacerlo. Tienes que sobrevivir. Hacerte un hombre.
Nacer. Crecer. Emborracharse. Falso orden que disimula el caos,
vida profunda en la que toco el agua terrible con la punta del pie.
¡CANTA OH MUSA!
Para María Jesús (la rubia)
No es lugar para poetas
va y me dice una rubia en un local
lleno de humo y de cuerpos y de vasos
y cómo has dicho que te llamas dos
chupitos por favor que no te oigo
y qué lugar entonces será ése
el Parnaso París un cementerio
uy qué ocurrente jajaja y qué tonto
no gracias de verdad que ya no bebo
y digo yo que no hay mejor lugar
y grito ¿qué? que no hay mejor lugar
que este lugar con poca luz y poco
oxígeno y el hambre para ser
poeta y ser 1+1 cualquier
día de la semana en este bar
que no es lugar según la rubia para
y porque lo importante aquí es bailar
y ser guapete y blablabla con cierta
gracia moviendo la colita como
un perro si la rubia dice tal
o si la rubia o sea qué fuerte dice
ser poeta y ser nariz y ojos y boca
de poeta y barba larga de maíz
y la rubia una y mil veces la rubia
con sus mechones pechos manos rubia
y sus zapatos ser metro noventa
de poeta al otro extremo de la barra
y ayer vi una película y por esto
y ayer vi una película y lo otro
sin boli sin papel y sin gomina
lo sabes y lo piensas no se puede
es imposible ser aunque lo escribas
y menos a estas horas y en un bar
por mucho endecasílabo y la rubia
a veces venga vale sí tal vez
lo cual escrito en prosa significa
canta oh musa que te vayas a la mierda.
Dime un insecto en una planta
Las cosas se hicieron, primero,
su "para qué", después.
JOSÉ HIERRO
Dónde vivir, qué hacer,
con qué podrías combinar esa chaqueta,
calientas leche de soja en el microondas y preparas una taza de Nesquik,
lees a Shopenhauer para darle algún sentido,
lees a Aristóteles, a José Hierro,
vas a la universidad de lunes a viernes para llegar a comprender
por qué quieres comprar en H&M,
qué es un foulard,
en qué tienda venden las zapatillas Puma rojas y azules que te encantan.
Lo que no haces, lo que no cuenta,
el objeto crea al sujeto y los faldones de la colcha.
Te compras cosas para ser cosas,
te compras un coche para sentarte dentro y ser un coche,
un descapotable rojo, un Mini Clubman turbodiesel,
te compras una camisa azul y un jersey de lana
para ser una camisa y un jersey
y no ser tú desnudo y con la carne de gallina,
la carne cruda de gallina, la piel, el pelo,
las uñas que tenemos que cortar,
el hígado, las cejas que depilamos cada 3 o 4 días,
nuestro pequeño culo.
Desnudo sólo eres uno más,
un cuerpo más sentado en la butaca,
asiento 4C, pasillo, coche 9,
un dolor, un bulto, una manchita,
llegaremos a Madrid en menos de tres horas,
que tenga usted un buen viaje,
el mismo movimiento arriba y abajo del diafragma,
otro café con leche camarero, una mesa para dos,
desnudo ya no existes.
Para construir tu propio cuerpo y ser tú mismo
tienes que seguir las instrucciones,
leer algunos libros, improvisar, salir de compras,
mezclar camisetas baratas de algodón
con chaquetas Paul Smith o Emidio Tucci.
Eres el objeto, eres la cosa, eres el tejido, eres el material,
eres la madera del parquet y el aluminio del cierre Climalit de la terraza.
Eres lo que tienes,
eres lo que te rodea a menos de 3 metros de distancia,
el perrito que sacas a pasear,
ese jarrón que compras porque queda bien sobre la mesa,
un anillo de acero en el meñique, un vestido de flores,
el suavizante que pones en la lavadora,
lo digo en serio,
eres un paquete de chicles Orbit.
