Manuel Ruiz Amezcua
(Jódar (Jaén), 1952) es un poeta y ensayista español.
Manuel Ruiz Amezcua nació en Jódar (Jaén) el 18 de mayo de 1952. Se licenció por la Universidad de Granada en Filología Románica y en Filología Hispánica. Fue asesor cultural de la embajada de España en Brasil y ha sido profesor de literatura en el instituto de bachillerato de Baeza.
Manuel Ruiz Amezcua es calificado por algunos de muy diversa manera: Fernando Fernán Gómez lo ha llamado "poeta irremediable"; Pedro Martínez Montávez, "poeta realista y social"; Víctor García de la Concha lo denominó, "poesía de ideas" y Carlos García Gual, "voz personal, distinta y nítida". Dedicado a la enseñanza de la literatura ya realizado una amplia obra donde destacan más de 14 poemarios.
Su obra
Influenciado por autores como Quevedo, Miguel Hernández, Blas de Otero o incluso Unamuno la obra de Ruiz Amezcua abarca un amplio espectro de géneros. Desde ensayos como "El lenguaje tachado", antologías como "Antología esencial de Federico García Lorca" o adaptaciones para escolares como la realizada sobre la obra de Lorca o Cervantes. Algunos de sus poemas han sido musicados en el disco Noche entre dos labios.
Listado de obras editadas
Humana raíz (1974)
Dialéctica de las sombras (1979)
Oscuro cauce oculto (1984)
Cavernas del sentido (1987)
Más allá de este muro (1991)
El espanto y la mirada (1992)
Las voces imposibles (1993)
Claro laberinto (antología) (1994)
Una verdad extraña (recopilación de poesías entre 1974 y 1993 publicada en 1995).
Atravesando el fuego (1996)
Sólo por amor (poesía amorosa 1974-1996) (1998)
Luz de la palabra (antología) (2001)
Donde la huida (2001)
Una verdad extraña (poesía 1974-2001) (2002)
Contra vosotros. Ediciones Octaedro, Barcelona,(2005)
Sobre la herida (Poesía Amorosa 1974-2005). Ayuntamiento de Granada,(2006)
Una verdad Extraña (Poesía 1974-2005). Octaedro Barcelona,(2008)
Singularidad en la poesía. Universidad de Jaén (2010)
Escribir sobre cosas
que no tienen sentido,
que nunca lo tuvieron
y que no lo tendrán jamás.
Conformar el destino
que no nos pertenece
y arañar el amparo
de la inutilidad.
Saber que todo llega muy deprisa
para quien no cree en nada
y se olvida de todo,
lo que está violentado
y lo que no.
Empezar y no acabar nunca nada
y volver a empezar
sabiendo que nunca nada encierra nada
y que nada tiene sentido
salvo el tiempo en su destrucción.
Consumirse despacio
y vivir rodeado
de la más absoluta negación.
Ver la eterna necesidad de todo
y alzar en las palabras
la única salvación.
Donde la huida, 2001.
¿QUÉ OJOS MIRAN LA NOCHE?
¿Qué ojos miran la noche
hoy turbia de espejos fríos?
¿Qué cadencias de cristal
albergan siempre los mismos?
Los labios huelen a sombra
y eligen siempre el olvido.
La tierra trama mentiras
a espaldas de mi camino
Me encuentro con tu presencia
y me recuerda el vacío.
Todo tiene luz de sombra
perdida entre lo infinito.
El horror de esta mentira
despierta siempre furtivo.
MÁS ACÁ
Turbia sombra de la nada
hielo y sombra en la penumbra
me entrego a tus mil silencios
dándole forma a mi tumba
( en el rictus de tu boca
hay un deje de amargura
que estremece mi garganta,
estremeciendo la tuya)
me entregas tus mil silencios
hielo negro, sombra dura
con voz de clara cadencia
interminable si oscura.
Turbia sombra de la muerte,
de tan temible tan pura.
Por los surcos de tu sangre
camina eterna la duda.
Turbia sombra de la nada
hielo y sombra en la penumbra
me entrego a tus mil silencios
dándole forma a mi tumba
( en el rictus de tu boca
hay un deje de amargura
que estremece mi garganta,
estremeciendo la tuya)
me entregas tus mil silencios
hielo negro, sombra dura
con voz de clara cadencia
interminable si oscura.
Turbia sombra de la muerte,
de tan temible tan pura.
Por los surcos de tu sangre
camina eterna la duda.
