Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 7 de julio de 2011

465.- CARLOS CLEMENTSON



Carlos Clementson (Córdoba), cursa Filología Románica en la Universidad de Murcia, de la que ha sido profesor y por la que se doctora en 1979 con una tesis sobre "La revista Cántico y sus poetas". Desde 1973 es profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Córdoba. Como poeta ha publicado "Canto a la afirmación", Premio Polo de Medina (1974); "Los argonautas" (1975); "Del mar y otros caminos" Accésit del Premio Adonais (1979); "El fervor y la ceniza" (1982); "Las olas y los años"; "Antología poética" (1964-1984), (1986); "Oda y cosmología para Pablo Neruda" (1993); "Los templos serenos" (1994); "Archipiélagos", Premio José Hierro (1995); Laus bética (1996); "El color y la forma" (1996); "Región luciente" (1997); "La selva oscura" Premio Juan de Mena (2002); "Figuras y mitos" (2003) y "Non omnis moriar" (2006). Ha cultivado paralelamente la traducción poética en obras como "Lamentos y añoranzas" de Joachim Du Bellay (1991); "Elegías de Bierville", de Carles Riba; "Camoens" de Almeida Garret (1998), así como de otros poetas ingleses e italianos. En colaboración con Francisco Benítez es también es también autor de "Góngora, sombra y fulgor de un hombre", obra dramática estrenada en el Gran Teatro de Córdoba en Mayo de 2003. Es autor asímismo de una abarcadora antología en verso castellano de Pierre de Ronsard, así como de una "Antología general de la poesía portuguesa" y una selección de la catalana, traducida al español, desde Joan Maragall a nuestros días.

Publicaciones
"Canto de la afirmación (Razón de vida)". Poesía. 1974.
"Los argonautas y otros poemas". Poesía. 1975.
"De la tierra, del mar y otros caminos". Poesía. 1979.
"Nostalgia y presencia de Medina Azahara". Poesía. 1980.
"El fervor y la ceniza". Poesía. 1982.
"Las olas y los años". Poesía. 1983.
"Los templos serenos". Poesía. 1994.
"Archipiélagos". Poesía. 1995.
"El color y la forma". Poesía. 1996.
"La selva oscura". Poesía. 2001.
"Figuras y mitos". Poesía. 2003.
"Las razones del mar : antología poética (1974-2006)". Poesía. 2007.

Otras publicaciones
"Tres poemas". Poesía. 1992.
"Oda y cosmología para Pablo Neruda". Poesía. 1993.
"Laus betica". Poesía. 1996.
"Góngora, sombra y fulgor de un hombre". Teatro. 2002.

Premios
Premio Polo de Medina. 1974. Poesía. Diputación Provincial de Córdoba.
Accésit Premio Adonáis. 1979. Poesía. Ediciones Rialp.
Premio Nacional de Poesía José Hierro. 1995. Poesía. Ayuntamiento de San Sebastían de los Reyes.
Premio Creadores de Córdoba. . Poesía. Diputación Provincial de Córdoba.




EL VIAJERO

Ha venido esta noche.
El perro había ladrado por un rato en la sombra,
y luego extrañamente se calló en el silencio.

Pobre y casi desnudo, el mar había labrado
hondos surcos de tiempo sobre su enjuto rostro
de marino o pastor, quemado por los soles,
y dejado en sus párpados un rojor de salitre.

Nadie le conocía. Quizá estuviera loco.
En su delirio hablaba de sirenas y monstruos
de un ojo solo enorme, de héroes y de naufragios,
de aventuras horribles en las que él tuvo parte.

Decía que en un tiempo él fue rey de esta isla.

Aquí ni a los más viejos les sonaba su nombre.

Quizá no fuera nadie:
el viento que del mar sopla en las largas noches.

Se ha vuelto con las sombras.













DIVINIDAD ENTERRADA
(Renacimiento)

Han sido muchos siglos,
muchos siglos
de oscuridad sin viento que esculpiera
sus cabellos de mármol.

Largas noches
sin calor y sin luz para su pecho
solitarioy escueto entre las sombras.
Ni una brizna de brisa. El mar tampoco
dejara sonar allí su caracola
ni su fresco rumor de puertos y navíos.

Ni tan sólo un susurro
en tanta sombra:
El gusano y la larva primitivos.
Y el silencio y los muertos y la nada...
(Ni siquiera era el caos... como al principio).
Qué profunda nostalgia de la vida...

Mas ahora parece que palpita,
que hinche un poco su pecho tan inmóvil,
y que casi respira...
aunque muy lenta,
muy trabajosamente...
Ha sido tanta
la oscuridad sufrida, tanto tiempo
de espera...
Mira, hasta parpadea
con sus ojos vacíos y tranquilos,
con sus ojos abiertos al asombro
del azul más azul del primer día.









ACRÓPOLIS

No existió esta ciudad. Fuera tan sólo
como un sueño soñado por los dioses.