INSTRUCCIONES PARA ESCRIBIR COMO
DIOS MANDA, ES DECIR, SIN PALABROTAS
Era hermoso follar bajo los árboles
Dionisio Cañas
evoluciona, dicen, crece, avanza
los poetas, las señoras, las abuelas
escribe nuevos poemas nuevos, dicen,
abrígate hijo mío, utiliza las dos piernas,
camina erguido, talla el sílex,
ya eres todo un homo sapiens,
descubre el fuego
el arte, el arte,
la música, la cueva
y no escribas follar ni escribas polla
y aféitate por dios, mira qué pintas
y no lo toques más si escribes algo
intenta escribir algo, dicen,
intenta escribir limpio, pulpo, exacto,
paloma, sustantivo,
invierno es todo frutas y linternas
olvidadas,
palabras oxidadas
como palabras que no puedes
decir, que sí, que no, que no, que sí, que no
palabras que tampoco o nunca o sólo
a veces, cuervo, enjambre, empuñadura.
cuando escribo follar escribo vida
bisonte, flecha, música, instrumento
algo redondo como un clítoris redondo como un plato
que se puede apretar entre los dedos,
y lamer y dejar sobre la mesa
el poema limpio, el poema higiénico
el poema con la cesta y las manzanas
el arte, el arte,
el niño bueno
que no puede escribir follar
porque eso no se escribe
ni se hace,
orgasmo, polla, coño, teta, semen.
SÁBADO
Paso la tarde del sábado jugando a la play
y viendo Lost in Translation por cuarta o quinta vez
mientras pienso que debería dejarme de gilipolleces
y escribir
no sé muy bien el qué
pero escribir algo,
un poema, cualquier cosa para actualizar el blog
y no sentirme culpable cuamdo esta noche salga
y me introduzca entre la juventud
y me beba unas cervezas
y las mujeres me miren como a uno más sin saber que yo
no pierdo el tiempo viendo el fútbol o la fórmula uno porque yo
soy escritor joder y si me las quiero follar
no es por follar
sino para escribir sobre ello
y ser alguien en la vida
y poder mirar atrás.
RUNRÚN
Cada reacción,
cada parpadeo,
cada trago de cerveza,
cada cosa que me saca de quicio,
no es cosa mía.
Soy la herencia,
el alcohol,
la educación,
eso sí,
eso no,
muy bien hijo,
muy mal hijo,
sobresaliente,
suspenso.
Dibujo bien porque mi padre dibuja bien.
Soy guapo porque mi madre es guapa.
Pruebo mi propio semen cada vez que eyaculo.
Nací en 1977.
Me crié en Carabanchel,
en un piso pequeño con salón, dos dormitorios,
cocina, baño, padre, madre, hermana, perro, tortuga
y un pasillo interminable que atravesaba a oscuras por la noche
para despertar a mi madre y pedirle un vaso de leche.
Mamá, leche.
Le tocaba el brazo y me tumbaba en el sofá.
Mamá, mamá.
Desde la ventana del salón se veía El Pirulí
y si había fútbol oíamos los goles del Vicente Calderón.
El alcalde de Madrid se llamaba Enrique Tierno Galván.
A veces me dolían las rodillas.
Los médicos decían tenía velocidad en la sangre.
Mi película favorita era Thriller de Michael Jackson.
A veces me hacía pis en la cama.
A veces lloraba porque no quería ir al colegio.
En el colegio las mesas eran hexagonales
y eran verdes
y vestíamos uniforme.
También lloraba porque no quería separarme de mi madre.
Mamá, mamá.
Mi madre decía que iba a una clase de mamás que estaba al lado
para que dejase de llorar.
La profesora escribía en la pizarra dos filas de números
con una rayita a la izquierda.
David Mena me tocaba el hombro y decía que no había para tanto.
Yo no entendía lo que significaba que no había para tanto.
Tampoco entendía lo que la profesora escribía en la pizarra.
Mi madre me enrollaba en una manta
cuando me hacía pis en la cama
mientras cambiaba las sábanas.
Aprendí a moldear plastilina y a rezar el Padre Nuestro.
Me gustaba una chica que se sentaba en el último pupitre,
se llamaba Coral,
era rubia y tenía mocos.
Yo le levantaba la falda y la insultaba.
Esa era mi forma de decir te quiero.
El chico más guapo de clase se llamaba Juan Pablo.
En el recreo las chicas gritaban
JUAN PABLO, SEGUNDO, TE QUIERE TODO EL MUNDO.
Padre nuestro que estás en el cielo.
Cuando mi psicoanalista me pregunta
qué me gustaría hacer en la vida,
me quedo en blanco.
O dónde me gustaría vivir.
No lo sé.
Pienso en el mundo,
pienso en el planeta,
pienso en esa imagen de la NASA
donde la tierra es azul y redondita.
Un lugar perfecto que gira sobre su propio eje alrededor del sol
y es algo achatado por los polos.
En realidad no sé cómo es el mundo.
Si debiera ceñirme a lo que he visto,
diría que el mundo es pequeño
y a veces llueve
y huele a barro
y diría que hay ríos y aviones
y ciudades donde viven personas que hablan idiomas
y hay hospitales y carreteras y taxis
y tiendas donde venden cosas.