ESPEJO CIEGO
Una oscura pasión araña lenta
Esta rara vigilia sin veneno
Donde hurga mi verdad. Antiguo cieno
Hoy sueña en las cloacas de su afrenta.
Espanto en la mirad. Espejo ciego,
Si ocultas la razón de su locura.
Desastre entre la sangre; la amargura
De no tener más voz que la del ruego.
Tanto paisaje detenido y frío.
Tanta tristeza rota en la conciencia.
Tanto hastío de mundo alrededor.
Despojo de mentras ya baldío
Adonde acude muerta la presencia
De no saber vivir con mi dolor.
TANTA AUSENCIA
Es una oración sin fin
Tanta mentira sagrada,
Tanto labio si amor,
Tanta ausencia y tanta nada.
Las verdades más sencillas
Dictan su verdad amarga,
Como si fueran culpables
De tantísima desgracia.
No conduce a ningún sitio
Es resplandor de la llama
Ni el tropiezo que en la menta
Precipita su mirad.
Soledades absolutas
Conquistadas por el alma.
Oquedades como cuerpos,
Destrucciones sin batalla.
Toda la verdad del mundo
Y el silencio que la araña,
Buscándose en la conciencia
La plenitud de la máscara.
Una oscura pasión araña lenta
Esta rara vigilia sin veneno
Donde hurga mi verdad. Antiguo cieno
Hoy sueña en las cloacas de su afrenta.
Espanto en la mirad. Espejo ciego,
Si ocultas la razón de su locura.
Desastre entre la sangre; la amargura
De no tener más voz que la del ruego.
Tanto paisaje detenido y frío.
Tanta tristeza rota en la conciencia.
Tanto hastío de mundo alrededor.
Despojo de mentras ya baldío
Adonde acude muerta la presencia
De no saber vivir con mi dolor.
TANTA AUSENCIA
Es una oración sin fin
Tanta mentira sagrada,
Tanto labio si amor,
Tanta ausencia y tanta nada.
Las verdades más sencillas
Dictan su verdad amarga,
Como si fueran culpables
De tantísima desgracia.
No conduce a ningún sitio
Es resplandor de la llama
Ni el tropiezo que en la menta
Precipita su mirad.
Soledades absolutas
Conquistadas por el alma.
Oquedades como cuerpos,
Destrucciones sin batalla.
Toda la verdad del mundo
Y el silencio que la araña,
Buscándose en la conciencia
La plenitud de la máscara.
Palabras clandestinas de Manuel Ruiz Amezcua
Manuel Ruiz Amezcua.
Palabras clandestinas.
Huerga & Fierro. Madrid, 2015.
Cifrando las estrellas
como huellas salpicadas de ceniza.
Adivinando rutas extrañas en el cielo.
Mirando siempre
cosas abandonadas
en los ojos de todos.
Contemplando brasas
noche adentro.
Llamando en medio de la nada.
Viendo que el universo
levanta su misterio.
Escuchando el silencio de otros mundos,
su luz fría sin remedio.
Mirando al centro de la luz
desde los ojos de la sombra.
Haciendo las eternas preguntas.
Repitiendo las viejas respuestas.
A oscuras, a rastras, a ciegas.
Intentándolo todo
partiendo de la nada.
Viendo fuego en lo oscuro.
Viendo la única luz
del único camino.
La negra boca de la sombra.
La terrible belleza del misterio.
Ese texto, El bosque impenetrable, es uno de los poemas que Manuel Ruiz Amezcua publica en Palabras clandestinas, un volumen que acaba de editar Huerga & Fierro.
Un libro en el que la voz poética de Ruiz Amezcua habla del amor, denuncia la economía del miedo o los cerebros conspiradores que manejan en la sombra la política mundial, evoca el pasado o desenmascara a los poetas que controlan el canon: Esos que dicen que dicen / y nunca dijeron nada.
Desde los sentimientos más íntimos hasta la crítica más descarnada, desde lo más individual a lo colectivo y desde la esperanza a la desilusión, nada queda fuera del campo temático de los casi cuarenta textos que el poeta ha agrupado en tres partes -El presente eterno, La verdad escondida y En la orilla- en las que la palabra combativa y la indignación se imponen sobre la emoción intimista en una poesía en la que la palabra directa es a la vez ética y estética.
Por Santos Domínguez
POETAS OFICIALES
O EL RÉGIMEN DEL PIENSO
Esos que dicen que dicen
y nunca dijeron nada.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
patrones son del embuste
a través de sus palabras.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
hablan de buenos y malos
usando a las dos Españas.
