Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013
lunes, 11 de julio de 2011
514.- IGNACIO CAPARRÓS
Ignacio Caparrós Valderrama nació en Málaga en 1955 y es Licenciado en Filología Hispánica.
De 1996 a 1999 fue Director del Centro Cultural Generación del 27. Algunas obras suyas:
El Cuerpo del Delito, Málaga, 1996.
Máscaras del Silencio, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 1998.
Deseo de la luz, Cádiz, 1999.
Premio “Bahía”, 1998.
Las Flores del Mal, Editorial Alhulia, Granada, 2001.
Heredero del aire, Editorial Alhulia, Granada, 2001.
Del desencanto y otras pesadumbres, Valencia, 2001. Premio Ciudad de Valencia “Vicente Gaos” del 2000.
La llama rota. Ayuntamiento de Trujillo, Cáceres, 2003. Premio Internacional “Ciudad de Trujillo”, 2003.
El cementerio marino, Editorial Alhulia, Granada, 2006.
Ha obtenido otros galardones, tales como el Primer Premio de Poesía “Ciudad de Archidona”, en el 2000; el Premio de Poesía Bilaketa, “Villa de Aoíz” en el 2001.
Bajo el título Esa nada creadora con este libro obtuve el XVIII Premio de Poesía "Rosalía de Castro" de la Casa de Galicia en Córdoba. Fue publicado en 2008 en edición de 1000 ejemplares. Consta de 21 poemas, la mayoría compuestos con endecasílabos blancos, en los que no sólo denuncio algunos de los desmanes en los que se halla anclada nuestra sociedad actual, sino que también, y sobre todo, reflexiono sobre el quehacer del poeta en la actualidad y sobre su destino a través del tiempo, esa nada creadora a la que aludía Luis Cernuda en la cita con la que abro esta obra. El título hace también alusión a lo que yo entiendo que es la poesía en los tiempos que corren: una nada creadora en la que el poeta se instala a sabiendas de la inutilidad de su labor, salvo porque en ella encuentra la única salida y justficación existencial ante la superficialidad, la ignorancia o la zafiedad que regula ese blanco desierto ilimitado, según palabras del mismo Cernuda, en clara alusión a la vacuidad del tiempo que nos ha tocado vivir y a su creciente barbarie. Os dejo una muestra de este libro en los tres poemas que transcribo.
LA TORRE
Levantaste una torre en tu nada creadora,
como el fuste labrado de una columna de humo,
predestinada a hundirse bajo el lodo de un río
que, turbulento y ácido, sus pilares lamía.
Trasvasaste sus aguas de corrosivas lenguas
hacia cauces cercados por áridos eriales
y en su entorno un jardín de tupidas frescuras
cultivaste con mimo de tenaz jardinero.
Los astros y galaxias esmaltaban su cúpula,
irisando sus muros, coagulándose en flores
que aromaban su entorno de amena alegoría
de un edén resistente al asedio del tiempo.
Una noche subiste a sus altas almenas
y contemplaste el mundo que a tus pies alfombraba
aquella nemorosa vastedad embriagante.
Y alabaste a los dioses por serte tan proclives,
y con místicas manos agavillaste estrellas
que engastaste en la tiara de diamantes azules,
ciñiéndola en tu frente de heredero del aire.
Y te sentiste solo en tu cumbre celeste,
y a un abismo insondable te empujaba tu vértigo,
mientras viste caer tu corona de orillo,
como un aro de fuego que girando se apaga.
Hoy habitas al fondo de esa torre sin lustres,
en sus húmedos sótanos y mazmorras vacías,
en donde confinaste a todos tus fantasmas
y fuiste atesorando los instantes eternos
que toda soledad creativa se procura,
o paseas a solas por el jardín silvestre
que corroe otro río con herrumbrosas lenguas,
mientras ciegan los astros y planetas tus ojos
y te punzan las zarzas de las desolaciones.
MANUAL DE CONDUCTAS
Si el viento anhelas del aplauso humano,
imponte disciplina y duro oficio.