Diría que mi cielo favorito tiene nubes grises
y que hay gente que duerme en los cajeros automáticos
y bebe vino en tetrabrik
y tiene negra la planta de los pies.
En mi mundo no hay guerras.
En mi mundo la enfermedad incurable afecta siempre a los demás.
A la hermana de mi padre,
al padre de mi madre,
al amigo del amigo de un amigo.
Vivo en un lugar feliz.
Tengo trabajo y zapatillas cómodas.
La gente hace películas para que yo las vea.
La gente escribe libros, pinta cuadros, estudia medicina,
construye casas con vistas al mar para mayor gloria de mí mismo.
Si estuviera solo en este mundo me moriría.
Mamá,
¿y si esto que tengo no se me quita nunca?
¿Y si me muero?
Mamá, mamá.
¿Cuánto va a durar mi vida?
Esto, ahora, aquí, el presente,
la concatenación de pequeños cruces,
los saludos, era joven, era un buen tipo,
qué desgracia,
qué desgracia.
El cuerpo en constante alerta roja.
El cuerpo suena,
el cuerpo cruje,
el cuerpo hace ruido y hace runrún
y es ese runrún dentro del cuerpo lo que me preocupa.
En cada mano,
en cada pomo,
en cada apagar la luz e irme a la cama,
en cada boca,
en cada cubo de basura,
en cada perro que me lame.
Cualquier cosa es susceptible de pegarme unos hongos,
una sífilis,
un herpes genital.
El cuerpo humano tiene 37.000.000.000.000 de células distintas.
Por cada célula de nuestro cuerpo
hay 10 bacterias haciendo vete tú a saber qué.
Mi piel de color rojo,
mi piel con puntos blancos,
mi piel con descamaciones,
mi piel con su runrún.
Es necesario tener algunos platos que fregar,
alguna mano que dar,
un saludo al llegar a casa.
Estar vivo para qué,
estar vivo para quién.
El estudio, la escritura, meterla y sacarla.
El alimento para qué.
Cuidar de la mascota para qué.
Mi psicoanalista dice que no hay que preocuparse,
que hay que ocuparse,
que lo que me pasa es por estrés,
por nervios,
por el runrún de la cabeza que no me deja en paz,
que un cuerpo triste duele,
que la incertidumbre genera dolor
y la certeza genera placer y que, por eso,
el contacto seguro entre humanos
es tan importante como el agua y la comida.
No estamos solos.
Los médicos nos cuidan,
los profesores nos enseñan,
los bomberos apagan el fuego.
Gracias a Mark Zuckerberg puedo escribir buenos días
y que 1.457 amigos se den por saludados.
A 34 amigos les gusta esto.
No tengo que salir a cazar para comer carne,
no tengo que andar un kilómetro para recoger agua del pozo,
puedo volar de Madrid a Estocolmo a una velocidad de 900 km/h
y asistir a la reunión,
dormir en un hotel,
alimentarme aquí, aquí y aquí.
Me protejo del frío con nailon y poliéster made in China
aunque no sé nada del nailon o el poliéster.
Si me perdiera en medio del bosque
sólo sería capaz de gritar y seguir el curso del algún río.
Tampoco sé nada de China.
Nunca he estado en China.
En la tele salen chinos con bata blanca y mascarillas,
en los mapas veo una región de color rojo
que dice que eso es China,
a veces veo gente por la calle haciendo fotos
y pienso que son chinos,
llevan gafas, sonríen,
saben hablar inglés y señalan con el dedo.
El mundo parece más grande de lo que es en realidad,
porque en realidad,
mi mundo,
consta de ascensores y puertas giratorias,
recibidores, pasillos, vagones de tren,
servicios públicos, andenes, ventanas, pisos compartidos,
rutas por la sierra de Cazorla con mi padre,
terrazas con vistas al mar,
tres ríos navegables,
algunas escaleras,
un colchón de 1,35 x 2 metros,
un edredón Rosenglim de IKEA
y algunas fotos.
En IKEA,
ningún producto consigue la aprobación
a menos que se pueda embalar en un paquete plano.
Siento el peso de la luz por las mañanas.
Me enrosco en el sofá con una manta
como una cochinilla de humedad,
un oniscídeo,
un chanchito de tierra,
un marranito,
un bicho bola.
