Miguel Ángel Arcas (Granada, España, 1956) es Licenciado en Filología. Universidad de Granada. Es autor de tres libros: Los sueños del realista (2000) Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández, 1998; El baile (2002) y Aforemas (2004). En 1997 crea la editorial Cuadernos del Vigía orientada fundamentalmente a la publicación de poesía, relato breve y aforismos. Desde el año 2001 hasta el 2007, organiza y coordina el desarrollo de los Talleres de Escritura de Granada en las modalidades de Poesía, Relato breve, Escritura teatral y Guión de cine y televisión. Durante 2005-2006 idea y dirige la colección Relatos para leer en el autobús, y gestiona el proyecto editorial de difusión literaria y animación a la lectura que se ha desarrollado en los autobuses urbanos de Granada, Málaga y Córdoba, y que ha recibido una mención de honor, CAL de Plata, de Fomento a la Lectura de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Posteriormente se ha vuelto a reeditar el proyecto en los transportes públicos de Granada durante los años 2008, 2009 y 2010. En 2008 y 2009 ha sido coordinador la Feria del Libro de Granada.
LA IGNORANCIA DE LOT
Al ver a su mujer
convertida en estatua de sal,
el pobre Lot lloró desconsolado.
Su corazón latía como las zarzas.
Recordó entonces
el amor cristalino de su esposa,
sus mejillas doradas,
la hipnótica belleza de sus labios,
su ingrávida alegría.
En ese instante no logró encontrar
una sóla razón que le llevara a romper
la imagen que guardaba en su memoria.
Lo que resulta extraño es que el pobre Lot,
a pesar de su larga vida, nunca llegara
a adivinar que su mujer,
al mirar hacia atrás,
lo único que quería
era contemplar por última vez
-entre el fuego y la grava de Sodoma-
al hombre que en verdad la ponía
mirando para el cielo.
(PUBLICADO en el poemario “El Baile”,
editorial Cuadernos del Vigía, año 2002)
Aforemas de Miguel Ángel Arcas
1
Cuando desperté, mi soledad todavía estaba allí.
2
Ser breve y saciar.
3
Nunca podrás deshacerte de lo que has perdido.
4
El estilo de la verdad es la incertidumbre.
5
Inventar es repetir algo que a su vez repite algo que está repetido en alguna parte desconocida de la realidad.
6
La generosidad es muda.
7
Acostumbrarse a pensar, pero no acostumbrarse a una idea.
8
El placer es la felicidad que no quiere salir del cuerpo.
9
El exilio no consiste solamente en estar fuera de nuestro lugar, en tierra o razón extrañas, sino también en sentir y saber que nuestro propio lugar es otro, ajeno a las leyes, dudoso y movedizo, un espacio nómada que despierta sospechas entre quienes todo lo ven, entre quienes lo quieren todo.
10
Tanto la dicha como la sospecha tienen una virtud: pueden fabricar cosas que no existen.
11
El paisaje odia el horizonte. Por ahí -piensa- ha de venir el progreso de los leñadores.
12
La utopía no la define el anhelo de lo imposible, sino -contrariamente- el arte de dar a la caza alcance.
13
Es ridículo pensar que el futuro va a ponerse de acuerdo con nosotros.
14
También el silencio puede ser retórico.
15
De un laberinto se sale. De una línea recta no.
16
Desconfiad de los extremadamente humildes o de los que se desprecian a sí mismos. Siempre terminan vengándose.
17
El tiempo es un paisaje donde no se pone el sol.
18
Enigma: cuando la respuesta pregunta.
19
Quien conoce se acerca a las cosas, quien sabe está dentro de ellas.
20
Si alguien quisiera volver a sus orígenes, ¿adónde iría?
Miguel Ángel Arcas es uno de los mejores cultivadores actuales del aforismo en lengua castellana. Quien lo leyó lo sabe. A vueltas con la vida y la muerte, la verdad y la mentira, la realidad y el sueño, esos asuntos que preocupan a todos los aforistas, sus pequeñas explosiones de sentido son "poesía que de líquida pasó a sólida", en palabras de ese otro maestro de aforistas que es Cristóbal Serra. "Difícilmente encontraremos aforismos en quienes no son poetas", dice Serra. Miguel Ángel Arcas es poeta. Su poesía, que versificada se ofrece en estado líquido, pasa a sólida al convertirse en aforística. Quizá por eso Arcas llame "aforemas" a sus mínimas y magistrales criaturas. Monolitos poéticos. Humildes como el pedrusco con el que tropieza el caminante. He elegido veinte de entre los ciento treinta y cuatro que ha publicado hasta la fecha en un exquisito y difícilmente encontrable libro. Con ellos abrimos una nueva sección, un nuevo baúl de brevedades literarias.