Utilizan la mentira
como un arma sistemática.
Dicen que no a la derecha,
reniegan de la otra España,
pero al llamarlos Aznar
acudieron a su casa
a recitarle versicos
como putas más que santas.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
viven como marajás
y redimen a las masas.
Poetas de catecismo,
escaladores de cátedras,
jurados de muchos premios
donde colocan sus bazas.
Mamones de la política,
sectarios hasta en la cama,
eligen a sus mujeres
entre las grandes de España.
Esos que dicen que dicen
y nunca dijeron nada,
comunistas de salón,
sentimentales de grada,
olisquean los billetes
como los de las sotanas.
Yo te traigo, tú me llevas,
es su táctica canalla,
la aprendieron de su jefe
en la nombrada Granada,
cuando les daba doctrina,
cuando doctrina les daba
desde la puerta de Elvira
hasta la de Bibarrambla.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
amamantados con sables,
adoctrinados en casa,
se subieron pronto al carro
de la España democrática,
colocaron sus peones,
los mismos de su mesnada,
en dirección al poder,
a su mesa y a su cama.
Con tan buenos resultados,
con tan buena martingala,
que hoy olemos sus morcillas
en toda la triste España,
en bares y puticlubs
de la progresía hispana.
Hoy sus chorizos engordan
y viven de sus patrañas,
y viven de sus mentiras
y viven de mil marañas,
cambiando líos y cuentos
en fantásticas hazañas.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
las palabras sustituyen
por la rodilla doblada.
Esos que dicen que dicen
y nunca dijeron nada.
LA ESPAÑA ETERNA
(Y PROFUNDA)
A Juan Mengíbar
Tienen el alma impermeable,
creo que escribió Machado.
Devotos y matuteros,
les dejó como epitafio.
Cambian siempre de chaqueta,
si les ofrecen buen caldo.
Los conozco hace ya tiempo.
Los sufro hace muchos años.
A los que van como pícaros
y a los que ejercen de santos.
A los que van de rebeldes
y viven como vasallos.
A los que ejercen de nobles
y actúan como villanos.
Reconozco a los hundidos
y conozco a los salvados.
Oteo a los redimidos
y veo a los condenados.
Me asustan los poderosos
que aumentan siempre lo malo.
Sé de esas leyes eternas.
Sé de esa casta de sobra.
Sé de esa noche y sus sombras.
De los que roban a solas
y de los que en las tribunas,
con mucha y buena tramoya,
engañan a sus esclavos.
Como a buenos feligreses,
a ellos todo les da igual.
Su único Dios: el dinero.
Su única patria: medrar.
Como buenos parroquianos
siempre fueron muy taimados
y durante cuarenta años
glorificaron a Franco
con sus mismísimas manos.
Y nunca contra el tirano,
ni contra nada del clero,
que nada manifestaron.
Cultivaron el silencio,
y los que nunca callaron
esos fueron muy poquitos
y lo acabaron pagando.
Esos fueron unos cuantos
y lo pagaron muy caro.
De los otros, los de Franco,
ahora gobiernan sus hijos
hace casi cuarenta años,
como lo hicieran sus padres.
Y siguen los mismos pasos.
Y siguen libres las manos
para robarnos los cuartos.
Siempre tuvieron muy cerca
la intención de la venganza
para convertirse en amos.
Se vengaron como siempre
y disfrutaron odiando.
Se vengarán cuando puedan,
llevándose lo que quieran.
Y cuando no puedan vengarse en ti,
lo harán en tu descendencia.
*FUEGO EN LO OSCURO
Para Sara, nuestra perra
Acaba de nacerle un hijo.
Lo ha llevado en su vientre
dos meses y unos días.
Va de acá para allá
con la locura del instinto,
con el desasosiego de la sangre,
con el temor de la tristeza.
Gruñe y jadea, mueve
el cuerpecillo inmóvil.
Sus ojos son el reino del espanto.
Hay algo que la enloquece,
que no entiende,
que no puede comprender.
Y mira desde otro mundo…
Se queda quieta, esperando a la vida.
Se queda sola, lamiendo a la muerte.
* Este poema de Manuel Ruiz Amezcua es uno de los inéditos que incluye su libro Del lado de la vida. Antología poética [1974-2014], que a comienzos de mayo publicará Galaxia Gutenberg, con prólogo de Antonio Muñoz Molina.
O EL RÉGIMEN DEL PIENSO
Esos que dicen que dicen
y nunca dijeron nada.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
patrones son del embuste
a través de sus palabras.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
hablan de buenos y malos
usando a las dos Españas.