Es este enroscarme lo que me pasa con cualquier mancha, quiste, bulto, úlcera, descamación, depapilación, picor, hongo, virus, fiebre, liquen, hemorroide, areata barbae,
lo que me paraliza en mi vida normal de seguir los 88 pasos del camino hacia el éxito y amigos para siempre means you´ll always be my friend.
Mi psicoanalista dice que soy muy sensible.
Claro, eres poeta, dice,
los poetas sois muy sensibles,
es el precio que debéis pagar por vuestra sensibilidad.
Y una mierda.
Yo no quiero pagar ningún precio,
yo quiero saber el truco, el trato, la cosa, la magia
para que mi cabeza no se invente enfermedades,
o para que, si se las inventa,
no creérmelas,
porque si no, luego, con los años,
llega el cáncer de páncreas inoperable
y ya no hay nada que hacer.
¿Cuál es el truco?
Mi psicoanalista dice
que no creerme a mí mismo debe ser el truco.
Mirar por la ventana y acordarme
de que la vida es lo que es
y dura lo que dura
y que da igual si tengo una enfermedad chunga
o algo imaginario.
Preocuparse no ayuda.
Vivir sí ayuda.
Así que hay que estar vivo
y alegrarse.
Alegrarse.
Decirle a alguien que tiene que alegrarse
es una estupidez.
Quiero que me hagan análisis y pruebas si me pongo malo.
No quiero una pomada y listo,
quiero el diagnóstico especializado,
quiero la tranquilidad del color verde,
quiero radiografías, resonancias, biopsias,
quiero quirófanos y salas de endoscopia,
incubadoras, bancos de sangre,
escáneres, ecógrafos, aceleradores lineales.
Quiero que me digan que no es nada si me salen manchas en la piel.
Solo es hiperpigmentación,
no te preocupes.
Siempre me ha gustado vivir bien.
EL SER Y LA NADA
No hay nada bueno en ti. Por eso te amo.
J. M. Fonollosa
No te conoce nadie, ni siquiera
tú sabrías decir quién eres,
de quién es esa carne, de quién ese dolor
[abdominal.
No hay nada bueno en ti.
Tu semen es igual
al de cualquier agente de seguros.
INSTRUCCIONES PARA SER ESCRITOR
Vestir de negro es una necesidad vital,
como leer la etiqueta del champú
o la fecha de caducidad del pan de molde.
Para ser escritor
primero hay que parecerlo
y nadie puede escribir correctamente
si se viste de cualquier manera.
El buen escritor escribe rápido, mal.
El roto del abrigo, el camino largo de la dificultad,
la mansedumbre de los espacios en blanco.
Todo lo que está limpio, cepillado, relamido,
es lo menos importante.
Hay que escribir abigarradamente,
vivir abigarradamente,
no dejar un espacio, un minuto de silencio,
hay que llenarlo todo,
fecundarlo todo,
vomitarlo todo,
meterle mano a todo,
no dejar un trozo de carne sin probar
Esto es así.
Cuando se me acaban los yogures
y el arroz tres delicias del congelador
necesito reafirmarme en mi escritura,
hablar de mi abrigo negro,
de mis derrames interiores,
de videojuegos.
El placer de la escritura está más allá
de la escritura.
Está en la sensación opresiva del calzado,
en el golpe de teclas del ordenador,
en la luz artificial y el ruido que hacen los vecinos.
El negro es el color de la literatura.
Hay que huir de la perfección
como de la frase hecha o los calcetines blancos.
El color negro
absorbe radiaciones, texturas, vapor de agua,
exceso de glucosa, aminoácidos.
No hay que fiarse de ningún escritor
capaz de combinar más de tres colores a la vez.
Para vestir de negro correctamente,
lo primero es saber mentir y no acabarse nunca un libro.
Hay quien se cree escritor
por escribir todos los días, pero no.
Tampoco se puede escribir en cualquier sitio,
ni de cualquier manera.
Hace falta una predisposición mental que tiene que ver
con todos esos whatsapps sin responder
de las últimas semanas.
Hijos de puta.
Conozco individuos,
albañiles, amas de casa, abogados, profesores de idiomas,
que escriben dentro de bañeras,
tumbados en sofás,
sobre pilas de ladrillos,
en servilletas de papel,
en el metro.
Lo escrito así,
sale con letra de póliza de seguros.
Para escribir algo sólido y consistente,
es necesario estarse muy quieto,
escuchar algo de Brahms,
comer arroz,
beber Coca-Cola y, por si no ha quedado claro,
vestir de negro riguroso, al menos, de cintura para arriba.
El uso de ordenador y el bromazepan, por supuesto,
son imprescindibles.
.
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