[MIGUEL ÁNGEL ARCAS, Aforemas. Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2004]
http://lacomunidad.elpais.com/jesusortega/2009/5/6/aforemas-miguel-angel-arcas
Al ver a su mujer
convertida en estatua de sal,
el pobre Lot lloró desconsolado.
Su corazón latía como las zarzas.
Recordó entonces
el amor cristalino de su esposa,
sus mejillas doradas,
la hipnótica belleza de sus labios,
su ingrávida alegría.
En ese instante no logró encontrar
una sóla razón que le llevara a romper
la imagen que guardaba en su memoria.
Lo que resulta extraño es que el pobre Lot,
a pesar de su larga vida, nunca llegara
a adivinar que su mujer,
al mirar hacia atrás,
lo único que quería
era contemplar por última vez
-entre el fuego y la grava de Sodoma-
al hombre que en verdad la ponía
mirando para el cielo.
(PUBLICADO en el poemario “El Baile”,
editorial Cuadernos del Vigía, año 2002)
Aforemas de Miguel Ángel Arcas
1
Cuando desperté, mi soledad todavía estaba allí.
2
Ser breve y saciar.
3
Nunca podrás deshacerte de lo que has perdido.
4
El estilo de la verdad es la incertidumbre.
5
Inventar es repetir algo que a su vez repite algo que está repetido en alguna parte desconocida de la realidad.
6
La generosidad es muda.
7
Acostumbrarse a pensar, pero no acostumbrarse a una idea.
8
El placer es la felicidad que no quiere salir del cuerpo.
9
El exilio no consiste solamente en estar fuera de nuestro lugar, en tierra o razón extrañas, sino también en sentir y saber que nuestro propio lugar es otro, ajeno a las leyes, dudoso y movedizo, un espacio nómada que despierta sospechas entre quienes todo lo ven, entre quienes lo quieren todo.
10
Tanto la dicha como la sospecha tienen una virtud: pueden fabricar cosas que no existen.
11
El paisaje odia el horizonte. Por ahí -piensa- ha de venir el progreso de los leñadores.
12
La utopía no la define el anhelo de lo imposible, sino -contrariamente- el arte de dar a la caza alcance.
13
Es ridículo pensar que el futuro va a ponerse de acuerdo con nosotros.
14
También el silencio puede ser retórico.
15
De un laberinto se sale. De una línea recta no.
16
Desconfiad de los extremadamente humildes o de los que se desprecian a sí mismos. Siempre terminan vengándose.
17
El tiempo es un paisaje donde no se pone el sol.
18
Enigma: cuando la respuesta pregunta.
19
Quien conoce se acerca a las cosas, quien sabe está dentro de ellas.
20
Si alguien quisiera volver a sus orígenes, ¿adónde iría?
Miguel Ángel Arcas es uno de los mejores cultivadores actuales del aforismo en lengua castellana. Quien lo leyó lo sabe. A vueltas con la vida y la muerte, la verdad y la mentira, la realidad y el sueño, esos asuntos que preocupan a todos los aforistas, sus pequeñas explosiones de sentido son "poesía que de líquida pasó a sólida", en palabras de ese otro maestro de aforistas que es Cristóbal Serra. "Difícilmente encontraremos aforismos en quienes no son poetas", dice Serra. Miguel Ángel Arcas es poeta. Su poesía, que versificada se ofrece en estado líquido, pasa a sólida al convertirse en aforística. Quizá por eso Arcas llame "aforemas" a sus mínimas y magistrales criaturas. Monolitos poéticos. Humildes como el pedrusco con el que tropieza el caminante. He elegido veinte de entre los ciento treinta y cuatro que ha publicado hasta la fecha en un exquisito y difícilmente encontrable libro. Con ellos abrimos una nueva sección, un nuevo baúl de brevedades literarias.
[MIGUEL ÁNGEL ARCAS, Aforemas. Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2004]
http://lacomunidad.elpais.com/jesusortega/2009/5/6/aforemas-miguel-angel-arcas
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