Te deberás entero a la renuncia,
a clausurarte en ti con tus demonios.
Una aceda paciencia -es bien sabido-
forja al genio solar, y la derrota
sólo debe servirte de acicate.
Siempre serás deudor. Mas paga siempre
lo que debe al espíritu pagarse.
El homenaje humano es heno ardiendo.
Sólo debes buscar por recompensa
haber hallado en ti, nunca expresados,
el verso y su temblor en tus visiones.
SÓLO UN CONSEJO
Corazón y alma a tu trabajo entrega,
no importa el tiempo que hayas empleado
en alcanzar el fin que te impusiste.
Esquiva es la materia con que el Arte
construye sus etéreas maravillas
y más cuando concentra en las palabras
el don de provocar extrañamientos.
Si entre los elegidos te encontrases,
aprende a diseñar pacientemente,
con exigencia y mimo, el laberinto
en el que has de atrapar, con franca audacia,
a ese ángel fantasmal, que es el misterio.
Y si no eres afín a lo divino
que debes traslucir en cada idea,
entrégate a vivir sin freno alguno,
pues no tienes pasaje ni paisaje
en ese alto dominio evanescente
que es el arte de arder en la Poesía.
Del libro: Visión del cataclismo (2001)
Va el orbe a su deriva, como el agua.
¡Qué despojos de estrellas en sus cauces!
Un roble, que es atlante de universos,
una montaña viva, cachalote
que es cimiento de simas, se derrumban.
¿Qué responde el tambor de tierra y mares?
¿Qué el timbal de la atmósfera aturdida?
Hay un río que ignora sus riberas.
La noche llegará cubierta en llamas:
pirámides serán sus obeliscos,
truncadas por un fuego terrorista
que plagia cementerios de automóviles
allí donde se alzaba la soberbia.
Y el agua seguirá ignorando a dónde,
y todo tornará a su turbia forma
de energía contusa, cuando estalle
la ventana del mundo en sus ventanas.
Se habrá roto un espejo -¿qué hora era?-,
allí donde la luz tornó a su caos.
Y el sol alumbrará cualquier negrura,
cualquier otro designio sin memoria.
Del libro: Heredero del aire (1998-2000)
LOS DESEOS
A Juan Ramón Jiménez
Reposa una libélula inquietamente,
apenas sin rozarlo.
*
Así son los deseos:
belleza en la belleza
de lo fugaz en lo fugaz del aire,
tacto apenas, caricia ingrave
de lo hermoso y lo mágico
sobre la piel inviolada del misterio.
Y ese dolor que dejan sus perfumes
cuando la lluvia colma sus corolas.
*
Nos hacen poseer el mundo
y de él nos dejan huérfanos para siempre.
***
INSTANTE
A Li Po
La luna llena alivia sus nostalgias
en los mil lacrimales de la dama de noche,
mientras la brisa mece en sus columpios
el canto de las olas en las playas vacías.
*
Asomado al balcón, de madrugada,
aspiro intensamente su llanto perfumado,
mientras abre sus alas la magnolia,
queriendo alzarse en vuelo hacia el oscuro mar.
*
"Esto es lo eterno" -digo, mientras fumo-.
Y a lo lejos, veloz, una estrella se extingue.
Desde un balcón cercano alguien contempla
cómo la diminuta luz de mi colilla muere.
***
AB ESENTIA
A Francisco de Quevedo
Ajeno al mundo en apariencia vivo,
aprendiendo a morir entre los muertos.
En la distancia pueblo mis desiertos
con voces de silencio introspectivo.
*
Aprendiz de cantor, parezco un divo,
un príncipe exiliado entre sus huertos.
Cuando a solas orquesto mis conciertos,
parezco un sol que vuela a su derribo.
*
Mas un hombre, tan solo, soy. Un hombre...
Un esqueleto en llamas que me nombra.
Un labio que, cantando, está callado.
*
La escoria soy del fuego que me escombre,
el pálpito abatido de mi sombra,
el polvo de mi anhelo desolado.
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