Existió esta ciudad. En otro tiempo:
cuando obraron los hombres cual los dioses.











SANTUARIO
(Delfos)

Hasta aquí,
bajo el viento escarpado que baja de las cimas
del nevado Parnaso,
suspendido en su vuelo,
desde el haz de la tierra y el ombligo del mundo
y a los pies
los olivos sin fin de la sacra llanura
que bañan sus raíces en las ondas de Itea,
hasta aquí he ascendido
no a escuchar al oráculo ni a la pitia agorera:
a oír respirar el mundo









ORÁCULO

He aquí el exacto lugar del universo:
el esplendor del mundo.

Embebido de sol, los dones de lo alto
laten sobre estos montes alzados para el justo
que acepta cuanto el sitio le dicta en el silencio.

La eternidad no espera.

Bajo los pies desnudos se siente el tacto rudo,
se ausculta indefectible
la ciega e inapelable rotación del planeta
hendiendo los espacios;
y a veces se oye el viento.
Ya sé que no hay respuesta:
Tan sólo aquí he venido a preguntarle al mundo.
Y me responde el eco.

En el silencio augusto
altas giran las águilas eternas sobre Delfos.











ÓNFALOS

(Cima)


Ombligo del mundoEl laurel en la roca.
Y al fondo los olivos hasta besar las olas.

Asciendo la Vía Sacra.

Piedra y cielo, todo aquí se hace abismo,
vuela y se precipita.

La materia es ingrávida.
Ya no hacen falta alas.
Todo se alza hacia todo.
Y el orbe nos levanta en su puño de piedra.











ESPLENDOR

Tócala con tus dedos
y sumerge tu brazo en su pureza:
una azul claridad casi tangible
como un agua marina, tersa y plena,
que nos colma de sol cada mañana.

Todo fundado en piedra,
duradera materia más que el mármol,
pensamiento del hombre, solo, abierto
al misterio del cosmos.

Y el cincel de la luz el arquitecto.









DAFNE

Contempla cómo late, tras tan larga carrera,
su blando pecho esquivo
antes de hacerse inmóvil perfume perdurable...

Amante, estás a tiempo. Es tu ocasión postrera:
a este laurel que –exhausto- detiénese un instante
aún le palpita virgen y rojo el corazón.











TODO EL AZUL...

Todo el azul del mundo. Y la cal en los muros
como un mármol humilde, destronado del cielo
de Platón a esta tierra
tan escueta y frugal como fiesta de aldea
de pescadores pobres.

Y sobre el blanco unánime la buganvilla lánguida
pulsada por la brisa cual las liras eolias,
y el hibisco inflamando de púrpura los muros,
su cal pura e inviolable,
y el oro de la tarde que declina hacia el rosa,
todo simple y hermoso,
como en verdad los dioses.









LA LECCIÓN DE LAS OLAS

Con su testuz ornada de columnas
cada ola destroza un templo vivo
al dar contra las rocas.

Polvo del tiempo asciende en el espacio,
y se funde a la luz, al sol, al aire
hasta caer de nuevo,
para tornarse espuma
y hacerse otra vez mármol.












OLÍMPICOS

I

Es fácil darse cuenta:

En estas tardes claras
de un viento luminoso,
variable y alegre,

como una antigua herida
en el pecho del hombre,

y toda la hermosura
de la vida en sus rostros,

aún, desde su ausencia,
resplandecen los dioses.




II

O quizá un espejismo
-un reflejo en las aguas,
o una vaga sonrisa
en el frontis del cielo,
cada nueva mañana-.

Quizás un infinito
ocaso inextinguible
de oro, púrpura, o sangre
ardiendo sobre el agua.

(Tal vez quizá la vida...)

la vida como copa
colmada, exuberante,
la vida, sí, la vida
servida hasta los bordes.











LA PATRIA DEL RACIMO

Aquí todo es divino.
Desde la luz al hondo,
denso añil del abismo.


Un desborde de vida
que canta en los racimos.

La ebriedad es destino.

Y todo sabe y huele
a sol, a mar, a vino.














NINFA
Antaño aquí moraba
una hermosa muchacha
bajo unas claras aguas.

Hoy es de arena el lecho
de las fuentes de antaño.

La hija del agua huyó;
se evaporó en un alto
trino fresco de pájaros.

Sólo ya la cigarra,
envuelta en sol y polvo,
nos remeda la fábula.

Abolido ya todo:
el frescor de la vida,
la música del agua.

De las aves ni el canto.

Las piedras abrasadas
con sus ojos de sed
nos miran como a extraños.











ESTA LUZ...

Esta luz prodigiosa y este austero silencio...
Esta dura caricia del sol sobre las rocas,
y la espuma inocente, y el azul, sí, tan puro
como cuando las aguas no sabían aún su nombre.








ESPÓRADAS

Las islas... son las islas en la ilustre mañana.
La luz las ilumina, y glaucas y doradas
flotar parecen libres entre el azul y el cielo,
grandes rosas de fuego ardiendo sobre el mar.


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