Utilizan la mentira
como un arma sistemática.
Dicen que no a la derecha,
reniegan de la otra España,
pero al llamarlos Aznar
acudieron a su casa
a recitarle versicos
como putas más que santas.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
viven como marajás
y redimen a las masas.
Poetas de catecismo,
escaladores de cátedras,
jurados de muchos premios
donde colocan sus bazas.
Mamones de la política,
sectarios hasta en la cama,
eligen a sus mujeres
entre las grandes de España.
Esos que dicen que dicen
y nunca dijeron nada,
comunistas de salón,
sentimentales de grada,
olisquean los billetes
como los de las sotanas.
Yo te traigo, tú me llevas,
es su táctica canalla,
la aprendieron de su jefe
en la nombrada Granada,
cuando les daba doctrina,
cuando doctrina les daba
desde la puerta de Elvira
hasta la de Bibarrambla.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
amamantados con sables,
adoctrinados en casa,
se subieron pronto al carro
de la España democrática,
colocaron sus peones,
los mismos de su mesnada,
en dirección al poder,
a su mesa y a su cama.
Con tan buenos resultados,
con tan buena martingala,
que hoy olemos sus morcillas
en toda la triste España,
en bares y puticlubs
de la progresía hispana.
Hoy sus chorizos engordan
y viven de sus patrañas,
y viven de sus mentiras
y viven de mil marañas,
cambiando líos y cuentos
en fantásticas hazañas.
Esos que dicen que dicen,
y nunca dijeron nada,
las palabras sustituyen
por la rodilla doblada.
Esos que dicen que dicen
y nunca dijeron nada.
LA ESPAÑA ETERNA
(Y PROFUNDA)
A Juan Mengíbar
Tienen el alma impermeable,
creo que escribió Machado.
Devotos y matuteros,
les dejó como epitafio.
Cambian siempre de chaqueta,
si les ofrecen buen caldo.
Los conozco hace ya tiempo.
Los sufro hace muchos años.
A los que van como pícaros
y a los que ejercen de santos.
A los que van de rebeldes
y viven como vasallos.
A los que ejercen de nobles
y actúan como villanos.
Reconozco a los hundidos
y conozco a los salvados.
Oteo a los redimidos
y veo a los condenados.
Me asustan los poderosos
que aumentan siempre lo malo.
Sé de esas leyes eternas.
Sé de esa casta de sobra.
Sé de esa noche y sus sombras.
De los que roban a solas
y de los que en las tribunas,
con mucha y buena tramoya,
engañan a sus esclavos.
Como a buenos feligreses,
a ellos todo les da igual.
Su único Dios: el dinero.
Su única patria: medrar.
Como buenos parroquianos
siempre fueron muy taimados
y durante cuarenta años
glorificaron a Franco
con sus mismísimas manos.
Y nunca contra el tirano,
ni contra nada del clero,
que nada manifestaron.
Cultivaron el silencio,
y los que nunca callaron
esos fueron muy poquitos
y lo acabaron pagando.
Esos fueron unos cuantos
y lo pagaron muy caro.
De los otros, los de Franco,
ahora gobiernan sus hijos
hace casi cuarenta años,
como lo hicieran sus padres.
Y siguen los mismos pasos.
Y siguen libres las manos
para robarnos los cuartos.
Siempre tuvieron muy cerca
la intención de la venganza
para convertirse en amos.
Se vengaron como siempre
y disfrutaron odiando.
Se vengarán cuando puedan,
llevándose lo que quieran.
Y cuando no puedan vengarse en ti,
lo harán en tu descendencia.
*FUEGO EN LO OSCURO
Para Sara, nuestra perra
Acaba de nacerle un hijo.
Lo ha llevado en su vientre
dos meses y unos días.
Va de acá para allá
con la locura del instinto,
con el desasosiego de la sangre,
con el temor de la tristeza.
Gruñe y jadea, mueve
el cuerpecillo inmóvil.
Sus ojos son el reino del espanto.
Hay algo que la enloquece,
que no entiende,
que no puede comprender.
Y mira desde otro mundo…
Se queda quieta, esperando a la vida.
Se queda sola, lamiendo a la muerte.
* Este poema de Manuel Ruiz Amezcua es uno de los inéditos que incluye su libro Del lado de la vida. Antología poética [1974-2014], que a comienzos de mayo publicará Galaxia Gutenberg, con prólogo de Antonio Muñoz Molina.
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